Las
sociedades chamánicas basan el poder de su "medicina" en la
energía de cuatro arquetipos universales: el guerrero, el sanador, el vidente y
el maestro. Si el curandero de una tribu es capaz de sanar a los enfermos es
porque ha destilado e integrado en su ser la sabiduría ancestral de estas
cuatro imágenes mitológicas.
Hace
unos años la antropóloga californiana Ángeles Arrien expuso este conocimiento
en "Las Cuatro Sendas del Chamán" (Ed. Gaia), donde sugería
que cada uno de nosotros puede recuperar el equilibrio interno y la armonía con
el entorno a través del desarrollo de estos arquetipos.
Hoy
son numerosos los psicoterapeutas, como Charles Tart, Stanislav Grof o Liz
Greene, quienes han incorporado a sus terapias técnicas chamánicas para inducir
estados alterados de conciencia que despiertan en el paciente su propio poder
sanador. También Ángeles Arrien propone utilizar las herramientas de poder de
las culturas aborígenes para recorrer con ellas las diferentes vías del chamán,
e integrar así en nuestras vidas la energía curativa de sus mitos. El camino
lleva primero a reconocer sin ambages los aspectos sombríos de cada arquetipo.
Es decir, qué actitudes relacionadas con esta figura mitológica nos ponen en
dificultades continuas reclamando de ese modo más luz y espacio en nuestras
acciones cotidianas. Y es que, al descuidar los aspectos luminosos propios del
guerrero, el vidente, el sanador o el maestro, abrimos sin darnos cuenta una
puerta a la enfermedad, a la depresión, a la soledad o al autoabandono. Por el
contrario, al desarrollarlos logramos salud, sabiduría y entusiasmo por la
existencia. Cada uno de nosotros puede identificarse más con uno o dos de estos
arquetipos. Pero lo idóneo es que integremos las cualidades positivas de los
cuatro para alcanzar la totalidad de nuestra esencia como seres humanos. A
través del guerrero obtenemos los recursos del poder, la comunicación y el
liderazgo; mediante el sanador nos vemos capaces de prestar atención a lo que
tiene corazón; el vidente nos ayuda a percibir y decir la verdad en todo
momento sin sentimientos de culpa y, por último, el maestro nos enseña a
desapegarnos, con sentido del humor, flexibilidad y objetividad, de
situaciones, personas o cosas que nos hacen infelices.
EL GUERRERO: Coraje y
Poder
El
guerrero es un brujo, un explorador y aventurero, líder o protector que invoca
la fuerza interior para estar presente ante cualquier dificultad y actuar como
guía.
Cuando
no se ha desarrollado acostumbra a llamar nuestra atención haciéndonos caer en
discusiones, conflictos y actitudes rebeldes frente a representantes de la
autoridad, padres, jefes, el director del banco, el conductor del autobús, etc.
O utiliza sus dotes de mando de forma abusiva y en beneficio personal. En el
polo opuesto puede inhibirse y, entonces, la persona prefiere ocultar sus
talentos y actuar en la sombra para no asumir la responsabilidad, pero proyecta
su necesidad de liderazgo en otros individuos a los que idealiza primero para
luego, cuando no actúan como él espera, criticarles y competir con ellos. Estas
actitudes negativas revelan una falta total de autoestima.
Pasos
para recorrer la senda del Guerrero
-
Desarrollar la capacidad de honrar y respetar las propias habilidades así como
las de los demás y las de todas las cosas creadas sin hacer comparaciones y
desde diferentes perspectivas.
-
Comunicarse de forma equilibrada: decir sinceramente lo que se piensa y hacer
lo que se dice. Cumplir los acuerdos y palabras dadas. Y aprender a decir
"Sí" o "No" cuando sea apropiado para los propios
fines.
-
Demostrar responsabilidad por cada acto. Por lo que se hace o por lo que se
deja de hacer. Y encarar la vida con un ritmo de disciplina constante y a la
vez flexible.
