"No hay que apagar la luz del otro
para lograr que brille la nuestra".
(Gandhi)
RESUMEN
Este trabajo va dirigido a
aquellas personas que se encuentran en una situación de maltrato psicológico o
abuso emocional dentro de la pareja. Describe en qué consiste y qué tipos de
comportamiento suponen maltrato, teniendo en cuenta que no todas las personas
maltratadas son conscientes de que lo que sucede en su relación de pareja está
siendo abusivo y puede considerarse maltrato. El daño o destrucción del sentido
del yo y la autoestima, como consecuencia del maltrato repetido, además de dar
lugar a ansiedad, depresión o trauma, distorsiona el modo de verse a uno mismo
o al mundo, dejando a la víctima atrapada en una situación en la que se ve
incapaz de salir.
INTRODUCCIÓN
El primer paso para poder salir
de una situación de maltrato psicológico o abuso emocional consiste en
reconocer que está sucediendo. Hay muchos motivos por los que una persona no
llega a ser consciente de lo que está pasando, pero tal vez el más poderoso es
que, para la mayoría de las personas resulta muy difícil creer que la misma
persona que amas y que se supone que te ama, te está sometiendo a un constante
maltrato. De hecho parece incluso una contradicción: ¿Cómo es posible que
alguien que dice quererte te maltrate? Tendemos a pensar que si existe amor no
puede existir maltrato, como si ambas cosas no pudieran darse juntas jamás.
Pero esta es una idea errónea y peligrosa, una trampa que te impide ver la
realidad tal cual es. Y la realidad es que el ser humano es sumamente complejo,
y la misma persona que cuando dice que te ama lo dice en serio, puede estar
maltratándote también, tanto física como psicológicamente. Tendemos a pensar en
el amor como algo hermoso, una relación de apoyo, cariño y respeto por la otra
persona y la relación. Un compromiso con alguien a quien deseas o mejor y a
quien nunca querrías dañar. Ésta es sin duda una buena definición para un tipo
de amor sano; la clase de amor que todos consideramos que debe ser el amor “verdadero”. Pero en realidad, hay tantas
formas de amar como personas en el mundo. Y los sentimientos de amor pueden ir
entremezclados con otros sentimientos, actitudes, carencias, ideas, miedos,
etc..., que hacen que el cóctel resultante sea una compleja mezcla que lleva a
una persona a vivir y sentir el amor de una manera muy particular. A persona
dependiente y ansiosa, por ejemplo, llena de miedo al abandono, dirá que te
ama, lo creerá, lo sentirá. Alguien puede decirle. “No es amor, es dependencia, es miedo a la soledad”, pero no podemos
negar la experiencia subjetiva de esta persona, que dice que ama a su pareja
con una intensidad que le asusta. No es un amor sano, no es un amor que lleve a
crecer, pero esa persona lo vive como amor. Y eso la puede llevar a pensar: “No puede estar maltratándome porque me ama,
si me trata a sí es por mi bien, por mi culpa, porque le hago enfadar, hay algo
malo en mí…”. Pero la idea de que quien te ama (al menos a su manera), no
puede estar maltratándote, además de ser errónea, te lleva a pensar de un modo
que resulta perjudicial y destructivo, que te impide ver lo que está pasando,,
te impide tomar medidas, y te lleva a culparte y hacerte responsable de lo que
está pasando. Y es que la persona maltratada, aunque no reconozca que está
siendo objeto de abuso, sí sabe que la están castigando, que ciertos
comportamientos de su pareja le hacen daño, le resultan insultantes y
humillantes, la dejan en un estado de confusión, dudas, tristeza, ansiedad.
Pero ante la imposibilidad de aceptar que la persona que dice quererla la está
maltratando, descarta esa opción de su mente por inadmisible o imposible, no le
queda más remedio que culparse a sí misma por lo sucedido. “Si yo no fuera tan
idiota mi pareja no tendría que hablarme así”. Pero ni aunque fueras la persona
más idiota sobre la faz de la tierra merecerías el maltrato. Por tanto la idea
que debes tener presente es ésta: La persona que te ama puede estar
maltratándote al mismo tiempo, porque el amor no siempre es sano ni responde al
ideal de amor que quisiéramos tener. Por supuesto, en otras situaciones el
maltratador no siente ningún tipo de amor por la víctima, tan solo desprecio y
desagrado, o bien pueden darse juntos sentimientos contradictorios, de amor y
desprecio.
EN QUÉ CONSISTE EL MALTRATO
PSICOLÓGICO
Cualquier persona puede maltratar
psicológicamente a otra en un momento dado, y seguramente, todos hemos sido
tanto víctimas como verdugos en más de una ocasión. Tal vez sea inevitable que
en alguna ocasión seamos tratados con desprecio, humillados, insultados o
rebajados. Pero no es eso lo que define el maltrato psicológico. Cuando
hablamos de maltrato psicológico o abuso emocional, nos referimos a algo que
sucede de forma repetida y continuada a lo largo del tiempo. No es un simple
desprecio ocasional hecho por despecho o en el calor de una discusión; es un
proceso sistemático, al que se ve sometida una persona una y otra vez durante
un largo período de tiempo. Dado que casi todos hemos sido víctimas de maltrato
alguna vez, sabemos lo que se siente, sabemos que daña nuestra autoestima, que
nos afecta y que nos duele. Si es un incidente aislado lo acabamos olvidando,
lo superamos, tal vez en unos minutos, o tal vez necesitemos varias horas o le
demos vueltas en nuestra mente durante varios días, pero acaba pasando y sus
efectos no son duraderos. Pero, ¿qué sucede si, cuando acabamos de recuperarnos
del anterior incidente, sucede otro similar? ¿Y si vuelve a sucedernos una y
otra vez, sin darnos tiempo a digerir cada suceso, a procesarlo y superarlo? ¿Y
si la persona que nos maltrata es alguien importante en nuestras vidas, como
nuestra pareja, lo cual hace que el dolor del desprecio sea más intenso? No
sucede gran cosa si alguien te dice una vez que eres un inútil, pero pasa mucho
cuando te dicen cosas como esa una y otra vez; y pasa aún más si quien te lo
dice es tu pareja, la persona a la que amas, la persona que supuestamente te
ama. Es cierto que una gota de agua no tiene importancia, una sola gota no va a
ahogarte, pero, si te vienen encima tantas gotas de agua como para ahogarte,
¿seguirías viéndolas como simples gotas de agua? Seguramente no. Un único
comentario despreciativo no es un problema; uno cada día es como un cáncer en
tu mente, que la va corroyendo lentamente sin que apenes te des cuenta. Por eso
es importante que seas consciente de lo que de verdad está pasando, que dejes
de ignorar tus sentimientos y les concedas valor. Los sentimientos nos guían,
nos dicen que algo marcha mal, nos empujan a buscar soluciones. Si piensas que
es absurdo que te sientas mal, entonces no estás concediendo valor a tus
sentimientos y emociones. Tus emociones son válidas siempre, nadie puede
discutirlas, ni negarlas, nadie puede decirte que no deberías sentir lo que
sientes. Cada persona es diferente y a cada persona le afectan los sucesos de
manera diferente. Y el modo como te afecte no es discutible, es un hecho. Nunca
niegues la validez de tus emociones o sentimientos. Tienes derecho asentir lo
que sientes, sea lo que sea. Por tanto podemos definir el maltrato psicológico
como un proceso que se extiende a lo largo del tiempo y en el que una persona
es humillada, infravalorada, insultada, manipulada o despreciada de forma
sistemática.
¿Realmente estoy siendo víctima
de maltrato? A veces resulta difícil detectar el maltrato porque es complicado
conocer y explicar el significado de cada frase, alusión o entonación. Por eso
es importante usar las propias emociones como guías. Por supuesto, a veces
podemos equivocarnos. Tal vez malinterpretemos una frase y nos enfademos,
cuando no nos habríamos enfadado de conocer el verdadero significado. Pero en
una relación normal y sana los malentendidos se aclaran, se piden disculpas y
no pasa nada. En una relación abusiva, incluso si malinterpretas un comentario
inofensivo de tu pareja y pides disculpas, no hay perdón por su parte; lo usará
contra ti; te dirá que no estás bien de la cabeza, que eres una persona
paranoica e histérica, o que no vale la pena hablar contigo porque todo lo
entiendes al revés, y cuando pase la discusión quedará en ti una emoción
desagradable, una pequeña herida emocional más a añadir a tu larga lista. En
una relación de pareja, la víctima puede tolerar ciertos comportamientos
abusivos por amor a su pareja, porque el cariño que siente le hace pensar cosas
como: “Lo hace porque está frustrado por
el trabajo”, “No lo dice en serio”,
que excusan el comportamiento del maltratador. Así mismo, es posible que los
propios familiares y amigos de la víctima intenten restar importancia a esas
conductas con comentarios similares, pero lo que hacen es dejar a esta persona
con la sensación de que no percibe la realidad correctamente, porque pretenden
hacerle ver que no pasa nada, cuando sí que está pasando algo. Dudar de nuestro
propio juicio es peligroso, sobretodo en una situación de maltrato, porque
provoca una gran incertidumbre, y ¿cómo podemos defendernos de algo si hasta
dudamos de su existencia? El maltratador también tratará de darle la vuelta a
las cosas. Si reaccionas con depresión o abatimiento te dirá que siempre estás
deprimido. Si, ante la situación de maltrato continuado, al final no puedes más
y estallas con ira, tu pareja te acusará de ser una persona agresiva o
histérica. Puede tratarse de alguien que ejerce el maltrato de un modo
tranquilo, sin alzar la voz, sin estallidos emocionales, tan sólo por medio de
comentarios hirientes, como: “Ya sé que
has logrado ese ascenso, y te felicito, pero no es un trabajo tan importante,
cualquier puesto que ocupes allí será siempre de baja categoría”, dicho en
un tono tranquilo y suave, con aire de superioridad y una ligera mueca de
desprecio o burla que te transmite el mensaje: “Hay que ser idiota para venir tan alegre por un ascenso en semejante trabajo
basura”. Algunas personas dicen que no son víctimas de maltrato psicológico
porque imaginan situaciones extremas, como un ambiente familiar lleno de
amenazas, gritos, insultos y un franco desprecio, o porque nadie los ha echado
de casa en plena noche y ha cerrado la puerta con llave. El abuso emocional
puede ser todo eso pero también puede ser sutil y reposado, puede adoptar
muchas formas y modos diferentes, pero no por eso es menos destructivo y
devastador. Puede que la persona que te esté maltratando sea inteligente, que
caiga bien a todo el mundo, tal vez sea el tipo de persona para quien su imagen
social es muy importante y trata de ser querida y admirada por todos, tal vez
la consideren una persona encantadora pero al llegar a casa muestra su
verdadero rostro, cuando por fin puede quitarse la máscara que exhibe ante los
demás. O es posible que tu pareja tenga un gran sentido del humor y recurra al
sarcasmo ya la burla para hacerte daño. Luego te dirá: “Pero si sólo es una broma, no tienes sentido del humor”. Pero no es
sólo una broma, es una burla tras otra, pequeños tiros continuados que hacen
mella en tu autoestima. Con la primera broma te ríes, puede que con las
siguientes también, porque tienes sentido del humor, y porque sabes reírte de
ti mismo si la ocasión lo requiere, pero llega un momento en que ya no te
apetece reírte más, en que empiezas a sentir ira o depresión ante dichos comentarios.
