sábado, 12 de mayo de 2012

La Cenicienta que no Quería Comer Perdices














































La Evolución de Un Mundo Feliz de 1984


Han transcurrido 28 años desde que aconteciese aquel que lleva por título la novela de George Orwell: "1984", escrita en 1948 y publicada por vez primera en 1949.

La acción de la novela se desarrolla en un hipotético año 1984, en el que el mundo ha quedado dividido en tres grandes bloques de similar poderío: Oceanía, Asia Oriental y Eurasia, que viven tratando de mantener al enemigo a distancia. En Oceanía se ha llegado a la perfección política y social. Al frente del Partido Exterior se encuentra el Gran hermano, cuya imagen vigila las calles, los parques, los cines... hasta el hogar mismo de los habitantes. Oficialmente, las cifras superan con mucho las expectativas de producción y la guerra contra Asia Oriental se alarga, pero mantiene al enemigo a raya. Oceanía se rige por cuatro ministerios: el Ministerio de la Verdad dedicado a la difusión de las noticias, las bellas artes, el cine, la educación etc., el Ministerio de la Paz que, paradójicamente, es el encargado de los asuntos de guerra, el Ministerio del Amor que cuida de la ley y el orden, y el Ministerio de la Abundancia que se ocupa del aspecto económico. Oceanía también tiene su propio idioma, el "neolengua", cuya principal característica es que cada año reduce el número de palabras en uso y con ello la capacidad de razonamiento de las personas porque, a menor número de palabras, menor capacidad de elección de la conciencia.

En este mundo que se mantiene controlado por su líder, todos son felices y todos le agradecen su liderazgo. Sin embargo, en una sociedad dominada por un sistema totalitario, de colectivismo burocrático controlado por El Gran Hermano, el  protagonista de la historia, Winston Smith, intenta rebelarse contra ese control, la manipulación y el autoritarismo. Trabaja en el Ministerio de la Verdad, donde su cometido se limita a recibir textos en "neolengua" incomprensibles para su pobre vocabulario, los mismos que adapta a las circunstancias, de manera que lo dicho por El Gran Hermano resulte profético o las cifras oficiales siempre sean las correctas. Es decir, se limita a escribir la historia de manera que siempre coincida con los intereses y predicciones del Partido Exterior, así como a hacer desaparecer todo documento comprometedor que niegue la verdad, a eliminar de los diarios, archivos, así como los nombres de personas que resulten molestas para el sistema totalitario. Así, progresivamente se rebela contra la vida que le han obligado a llevar y, con toda clase de precauciones, intenta conservar un diario donde escribe sus dudas, sus pensamientos y sus sentimientos.

EL GRAN HERMANO TE VIGILA” es el letrero que adorna una imagen de grandes dimensiones de él mismo y que se encuentra prácticamente en todos los lugares de Londres; una ciudad de Oceanía. De la misma forma, los micrófonos y la cámaras se ubican también por todos lados. Los primeros informan permanentemente sobre los acontecimientos de la guerra contra Asia oriental y, de ser necesario, amonestan al habitante que cometa alguna falta. Las cámaras vigilan todos y cada uno de los movimientos realizados dentro de su radio de alcance, por eso, Winston Smith mide bien los suyos, porque sabe que en su propia casa, como en todas las demás, cada acto sospechoso es vigilado por la Policía del Pensamiento. Le da la espalda  a las cámaras y se hunde en sus pensamientos, en los vagos recuerdos de su infancia, tratando de hilar sus ideas a pesar de la dificultad que eso le supone. Tiene miedo de sus pensamientos pues está seguro que, de ser descubierto, sería de inmediato "vaporizado", es decir, borrado de la historia por la Policía del Pensamiento, acusado de ser un "crimental", o sea, alguien que comete un crimen con el pensamiento.


Las tres consignas del Partido Exterior, "LA GUERRA ES LA PAZ, LA LIBERTAD ES LA ESCLAVITUD, LA IGNORANCIA ES LA FUERZA" le restan capacidad de reflexión a Winston que trata de recordar para quién o por qué había decidido escribir su diario y comienza a escribir sobre las películas de guerra que vio en el cine. De pronto recuerda un incidente durante la proyección de los "Dos Minutos de Odio", durante los cuales, se utiliza la publicidad y la exaltación nacionalista hasta alcanzar los extremos del fanatismo, que finalizan con el auditorio enloquecido que recupera la paz tras la aparición de la imagen de El Gran Hermano.

