domingo, 16 de noviembre de 2014

¿Qué es Poesía?


"La poesía es la capacidad de
exresar metafóricamente, y de
forma concisa, los más profundos
sentimientos del alma".
(AnA Molina)


 

RIMA XXI"¿Qué es Poesía?"

¿Qué es poesía?, dices mientras clavas
  en mi pupila tu pupila azul.
¡Qué es poesía! ¿Y tú me lo preguntas?
Poesía eres tú.


(Gustavo Adolfo Becquer)





RIMA XIII - "Tu Pupila es Azul"
 
Tu pupila es azul, y cuando ríes,
  su claridad suave me recuerda
  el trémulo fulgor de la mañana,
  que en el mar se refleja.
  Tu pupila es azul, y cuando lloras,
  las trasparentes lágrimas en ella
  se me figuran gotas de rocío
  sobre una violeta.
  Tu pupila es azul, y si en su fondo
  como un punto de luz radia una idea,
  me parece en el cielo de la tarde
  una perdida estrella.



(Gustavo Adolfo Becquer)

 




RIMA LIII - "Volverán las Oscuras Golondrinas"

Volverán las oscuras golondrinas
  en tu balcón sus nidos a colgar,
  y otra vez con el ala a sus cristales
  jugando llamarán.
  Pero aquellas que el vuelo refrenaban
  tu hermosura y mi dicha a contemplar,
  aquellas que aprendieron nuestros nombres...
  ésas... ¡no volverán!
  Volverán las tupidas madreselvas
  de tu jardín las tapias a escalar,
  y otra vez a la tarde aún más hermosas
  sus flores se abrirán.
  Pero aquellas cuajadas de rocío
  cuyas gotas mirábamos temblar
  y caer como lágrimas del día...
  ésas... ¡no volverán!
  Volverán del amor en tus oídos
  las palabras ardientes a sonar;
  tu corazón de su profundo sueño
  tal vez despertará.
  Pero mudo y absorto y de rodillas,
  como se adora a Dios ante su altar,
  como yo te he querido..., desengáñate,
  nadie así te amará.


(Gustavo Adolfo Becquer)


Oda a Mirar Pájaros

 
¡Ahora
a buscar pájaros!
Las altas ramas férreas
en el bosque,
la espesa
fecundidad del suelo,
está mojado
el mundo,
brilla
lluvia o rocío, un astro
diminuto
en las hojas:
fresca
es la matutina
tierra madre,
el aire
es como un río
que sacude
el silencio,
huele a romero,
a espacio
y a raíces.
Arriba
un canto loco,
una cascada,
es un pájaro.
¿Cómo
de su garganta
más pequeña que un dedo
pueden caer las aguas
de su canto?

¡Facultad luminosa!
poderío invisible,
torrente
de la música
en las hojas,
¡conversación sagrada!

Limpio, lavado, fresco
es este día,
sonoro
como cítara verde,
yo entierro
los zapatos
en el lodo,
salto los manantiales,
una espina
me muerde y una ráfaga
de aire como una ola
cristalina
se divide en mi pecho.
¿Dónde
están los pájaros?
¿Fue tal vez
ese susurro en el follaje
o esa huidiza bola
de pardo terciopelo,
o ese desplazamiento
de perfume? ¿Esa hoja
que desprendió el canelo
fue un pájaro? ¿Ese polvo
de magnolia irritada
o esa fruta
que cayó resonando,
eso fue un vuelo?
¡Oh pequeños cretinos
invisibles,
pájaros del demonio,
váyanse
al diablo
con su sonajera,
con sus plumas inútiles!
Yo que sólo quería
acariciarlos,
verlos resplandeciendo,
no quiero
en la vitrina
ver los relámpagos embalsamados,
quiero verlos vivientes,
quiero tocar sus guantes
de legítimo cuero,
que nunca olvidan en las ramas,
y conversar con ellos
en los hombros
aunque me dejen como a ciertas estatuas
inmerecidamente blanqueado.

Imposible.
No se tocan,
se oyen
como un celeste
susurro o movimiento,
conversan
con precisión,
repiten
sus observaciones,
se jactan
de cuanto hacen,
comentan
cuanto existe,
dominan
ciertas ciencias
como la hidrografia
y a ciencia cierta saben
donde están cosechando
cereales.