Entonces puede que te autocastigues haciendo tuyos los comentarios del
maltratador: “¿Será que no tengo sentido
del humor? ¿Estoy exagerando, debería saber reírme de esto y no enfadarme? ¿Soy
idiota por enfadarme?” Dudas y más dudas que te dejan en un estado de
incertidumbre, que te hacen dudar de tu propia capacidad para percibir la
realidad correctamente. Es decir, empiezas a dudar de ti, de tus percepciones,
tus juicios, tus emociones. Eso significa que tu identidad empieza a estar
erosionada. El maltrato psicológico erosiona tu identidad, tu sentido del yo,
de quien eres y hacia donde te diriges. Por eso es tan peligroso y destructivo.
El maltrato psicológico es algo que hay que tomar muy en serio. A veces, los
mensajes del maltratador no se perciben como agresiones porque es demasiado sutil,
de modo que la víctima siente hostilidad y malestar pero no sabe realmente
porqué, hasta que lo piensa con más detalle y toma conciencia de lo que está
pasando. Debido a que con frecuencia los ataques son indirectos, resulta
bastante difícil defenderse de ellos, pues no se pueden ver con claridad. Puede
tratarse de miradas e desprecio,
suspiros con gesto de irritación o movimientos de negación con la cabeza,
críticas o burlas disfrazadas de bromas. A veces, debido a que el abuso ha
estado presente desde la infancia, la víctima no puede imaginar que otro tipo
de relación sea posible. El maltrato se percibe como normal o merecido; la
víctima piensa que es la culpable de lo que está pasando e intenta cambiar el
comportamiento de su pareja cambiando ella. Empieza a pensar qué ha hecho o
dicho mal, qué debería hacer o decir la próxima vez para no enfadara su pareja,
como si fuera responsable de su comportamiento, cuando lo cierto es que cada
persona es responsable de su propia conducta y la mayoría de las veces ni
siquiera puede hacer nada para cambiarlo, porque haga lo que haga siempre reaparecerá
un nuevo motivo para el abuso. Esto es así porque el motivo real del maltrato
es el control y la dominación, de modo que todo lo demás son simples excusas.
Es decir, el motivo de su enfado no es que su pareja haya llegado demasiado
tarde, o haya estado hablando con cierta persona, o haya dicho algo absurdo.
Esas son sólo excusas para ejercer un control sobre ella, y ni siquiera cuando
la haya dominado y controlado por completo va a cesar necesariamente el abuso,
porque está originado por los propios miedos de la persona que maltrata.
Incluso aunque su pareja no vea a nadie, no salga de casa, no trabaje, su miedo
seguirá ahí, en su interior, como una voz que le dice que todavía no es
suficiente, que nunca es suficiente, porque el maltratador está tratando de
vencer sus miedos de un modo equivocado, de un modo que nunca le traerá la paz
y tranquilidad que necesita. Seguirá teniendo miedo, seguirá sintiendo una gran
inseguridad, y seguirá intentando hundir a su pareja más y más, creyendo que
así puede vencer su miedo sin lograrlo nunca. Es un círculo vicioso del que no
puede escapar, pues la salud psicológica no se logra por medio de
comportamientos patológicos. De esta manera no podrá superar su miedo, y su
pareja no logrará que cambie doblegándose, sólo logrará deprimirse lo cual será
un nuevo motivo de maltrato. La víctima de abuso siente una profunda soledad.
Lucha por el amor de una persona que la degrada la mayoría del tiempo y ansía
los cada vez más escasos momentos en que su pareja vuelve a ser la persona
cariñosa y atenta que la enamoró en un principio. Se encuentra en un estado de
ansiedad constante, esperando a que su pareja vuelva a comportarse amablemente,
y cuando lo hace, sigue viviendo ese momento con ansiedad, temiendo que pueda
volver a cambiar y reaccionar con desprecio y abuso de nuevo.
Toda su vida
empieza a girar en torno a su pareja, temiendo que se enfade y reaccione de
manera abusiva. En este momento, su vida ya no le pertenece, pues no toma sus
decisiones libremente, sino basadas en el miedo a la reacción de su pareja,
quien ha logrado controlarla gracias a su miedo. Pero esta cadena de
dependencia y miedo puede romperse, aunque primero es necesario analizar con
detalle los sentimientos y no confundirlos. Cuando el amor va acompañado de
miedo, tristeza, soledad, aislamiento, incomprensión, ansiedad, ¿deberíamos
llamarlo amor? Cuando la víctima dice que a pesar de todo ama a esa persona,
¿es ese el tipo de amor que desea, un amor irremediablemente mezclado con dolor
y soledad? Cuando al amar a una persona, ese amor trae consigo sentimientos de
dolor, tristeza, soledad, incomprensión o ansiedad, entonces lo que sientes no
es amor. Los siguientes casos indican que una persona puede estar siendo
víctima de abuso emocional:
- Empieza a dudar de sus emociones, juicios,
opiniones, pensamientos, interpretaciones de la realidad, y esas dudas están
desencadenadas por los comportamientos de su pareja.
- Con frecuencia, en su interacción con su pareja
se siente como si no valiese nada.
- A menudo, en la interacción con su pareja
se siente humillada, infravalorada, despreciada, avergonzada, rechazada.
- A menudo, en la interacción con su pareja se
siente controlada, manipulada, privada de libertad, enjaulada. Si usamos un
poco la imaginación, podemos ver el maltrato como una especie de energía que va
tomando forma, que acaba poseyendo a una persona como un ente extraño en su
interior, que le sigue hablando en su propia mente incluso cuando el maltratador
no está cerca. Por su mente empiezan a desfilar una serie de ideas, comentarios
o imágenes muy similares a los que ha escuchado en boca de su pareja. Son
comentarios de auto desprecio, autocrítica, dudas de su valor personal, de su
capacidad, de la validez de sus opiniones, de lo acertadas que puedan ser sus ideas.
Es el maltratador interior. Y ese maltratador interior es el primero que debe combatir.
Ha de arrancarlo de su interior para después poder sacarlo de su vida.
La Víctima de Maltrato
¿Por qué
algunas personas consienten el maltrato? Generalmente se trata de personas que
han sido víctimas de algún tipo de maltrato en su infancia. Estas personas son
más propensas a verse implicadas en relaciones similares en la edad adulta. Es
posible que incluso hayan vivido varias relaciones de este tipo, y que hayan
salido de una sólo para verse implicadas en otra similar poco tiempo después.
En cierto modo, es como si quisieran revivir la historia ocurrida en su
infancia para escribirla de nuevo y poder darle un final feliz. Ese final feliz
que, por mucho que lo desearon, nunca tuvieron en su infancia. Intentan cambiar
el pasado haciendo que una persona abusiva cambie y los ame con un amor verdadero
y sano. Por este motivo, buscan inconscientemente como pareja a una persona
similar al padre o madre maltratador. En otros casos, el maltrato durante la infancia
ha enseñado a estas personas que no pueden aspirar a nada más, que no son
dignas de un amor verdadero, que hay algo defectuoso en ellas y no merecen ser
tratadas con cariño y respeto. También es posible que, debido a la situación de
abuso en su infancia, les falten algunos de los recursos psicológicos básicos
para no ser atrapadas en la red del maltratador. Al no haber desarrollado estos
recursos están menos capacitadas para huir de una situación de maltrato o para
detectarla. El maltratador sabe cómo enganchar a estas personas. Empieza por
mostrarse cariñoso, les da el amor y la conexión emocional que tanto ansían
tener, que nunca tuvieron en su infancia y han anhelado desde entonces.
Conforme se va formando un vínculo entre ellos empiezan a aparecer los primeros
signos de maltrato, en forma de sutiles desprecios, rechazo, indiferencia. Este
comportamiento alternante entre maltrato y muestras de amor, vuelve a abrir
viejas heridas procedentes de la infancia. La víctima se ve en una situación
parecida a la que vivió tiempo atrás y que no aprendió a manejar. De este modo
se va formando un fuerte vínculo entre ambos, constituido por una mezcla de
dependencia, ansiedad, carencias y viejas heridas que no han llegado a curarse
del todo. Y puede que también amor, entremezclado con estas emociones que hacen
que todo sea tan intenso. El dolor… Otra falsa “prueba” del amor que se siente. La intensidad de las emociones no
necesariamente está basada en el amor, puede estar originada por el miedo al
abandono y la ansiedad. No confundir amor con adicción. Cuando empiezas a
sentir que desapareces: Algunos autores han comparado el efecto del abuso
emocional con el producido perlas torturas emocionales de prisioneros en los
campos de concentración. El prisionero se siente como si fuera invisible. Sus
sentimientos, sus deseos, han dejado de tener importancia, no existe como
persona, sólo como número, son meramente cuerpos que se mueven, indistinguibles
unos de otros, vestidos de la misma manera, deshumanizados. Sienten que están
desapareciendo poco a poco, que su yo se desvanece, que no son nadie porque no
importan a nadie.
La persona sometida a abuso
emocional puede llegar a sentir algo muy similar: esa sensación de desaparición.
Aislada de sus familiares y amigos no le queda nadie más en la vida que el
maltratador, a quien se aferra con más fuerza cuanto más aislada se siente y
cuanto más destruida está su identidad. La misma persona que la está
destruyendo es la misma que, si lo desea, puede hacer que vuelva a sentirse
persona, puede validarla, hacer que esa sensación de no ser nada y de no importar
nada desaparezca aunque sea por un momento. Eso lo sabe y lo desea con ansia.