Winston considera que la única esperanza posible está con los "proles", la gran masa trabajadora que comprende el 85% de la población y que en conjunto pueden generar un cambio. A los "proles", por no ser considerados peligrosos para El Gran Hermano, se les permite vivir sin tanta vigilancia y con antiguos códigos, como el divorcio y el casamiento. Parece incluso que a los "proles" les basta con el cine y la cerveza para ser felices. Para el Partido Exterior, la libertad es para los "proles" y los animales.

En las manos de Winston cae un libro que narra la creación de las tres superpotencias, la formación de las nuevas ideologías y la función real de la guerra: Mantenerla para que se siga sobreviviendo. La conclusión es sencilla, nadie puede ganar la guerra, la guerra mantiene la economía de los tres implicados. Continúa leyendo sobre la evolución de la sociedad de un socialismo fanático similar al actual sistema denominado "Ingsoc". Siente haber descubierto el por qué que tanto le intrigaba.

Winston conoce a Julia, una obrera como él, se enamoran y comienzan sus encuentros furtivos con la firme convicción de que viven sus últimos días, porque la Policía del Pensamiento pronto los descubrirá y, sin duda, serán "vaporizados". Así sucede cuando los encuentran en su escondite secreto; brutalmente golpean y sacan del lugar a Julia, mientras él es detenido.
Dejado a su suerte no para de ser torturado y reanimado, le resulta imposible calcular el tiempo transcurrido.  Entre dolor y tortura, uno de sus torturadores, O Brien, le asegura que el proletario jamás tomará el poder, porque el partido ha creado la estructura perfecta que durará por siempre. Winston confía en el espíritu humano, pero contempla en sí mismo la miseria humana en la que se ha convertido. Confiesa odiar a El Gran Hermano cuando es destinado a la habitación 101, donde se agrede con el peor terror de la persona que la ocupa, en su caso, un armazón que conecta con una jaula llena de ratas puesta sobre su cabeza. Recuerda pensamientos turbios y a Julia. Pero eso ya no importa. De fondo se escucha la buena noticia de que una guerra ha sido ganada en África, pero tampoco eso resulta relevante. Lo importante es que su acceso a la habitación 101 le permite obtener su "libertad" a costa de convertirse en un "arrepentido" más. Lo que ahora importa es que se da cuenta de que ama a El Gran Hermano.

Su derrota final es el mejor mensaje, implica que el totalitarismo, una vez instalado, no puede ser vencido ni erradicado por un hombre solo. Implica que nunca las personas podrán desarrollarse como tal, en tanto sus destinos estén siendo controlados por terceros. No importa el signo político, "1984" puede tranquilamente aplicarse en contra del comunismo que se propagaba alarmantemente tras la derrota del nazismo, pero también es un golpe duro al capitalismo, ya que en ambos casos, sea el control ejercido por el estado o por la empresa, el resultado es similar.

"1984" es casi una novela filosófica, la conclusión la elabora el lector, en su intelecto, el espectador de la sociedad actual busca el sentido a su propia existencia. Este puede constìtuir un elemento de estudio magnífico para hacer el análisis y alcanzar las reflexiones como hizo Wilson Smith. Esto se puede apreciar en sus textos, en las abundantes citas que permiten reflexionar sobre la sociedad en la que vivimos y a la cual alimentamos llegando a amarla a costa de nuestra pérdida de libertad, como Winston Smith, el "arrepentido" obrero número 6079.

"1984" y "Rebelión en la Granja" pusieron de manifiesto la feroz crítica de George Orwell contra el totalitarismo de Stalin del que se había apoderado Rusia. Sin embargo, no fue el único escritor que se anticipó a su tiempo escribiendo lo que en su momento aún se consideraba "ficción distópica", sin embargo, para quienes no hayan leído el libro, para quienes no conozcan su argumento y para aquellos a quienes simplemente les resulte familiar la omnipresencia de su líder debido a la popularidad alcanzada por un programa televisivo de igual nombre, basta con leer la sinopsis anterior para empezar a comprender que cuanto Orwell puso de manifiesto en esta obra de 1948 está comenzando a convertirse lentamente en nuestra sociedad actual, pero con una progresión que va en aumento y que podemos constatar cada vez con más frecuencia en la realidad que nos ha tocado vivir.

