Zumba
¡oh viento! zumba y ruge
dispersando
la simiente;
que
la crútula reviente
a
la furia de tu empuje.
La
hojarasca cruje, y cruje
el
ramaje tristemente;
que
tu garra prepotente
los
retuerza y los estruje.
Resonando
las serojas
se
estremecen al chasquido
que
crepita en las panojas,
y
es canción en la espesura,
en
las ruinas alarido
y
en los nervios crispatura.
Bajo
el oro fulgurante
del
espacio, la llanada
se
enrojece caldeada
por
el sol reverberante;
y
en la milpa, centelleante
por
la escarcha de la helada,
blonda
virgen cobijada
con
un velo de diamante.
Oro
y grana las campiñas
que
el divino cielo cubre,
son
sembrados y son viñas;
y
a los soplos otoñales,
los
viñedos seca Octubre
y
Noviembre los maizales.
Ancho
río, cauce angosto,
ya
no se oye vuestro acento;
hoy
seguís en curso lento,
resecados
por Agosto.
Por
el zumo del remosto
cuando
corre, pasa el viento
preludiando
tremulento
la
anacreóntica del mosto...
Alza
a ti la creatura
un
acento soberano,
pues
le ofrece tu ternura.
¡Oh,
invisible Pan divino!
tu
substancia, que es el grano,
y
tu sangre, que es el vino.
(Manuel José Othon)
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