Por este motivo, cuanto más tiempo pasa una persona en una situación de maltrato,
más difícil resulta salir de ella, pues la erosión del yo crea más dependencia,
y esta dependencia hace que se aferre cada vez con más intensidad a la única persona
que existe en su vida: el maltratador. Cuando empiezas a sentir que
desapareces, que no queda nada en tu interior excepto un gran vacío, aparece
también la confusión, no puedes pensar con claridad, no puedes tomar decisiones
ni funcionar normalmente. Las discusiones, los desprecios, las humillaciones,
las críticas, empiezan a rondar la mente de la víctima como una obsesión. Trata
de entender lo que está pasando, dotar de sentido al sin sentido, buscar una
explicación lógica para algo que no tiene lógica alguna. Los recuerdos de
incidentes con el maltratador surgen en su mente una y otra vez y no puede
concentrarse en lo que está haciendo. Esto hace que aumente su predisposición a
accidentes, sobre todo cuando conduce mientras estos recuerdos e imágenes
mentales se agolpan en su mente.
¿Por qué las víctimas no se marchan?
Muchas personas se hacen esta pregunta: si alguien se encuentra en una situación
de maltrato, ¿por qué no se va, por qué no se aleja de esa persona? La
respuesta a esta pregunta es compleja y pueden ser muchos los factores
implicados. Además del vínculo traumático creado que mantiene a la víctima
fuertemente unida al maltratador existen otros motivos que se detallan a
continuación: No es consciente de lo que está pasando.
Búsqueda de Excusas
“Actúa así porque no está bien, porque tiene muchos problemas en el
trabajo, no lo dice en serio, es el estrés…” O bien es posible que no crea en sus propias
percepciones: “Estoy exagerando, sólo ha
sido una broma, no es para tanto”. Se culpa a sí misma: “Si yo no fuera tan idiota y tan torpe no
reaccionaría así, soy yo quien le hace enfadar…” De este modo no se da
cuenta de que está en una situación de maltrato porque no percibe la realidad
con claridad.
Miedos y Carencias
“No podría soportar estar sin pareja, esto es mejor que estar sola,
quien va a quererme a mí, nunca encontraría a nadie…”. Este modo de pensar
puede ser una consecuencia del maltrato, el cual erosiona la autoestima de la
víctima hasta verse como una persona sin valor, a la que nadie podría amar e
incapaz de valerse por sí misma; o bien es posible que ya pensara así antes de
entrar en la relación, tal vez debido a una historia previa de abuso y maltrato
en la infancia o en una relación anterior cuyas heridas no han sanado todavía.
Es un modo de pensar que favorece la permanencia en este tipo de relaciones.
Falta de Apoyo
Lo habitual es que, al
aparecer los primeros signos de maltrato, la víctima se sienta confusa y se
pregunte si es cierto lo que está pasando, si está exagerando, si está
malinterpretando los acontecimientos o si está concediendo demasiada
importancia a algo que en realidad no la tiene. Sus dudas pueden llevarla
hablar con otras personas, como familiares y amigos que confirmen que lo que
está percibiendo es real. Si estas personas le dicen que se equivoca, que no pasa
nada, que su pareja es una persona excelente, etc... es posible que desestime sus
impresiones y se critique y se reproche a sí misma ser tan hipersensible o tan débil.
De este modo ignora sus emociones y hace recaer en ella la culpa de su malestar:
“No hay nada malo en mi pareja, soy yo
quien tiene que cambiar, tengo que dejar de ser tan idiota y de hacer que mi
pareja se desespere y se enfade”.
Falta de Cariño
Una persona que no se
siente querida, que duda que sea posible que alguien pueda llegar a enamorarse
realmente de ella, al sentirse validada y amada al principio de la relación,
siente que su autoestima aumenta, que tiene un mayor valor personal y que tal
vez las cosas hayan cambiado y sí sea merecedora de amor. Cuando el abuso aparece
y las cosas empiezan a ir mal, teme perder algo tan importante para ella, algo
que no se creía merecedora de conseguir. Por tanto, intenta luchar con todas
sus fuerzas para encontrar el modo de arreglar las cosas y hacer que la
relación funcione y todo vuelva a ser como al principio. En su forma de
percibir las cosas, romper significaría que no es digna de amor, que no ha sido
capaz de lograr que su pareja se sienta bien a su lado y que está destinada a estar
sola. Es decir, no sólo se siente totalmente culpable de lo sucedido sino que la
ruptura significa que es alguien sin valor que nadie puede amar.
Sentimiento de Culpa
La víctima ideal
del maltrato es una persona que tiende a culparse a sí misma. Con frecuencia,
es una persona perfeccionista, preocupada por hacer lo correcto, que tiende a
hacerse responsable en exceso de todo lo que acontece a su alrededor. Necesita
orden y seguridad en su vida y no se permite cometer errores. Se entrega con
intensidad a la persona que ama pero tiene problemas para aceptar ayuda o
favores de ella. En el trabajo asume una mayor carga que los demás y en las
relaciones asume también un mayor peso a la hora de hacer que funcione. Se siente
responsable en mayor medida que su pareja y se esfuerza en hacer que todo vaya bien.
No es extraño que una persona así acabe con una persona egoísta y narcisista
que no se siente incómoda estando con alguien que da mucho más de lo que recibe
y que además considera que es así como tiene que ser, pues la persona
narcisista antepone sus deseos y necesidades a los de su pareja y a los de cualquier
persona. Por lo general son felices al ser útiles a su pareja, la apoyan
siempre están ahí para cualquier cosa que necesiten, pero al estar con una
persona egoísta esta tendencia suya acaba haciendo que se sientan explotadas y
utilizadas. Al darse cuenta de esto es posible que reaccionen con depresión, y
la depresión no ayuda en absoluto a salir de una relación abusiva sino todo lo
contrario. Su pareja ideal sería una persona empática y altruista que no le
permitiera dar en exceso y le recordara que también tiene que pensar en sí
misma.
La Necesidad de Ayudar al Maltratador
“Si se porta así es porque tiene problemas,
necesita ayuda y yo tengo que ayudarle”. Esta forma de pensar es una trampa
porque por mucho que intenta ayudar a su pareja no lo consigue, y este fracaso le
lleva a sentir frustración: “Ni siquiera
soy capaz de ayudar a mi pareja”. Pero el maltratador nunca cambiará si no
reconoce primero lo que está haciendo. Muchos dicen: “Así es como soy y no puedo cambiar”, lo cual es la excusa perfecta para
seguir maltratando a su pareja y no asumir ninguna responsabilidad por la propia
conducta. Así la víctima queda atrapada en una relación abusiva por su propia
esperanza y deseos de salvar a su pareja. A menudo se trata de personas en
quienes es muy fuerte este deseo de ser las salvadoras. La posibilidad de
salvar a alguien le hacer sentir bien, aumenta su autoestima, le hace sentirse
útil, valiosa, capaz, le sirve para demostrarle al mundo y a sí misma que no es
esa persona sin valor que a menudo piensa que puede ser. De este modo, la
salvación de la otra persona se convierte en una necesidad; no es ya el acto
altruista que lleva a una persona a ayudar a otra sino una necesidad que la
reafirme a sí misma. Así queda atrapada en una batalla que no quiere perder
pero que tampoco puede ganar; no mientras no se salve a sí misma primero (de
sus miedos, de sus inseguridades, de su baja autoestima, de sus viejas heridas,
de su pasado traumático, de su maltratador interior).
Restar Importancia a los Hechos
“En realidad es una persona encantadora, yo sé
que me quiere, pero tiene un carácter fuerte”. Pero no se puede cerrar las
puertas al abuso y fingir que no tiene importancia, no se puede cerrar las puertas
al dolor y fingir que no existe. Cuando se hace eso, empiezan a aparecer
síntomas que no se explican: dolores de cabeza, problemas para dormir, dolores
de estómago, sensación de ansiedad y tensión interior que no se sabe de dónde procede,
cansancio. Fingir que no pasa nada consume demasiada energía. Pero la realidad
es que no es sólo un pequeño defecto de su carácter, es maltrato, es abuso,
tanto si lo hace conscientemente como si no, tanto si es debido a sus propios
traumas como si no, tanto si se da de manera continuada como si se da
entremezclado con momentos de cariño (momentos que suelen ser cada vez más
escasos), con excusas o sin ellas, es un comportamiento abusivo, y como tal, es
destructivo en sí mismo, y los buenos momentos que pueda haber no los
compensan.
Reforzamiento Intermitente
En este tipo
de relaciones suele darse un patrón alternante con momentos en que el
maltratador se muestra cariñoso y atento seguidos de momentos de abuso
emocional. Esta conexión emocional intermitente produce gran desasosiego y
confusión en la otra persona, manteniéndola insegura constantemente respecto al
amor de su pareja. Cuando cree que tiene su amor, éste vuelve a rechazarla y siente
una gran ansiedad por recuperarle de nuevo. Los pequeños momentos de conexión
hacen que recupere la esperanza y cuando sucede de nuevo el rechazo y el
maltrato, la decepción y el dolor son intensos.
FASES QUE ATRAVIESA LA VÍCTIMA EN
UNA RELACIÓN DE MALTRATO
Seducción
En un principio el maltratador se
muestra amable y seductor. La relación está empezando, aún no existe un vínculo
fuerte entre ambos ni sentimientos demasiado profundos. Es la fase de la
conquista y muestra su mejor cara en todo momento.
En otras ocasiones existe
una sutil forma de maltrato desde el principio, en la que el maltratador se
relaciona de un modo pendular, con alejamientos y acercamientos alternativos.
Conforme la relación avanza y se hace más profunda e íntima, el maltratador comienza
a ejercer cada vez más control sobre la víctima.
Sometimiento
Cuando el maltratador ha logrado
establecer el control sobre la víctima, ambos se retiran para evitar
conflictos, aunque el maltratador continúa con un maltrato sutil e indirecto,
difícil de detectar, pero sumamente dañino. En este momento la víctima se ha
sometido al control ejercido por su pareja para evitar problemas y mantener cierto
equilibrio en la relación. El intenso miedo al abandono que siente la víctima
contribuye también a este sometimiento: “Si
no hago nada que le moleste todo marchará bien”. Aunque es consciente del
comportamiento negativo de su pareja, al mismo tiempo sigue admirando ciertos
comportamientos que considera positivos. No obstante, al ceder y someterse al
control de su pareja para evitar conflictos, las cosas no se suavizan sino que
empeoran, pues el maltratador intenta dominar cada vez más, mientras la víctima
se siente cada vez más atrapada, hundida y deprimida.