Cuando llegamos al año 1984, respiramos aliviados al ver que la sombría historia de Orwell no se había materializado. De hecho, é nunca se planteó escribir una novela anticipatoria, sino rebelarse a través de ella contra el totalitarismo y contra el sistema social. Casi 30 años después de la fecha por él imaginada, está dejando de ser ficción para convertirse en realidad; su utopía ha pasado a ser una expresión de la realidad actual; su crítica social y profundo análisis de la naturaleza humana están convirtiéndose en hechos que empiezan a hacerse patentes en nuestra cotidianeidad y que aceptamos con la sumisión de los obreros de la obra de Orwell, creyendo que vivimos en "Un Mundo Feliz", el mismo que, con ironía, también predijo Aldous Huxley, materializando la inquietante realidad que hemos comenzado a vivir los últimos años y quien, en su novela "Un Mundo Feliz" se centró menos en la crítica política y más en la evolución tecnológica, esbozando casi ya el concepto de "realidad virtual" al escribirla en 1932, a la cual, con buen criterio anticipatorio, se oponía abiertamente.

Por su parte, Aldous Huxley, mientras satiriza el desarrollo de la sociedad, también prevee una visión suicida sobre el futuro. En la novel, la "reserva" (asociada con todo lo que ésta contiene como miserias y enfermedades) y la sociedad futurista suficientemente apta que representa. En el protagonista, John el Salvaje, y en un sentido metafórico, representa el presente, en la medida que John no es parte del pasado, ni del futuro de las sociedades pasadas ni venideras. Al final de la novela John Salvaje se suicida debido a los remordimientos, pero se puede inferir que se suicida debido a que no hay lugar para él.  Todo lo que él tiene es el pasado lleno de enfermedades o el futuro conformista.

Parece tener simbolísmos filosóficos muy claros entre la lucha entre la verdad y la ficción, en la que cada uno puede vivir, o se supone que vivimos la mayoría de nosotros. Es un claro paralelismos con el "Mito de la Caverna" de Platón en la que la gente es feliz, aunque esclava, sin libertad en la prisión de su propia mente. La película "Matrix" utilizó varias ideas de "Un Mundo Feliz", donde se vive en un mundo completamente irreal. Huxley se consideraba a sí mismo un anarquista, lo que explicaría parte de su visión de la vida, sobre todo en el ámbito político, aunque a ojos del movimiento libertario de ese tiempo no pasara de ser un hererodoxo o si se prefiere, un mero personaje contradictorio.

George Orwell (izquierda) y Aldous Huxley (derecha)
Ambos autores, sin pretenderlo, profetizaron la situación del mundo actual: una sociedad dominada por la tecnología, el nuevo dios omnipresente de la era moderna, que nos vigila a nuestras espalada, pero con nuestro beneplácito y al que rendimos culto en medio de una vida rutinaria y mecánica, que nos conduce a la alienación y a la falta de libertad individual como principio de la realidad. Un entorno asfixiante y dramático, a la vez que emotivo. Un mundo donde la ambición y el poder imperan como únicos valores absolutos, donde nada ni nadie queda exento de ser sacrificado en favor del mantenimiento del sistema controlador y dominante, el objetivo es mantenerse imperecedero a cualquier precio. Una sociedad regida por una despiadada vigilancia del "Superestado" que se apodera de la vida y de la consciencia de los individuos, un dominio del que no escapa ni la faceta más íntima de los hombres: sus emociones y sentimientos.


Hoy en día, casi 30 años después de la primera edición de la novela, el término "Gran Hermano" ha sido acuñado por una juventud ignorante de la siniestra significancia del término a través de un programa televisivo cuyas versiones se ven en varios países del mundo y tienen toda una significado sociológico y tal vez, evolutivo, en torno a la historia de los medios de comunicación que atraen a masas deseosas de inmiscuirse en la privacidad de personas que la venden sólo por obtener una fama y notoriedad tan efímera y trivial como ellas mismas. En este caso, el mensaje sería "lo trivial es importante y lo importante es trivial", es decir, si extrapolamos la historia de Orwell, veríamos en esto, justamente el mensaje de El Gran Hermano de Orwell: no pensar, para no crear conciencia, para no llegar a preguntarse por el crecimiento, la libertad y la autonomía personal, sino limitarnos a distraernos con lo absolutamente intrascendente, que no nos aporta nada personal, pero que llena de satisfacción a quienes no les interesa reflexionar sobre ellos y sobre su entorno. Es un vivir fácilmente evitando yt evadiéndose de cualquier clase de preocupación o inquietud personal. La sociedad orwelliana ha tomado vida y crece rápidamente llevando al mundo entero a una actitud totalitaria y represora como las presentadas en el libro.