-
Alcanzar los tres tipos de poder universal. Los pasos anteriores llevan
directamente a detentar el poder de la presencia, por el que la persona llega a
mostrarse en cada instante con sus cuatro inteligencias (mental, emocional,
espiritual y física) y emanar así un carisma que atrae a los demás; el poder de
la comunicación que permite elegir de forma acertada las palabras, tono de voz,
lenguaje no verbal, contenido y momento para expresarse; y el poder de la
posición, que significa defender sin miedo una postura e informar a los demás
del por qué lo hace y que actúa así por propia voluntad.
Actos
de poder para dar luz al Guerrero Interior
Meditación. Quince minutos al día al aire libre o ante una
ventana. De pie, con la cabeza erguida, brazo izquierdo caído y derecho sobre
el pecho, ojos fijos en un punto, pies separados a la distancia de los hombros.
Hay que concentrarse en la sensación de estar arraigados en la tierra y en que
ello posibilita el valernos por nosotros mismos, así como establecer límites y
movernos en la vida desde la autoestima y el respeto por nuestros propios
recursos.
Instrumento
musical. Tocar las maracas. Su
sonido, que imita el de la lluvia, crea un estado alterado de conciencia idóneo
para la purificación y sanación del alma.
Bailar. Este es el acto de poder que más desarrolla este
arquetipo y por ello ha sido utilizado por todas las culturas aborígenes. Según
el tipo de ritmo elegido –fluido, entrecortado, lírico, sereno, caótico– el
danzante adquiere gracia, refinamiento, alegría, paz o una vía para dar rienda
suelta a su creatividad.
Animales
de poder. Conectar a diario con la
naturaleza del águila o los pájaros dota al guerrero del valor necesario para
enfrentar los desafíos que la vida le depara.
EL SANADOR: Gratitud y
Corazón
El
sanador abre sus brazos al amor y a la gratitud. También muestra aceptación de
las habilidades propias o ajenas. Y siempre tiene palabras amables, de aliento
y de reconocimiento para el talento, carácter o apariencia externa de los
otros.
El
modo en que este arquetipo reclama atención a través de aspectos sombríos es el
descuido de la salud y bienestar personal. Cuando no escuchamos al sanador
interno caemos en hábitos contrarios a la vitalidad, generalmente adicciones
que abren la puerta a la enfermedad y el malestar.
El
arquetipo del sanador es una estructura mítica universal, que experimentamos
todos los seres humanos. Entre las
culturas indígenas el sanador representa el principio de prestar atención a lo
que tiene corazón y sentido.
Tradicionalmente
se reconoce que el poder del amor es la fuerza curativa más importante que
disponemos los seres humanos. Por eso los sanadores eficaces, de cualquier
cultura son los que abren sus brazos al amor, es decir, al reconocimiento, a la
aceptación, a las cosas válidas y a la gratitud. Como también tienen una pericia natural para practicar el arte
del reconocimiento. Reconocen plenamente que los mayores rencores, sólo son
amor no expresado.
Nuestro
corazón físico trabaja pausadamente y lo hará hasta el momento de nuestra
muerte. No se cansa porque cada latido incorpore una fase de descanso. Por eso, cuando hablamos del corazón en un
sentido mas amplio, la idea de un ocio vivificante siempre está presente. No
olvidemos que situar el ocio y el descanso en el centro de nuestra vida es lo
que nos permitirá mantenernos jóvenes.
Por lo tanto el ocio no es un privilegio sino una virtud. No es el
privilegio de unos pocos que pueden permitirse tener tiempo, sino la virtud de
todos los que están dispuestos a conceder tiempo a lo que lleva tiempo: dar a
cada tarea el tiempo que necesita.
Existen
cuatro adicciones básicas que engloban todas las demás:
Adicción
a la intensidad. Fomenta hábitos
destructivos para sustituir la sensación de aburrimiento por la de estar vivos.