Confusión
La identidad de la víctima
empieza a estar dañada. Al principio es una sensación de confusión, ya no es la
misma persona que era antes. Ha perdido espontaneidad y energía. Se ve a sí
misma controlando su conducta y midiendo sus palabras para no hacer o decir algo
que provoque el rechazo de su pareja. Está en un continuo estado de estrés, no
está del todo segura de lo que está pasando. Se pregunta si es responsable o
culpable de lo que sucede y hasta qué punto lo es. El maltratador siempre dice
la última palabra, culpa sistemáticamente a la víctima de todo lo que va mal,
miente, se niega a hablar, se niega a escuchar… Todo en su comportamiento y
lenguaje indica a la víctima que ella es la única responsable de lo que sucede:
“Empecé a creer que tal vez él tenía razón
y yo no era más que una neurótica o histérica”.
Dudas
La víctima no puede creer lo que
está pasando. Le parece imposible que la persona quien ama y la que,
supuestamente, le ama se comporte de esa manera. Trata de buscar explicaciones
razonables a los incidentes de maltrato y trata de comprender algo que, de
hecho, es bastante incomprensible: la violencia gratuita y sin motivo. Al no
encontrar ninguna razón lógica, empieza a preguntarse si habrá hecho algo que
ha provocado esa reacción en su pareja. Pide una y otra vez a su pareja que le
explique qué es lo que le ha molestado tanto, pero el maltratador no ofrece ninguna
explicación, tan sólo respuestas vagas como: “Deberías saberlo”, “Da igual,
no entiendes nada”, “Diga lo que diga
seguirás igual”. La víctima se siente frustrada, sus intentos de
comunicarse para aclarar sus dudas se encuentran con un muro de frialdad y
silencio.
Culpa
Poco a poco se asienta en la
víctima un sentimiento de culpa que la mantiene atada la relación. Cuando nos
sentimos culpables de algo queremos reparar el daño cometido para sentirnos
mejor. La víctima quiere encontrar el modo en que la relación funcione, se
siente culpable, quiere encontrar la forma “correcta”
de actuar para acabar con los reproches, las críticas, las humillaciones; pero
haga lo que haga nada cambia. Más bien sucede al contrario, el maltratador va
ganando más control sobre la víctima, intensificando su dominio, haciéndose más
fuerte. Los familiares y amigos de la víctima pueden contribuir a este sentimiento
de culpa porque no entienden que una persona se comporte de ese modo sin
motivo: “Algo le habrás hecho”, es el
mensaje que, con unas palabras u otras, pueden estar transmitiéndole.
Estrés
La víctima se encuentra en un
constante estado de alerta. Teme las reacciones del maltratador, teme nuevos
conflictos, sarcasmos, reproches, rechazos. Controla lo que dice y hace para no
provocar problemas y mantener la situación tranquila. Ha de estar
constantemente alerta para que su pareja no se moleste, trata de calmarle
cuando se muestra irritable y trata de calmarse a sí misma para no “echar más leña al fuego”. Todo esto la
mantiene en un constante estado de tensión. A esto hay que añadir el estrés
producido por el recuerdo de acontecimientos pasados. Este estado de estrés
mantenido a lo largo del tiempo puede dar lugar a síntomas de todo tipo, como
palpitaciones, sensación de opresión en el pecho, problemas para respirar,
fatiga, insomnio, ansiedad, problemas digestivos, dolores musculares, dolores de
cabeza, etc.
Aislamiento y Soledad
La víctima se siente sola. Es
posible que no haya hablado con nadie de lo que está pasando, pues a menudo es
un tema difícil de explicar a los demás. Si le describe a un amigo un suceso
concreto, parece ser algo sin importancia al tomarlo de forma aislada. A veces,
cuando el maltrato es muy sutil, se da en forma de insinuaciones, gestos,
indirectas, miradas o ciertos tonos de voz que son difíciles de describir a los
demás. Por otra parte, es posible que los amigos o familiares no entiendan lo
que sucede y reaccionan con incredulidad e incertidumbre o no sepan cómo
reaccionar. Incluso si llegasen a comprenderla, no entenderían porqué permanece
en esa situación. No son capaces de entender los lazos invisibles que unen a la
víctima a su maltratador, lazos hechos de carencias, de viejas heridas, de
miedos e inseguridades que no se rompen con facilidad. Además, el maltratador
trata de aislar a la víctima separándola de sus amistades y familiares. Cada
vez que los ve, ha de pagar un alto precio en forma de discusiones, rechazos,
amenazas o desprecios, y llega un momento en que no tiene fuerzas para seguir
luchando y acaba cediendo, de modo que cada vez ve a sus amigos con menos frecuencia.
Tampoco se siente emocionalmente unida a su pareja, de modo que el sentimiento
de soledad y aislamiento es intenso.
Descompensación
Llega un momento en que empiezan
a aparecer problemas de ansiedad, depresión, crisis de pánico, síntomas
psicosomáticos como consecuencia del estrés prolongado. Las víctimas se sienten
agotadas y sin energía durante todo el día, tiene problemas para concentrarse,
no pueden pensar con claridad, no pueden dormir, tienen pesadillas, imágenes
mentales de situaciones de maltrato irrumpen como intrusos en su mente,
reviviendo el momento, como si no pudieran liberarse del maltrato incluso
cuando el maltratador no está presente, pues sigue estando en su mente en forma
de recuerdos. En algunos casos las víctimas pueden reaccionar con violencia.
Esto suele suceder en un estado de pánico, al tratar de defenderse de sus
amenazas. En otros casos pueden cometer suicidio o intentarlo.
Maltrato Abierto y Encubierto
El maltrato psicológico puede ser
de dos tipos: abierto y encubierto.
Maltrato abierto: Se trata de un tipo de
maltrato que resulta claro y evidente: “Eres
demasiado incompetente para ocuparte tú de esto, ¿Cómo va a apetecerme tener sexo
contigo?, eres demasiado gorda y fea”. Se trata de insultos o críticas
claramente despreciativas, expresadas con ira u odio. El control, manipulación
o celos constituyen también un tipo de maltrato abierto. Entre las conductas
que suponen abuso emocional abierto se encuentran las siguientes:
- Gritar, insultar, despreciar, rebajar, criticar,
ridiculizar a la víctima ante los demás, expresar asco hacia ella.
- Arrojar objetos (no necesariamente hacia la
víctima), dar golpes a las paredes, portazos, romper cosas.
- Retirar el afecto e ignorar a la pareja, o
amenazarla con romper la relación. Por ejemplo, no hacerle caso mientras habla,
negarse a mantener una conversación, rechazar cualquier gesto de afecto de la
pareja, irse de casa.
- Impedir que vea a sus familiares y amigos, de
modo que quede aislada del contacto con otra persona que no sea el maltratador.
- Celos y posesividad excesivos. Controlar lo que
hace y con quien está.
- Restringir recursos: impedir hacer llamadas
telefónicas, impedir el acceso al dinero, interferir en las oportunidades de
trabajo, etc.
- Amenazas de muerte o amenazas de integridad
física o sexual, amenazas de dañar a sus hijos o animales domésticos. El
maltratador puede amenazar con dañar los familiares de la víctima y decirle que
es responsabilidad de ella impedir que eso suceda.
Maltrato encubierto: “Mi
marido a veces me ignora cuando hablo, y cuando le cuento mis ideas se ríe,
agitando la cabeza con desprecio “. El maltrato encubierto es un patrón
sutil mediante el cual el abusador desprecia y rebaja las acciones,
pensamientos y emociones de la víctima de una manera indirecta. Por ejemplo,
tal vez no te diga que no le gusta cómo te has vestido pero teñirá de arriba
abajo con desaprobación, transmitiendo sin palabras un mensaje que dice: “No eres ni capaz de vestir de manera apropiada”.
Si expresas algún temor, en vez de apoyarte y ayudarte a superarlo, te mira con
condescendencia dando a entender que eres débil y cobarde. De este modo, casi
cualquier pensamiento, sentimiento, preferencia o deseo que expresa la víctima,
es considerado inadecuado o negado de un modo indirecto. La comodidad y
bienestar del maltratador es lo único que importa, y no es capaz disentir empatía
por las
emociones de la otra persona. Al despreciar sus necesidades sentimientos le
está diciendo, de manera indirecta, lo poco importantes que son. Muchas de estas
personas no son conscientes de que están siendo víctimas de abuso emocional y
tienden a pensar que lo que les sucede es debido a sus errores inadecuación.
Muchas se sienten tremendamente deprimidas y no son capaces de
expresar con claridad porqué se sienten así. Por eso, el primer paso hacia laceración
es reconocer que está siendo víctimas de abuso emocional y establecer una
asociación entre sus síntomas y la experiencia traumática que están viviendo.
TIPOS DE MALTRATO
El maltrato psicológico puede adoptar
diferentes formas y los maltratadores utilizan diversas estrategias de
maltrato. Entre ellas se encuentran las siguientes:
Impedir la Comunicación
Se niega a la
víctima una comunicación directa, se evaden preguntas o temas, se usa un estilo
de comunicación vago, en el que no se dice realmente nada, se dejan temas en el
aire. El maltratador se niega a admitir lo que está pasando y a buscar una
solución. No es posible una comunicación normal con estas personas, tienden a
negar que existan conflictos o niegan su responsabilidad en ellos. El maltratador
niega a la víctima su deseo de ser escuchada, como si lo que pensara o dijera no
importase. La víctima se siente rechazada e impotente, porque sabe que existe un
problema y desea arreglar las cosas, pero sus intentos de buscar soluciones se ven
continuamente frustrados por su pareja, quien ni siquiera se digna a
escucharle. De este modo, le transmite también el mensaje que no vale la pena
hablar con ella, que lo que dice es absurdo y no vale la pena ser escuchada.