 
En teoría, la novela debía ser una crítica metáforica del totalitarismo de Stalin, sin embargo, si leemos su páginas en la actualidad, reflexionamos sobre sus textos y haciendo un esfuerzo de comprensión y comparación entre sus palabras y lo que contemplamos constantemente en nuestra vida, en las noticias, en nuestro entorno y etc., podemos observar que cuanto en la novela parecía una aberración fantasiosa en la época de ser escrita, ahora lo contemplamos en la política internacional, cuado el mundo se ha fraccionado en grandes potencias que abusan de la población de aquellos países más débiles, con menores recursos y posibilidades de crecimiento, aprendizaje y libertad; países y poblaciones a las que se explota como mano de obra barata, para extraer sus recursos naturales y manufacturarlos para el consumo masivo de las grandes potencias. Cuando hablamos de "Globalización", también podemos ver un reflejo de la sociedad orwelliana: Las grandes potencias mantienen constantemente guerras en territorios que no les competen sólo por hacer uso de su supremacía dominante, sin que los vencidos se encuentren en posición y actitud de poder defenderse de sus ataques. Estos gobiernos se convierten en los salvadores de aquellos que consideran entes "subversivos" o se lanzan en campañas desaforadas a la caza y captura del "terrorista errante".

Las fronteras se van reduciendo, al tiempo que se limita el acceso al otro lado a quienes no tienen alternativas para sobrevivir en su territorio nacional. Todos vestimos iguales con vestimentas confeccionadas por países débiles  en condiciones infrahumanas, donde está prohibido el contacto y relación entre los campañeros de trabajo, llevándoles a hasta la alienación, para que no se vea resentida la producción que enriquece aún más a la clase dominante. Se nos publicita que todos tenemos las mismas oportunidades, pero al final, quienes gozan de ellas son los que disponen de medios económicos o apellidos notables que se lo facilitan. La reducción en inversión sanitaria y  en educación conlleva el futuro alcance del uso de la "neolengua", con la que los obreros tienen cada vez menos vocabulario, menos formación y mucha más facilidad para ser manipulados, porque un mundo en el que la mente de las personas tienen un escaso nivel de formación, de capacidad reflexión, resta su autonomía y libertad personal y permite que puede ser manipulada por completo, al limitarle las oportunidades para que dispongan del libre pensamiento, la contestación, la asociación, la reivindicación y la lucha por sus derechos.

Nuestro Gran Hermano también nos vigila, cuando a través de nuestro D.N.I. pueden saber las propiedades que tenemos, donde residimos, que cuentas bancarias tenemos y sus saldos, los cuales pueden tomar a su antojo y sin previo aviso para cubrir la deuda que tenemos contraía con un organismo público o para sanear las cuentas nacionales o, peor aún los bolsillos privados de algunos de sus representantes. Los "proles" de "1984" no preocupan al Partido, como tampoco preocupan a nuestros gobiernos los derechos y necesidades básicas de nuestros "sin techo", nuestros "mileuristas" y quienes  han quedado excluidos de la sociedad por ellos mismos, condenándoles a la marginación sin remedio.

Los medios de comunicación están todos manipulados por los poderes fácticos, porque aquél medio que se "desmanda" y empieza a decir verdades como puños para abrir los ojos a la audiencia, acaban siendo cerrados y desahuciados. Aun así, nos queda Internet, la gran puerta de comunicación abierta al mundo, pero entonces surgen leyes que pretenden controlar nuestra privacidad internauta como la Ley Sinde, la SOPA o la PIPA, que, justificándose con la protección y cumplimiento de los derechos intelectuales, callan la razón real que las promueve: el control del tráfico de información en Internet para frenarlo cuando a través de éste, se vean afectados sus intereses al correr el riesgo de "fugas de información" que de otra manera no podría controlar para evitar que su pedestal se tambalee y para su mantenimiento firme, es preferible crear un método que controle esta vía de escape de información.