Ahora bien,
pájaros
invisibles
de la selva, del bosque,
de la enramada pura,
pájaros de la acacia
y de la encina,
pájaros
locos, enamorados,
sorpresivos,
cantantes
vanidosos,
músicos migratorios,
una palabra
antes
de volver
con zapatos mojados, espinas
y hojas secas
a mi casa:
vagabundos,
os amo
libres,
lejos de la escopeta y de la jaula,
corolas
fugitivas,
así
os amo
inasibles,
solidaria y sonora
sociedad de la altura,
hojas
en libertad,
campeones
del aire,
pétalos
del humo,
libres,
alegres,
voladores y cantores,
aéreos y terrestres,
navegantes del viento,
felices
constructores
de suavísimos nidos,
incesantes
mensajeros del polen,
casamenteros
de la flor, tíos
de la semilla,
os amo,
ingratos:
vuelvo
feliz de haber vivido con vosotros
un minuto
en el viento.

(Pablo Neruda)


El Árbol de la Mentira


La Verdad y la Mentira se pusieron a vivir juntas una vez y, pasado cierto tiempo, la Mentira, que es muy inquieta, le propuso a la Verdad que plantaran un árbol, para que les diese fruta y poder disfrutar de su sombra en los días más calurosos. La Verdad, que no tiene doblez y se conforma con poco, aceptó la propuesta.

Cuando el árbol estuvo plantado y empezó a crecer frondoso, la Mentira propuso a la Verdad que se lo repartieran entre las dos, cosa que agradó a la Verdad. La Mentira, dándole a entender con razonamientos muy bellos y bien construidos que la raíz mantiene al árbol, le da vida y, por ello, es la mejor parte y la de mayor provecho, aconsejó a la Verdad que se quedara con las raíces, que viven bajo tierra, En tanto, ella se contentaría con las ramitas que aún habían de salir y vivir por encima de la tierra, lo que sería un gran peligro, pues estarían a merced de los hombres, que podrían cortarlas o pisarlas, cosa que también podrían hacer los animales y las aves. Además, le dijo que los grandes calores podrían secarlas, y quemarlas los grandes fríos; por el contrario, las raíces no estarían expuestas a estos peligros.

Al oír la Verdad todas estas razones, como es bastante crédula, muy confiada y no tiene malicia alguna, se dejó convencer por su compañera la Mentira; creyò que era verdad lo que le decía.

La Verdad se metió bajo tierra para vivir, pues allí estaban las raíces, que ella había elegido, y la Mentira permaneció encima de la tierra, con los hombres y los demás seres vivos. Y como la Mentira es muy lisonjera, en poco tiempo se ganó la admiración de la gente, porque su árbol comenzó a crecer y a echar grandes ramas y hojas que daban fresca  sombra; también nacieron en el árbol flores muy hermosas, de muchos colores.

Al ver un árbol tan hermoso, muchas personas empezaron a reunirse junto a él muy contentas; gozaban de su sombra y de sus flores; la mayoría de la gente permanecía allí, e incluso quienes vivían lejos se recomendaban el árbol de la Mentira por su alegría, sosiego y sombra fresca.

Así, la Mentira se sentía muy honrada y era muy considerada por quienes buscaban siempre su compañía: al que menos se acercaba a ella y menos sabía de sus artes, todos lo despreciaban, e incluso él mismo se descalificaba.

Mientras esto le ocurría a la Mentira, que se sentía muy feliz, la triste y despreciada Verdad estaba escondida bajo la tierra, sin que nadie supiera de ella ni quisiera ir a buscarla. Viendo la Verdad que no tenía con qué alimentarse, sino con las raíces de aquel árbol que la Mentira le aconsejó tomar como suyas, y a falta de otro alimento, se puso a roer y a cortar para su sustento las raíces del árbol de la Mentira. Aunque el árbol tenía ramas gruesas, hojas muy anchas que daban mucha sombra y flores de colores muy alegres, antes de que llegase a dar su fruto fueron cortadas todas sus raíces, pues tuvo que  comérselas la Verdad.