Esta falta de comunicación se da a todos los niveles. El tono de voz suele ser
frío, demuestra distante y no mira a la víctima. Puede
ser un tono de voz sarcástico, despreciativo, burlón. Utiliza gestos como negar
con la cabeza, suspirar y otras expresiones que indican que lo que dice su
pareja es absurdo, que no es más que un puñado de tonterías. La mentira también
forma parte del modo de comunicarse del maltratador. No suelen ser mentiras
directas, sino que se trata de mentiras indirectas que luego puede distorsionar
con facilidad. Aunque en algunas ocasiones las mentiras son directas y las
expresa con seguridad insistiendo en su veracidad una y otra vez hasta que
prevalece. Puede tener una gran facilidad para mentir, de modo que, ante la
seguridad con la que afirma que lo que dice es cierto y el hecho de que no cambiado
parecer ni duda ni un solo instante, la víctima puede acabar por creerlo.─
Desprecio, burlas, humillación, insultos, sarcasmo, críticas: Estos comentarios
van dirigidos contra la persona, sus ideas, sus amistades o familiares, su modo
de vestir. Trata de desanimar, rebajar y degradar a su pareja, haciéndola
sentir que es inferior o no vale nada. El maltratador ridiculiza o humilla a la
víctima tratando de burlarse de cualquier cosa que sea o tenga. A veces, estas burlas suceden en público, como cuando
el maltratador describe algún suceso que avergüenza a su pareja. Aunque lo plantea
como una broma, el comentario resulta hiriente o humillante. La víctima no está
segura de sí se trata sólo de una broma, aunque puede notar la hostilidad o el
desprecio en el tono de su pareja. Lo que el maltratador pretende es ensalzarse
a sí mismo rebajando a los demás, debido a que su autoestima es muy baja y se
desprecia a sí mismo. De hecho, cuanto más degrada a los demás, más intenso es
el desprecio que siente hacia sí mismo.
Intentar hacer dudar a la víctima de sus
propias emociones, ideas y sentimientos
Al cuestionar una y otra vez las
ideas y sentimientos de la víctima, ésta acaba empezando a dudar de ellos,
dudando así de su propia capacidad para pensar “correctamente”. Al dudar de sus propios gustos, ideas y
preferencias, cae en un estado de incertidumbre e incapacidad para tomar decisiones.
Otro modo de desestabilizar a la otra persona y hacerla dudar de sí misma consisten
decir algo verbalmente mientras se expresa lo contrario a nivel no verbal. Es
decir, hay un mensaje explícito (lo que se dice con palabras) y un mensaje indirecto
que el maltratador negará que existe si la víctima se lo echa en cara, de
manera que la hace dudar de sus propias percepciones. En estos casos, la
dificultad en detectar el maltrato y explicarlo a los demás reside que el
maltrato no está en lo que se dice sino en cómo se dice y en la frecuencia con
que se recurre a este tipo de expresiones. En otras ocasiones el maltratador
puede mostrar hostilidad o agresividad de un modo velado. Por ejemplo, dar
portazos, arrojar objetos al suelo, romper cosas y luego negar todo
comportamiento hostil. No levanta la voz, sólo muestra hostilidad de un modo
velado y niega su comportamiento hostil cuando se plantea el tema.
Aislar a la Víctima
El maltratador intenta
aislar a la víctima de diversos modos: Crear
enemistades entre la víctima y sus familiares o amigos: a través de enfados,
malas caras, reproches, gritos o discusiones cada vez que pasa tiempo con ellos. Debido a que pasar un rato con sus familiares
o amigos supone pagar un precio bastante alto, la víctima acaba cediendo y
empieza a distanciar el contacto con sus amistades o familiares hasta que la
víctima acaba sola y sin nadie a quien recurrir para hablar de lo que está
pasando o recibir apoyo. Sin este apoyo es más difícil ser consciente de lo que
está pasando y salir de esa situación. Provocar
celos en su pareja para mantenerla dependiente. Es decir, el maltratador
flirtea con las amistades de su pareja para intentar que las vea como rivales.
Recurrir
a la Manipulación
Prohibirle
que trabaje o estudie. Estas actividades son vistas por el maltratador como una
amenaza que debe eliminar y buscará la estrategia más efectiva para hacerla
ceder y abandonar dicha actividad mediante coación, amenazas o castigos El
propósito del aislamiento social es el control. Si la víctima se encuentra sola
y aislada del mundo exterior, dependerá sólo de su pareja y no tendrá a nadie
que la apoye y la ayude a hacerse fuerte. Culpar
a la víctima: Consiste en culparla de todo aquello que va mal y de cualquier
problema que pudiera surgir. Suele tratarse de comentarios expresados con un
tono triste o nostálgico y con aire de decepción que transmite el mensaje de
que su pareja es la culpable de sus desgracias.
Sentimiento de Falta de Importancia
Cuando se repiten con frecuencia, la víctima
puede llegar a pensar que no es importante para la otra persona, que le ha
decepcionado y que su vida sería mejor sin ella.
Pero lo cierto es que sin
ella esa persona tendría que asumir la responsabilidad de todos sus errores.
Algunas personas parecen dar mucho y dicen hacerlo por amor, pero si alguien da
algo libremente, porque lo desea y sin pedir nada a cambio y luego pretende con
sus insinuaciones y quejas que le paguen de alguna manera, no sólo está
mintiendo sino que está tendiendo una trampa: la trampa de la culpa.
Estallidos de Gritos
Este tipo de
maltrato es utilizado por personas inestables que pueden saltar en cualquier
momento con un estallido de gritos. Son personas con baja tolerancia a la
frustración, que sienten una ira intensa con facilidad y no son capaces de controlarla.
A menudo interpretan las reacciones o comentarios de los demás como una amenaza
y reaccionas con ira. Gritan, insultan, arrojan objetos al suelo, golpean las
puertas con el puño. La víctima apenas puede defenderse de esta rabia. El
maltratador no escucha, y cualquier intento de su pareja por defender su
postura no hace más que intensificar la ira. También es frecuente que la culpe
de sus propias reacciones.
Celos y Posesividad
Si bien se considera
normal que existan celos en algún momento de la pareja, cuando estos son
injustificados y excesivos suponen una forma de maltrato. Los celos pueden dar
lugar a un control y acoso intenso. El maltratador celoso vigila a su pareja,
sospecha de ella con frecuencia y esta falta de confianza daña la relación y
pone a la pareja en una situación de acoso. La víctima ha de defenderse
continuamente como si estuviera la mayor parte del tiempo en el banquillo de los
acusados.
Tratar de Dirigir sus Vidas y Tomar Decisiones por Ellas
No sólo imponen su voluntad a los demás, sino que al
hacerlo están insinuando que los otros no son lo bastante capaces para dirigir
sus vidas, que no tienen la capacidad, habilidad o inteligencia suficiente para
como para tomar sus propias decisiones. Para lograr obediencia recurren al
castigo, amenaza o gritos. Se trata de personas agresivas que suelen controlar
a los demás a través del miedo, incluso aunque nunca hayan llegado a la
agresión física. En realidad no les hace falta, pues la amenaza y el miedo
suelen ser suficientes para lograr la obediencia.
Tener Siempre la Razón
Este tipo de
persona considera que sólo son válidas sus opiniones, no escucha lo que dicen
los demás o los escucha pero los contradice por sistema. Siempre tendrá una
opinión diferente y mejor, siempre describirá un modo de actuar mejor que el
que su pareja ha llevado a cabo. Una y otra vez le recuerda que se equivoca en la
mayor parte de lo que hace o dice. No deja lugar para una segunda opinión ni tratado
buscar una tierra común. Lo que le sucede es que necesita tener siempre la
razón para demostrar su superioridad a los demás. El tema que se esté discutiendo
no importa realmente, se enfrascará en una batalla dialéctica en la que sólo puede
haber un resultado: “Tu pierdes, yo gano”,
lo cual significa que: “Yo estoy por encima,
tú estás por debajo de mí“. Cuando son ellos los que se equivocan tratan de
tergiversar los hechos o sus propias palabras para negar la evidencia. Nunca
admiten que han cometido un error.
Negligencia Emocional
Existe un tipo de
abuso que se produce sin que se diga ninguna palabra, sin que ningún tipo de
acción se lleve a cabo. Y es precisamente esa falta absoluta de respuesta lo
que constituye el abuso. Se trata de la negligencia, consistente en un acto de
omisión, generalmente a consecuencia de la indiferencia o ignorancia. La
persona que se ve ignorada está siendo tratada como si fuera un simple objeto
más de la casa, algo que no es importante para nadie, como si no estuviera ahí
o no existiera. La negligencia emocional puede ser tan sutil que apenas es
perceptible, aunque no por ello menos dañina.
LOS EFECTOS DEL MALTRATO
Lo más habitual
es que el maltrato haya comenzado en la infancia, en su familia de origen o a
una edad muy temprana, influyendo en el desarrollo posterior de su personalidad
y en sus relaciones futuras. Cuando empiezan a aparecer por primera vez los
signos de maltrato psicológico en una relación de pareja, la víctima se siente
confusa y no acaba de entender lo que está pasando. Tiempo después del episodio
de maltrato continúa repasando el suceso en su mente, intentando entender lo
sucedido, descubrir el motivo, analizar sí es responsable y hasta qué punto,
preguntándose qué hizo mal para provocar esa respuesta en su pareja, pero aún
no llega a creer que pueda actuar de ese modo tan cruel y abusivo, e intenta
descubrir qué puede hacer la próxima vez para que no se repita. Todo esto
genera un estado de ansiedad que llega a hacerse casi permanente. Junto con los
pensamientos relacionados con los incidentes de abuso, aparecen otros
pensamientos, preocupándose en qué estado de ánimo se encontrará su pareja
cuando llegue a casa, si será la persona cariñosa que conoció y que sabe que
puede ser, si su última disculpa será cierta o será una más de una larga lista de
disculpas que nunca llevan a un cambio duradero en su comportamiento. Estos
pensamientos le roban energía y le agotan. La ansiedad, el cansancio y la depresión
empiezan a hacer mella en la víctima, así como una serie de síntomas que
describiremos a continuación.
Baja Autoestima
Cuando una persona ha
escuchado demasiadas veces lo poco que vale, lo torpe que es, lo mal que hace
todo, lo mucho que complica la vida a los demás, lo poco capaz que es, lo poco
atractiva que es, etc... Llega un momento en que su autoestima puede venirse
abajo. Si ha estado escuchando cosas así durante toda su vida, seguramente ha
crecido con una sensación de inseguridad, de auto desprecio y de no valer lo
suficiente. La baja autoestima hace que una persona ceda ante los deseos de los
demás porque no se considera lo bastante capaz como para tomar decisiones acertadas.
Por este motivo es fácil controlar a una persona con una autoestima baja: hará lo
que sea por conseguir un poco de validación personal, una palabra amable que le
demuestre que no es tan incapaz y tan despreciable como ha llegado a creer que es.
Y por este motivo, es más fácil que caiga en una relación abusiva y no sea
capaz de salir de ella.