El software semántico, que ya está empezando a funcionar, controla cualquier texto que cualquier ciudadano del mundo pueda compartir o publicar en la red. A través de las redes sociales, los anunciantes toman nuestros datos y los utilizan para enviarnos publicidad encubierta. En función de nuestras participaciones obtienen nuestro perfil, conociendo nuestros gustos, afinidades, hobbies, dónde y con quién nos encontramos y cuál es nuestro tema de conversación, así hasta llegar al conocimiento de nuestros planteamientos políticos que pueden ser contrarios a ellos, etc. Los fines reales, por el momento no los podemos precisar, pero ahí están y a todos nos queda la duda de que, indiscutiblemente, van más allá que la obtención de un público objetivo adecuado al que ofrecerle determinados artículos que puedan resultar de su interés, lo cual, en sí mismo, no deja de ser otra forma de irrumpir en nuestra privacidad sin nuestra autorización.

Pero, si esto parece poco, se puede pensar que es algo frívolo que nunca podrá suceder y que aquello que compartimos en la red no puede ser del menor interés para El Gran Hemano, otra situación que ya se ha producido en diversos países, por ejemplo en Egipto, ante revueltas nacionales: el "botonazo" que hizo que todos los servidores de un país se cayeran por orden del dirigente de turno, dejando a toda su población aislada del exterior, ya que nadie podía manifestar a quienes se encontraban al otro lado de sus fronteras de las luchas interinas que en él se estaban llevando a cabo. De este modo, nadie en el mundo podría saber nada de lo sucedido y nadie podría acudir en ayuda de los hostigadores y más desprotegidos.

Todos tenemos un nombre propio, pero no somos más que números: número de D.N.I., de pasaporte, de permiso de conducir, de contrivuyente, de empleado, de asegurado, limitaciones de velocidad de conducción; nuestros equipos informáticos se conectan, y son controlados exteriormente, por un número de IP que nos localiza de inmediato. Nos identificamos por nuestro número de teléfono o por la dirección, nuestras reservas de vuelo. Hasta la hora que marcan nuestros relojes. Nuestras vidas se rigen por limitadores horarios: levantarse a las 7:00 h. para entrar a trabajar a las 9:00 h. hasta las 18:00 h., ver televisión de 21:00 a 23: h. y a las 23:30 h. ahí que irse a dormir para volver a comenzar con la misma rutina horaria de todos los días. Y así, sucesivamente. Nuestra identidad personal se ve reducida cada vez más y cada vez somos menos identificados como personas, sino como meros números.

Llegan unas elecciones generales y, ante el masivo descontento del país con la política, principalmente económica, del gobierno actual, en lugar de escoger votar a nuevas alternativas, nos quedamos con lo conocido, votando a "los mismos perros con distintos collares", aún sabiendo que la situación de los trabajadores empeorará drásticamente y la economía de las familias se verá más perjudicada a cambio de inyectar millones de euros a una banca de por sí ya muy poderosa, para concederle más poder y restarlo a los ciudadanos, a los obreros de Orwell y con ello se engaña a una mayoría de votantes que creen que ahora sí serán felices, aunque la realidad sea bien distinta. Somos felices con la nada que nos dan y aplaudimos contentos cuando el parttido A o el partido B gana las elecciones gracias a los votos de castigo contra el partido B, que pasarán a favorecerlos nuevamente en las próximas elecciones para castigar en una nueva ocasión, al partido que fue premiado en las elecciones anteriores y volveremos a ser felices pensando ingenuamente que ahora todo cambiara y nos favorecerán. Nos conformamos con mantener de manera indefinida a El Gran Hermano y nos sentimos satisfechos con él y, hasta el más contestatario, acaba como Smith rendido a la evidencia de "El poder".