Cuando las raíces desaparecieron, la Mentira estaba a la sombra de su árbol con todas las personas que aprendían sus artimañas, se levantó viento y movió el árbol que, como no tenía raíces, muy fácilmente cayó derribado sobre la Mentira, a la que hirió y quebró muchos huesos, así como a sus acompañantes, quienes resultaron malheridos.

Entonces, por el vacío que había dejado el tronco, salió la Verdad, que estaba escondida, y cuando llegó a la superficie vio que la Mentira y todos los que la acompañaban estaban muy maltrechos. Habían recibido gran daño por haber seguido el camino de la Mentira.

La Mentira tiene ramas muy grandes y sus flores, que son sus palabras, pensamientos o halagos, son muy agradables y gustan mucho, pero son efímeros y nunca llegan a dar buenos frutos. A quienes usen de los halagos y engaños de la mentira, evítalos cuanto puedas, porque cuando se encuentren más confiados, les sucederá como al árbol de la Mentira y a quienes se cobijaron bajo él.

Aunque muchas veces en nuestros tiempos la verdad sea menospreciada, abrázate a ella. La verdad siempre te hará libre.


Moraleja: la verdad, tarde o temprano, acaba por conocerse, por eso, sé honesto y ve siempre con la verdad y la sinceridad por delante, te harás un favor a ti mismo y se lo harás a los demás. 




Las Palabras También Matan. Maltrato Psicológico, Claves para Reconocerlo y Superarlo




"No hay que apagar la luz del otro
para lograr que brille la nuestra".
(Gandhi)

RESUMEN

Este trabajo va dirigido a aquellas personas que se encuentran en una situación de maltrato psicológico o abuso emocional dentro de la pareja. Describe en qué consiste y qué tipos de comportamiento suponen maltrato, teniendo en cuenta que no todas las personas maltratadas son conscientes de que lo que sucede en su relación de pareja está siendo abusivo y puede considerarse maltrato. El daño o destrucción del sentido del yo y la autoestima, como consecuencia del maltrato repetido, además de dar lugar a ansiedad, depresión o trauma, distorsiona el modo de verse a uno mismo o al mundo, dejando a la víctima atrapada en una situación en la que se ve incapaz de salir.


INTRODUCCIÓN

El primer paso para poder salir de una situación de maltrato psicológico o abuso emocional consiste en reconocer que está sucediendo. Hay muchos motivos por los que una persona no llega a ser consciente de lo que está pasando, pero tal vez el más poderoso es que, para la mayoría de las personas resulta muy difícil creer que la misma persona que amas y que se supone que te ama, te está sometiendo a un constante maltrato. De hecho parece incluso una contradicción: ¿Cómo es posible que alguien que dice quererte te maltrate? Tendemos a pensar que si existe amor no puede existir maltrato, como si ambas cosas no pudieran darse juntas jamás. Pero esta es una idea errónea y peligrosa, una trampa que te impide ver la realidad tal cual es. Y la realidad es que el ser humano es sumamente complejo, y la misma persona que cuando dice que te ama lo dice en serio, puede estar maltratándote también, tanto física como psicológicamente. Tendemos a pensar en el amor como algo hermoso, una relación de apoyo, cariño y respeto por la otra persona y la relación. Un compromiso con alguien a quien deseas o mejor y a quien nunca querrías dañar. Ésta es sin duda una buena definición para un tipo de amor sano; la clase de amor que todos consideramos que debe ser el amor “verdadero”. Pero en realidad, hay tantas formas de amar como personas en el mundo. Y los sentimientos de amor pueden ir entremezclados con otros sentimientos, actitudes, carencias, ideas, miedos, etc..., que hacen que el cóctel resultante sea una compleja mezcla que lleva a una persona a vivir y sentir el amor de una manera muy particular. A persona dependiente y ansiosa, por ejemplo, llena de miedo al abandono, dirá que te ama, lo creerá, lo sentirá. Alguien puede decirle. “No es amor, es dependencia, es miedo a la soledad”, pero no podemos negar la experiencia subjetiva de esta persona, que dice que ama a su pareja con una intensidad que le asusta. No es un amor sano, no es un amor que lleve a crecer, pero esa persona lo vive como amor. Y eso la puede llevar a pensar: “No puede estar maltratándome porque me ama, si me trata a sí es por mi bien, por mi culpa, porque le hago enfadar, hay algo malo en mí…”. Pero la idea de que quien te ama (al menos a su manera), no puede estar maltratándote, además de ser errónea, te lleva a pensar de un modo que resulta perjudicial y destructivo, que te impide ver lo que está pasando,, te impide tomar medidas, y te lleva a culparte y hacerte responsable de lo que está pasando. Y es que la persona maltratada, aunque no reconozca que está siendo objeto de abuso, sí sabe que la están castigando, que ciertos comportamientos de su pareja le hacen daño, le resultan insultantes y humillantes, la dejan en un estado de confusión, dudas, tristeza, ansiedad. Pero ante la imposibilidad de aceptar que la persona que dice quererla la está maltratando, descarta esa opción de su mente por inadmisible o imposible, no le queda más remedio que culparse a sí misma por lo sucedido. “Si yo no fuera tan idiota mi pareja no tendría que hablarme así”. Pero ni aunque fueras la persona más idiota sobre la faz de la tierra merecerías el maltrato. Por tanto la idea que debes tener presente es ésta: La persona que te ama puede estar maltratándote al mismo tiempo, porque el amor no siempre es sano ni responde al ideal de amor que quisiéramos tener. Por supuesto, en otras situaciones el maltratador no siente ningún tipo de amor por la víctima, tan solo desprecio y desagrado, o bien pueden darse juntos sentimientos contradictorios, de amor y desprecio.  