Culpa y No Merecimiento (Sabotear sus Logros)
Puede llegar a tener la sensación de que es culpable de todo cuanto acontece, no
sólo de sus propias acciones sino también de las de los demás. La culpa va
acompañada de una sensación de falta de merecimiento. Después de todo, si
alguien es culpable de algo, suele considerarse que merece un castigo. La víctima
de maltrato no se siente merecedora de nada bueno. La han despreciado e infravalorado,
posiblemente durante toda su vida, la han rechazado, ignorado, dejado sola,
apartado…Directa o indirectamente le han transmitido el mensaje de que no vale
nada, de que es alguien poco importante, de que no merece respeto, amor o
cariño.Con esta
sensación de culpa sobre sus hombros, puede llegar a sabotear su propia vida,
de manera que cuando le sucede algo bueno, inconscientemente hace algo para
desbaratarlo porque no se siente merecedora de lograrlo.
Soledad
La persona que vive en una relación abusiva tiene una gran soledad. Por una parte
no se siente emocionalmente conectada con su pareja. Por otra parte, el aislamiento
al que la ha sometido su pareja y el hecho de que tal vez no cuente con nadie con
quien hablar de lo que siente en su interior, aumenta su sensación de soledad y
vacío. La mala relación que mantiene consigo misma acentúa también su
sentimiento de soledad, pues no es posible mantener una relación real y profunda
con nadie si no mantenemos una buena relación con nosotros mismos en primer
lugar.
Problemas en la Capacidad Mental
Tiene
problemas para concentrarse y mantener la atención. Su mente está demasiado
ocupada intentando dotar de una explicación lógica a lo que le está pasando y
de encontrar el modo de solucionarlo y de hacer que todo funcione como desearía.
Se siente confusa, su capacidad para percibir y razonar se ve limitada. Los
pequeños problemas de su vida diaria o de su trabajo, que antes resolvía sin
dificultad, empiezan a parecer abrumadores. No se siente con fuerza ni con
capacidad para afrontarlos.
Ira y Resentimiento
A menudo, las
víctimas de maltrato sienten ira, resentimiento y frustración debido al trato
injusto que reciben. La ira no resuelta se expresa a veces en forma de estallidos
de agresividad sin motivo aparente, generalmente en el trato con otras personas
diferentes al maltratador. Estos estallidos de ira indican la presencia de una
vieja herida aún no curada que hace a una persona revolverse furiosamente cada
vez que algo toca o roza esa herida. El miedo y la culpa, que a menudo están
también presentes, pueden impedir a una persona expresar ira hacia el
maltratador, de manera que la puede volver hacia sí misma. Depresión: El abuso
emocional prolongado puede llevar a una persona a la depresión. Empieza perder
la esperanza y sus recursos psicológicos se agotan. Ha estado luchando por
sacar la relación adelante, por entender lo que pasa y a su pareja. Se ha culpado
si misma he intentado cambiar ella, ha hecho todo lo que se le ha ocurrido para
que la situación cambie, pero pasa el tiempo y la relación sigue igual. Nada de
lo que hace parece funcionar y empieza a sentirse atrapada, como en un callejón
sin salida. No se ve capaz de huir ni se siente feliz en la situación en la que
se encuentra. Eso es precisamente lo que llamamos depresión, la sensación de
estar atrapados en una situación sumamente desagradable de la que no sabemos
cómo podemos salir.
Trastornos Físicos
El cuerpo y la mente
están unidos y funcionan como un todo. Cuando una persona está psicológicamente
equilibrada y se siente feliz y satisfecha, su cuerpo funciona correctamente,
su sistema inmunitario responde con eficacia y las probabilidades de contraer
una enfermedad son escasas. No obstante, el estrés al que están sometidas las
víctimas de maltrato las hace vulnerables a padecer enfermedades que tienen un
componente emocional, de manera que los factores psicológicos influyen en su
origen, agravación y mantenimiento en el tiempo.
Problemas Relacionados con la Intimidad
Una relación de pareja es una relación íntima en la que se establece un vínculo
emocional profundo. Cuando una persona ha sido víctima de malos tratos, su
capacidad para establecer un vínculo emocional profundo con otras personas puede
estar dañada. Debido a experiencias pasadas puede percibir las relaciones como
potencialmente dañinas, pues la misma persona a quien ha amado y que debería
haberla amado y protegido, la ha maltratado durante mucho tiempo, de forma que
percibe las relaciones con desconfianza y miedo. No obstante, la confianza es
esencial para poder establecer una relación íntima con otra persona, La confianza
hace que te abras a esa persona, te sientas seguro a su lado y consideres que no
hay nada que temer, permitiendo que esa persona entre en tu mundo y te conozca.
Si la desconfianza o el miedo impiden abrirse, las relaciones pueden ser
superficiales sin poder establecer la conexión emocional ansiada sintiendo soledad
aun estando en pareja.
Dependencia
El
miedo al abandono puede hacer que la víctima se aferre a su pareja, que la llame
con demasiada frecuencia, que le pregunte constantemente si la quiere, hasta el
punto de llegar a agobiarla. Ante un pequeño rechazo puede reaccionar tratando de
aferrarse más y más, o incluso con ira, o tal vez reaccione alejándose, huyendo.
Algunas personas oscilan entre alejarse y acercarse. Cuando su pareja les pide más
les entra el miedo y huyen. Temen no estar a la altura, temen que sus parejas les
abandonen cuando les conozcan de verdad. Cuando, ante este rechazo, es la otra
persona la que se aleja, aparece el viejo miedo al abandono, de modo que vuelven
corriendo a buscarla porque desean con desesperación esa intimidad, esa conexión
emocional, ese amor que nunca han recibido. Pero tienen demasiado miedo a que la
relación les haga daño, tal y como ha sucedido en el pasado.
Codependencia
Es un tipo de relación en
la que uno de los miembros actúa como “salvador”
del otro miembro. La dependencia es recíproca porque del mismo modo que uno de ellos
necesita a alguien que lo cuide, el otro necesita a alguien a quien salvar,
porque ese modo que ha aprendido y el único que conoce de mantener una relación
con alguien.
Hipersensibilidad
Debido al maltrato sufrido en el pasado pueden haber desarrollado
una sensibilidad especial ante los comentarios o acciones de los demás, de
manera que tienen tendencia a interpretar de un modo negativo sus comportamientos. Miran a los demás con suspicacia, esperando que en
cualquier momento hagan o digan algo despreciativo, les rechacen, ignoren, les
dejen de lado o se burlen de ellos. Ante esos sucesos de rechazo o desprecio,
reales o imaginarios, reaccionan de una manera especialmente intensa, porque tocan
una vieja herida no del todo curada. Sus reacciones pueden ser diversas: ira,
desprecio, depresión…No sólo le enfada ese comentario despreciativo que alguien
acaba de hacer sino todos los comentarios de desprecio o burla que ha escuchado
durante mucho tiempo, que vienen a su memoria de nuevo, despertando sus dudas,
inseguridades, miedos. Se siente deprimido y culpable porque piensa que lo que
ha dicho esa persona es cierto, que ha sido cierto durante toda su vida porque
lo ha escuchado demasiadas veces, porque ha provenido de personas que
supuestamente le querían. Entonces va dando crédito a las palabras o actos de
desprecio de esa persona, como si fueran verdades absolutas, porque el
desprecio vivido en su pasado le ha hecho dudar de su valor personal y le ha
dejado una autoestima frágil, que se ve afectada con demasiada facilidad por
las palabras o actos de los demás.
Pasividad y Sumisión
Si bien algunas
víctimas del maltrato levantan un frío muro entre ellos y los demás, otras
personas se dejan llevar por ellos con pasividad. Si ha llegado a la conclusión
de que el único modo de lograr aceptación y amor de los demás consiste en hacer
cualquier cosa que el otro desee, corre el riesgo de acabar con alguien egoísta
que la utilice a su antojo. Ceder ante los deseos de los demás en todo momento
tiene un precio bastante alto. Daña la autoestima y perpetúa la dependencia de
la otra persona, además reconvertirse en una persona pasivo. O bien puede hacer
que acabe usando estrategias pasivo-agresivas, que consiste en rebelarse de un
modo pasivo y oculto. No ha aprendido a establecer fronteras adecuadas entre
los demás y ella, permitiendo que otras personas invadan sus fronteras, y
cuando trata de rebelarse no lo hace de un modo directo, sino velado, porque
sigue teniendo miedo a las consecuencias.
AYUDA PSICOLÓGICA PARA VÍCTIMAS
DE MALTRATO
Hasta ahora hemos
visto los efectos demoledores que el maltrato puede causar en una persona. A
menudo tendemos a pensar que tiene que ser siempre así, que las experiencias
traumáticas van a dañarnos, a hundirnos, a inmovilizarnos y a provocarnos
patología. Es cierto que puede suceder, pero no siempre es así. Muchas personas
que padecen experiencias traumáticas no sólo no padecen ningún problema
psicológico como consecuencia de lo sucedido, sino que además son capaces de
sacar algo positivo de ello, reestructurando su forma de ver el mundo y su sistema
de valores. Si pensamos sólo en el daño que el maltrato puede hacer a las
personas, nos estamos centrando exclusivamente en las debilidades humanas, en
nuestra fragilidad. Pero no debemos olvidar que junto a nuestras debilidades
tenemos también muchas fortalezas que coexisten simultáneamente en nosotros. El
ser humano posee una gran fuerza, resistencia, capacidad de superación de
adaptación, de cambio y de crecimiento ante la adversidad. El maltrato no tiene
porqué destruir a nadie, no tiene porqué marcarle, dejarle secuelas o llenarle
de miedo. Además todo aquello que es destruido se puede volverá recomponer.
¿Cómo impedir que el maltrato te afecte de un modo tan destructivo? ¿Cómo perder
el miedo y recuperar la confianza para tomar de nuevo las riendas de la vida? ¿Cómo
empezar a tomar decisiones, hacer valer nuestros derechos y perseguir nuestros
sueños y objetivos sin que la pareja lo impida? El problema principal no es
cómo se comporta tu pareja, qué cosas dice o hace; el verdadero problema es
cómo su comportamiento te afecta a ti. Y aunque no puedes hacer que deje de
comportarse de ese modo (si pudieras, sin duda lo habrías hecho ya) sí puedes
influir en el modo que te afecta y lo que haces al respecto. El único modo en
que el maltrato puede afectarte es haciendo crecer dentro de ti al maltratador
interior. ¿Por qué pueden dolernos tanto las palabras de los demás? ¿Por qué
pueden resultar tan destructivas y dañinas? Para que las palabras nos hagan
daño tenemos que “tragarlas”, tenemos
que interiorizarlas, hacerlas nuestras convertirlas en una especie de voz
interior que nos insulta y desprecia. Por tanto, el primer paso para superar el
maltrato consiste en deshacerse del maltratador interior. Después será mucho
más fácil decidir qué hacer con el maltratador exterior. Pero el maltratador
interior suele venir de lejos, del pasado, de manera que lo que te decían los
demás es lo que ahora te dices a ti mismo y el modo en que te trataron es como
te tratas a ti mismo. La persona maltratada en su infancia tiene muchas más
probabilidades de interiorizar una imagen negativa de sí misma y de desarrollar
un poderoso maltratador interior que permanezca al acecho. Si has sido
maltratado en tu infancia probablemente has estado toda tu vida dudando de ti
mismo, infravalorándote o despreciándote abiertamente y es posible que hayas
pasado gran parte de tu vida luchando desesperadamente para obtener el amor y
aceptación que nunca has tenido. Y también has aprendido a buscar ese amor y
aceptación en personas que no te lo pueden dar o que te lo dan de manera
esporádica alternando entre amor y dolor. Cuanto menos amor y aceptación hayas
tenido en la infancia más creerás necesitarlo ahora y mayor será tu ansia de
obtenerlo. Esto hace a una persona vulnerable a quedar atrapada por un
maltratador. Por tanto, el problema es el modo en que fue “programada” su mente.