Entramos y salimos de nuestros puestos de trabajo en tropel, como autómatas, circulando entre interminables atascos de otros obreros "orwellianos" como nosotros y, al llegar a casa y conectar la televisión, El Gran Hermano, sigue divulgando su mensaje a través de la programación  disponible, incluso con el programa concurso del mismo nombre. La misma programación televisiva controla nuestros hábitos de audiencia con el "share" en "prime time" que también es auditado.
Programación basada en ligas de fútbol que mueve a la masa de "proles" que disfrutan simplemente viendo un partido con una cerveza en la mano mientras ven cómo su equipo gana y si pierde, surgen los "Dos Minutos de Odio" de "1984" en los que la ira, la rabia y el encono se introduce en los perdedores que agreden de diferentes formas a los ganadores, hasta que El Gran Hermano les ofrece cualquier otro "caramelito" para hacerles sentir nuevamente falsamente felices; programas que invitan a no tener que pensar y sí a vegetar sin buscar ningún aliciente a la vida, salvo las risas absurdas que se generan con los monólogos de moda, con la intriga menos intrigante de un culebrón interminable que mantiene enganchada a la gente frente a la caja tonta durante años, autolimitándose a disfrutar de otros alicientes con tal de no perderse lo que va a suceder en el siguiente capítulo que será nada, sólo dar vueltas a un mismo tema para mantener su ranking de audiencia y seguir atontando a los "proles" que así se sienten felices. Películas y series bélicas que incitan a la violencia y no muestran lo que es el verdadero amor, porque las pocas películas de amor que se presentan son de lo más "pasteleras", "ñoñas", "insulsas" o incluso satirizan uno de los valores fundamentales de la humanifad: El Amor, alejándonos de él, inculcando la idea de que sólo los tontos se enamoran, que ninguna relación acaba bien o hacernos ver que todas son iguales, mientras fomentan la violencia y la agresividad hasta de nuestros niños con dibujos animados igualmente agresivos. Esto es lo que nos ofrece el Ministerio de la Verdad.


Con los recientes y crecientes movimientos internacionales de indignación ciudadana, como el "15-M" y "Democracia Real Ya", hemos sido víctimas  o espectadores de una gran represión policial para la expresión de un descontento generalizado y bien justificado. Represión y ataques que no se veían en nuestras ciudades desde la desaparición de la Dictadura Franquista, pero la nueva Policía del Pensamiento, ha entrado en acción para intentar "vaporizar" a cuantos se han agrupado para tener conciencia propia y colectiva y defender unos derechos y una libertad que esta policía no puede permitir y por ello, tiene que recurrir a lo más bajo del ser humano: a la violencia física, tal y como sucede en la novela "1984". ¡A saber si nuestra policía tiene también  una habitación 101, aunque en nuestra sociedad real y actual pueda ser el pabellón 324!

En la novela de Orwell, el 85 % de la población la constituyen los trabajadores dominados por una minoría del 15%. Si consideramos que en nuestro mundo actual existen centenares de países que mueren de hambre y sed, bajo el poder imperialista del capitalismo que se enriquece a su costa. Si consideramos el otro lado del globo, donde habitan los ciudadanos de las grandes potencias "invasoras" y "controladoras" sólo preocupados por el mantenimiento de sus intereses económicos y políticos. Atravesamos una crisis económica que bien podría compararse con el "Crack del 29", en la que la progresiva reducción de nivel adquisitivo de los ciudadanos está llevando a muchas familias a la pobreza extrema y con ella a la marginación, convirtiéndoles en "proles" orwellianos, bien podríamos decir que a nosotros también nos dirige una minoría de un 15 % (o menos si me apuran, pero no dispongo de datos que fundamenten esta cifra). Así no tendría que sorprendernos que al escuchar alguna conversación privada de uno de nuestros grandes dirigentes, le escuchásemos decir con total convencimiento las mismas palabras que O Brien dirigió a Smith cuando se encontraba en la habitación 101 sometido a torturas interminables para que depusiera sus creencias y se sumase a la masa sumisa, sin pensar, ni reflexionar, limitándose a producir y vegetar, sin causar ningún disturbio al todo  poderoso "Superestado" de El Gran Hermano. Así puede entenderse que le dirigiese estas palabras: "alejando a parte a este colectivo tomamos al del mundo privilegiado, A pesar que el proletariado es  mayor nunca podrá ganar,  porque el sistema tiene el poder, todo lo controla y nadie puede escapar de él" porque, como Dijo O Brien "Al partido no le importa perpetuar su sangre si no perpetuarse a sí mismo".


Para reseñar lo expuesto anteriormente, creo que algunas citas de George Orwell de "1984" y las añadidas de Aldus Huxley de "Un Mundo Feliz", describen de manera más gráfica, sintética y, ante todo contundente, como en el año 2012, estamos empezando a vivir cada vez más rápido, la sociedad que George Orwell describió ficticiamente para el ya pasado año 1984.
 