EN QUÉ CONSISTE EL MALTRATO PSICOLÓGICO

Cualquier persona puede maltratar psicológicamente a otra en un momento dado, y seguramente, todos hemos sido tanto víctimas como verdugos en más de una ocasión. Tal vez sea inevitable que en alguna ocasión seamos tratados con desprecio, humillados, insultados o rebajados. Pero no es eso lo que define el maltrato psicológico. Cuando hablamos de maltrato psicológico o abuso emocional, nos referimos a algo que sucede de forma repetida y continuada a lo largo del tiempo. No es un simple desprecio ocasional hecho por despecho o en el calor de una discusión; es un proceso sistemático, al que se ve sometida una persona una y otra vez durante un largo período de tiempo. Dado que casi todos hemos sido víctimas de maltrato alguna vez, sabemos lo que se siente, sabemos que daña nuestra autoestima, que nos afecta y que nos duele. Si es un incidente aislado lo acabamos olvidando, lo superamos, tal vez en unos minutos, o tal vez necesitemos varias horas o le demos vueltas en nuestra mente durante varios días, pero acaba pasando y sus efectos no son duraderos. Pero, ¿qué sucede si, cuando acabamos de recuperarnos del anterior incidente, sucede otro similar? ¿Y si vuelve a sucedernos una y otra vez, sin darnos tiempo a digerir cada suceso, a procesarlo y superarlo? ¿Y si la persona que nos maltrata es alguien importante en nuestras vidas, como nuestra pareja, lo cual hace que el dolor del desprecio sea más intenso? No sucede gran cosa si alguien te dice una vez que eres un inútil, pero pasa mucho cuando te dicen cosas como esa una y otra vez; y pasa aún más si quien te lo dice es tu pareja, la persona a la que amas, la persona que supuestamente te ama. Es cierto que una gota de agua no tiene importancia, una sola gota no va a ahogarte, pero, si te vienen encima tantas gotas de agua como para ahogarte, ¿seguirías viéndolas como simples gotas de agua? Seguramente no. Un único comentario despreciativo no es un problema; uno cada día es como un cáncer en tu mente, que la va corroyendo lentamente sin que apenes te des cuenta. Por eso es importante que seas consciente de lo que de verdad está pasando, que dejes de ignorar tus sentimientos y les concedas valor. Los sentimientos nos guían, nos dicen que algo marcha mal, nos empujan a buscar soluciones. Si piensas que es absurdo que te sientas mal, entonces no estás concediendo valor a tus sentimientos y emociones. Tus emociones son válidas siempre, nadie puede discutirlas, ni negarlas, nadie puede decirte que no deberías sentir lo que sientes. Cada persona es diferente y a cada persona le afectan los sucesos de manera diferente. Y el modo como te afecte no es discutible, es un hecho. Nunca niegues la validez de tus emociones o sentimientos. Tienes derecho asentir lo que sientes, sea lo que sea. Por tanto podemos definir el maltrato psicológico como un proceso que se extiende a lo largo del tiempo y en el que una persona es humillada, infravalorada, insultada, manipulada o despreciada de forma sistemática.