En resumen, las cosas que nos
suceden nos afectan de un modo u otro en función de lo que pensamos y cómo las
interpretamos. El pensamiento está basado en una serie de creencias aprendidas
en la infancia que condicionan el modo en que te ves a ti mismo, a los demás y
al mundo. Muchas de estas creencias y actitudes te han llevado a verte atrapado
en una relación abusiva y a maltratarte a ti mismo. Estas creencias no son
responsables de lo que la otra persona te dice o hace (sus propias creencias
son responsables deseo) pero sí lo son de la intensidad de tu sufrimiento, del
malestar que sientes, de cómo te afecta lo que tu pareja dice o hace, de que te
sientas perdido cuando estés sin pareja o de la mala relación que tal vez mantienes
contigo mismo. Esta programación de tu modo de pensar es la responsable última
de que te encuentres en una situación de maltrato y de que estés sufriendo. Tu
pareja es responsable de su crueldad, de su mal comportamiento, su desprecio
hacia ti, sus malos modos, pero tú eres responsable de cómo todo eso te afecta
y en qué medida Cuando tu pareja empieza a criticarte, insultarte o comportarse
de un modo negativo contigo, tú haces una serie de interpretaciones de ese
suceso y piensas una serie de cosas sobre el acontecimiento, sobre tu pareja o
sobre ti misma. Por ejemplo podrías pensar. “Es horrible, no puedo soportar más lo cruel que es conmigo” “Seguramente lo merezco porque soy inútil”
“No sé cómo reaccionar ante eso, soy imbécil“.
Cada uno de estos pensamientos dará lugar a emociones diferentes, como
depresión, ira, culpa, vergüenza y a un comportamiento diferente como pasividad,
llanto, irritabilidad. Cualquier persona que se diga a sí mismo y se crea este
tipo de cosas se sentirá muy mal. Cuanto más te maltrate tu pareja más te
maltratarás a ti mismo y si sucede a menudo acabarás con depresión o ansiedad constante.
Pero, ¿por qué las palabras de otra persona pueden llegar a afectarnos tanto, a
dolernos con tanta intensidad? Porque inciden directamente en la propia falta
de aceptación, inseguridad y dudas acerca de uno mismo que se vienen
arrastrando desde la infancia y que hacen queso critiquen, desprecien,
reprochen y autocastiguen a sí mismos. Es decir, ponen en marcha el propio
maltratador interior. Nuestras propias inseguridades y falta de autoestima nos
hacen vulnerables a las palabras de los demás, a sus burlas, críticas
desprecios; nos llevan a sentirnos culpables y vulnerables. Una parte de ti te
critica, te rechaza, te culpa. Las percepciones negativas que tienes de ti, tus
inseguridades, tus miedos, son los verdaderos responsables de que tejuela
tanto. Cada vez que tu pareja te maltrata se ponen en marcha todas esas dudas,
autocríticas y auto desprecios que son las que realmente te hacen sufrir. La
persona con baja autoestima que no se acepta y ama a sí misma lo suficiente
está a merced de las opiniones y comentarios de los demás. Cuanto más baja sea la
autoestima más le dolerán las críticas e insultos de los demás, más le obsesionarán,
más dudas tendrá sobre sí misma, lo cual, a su vez, la hace aún más vulnerable,
entrando así en un círculo vicioso que la lleva a vivir situaciones de maltrato
una y otra vez a lo largo de su vida.
Con su maltrato la pareja sacará
a la luz las inseguridades y dudas de la víctima, atacará sus puntos débiles y
cuanto más le afecte lo que hace o dice, más fácil le resultará volver a
herirle en el futuro. La parte de esa persona que piensa que su pareja puede
tener razón al despreciarle, la va empujando cada vez más hacia la confusión,
las dudas, la culpa y el auto-desprecio. Incluso aunque esa persona esté
totalmente convencida de que las críticas de esa persona son infundadas y
falsas, aún sentirá una necesidad imperiosa de demostrarle que lo que dice no
es cierto, de que no es culpable, e intentará por todos los medios de que se dé
cuenta de ello y lo reconozca. Aún necesita la absolución de un pecado no cometido.
¿Por qué necesita tan desesperadamente demostrar su inocencia? Porque lo que
piensa acerca de sí misma depende de lo que su pareja piense de ella y no puede
sentirse bien consigo misma ni pensar bien sobre sí misma si su pareja no lo hace.
Este modo de pensar proviene de la tendencia a culparse por ser imperfecto, ya sea
los ojos de uno mismo o a los ojos de los demás. Mientras sigas pensando que
necesitas ser perfecto a los ojos de otra persona, necesitarás probar tu inocencia
cada vez que te acuse o critique injustamente. La gran trampa de esta actitud
es que tú no puedes controlar la reacción de los demás, tu pareja puede
negarse, incluso ante la más clara evidencia, a reconocer que se ha equivocado
y no por ello eres culpable de nada. De esta modo le has concedido un gran
poder: el de hacer que te sientas mal mientras así lo desee. ¿Qué hace una
persona que piensa constructivamente cuando los demás la maltratan verbalmente?
- Puede ignorar los comentarios que son falsos sin
sentirse mal por ellos.
- Sabe que no es perfecta ni tiene que serlo, ni
ante sí misma ni ante los ojos de los demás.
- Confía en su propio juicio y en sus
percepciones, sabe reconocer cuando está siendo maltratada y toma las medidas
necesarias para afrontar la situación. No tratado ignorar el hecho ni desviar
su atención, sino que lo afronta lo antes posible.
- Acepta las críticas de los demás cuando son
ciertas y justas y piensa en cómo esas críticas pueden ayudarla a mejorar.
En resumen, lo que tu pareja dice
no puede hacerte daño, lo que tú te dices en respuesta a los comentarios de tu
pareja sí puede herirte (y mucho). Lo que tú piense es lo que marca la
diferencia entre sentirse molesto por un comentario injusto o cruel, y sentirse
devastado, hundido y desesperado. Es importante que tus pensamientos estén
basados en una aceptación incondicional de ti mismo. No necesitas compararte
con los demás. Puedes decidir aceptarte y quererte tal y como eres, y puedes
optar por considerarte una persona valiosa y digna de amor simplemente por
estar vivo, porque toda vida es valiosa en sí misma. Siempre puedes trabajar
por mejorar, por cambiar aquello que no te gusta de ti, pero no desde el
auto-desprecio, sino desde el auto-respeto y el amor y aceptación incondicional
de ti mismo. Este es el paso principal y fundamental para el cambio. El cambio
es imposible si una persona se desprecia y se castiga a sí misma, pues de ese
modo sólo consigue deprimirse y hundirse, y eso no facilita para nada el trabajo
positivo en uno mismo, sino todo lo contrario. Sólo se puede cambiar y mejorar
partiendo de la base de la aceptación incondicional. No dejes que los demás
piensen por ti, no les des el poder de decidir si eres aceptable o no, porque
entonces tu autoestima y auto-aceptación serán como una montaña rusa que subirá
y bajará en función de lo que los demás te digan cada día. Cuando tu autoestima
y aceptación personal dependen de que hagas bien las cosas de lo que los demás
piensen de ti, te vas a despreciar y odiar a ti mismo con frecuencia, cada vez
que otra persona te rechace o cada vez que hagas algo mal (uno lo bastante
bien). De este modo, tu autoestima sube y baja frecuentemente en función de
circunstancias externas. Además, la presión que ejerces en ti mismo para
conseguir la aceptación de los demás, no te ayuda a hacer las cosas mejor, sino
todo lo contrario, pues te crea estrés y ansiedad. Además, si te desprecias y
castigas con frecuencia, es más probable que los demás te respeten menos. Y a
algunas personas les gustará tu auto desprecio porque eso les permite sentirse
superiores a ti. Además, tu auto-desprecio te predispone a mayores ataques
porque el maltratador se atreve a decirte cosas que no se atrevería decirle a
una persona con una opinión mejor de sí misma. Es más fácil maltratar a una persona
con baja autoestima.
Pautas de Conducta pasa Desarrollar la Autoestima
- Deja de sentirte culpable cuando piensas (o
cuando crees que otros piensan) que te has comportado mal o cometido un error.
Si es cierto siéntete responsable y toma las medidas oportunas, pero no te
sientas culpable ni te desprecies y castigues.
- Deja de criticarte, castigarte, despreciarte y
reprocharte. Puedes cambiar tus comportamientos negativos más fácilmente si no
te desprecias a ti mismo.
- Deja de compararte con otros y pensar que eres
menos que ellos. Nadie es menos ni más que nadie, no existe una medida objetiva
para juzgar eso.
- Deja de pensar que cometer un error o ser
despreciado o criticado te convierte en una mala persona o en una basura.
- Valórate y reconócete a ti mismo. Ábrete a
recibir el reconocimiento de los demás.
- Sé claro con lo que realmente quieres, atrévete
a decir “NO” cuando lo que quieres es
decir “NO”, y “SÍ” cuando así lo deseas.Atrévete a pedir lo que quieres y necesitas.
- Proporciónate placer sin culpa. Dedícate tiempo,
mímate. Ama tu cuerpo, reconócelo y admira su belleza.
- Regálate cosas que te gusten, que deseas, siente
que realmente lo mereces.
- Recompénsate, no te castigues.
- Atrévete a expresar la verdad de lo que sientes
en tus relaciones, respetuosa y responsablemente.
- Ábrete a ser cuidado, a recibir amor.
- Trátate a ti mismo como te gustaría que te
tratasen los demás.