"[...] El duro trabajo físico, el cuidado del hogar y de los hijos, las mezquinas peleas entre vecinos, el cine, el fútbol, la cerveza, y sobre todo, el juego, llenaba el horizonte mental de los obreros. No era difícil mantenerlos a raya. Unos cuantos agentes de la Policía del Pensamiento circulaban entre ellos, esparciendo rumores falsos y eliminando a los pocos considerados capaces de convertirse en peligrosos; pero no se intentaba adoctrinarlos con la ideología del Partido. No era deseable que los obreros tuvieran sentimientos políticos intensos. Todo lo que se les pedía era un patriotismo primitivo al que se recurría en caso de necesidad para que trabajaran horas extraordinarias o aceptaran raciones más pequeñas. Incluso cuando cundía entre ello el descontento, como ocurría a veces, era un descontento que no servía para nada porque, al carecer de ideas generales, concentraban su instinto de rebeldía en quejas sobre minucias de la vida corriente [...]"

"El Gran Hermano es la concreción con que el Partido se presenta al mundo. Su función es actuar como punto de mira para todo".

"Nada era del individuo, a no ser unos cuantos centímetros cúbicos dentro de su cráneo".

"Le parecía que sólo ahora, en que empezaba a poder formular sus propios pensamientos, era cuando había dado su paso definitivo".

"Cada año habrá menos palabras, así el radio de acción de la conciencia será cada vez más pequeño".

"Su madre tenía una especie de nobleza sólo por el hecho de regirse por normas privadas. Los sentimientos de ella eran realmente suyos y no los que el estado le mandaba tener".

"No querían que la riqueza fuese repartida; si la riqueza llegara a generalizarse, no serviría para poder distinguir a nadie".

"Nada cambiaría mientras el poder siguiera en manos de una minoría privilegiada".

"Si la masa empezaba a reflexionar se daría cuenta de que nunca podría imponerse a los demás y acabaría sublevándose".

"Si se les permite entrar en relación con extranjeros, descubrirían que son criaturas iguales a ellos en lo esencial".

"Los altos quieren quedarse donde están; los medianos quieren arrebatarle su puesto a los altos; los bajos quieren abolir todas las distinciones y crear una sociedad en la que todos sean iguales".

"Sólo podrían ser peligrosos si el progreso de la técnica industrial hiciera necesario educarlos mejor".

"Quizás uno no deseara tanto ser amado como ser comprendido".
"El poder no es un medio; es un fin en si mismo".

"No habrá risa; no habrá arte; ni literatura, ni ciencia; sólo habrá ambición de poder, cada día de una manera más sutil".

"Todo ocurre en la mente y sólo lo que allí sucede tiene una realidad". 
 
 
("1984" - George Orwell)

“El dolor es un horror fascinante”.

“Uno cree las cosas porque ha sido acondicionado para creerlas”.

“Reclamo el derecho a ser desgraciado”.

“Comí civilización, me sentó mal y enfermé”.

"Es idiota escribir cuando no hay nada que decir".

“La felicidad es un dueño tiránico, sobre todo la felicidad de los demás”.

"La población óptima es como el iceberg: ocho novenos bajo el agua y uno por encima".

“Hay que estar dolorido, inquieto; de otra forma no se acierta con las frases verdaderamente buenas, penetrantes”.

“¡Qué bien se pasaría si no se tuviera que pensar en la felicidad!”.

“Cuanto más grande es el talento de un hombre, mayor es su poder para extraviar a los otros”.

"Si uno es diferente se ve condenado a la soledad”.

“Puede un hombre sonreír siempre y ser un villano”.

“¡Se siente uno tan chico cuando está al pie de una montaña!”.

“Esa manía de hacer las cosas en privado, lo que en la práctica se traduce en no hacer nada”.

“¿Puede decirse algo sobre nada?”.

“No hay civilización sin estabilidad social. No hay estabilidad social sin estabilidad emocional”.

“Todos pertenecemos a todos”.

“Lo que une el hombre, la Naturaleza es incapaz de separarlo”.

 
("Un Mundo Feliz" - Aldous Huxley)


En resumen, "1984" es una novela de lectura imprescindible y que forma parte de los libros más leídos del sigo XX. Es una lectura casi profética, una lectura no de mero entretenimiento, sino absolutamente para reflexionar y ver cómo con el paso del tiempo, la ficción, que no la profecía, se van haciendo realidad día a día y nosotros seguimos siendo tan sumisos trabajadores que se limitan a ser felices de acuerdo a los criterios establecidos por el omnipotente control y poder de su Gran hermano.



¡Nos encontraremos en el lugar donde no haya oscuridad!



Ó AnA Molina (Administrador del blog)