Adicción
a la perfección. Vuelve a las
personas rígidas e intolerantes con los errores propios o ajenos.
Adicción
a la necesidad de saber y controlar todo compulsivamente. Convierte al individuo en alguien desconfiado y
arrogante.
Adicción
a lo que no funciona. Se muestra en
una tendencia a exagerar las experiencias negativas y aferrarse a ellas.
Pasos
para recorrer la senda del Sanador
-
Poner el corazón en los quehaceres cotidianos. Muchas culturas aborígenes creen
que el corazón es el puente entre el Padre Cielo y la Madre Tierra. Estas
tradiciones describen el corazón de cuatro compartimientos, como pleno,
abierto, claro y fuerte. Por eso debemos comprobar su estado, preguntándonos: ¿
Tengo hoy el corazón pleno, abierto, claro y fuerte? o ¿a medias, cerrado,
confuso y débil? Si no nos sentimos con fuerza es porque nos falta coraje para
ser auténticos.
-
Experimentar los seis tipos de amor universal. Para mantener sanos los cuatros
compartimientos de nuestro corazón, debemos explorar y abrirnos a los distintos
tipos de amor universal: amor entre compañeros y amantes; padres e hijos;
colegas y amigos; amor profesional entre maestro y estudiante; terapeuta y
cliente; a uno mismo y amor universal o espiritual. Todos estos tipos de amor
son puertas que nos permiten acceder a la sanación. Una visión equilibrada de
ello nos invita a un viaje hacia la totalidad que dura toda la vida.
-
El principio de reciprocidad: La
sanación implica la capacidad de dar y recibir equilibradamente
y la habilidad de conectar. Logrando este equilibrio, mantendremos una justa
relación con la Naturaleza y por ende una justa relación con nuestra propia
naturaleza. De ésta forma sería mas
fácil mantener nuestra salud y bienestar.
-
Visión equilibrada. sentir estas formas de amor prepara a la persona para comprender
que la sanación requiere actitudes como recordar lo que hemos olvidado sobre la
conexión de las cosas vivientes y no vivientes; abrazar lo que más tememos;
abrir lo que está cerrado y ablandar lo duro; experimentar lo divino;
creatividad, pasión y amor; aprender a confiar en la vida y mantener un
equilibrio entre el dar y el recibir.
Actos
de poder para dar luz al Sanador Interior
Meditación. Dedicar entre cinco y diez minutos diarios a la
técnica del "acunamiento". Tumbado y con las manos sobre el corazón,
izquierda encima de la derecha, hay que reconocer los propios talentos, el amor
que se ha dado o recibido y concentrarse en el propósito de desarrollar la
autoestima.
La
postura de la meditación tumbada es la mas curativa que el cuerpo puede asumir,
pues la asocia con el descanso y con el bienestar que procede del dar y recibir
amor. Ponemos al cuerpo en su “canoa
del espíritu”, se abre a su guía interna y recibe la sanación. Muchas sociedades chamánicas creen que
mientras estamos en nuestra "canoa espiritual", el gran
Espíritu, los antepasados y los aliados ayudantes nos revelan lo que
necesitamos en ese momento para nuestra guía y sanación.
En
la práctica de la meditación tumbada, honramos este tiempo a lo sagrado y nos
dedicamos a desarrollar el sanador interno.
Tumbados en el suelo, con los ojos abiertos y suavemente enfocados en un
punto lejano. Un brazo descansa en
paralelo a nuestro cuerpo y el otro doblado por el codo, con el antebrazo
perpendicular al suelo. El antebrazo
elevado nos impedirá dormir; si ello ocurre, el brazo te despertará al caer al
suelo o sobre tu cuerpo.
En
esta postura nos conectamos con la energía curativa, nutricia, amorosa y
reconfortante que reside dentro nuestro y con la guía divina sanamos nuestras
partes heridas. También desarrollamos la autoestima y cuidamos de nosotros
mismos, en la misma forma que debemos cuidar a los demás.