- Construye para ti una conciencia de éxito,
erradica la conciencia de fracaso.
- Sigue tu propia intuición, ten confianza en ti
mismo.
- Cultiva pensamientos de merecimiento.
- Nútrete
física, mental, espiritual y emocionalmente.
Uso de Autoafirmaciones
Las autoafirmaciones son frases
que puedes tener pensadas de antemano y utilizar para sentirte mejor en un
momento determinado. Cuando hayas escrito tus autoafirmaciones, lee esas frases
con frecuencia, piensa en ellas a menudo, escríbelas varias veces todos los
días y, sobre todo, úsalas cuando estés pasando un mal momento. Cuanto más
presentes estén en tu mente, menos espacio quedará para los pensamientos
generadores de malestar emocional.
Ejemplos de Autoafirmaciones
Aunque es preferible que crees
tus propias autoafirmaciones, aquí tienes una lista de algunas que pueden
servirte de ayuda:
- Sí que valgo, valgo un montón, por supuesto que
sí!
- ¡Por supuesto que merezco amor, merezco cosas
buenas, merezco todo lo bueno que me pase!
- Acepto y respeto mis propias y particulares
características.
- Acepto con amor el reconocimiento y el apoyo de
los demás.
- Soy perfecto(a) tal y como soy.
- Me amo a mí mismo incondicionalmente.
- Me perdono a mí mismo, a mis padres y a los
demás por los errores del pasado.
- Tengo derecho a pedir lo que yo quiero.
- Tengo derecho a decir “NO” a los demás, sin perder su amor.
- Permanezco en serenidad independientemente de
las circunstancias.
¿Abandonar a tu Pareja o Continuar con la Relación?
Muchas personas en una relación
abusiva se plantean esta posibilidad. Solamente tú puedes decidir abandonar a
tu pareja o seguir adelante con la relación, pero para poder tomar esta
decisión es importante liberarse primero de los miedos y pensamientos
negativos. Las decisiones basadas en el miedo nunca serán buenas decisiones. Si
decides quedarte porque piensas que nunca serás capaz de salir adelante sin
pareja, o no serás capaz de soportar la soledad, estarás tomando decisiones
basadas en pensamientos erróneos, pues no es cierto que no seas capaz de salir
adelante sin pareja (incluso aunque te resulte más difícil), y no es cierto que
no vayas a poder soportar la soledad. Incluso la persona que no tiene recursos
económicos, que no tiene ningún sitio adonde ir y que tiene hijos a su cargo, puede
encontrar el modo. Puede, por ejemplo, seguir con su pareja mientras busca un
trabajo, puede buscar ayuda en los servicios sociales, puede recurrir a amigos y
familiares, puede poner en marcha de forma constructiva esa herramienta que todos
tenemos llamada pensamiento para buscar soluciones y ponerlas en práctica,
aunque requiera trabajo, o aunque no pueda llevarlo a cabo inmediatamente.
Cuando contemos con una visión clara de lo que ocurre en nuestra vida seremos
nosotros mismos quienes sepamos lo que hay que hacer ante una situación
determinada, y tendremos una convicción interna de actuar en una dirección. Estos
actos que emergen de la conciencia no estarán contaminados de prejuicios y
temores porque nos habremos liberado de su tiranía. Si podemos observar en
nosotros mismos el grado en que nos perjudican determinados pensamientos y
conductas, podremos hacer que disminuya su dominio sobre nosotros.
La Terapia Transpersonal en el Maltrato Psicológico
La labor del terapeuta
transpersonal es acompañar a la víctima de abuso emocional en un viaje a su
interior que le permita descubrir su herida y mirarla cara a cara haciendo
consciente lo inconsciente. A través de preguntas tratará de descubrir junto a
la víctima qué historia está repitiendo que la obliga a permanecer en una
relación de pareja que sólo le aporta sufrimiento. ¿Qué repite? ¿Cuál sería esa
primera historia de amor que la dejó marcada de esa forma? Para dar respuesta a
esas preguntas paciente y terapeuta emprenderán juntos una exploración por esos
territorios desconocidos de su historia infantil sin una idea preconcebida de
dónde les va a conducir. Se van destejiendo los apretados nudos del pasado que
mantienen a la víctima amarrada a una situación de infelicidad. Paralelo el
paciente debe pararse y darse cuenta de lo que está sucediendo dentro de sí mismo.
Esa historia infantil va apareciendo de a pocos, pudiendo valerse de técnicas de
relajación y de regresión para sacarla a la luz. Es una investigación única,
fascinante, irrepetible, tanto para el paciente como para el terapeuta. Otra
forma de tomar conciencia de los síntomas que hablan del dolor del niño
interior es la observación y reconocimiento de los momentos en que surgen reacciones
desproporcionadas, que realmente sirven para camuflar las emociones. Se trata de
reacciones simbólicas que en la actualidad ya no tienen sentido, pues su significado
profundo se encuentra en el pasado. El acontecimiento de hoy no es más que su
detonante, sin embargo sirve de puerta de entrada al pasado. A través de este
viaje van emergiendo a la consciencia contenidos que permanecían ocultos,
reprimidos. Es la sombra que por fin abandona la oscuridad y sale a la luz. Y es
aquí cuando el paciente descubre que cuando se pone en contacto con su propia
vivencia el cambio se produce por sí sólo. Es decir, sólo cuando se da cuenta
de lo que hace, cómo lo hace y porqué lo hace, está capacitado para cambiar su
propia conducta. Una vez identificada la parte herida del niño interior que se
ha intentado esconder y olvidar para siempre jamás, con mucha compasión se
elegirá adoptarlo y cuidar del, ofreciéndole amor incondicional y haciendo las
paces con los aspectos mal amados de uno mismo. El niño herido pide que no se
le juzgue, no se le castigue, no se le condene; ya se le ha juzgado, castigado
y condenado bastante. Necesita que, por fin, se le ame. La parte adulta debe
aprender a convertirse en padre compasivo del niño herido. Ese niño que grita,
llora, se encoleriza, necesita, ante todo, que se le reconozca, acepte y quiera
en su dolor. Esta es la primera condición para una curación natural. Este
proceso libera la conducta de repeticiones no deseadas y hace que la sombra
deje de ser peligrosa al haberle prestado la debida atención, porque ahora ya no
domina el comportamiento gracias a haber acogido a este “enemigo que hay en nosotros” y transformarlo en amigo.
En una víctima de maltrato
psicológico la sombra puede adoptar distintos nombres como miedo al rechazo, al
abandono, sentimiento de culpabilidad, de inferioridad, desaprobación,
inseguridad, falta de respeto por uno mismo, dependencia emocional, necesidad
de agradar, falta de amor propio… Es importante tomar conciencia de este
maltratador que existe en el interior y que ese causante final del sufrimiento.
Observarlo de forma neutral, aceptando que está ahí y dejando de ocultarlo,
llevando luz a la oscuridad e integrándolo en nuestra experiencia. Se trata de
un proceso que nos lleva a una progresiva desidentificación de nuestros
pensamientos, creencias, emociones, dejando de reaccionar a ellos de forma
automática consiguiendo que no nos afecten como hasta ahora y recuperando el
control y las riendas de la vida. Con ello aprendemos a vivir conscientemente y
superar nuestras limitaciones. Permite mirar profundamente en el interior de uno
mismo y, en consecuencia, realizar cambios para mejorar, siempre desde la
aceptación incondicional de nosotros mismos. Atreverse a afrontar las emociones
reprimidas permite recuperar la vida y destruir las fachadas que ocultan el
verdadero yo. Abrirse conduce a una nueva dimensión del Ser, dando por fin
acceso a una profundidad desconocida hasta ese momento, aportando a la vida una
riqueza ante la cual todas las fortunas del mundo son irrisorias.
Tranquilamente se va integrando la experiencia pasada y el sufrimiento sea
disolviendo. La carencia sigue existiendo, pero ha cicatrizado y ya no tiene poder
para gobernar la vida. Durante este viaje interior llega un momento en que
surge el desapego, que en el fondo es un gesto de amabilidad por el que dejamos
a la otra persona libre de seguir su propio camino. Es dejar que cometa sus
propios errores, sin intervenir ni juzgar. Una vez despojada de la máscara del
sufrimiento, aparece un rostro lleno de luz y armonía. Es como si se
descorriera suavemente un velo y apareciese la luz de la conciencia, de la que
se deriva la capacidad de elegir y de realizar lo que se ha elegido sin
condicionamientos externos. Para ayudar al paciente en este proceso se le
instruye en la práctica de la meditación y desidentificación del ego. Al
aquietar la mente y acostumbrarla a orientarse hacia el interior surge, de lo
más profundo de uno mismo, la esencia personal. Es una luz que procede de lo
más hondo que no tiene nada que ver con la mente y sí con la conciencia. La
meditación es una técnica que ayuda a lograr la paz interior y nos permite
mejorar nuestra vida, cambiar nuestra visión del mundo y la percepción de nosotros
mismos. La práctica de este ejercicio mental favorece el funcionamiento del
cuerpo y de la mente, el conocimiento de nuestras capacidades y permite el
desarrollo demuestra dimensión espiritual. La meditación nos permite discriminar
lo importante de lo que no lo es, percibir una visión más amplia de la realidad
y liberarnos de nuestras preocupaciones para poder disfrutar de la vida. La
práctica de la meditación permite recordar el origen de los síntomas que
padecemos, de los miedos, de nuestra forma de reaccionar, de nuestra agresividad
del dolor. Meditar significa aprender a liberarse de los pensamientos que nos
perturban. Al meditar la persona puede observarse, liberarse de sus
condicionamientos, lograr un estado de conciencia superior y reconocer su
verdad espiritual. El objetivo es liberarse de las tensiones del cuerpo y de
las preocupaciones de la mente para disfrutar del silencio interior. El miedo
hace que nos preocupemos por el futuro, y el pasado que se empeña envolver nos
paraliza. Sólo vivir en el presente nos devuelve la alegría de vivir. Tras
llevar a cabo este proceso de aceptación e integración de las partes de sí
mismo, el paciente estará en condiciones de tomar una decisión sobre su
relación de pareja, pero ahora libre de condicionamientos del pasado y de reacciones
automáticas. Su decisión vendrá de un estado de conciencia en el que sus heridas
del pasado no tienen ningún efecto sobre él porque ya no le generan sufrimiento
ni tienen capacidad para gobernar su vida. Aunque no ha podido cambiar su
pasado, sí ha cambiado la forma de interpretarlo borrando a partir de ahora las
consecuencias que le había causado.