En
el trabajo de acunamiento se dedican entre cinco y diez minutos a honrar al
gran ser que somos y a recordar la profunda interconexión que sustenta y
vincula a todos los seres. Tumbados en el suelo, se coloca la mano derecha
sobre el corazón y la izquierda sobre la derecha (las manos simbolizan la
sanación). En esta postura se reconocen los puntos fuertes y talentosos, lo
mejor de nuestro carácter, las contribuciones efectuadas, el amor dado y
recibido; identifica las heridas, las historias personales vinculadas a algún
suceso traumático, y se ofrece al cosmos para que la trasmute y poder olvídarse
de ellas.
Instrumento
musical. Tocar el tambor. Su sonido
imita los latidos del corazón y facilita su purificación. También ayuda a
entrar en un estado de conciencia favorable para buscar guía espiritual.
El
trabajo del viaje y el tambor es una práctica chamánica, que nos permite
acceder a la información
que emana de nuestro "Yo
Sagrado" o "Divino". Gracias a la guía sonora del
tambor (ritmo rápido, generalmente, entre cuatro y siete ciclos por segundo),
se entra en un estado alterado de conciencia. Cuando nos embarcamos en un viaje
de este tipo, nos abrimos a la posibilidad de apartar los obstáculos y todo
aquello que nos impide dar y recibir amor.
Esta práctica se usa para desarrollar un corazón pleno, fuerte, abierto
y claro. También provoca el
alineamiento entre la frecuencia de nuestras ondas cerebrales y los estímulos
auditivos externos, y esta armonización puede reequilibrar el sistema nervioso
central.
Bailar. Los indígenas danzaban puesto que el ritmo es el
alma de la vida, porque todo el universo
gira a su alrededor, por eso cuando perdemos el ritmo, perdemos la alegría y
ahí es cuando tenemos problemas.
También porque facilita la aparición de imágenes de contenido ritualista
y ceremonial.
Practicar
los ocho principios sanadores universales. Llevar una dieta equilibrada; realizar ejercicio físico; reservar
tiempo para divertirse, jugar y reír sin perder el sentido del humor; escuchar
música; recitar cantos y contar historias que transmitan valores éticos; sentir
amor y contacto físico con otras personas; desarrollo de intereses, aficiones y
proyectos creativos; pasar tiempo en la naturaleza, la belleza y entornos
sanadores; cultivar la fe y creer en lo sobrenatural. Son los más usados por la
mayoría de las culturas, aseguran salud y bienestar. Cuando no atendemos
plenamente a estos principios nos encontramos en el lado sombrío del arquetipo
del sanador. Estudiemos estos ocho puntos y evaluemos en que casos descuidamos
la salud. Siendo honestos con nosotros mismos equilibraremos nuestras energías
y recuperaremos el sanador interno.
Hay
que recordar que el amor es siempre uno de los más claros ejemplos, del doble
instinto que nos hace que cada día profundicemos más dentro de nosotros mismos
y, al mismo tiempo, emerger de nosotros mismos para realizarnos en el otro:
muerte y re-creación.
Animales
de poder. Los sanadores están
vinculados en general a los cuadrúpedos, renos, ciervos, caballos, vacas… Pero,
además, han de estar en íntima conexión con la naturaleza y los árboles. Por
ejemplo, cada primavera, algunos pueblos aborígenes ofrecen sus cicatrices y
heridas, físicas o del alma, a un árbol para que las sane. Y hacen la promesa
de no volver a hablar de ellas.
Según
la tradición chamánica, podemos visitar el mundo de arriba en el que
encontramos lugares mágicos, maestros importantes y experiencias que nos elevan
y expanden. También viajamos al submundo, en el que los aliados ayudantes y los
animales de poder nos fortalecen para que podamos afrontar con coraje nuestros
desafíos y el mundo intermedio, es lo que llamamos la realidad: el mundo
externo de la salud, las finanzas, el trabajo, la creatividad y las relaciones.
Contar
historias. Las culturas indígenas reconocen que contar historias puede
reformar la experiencia de un individuo, su historia personal. Muchos chamanes y curanderos son narradores
consumados. Se les suele llamar ”los que cambian de forma” pues, a
veces, hasta incluso cambian su propio aspecto físico.
Cuando
realizamos un viaje de estos, lleguemos al lugar que lleguemos, tengamos en
cuenta que es el lugar exacto que
necesitamos para convertirnos en nuestros propios sanadores y maestros. Si no ocurre nada durante el viaje es un
momento de espera e integración; literalmente, es el momento de no hacer nada.
EL VIDENTE: Sinceridad
y Libertad
El
vidente es el que dice la verdad. Su vía nos invita a ser quienes somos
continuamente, por lo que nos recuerda de mil modos el sueño que deseamos
realizar en esta vida.
Cuando
no le prestamos atención, su forma de reclamar luz y cuidados es sobre todo
inventar un falso yo sólo para cubrir las expectativas ajenas. La persona
abandona entonces su auténtico yo y suele hacerlo por tres motivos: por amor a
otra persona; obtener la aprobación de alguien o mantener la paz que cree haber
conseguido. Cae así en una trampa que en realidad le vuelve débil de corazón e
incapaz de decir la verdad.
La
otra artimaña sutil que este arquetipo utiliza es hacernos ver como ciertas las
proyecciones de nuestros propios defectos o anhelos. Los espejos y cristales
que lucen cosidos a los trajes de los chamanes en algunas ceremonias recuerdan
este artificio de la mente por el que proyectamos en otras personas partes de
nosotros que pueden ser positivas o desafiantes. Cualidades que nos gustaría
tener y envidiamos pero desconfiamos poder alcanzar, o los defectos que más
detestamos y tememos reconocer en nosotros mismos. Sólo cuando la proyección se
cae y conseguimos ver a la persona tal y como es en realidad, podemos darnos
cuenta de esas partes ocultas de nuestro ser y traerlas de nuevo a casa. Entonces
suele despertarse en nosotros una compasión sanadora que nos permite colocarnos
en el lugar del otro y enjuiciar la realidad con la objetividad del vidente.
Pasos
para recorrer la senda del Vidente
-
Desenmascarar las proyecciones: sólo así nos sentiremos libres para expresarnos
tal y como somos, incluso para recuperar nuestros sueños infantiles y hacerlos
realidad.
-
Evitar la negación y la indulgencia: negamos a las personas y las situaciones
cuando no somos capaces de aceptarlas como son. Y nos volvemos indulgentes
cuando, llevados por el miedo, no enfrentamos los conflictos si ello significa
alterar nuestra paz.
-
Liberar la creatividad: cuando estamos en conexión con nuestra autenticidad y
dejamos a un lado ideas preconcebidas sobre lo que está bien y lo que está mal,
el campo de la creatividad ilimitada siempre está disponible para que hagamos
uso de él.
-
Decir la verdad: "hablar con la lengua del espíritu", como
dicen algunos indios americanos, significa ser capaz de expresar lo que se
siente sin culpabilidad.
-
Lograr las cuatro formas universales de visión: intuición para entender las
voces interiores; visión externa que analiza con objetividad la realidad;
visión interna que proporciona información a través del sueño e imágenes en
estado de trance, y la visión holística que nos aporta un conocimiento completo
de cada situación.
Actos
de poder para dar luz al Vidente Interior
Meditación. En movimiento. Caminar, correr, cocinar, nadar,
incluso pasar la aspiradora, cualquier acción puede funcionar para obtener una
solución creativa a los problemas. También la plegaria puede procurarnos la
ayuda de otros seres o ayudarnos a recuperar nuestro propósito existencial.
Instrumento
musical. Tocar las campanas.
Utilizadas tradicionalmente para convocar a la gente a los templos, asociadas
por tanto a la espiritualidad, nos recuerdan nuestros sueños y nos conectan con
nuestro ser esencial.
Cantar. Cantar las canciones que nos hicieron felices en la
infancia o recitar mantras con vibraciones que atraen la fuerza vital, como el
"Om" budista, incluso entonar sonidos inarticulados,
posibilita al vidente recordar su proyecto existencial.
Llevar
un diario de sueños. Esto potencia
la capacidad de tener premoniciones o resolver problemas de forma intuitiva.
Animales
de poder. Serpientes, lagartijas,
salamandras y, en general, los animales que se arrastran, pues la soledad y el
silencio de los lugares desérticos donde habitan son muy propicios para
despertar la visión interior.
EL MAESTRO: Claridad y
Fe
El
maestro enseña a confiar y comprender la necesidad del desapego y está abierto
a cualquier resultado de sus acciones sin inquietarse ante un posible éxito o
fracaso.
Su
forma de reclamar la atención a través de los aspectos sombríos es manifestar
pautas de censura y control que llevan a la persona a mantener comportamientos
rígidos y juicios excesivamente subjetivos basados en el miedo y anclados en la
falta de confianza. También se muestra mediante la confusión e ignorancia.
Ambas son el lado oscuro de la claridad. Cuando estamos atrapados en ellas
actuamos y opinamos bruscamente de manera inapropiada e inconscientes del
contexto en el que lo hacemos.
Otra
fórmula a través de la cual el maestro expresa su necesidad de desarrollo son
los apegos exagerados. Al aferrarnos demasiado a situaciones, relaciones o
cosas, tendemos a controlar más que a confiar y perdemos objetividad. La
sabiduría consiste en adaptarse a cada circunstancia con ligereza.
Pasos
para recorrer la senda del Maestro
-
Practicar la confianza: aprender a sentirse cómodos en la incertidumbre y la
ignorancia de qué ocurrirá en el futuro o mañana mismo. Con el fin de integrar
esta enseñanza los maestros utilizan trampas para sorprender a sus discípulos
en situaciones inesperadas que les despiertan de sus rutinas y les permiten ver
sus apegos.
-
No aferrarnos: hay que ser capaz de no engancharse en una situación conflictiva
y mantener el sentido del humor. Cuando no nos vemos arrastrados y podemos
mantener nuestra objetividad y capacidad de reírnos, demuestra que las cosas no
nos importan tanto. Hay que recordar también que cualquier perdida, material o
afectiva, nos hace más humildes y nos enseña algo más sobre la aceptación y el
desapego.
-
Celebrar rituales: hacer ceremonias presididas por una intención sagrada honra
los cambios de la vida y ayuda, en momentos de transición, a liberarnos del
apego o del sentimiento de pérdida; de paso facilita el que todo vuelva a
encajar en su sitio.
Actos
de poder para dar luz al Maestro Interior
Meditación. Sentados en la postura del loto, en una silla o de
rodillas. Mantenerse así, con los ojos cerrados y las manos sobre las rodillas,
quince minutos al día para acceder a la quietud y al silencio. Este tipo de
meditación enseña a esperar, escuchar y observar los mensajes del maestro
interior.
Instrumento
musical. Tocar palos y huesos.
Chasquearlos representa el compromiso de romper con pautas y actitudes dañinas,
sean familiares o culturales.
Invocar
los espíritus de los antepasados.
Las tradiciones chamánicas creen que las almas de nuestros ancestros nos
acompañan y que podemos solicitar su ayuda mediante la danza o el sonido del
tambor.
Guardar
silencio. Las experiencias
transpersonales se presentan con más facilidad en momentos de silencio y
soledad, y, a ser posible, en medio de la naturaleza.
Animales
de poder. Las criaturas que viven en
océanos y ríos son propias del maestro. No en vano el agua es venerada por los
chamanes como agente de purificación y modelo de flexibilidad.