¿Realmente estoy siendo víctima de maltrato? A veces resulta difícil detectar el maltrato porque es complicado conocer y explicar el significado de cada frase, alusión o entonación. Por eso es importante usar las propias emociones como guías. Por supuesto, a veces podemos equivocarnos. Tal vez malinterpretemos una frase y nos enfademos, cuando no nos habríamos enfadado de conocer el verdadero significado. Pero en una relación normal y sana los malentendidos se aclaran, se piden disculpas y no pasa nada. En una relación abusiva, incluso si malinterpretas un comentario inofensivo de tu pareja y pides disculpas, no hay perdón por su parte; lo usará contra ti; te dirá que no estás bien de la cabeza, que eres una persona paranoica e histérica, o que no vale la pena hablar contigo porque todo lo entiendes al revés, y cuando pase la discusión quedará en ti una emoción desagradable, una pequeña herida emocional más a añadir a tu larga lista. En una relación de pareja, la víctima puede tolerar ciertos comportamientos abusivos por amor a su pareja, porque el cariño que siente le hace pensar cosas como: “Lo hace porque está frustrado por el trabajo”, “No lo dice en serio”, que excusan el comportamiento del maltratador. Así mismo, es posible que los propios familiares y amigos de la víctima intenten restar importancia a esas conductas con comentarios similares, pero lo que hacen es dejar a esta persona con la sensación de que no percibe la realidad correctamente, porque pretenden hacerle ver que no pasa nada, cuando sí que está pasando algo. Dudar de nuestro propio juicio es peligroso, sobretodo en una situación de maltrato, porque provoca una gran incertidumbre, y ¿cómo podemos defendernos de algo si hasta dudamos de su existencia? El maltratador también tratará de darle la vuelta a las cosas. Si reaccionas con depresión o abatimiento te dirá que siempre estás deprimido. Si, ante la situación de maltrato continuado, al final no puedes más y estallas con ira, tu pareja te acusará de ser una persona agresiva o histérica. Puede tratarse de alguien que ejerce el maltrato de un modo tranquilo, sin alzar la voz, sin estallidos emocionales, tan sólo por medio de comentarios hirientes, como: “Ya sé que has logrado ese ascenso, y te felicito, pero no es un trabajo tan importante, cualquier puesto que ocupes allí será siempre de baja categoría”, dicho en un tono tranquilo y suave, con aire de superioridad y una ligera mueca de desprecio o burla que te transmite el mensaje: “Hay que ser idiota para venir tan alegre por un ascenso en semejante trabajo basura”. Algunas personas dicen que no son víctimas de maltrato psicológico porque imaginan situaciones extremas, como un ambiente familiar lleno de amenazas, gritos, insultos y un franco desprecio, o porque nadie los ha echado de casa en plena noche y ha cerrado la puerta con llave. El abuso emocional puede ser todo eso pero también puede ser sutil y reposado, puede adoptar muchas formas y modos diferentes, pero no por eso es menos destructivo y devastador. Puede que la persona que te esté maltratando sea inteligente, que caiga bien a todo el mundo, tal vez sea el tipo de persona para quien su imagen social es muy importante y trata de ser querida y admirada por todos, tal vez la consideren una persona encantadora pero al llegar a casa muestra su verdadero rostro, cuando por fin puede quitarse la máscara que exhibe ante los demás. O es posible que tu pareja tenga un gran sentido del humor y recurra al sarcasmo ya la burla para hacerte daño. Luego te dirá: “Pero si sólo es una broma, no tienes sentido del humor”. Pero no es sólo una broma, es una burla tras otra, pequeños tiros continuados que hacen mella en tu autoestima. Con la primera broma te ríes, puede que con las siguientes también, porque tienes sentido del humor, y porque sabes reírte de ti mismo si la ocasión lo requiere, pero llega un momento en que ya no te apetece reírte más, en que empiezas a sentir ira o depresión ante dichos comentarios. Entonces puede que te autocastigues haciendo tuyos los comentarios del maltratador: “¿Será que no tengo sentido del humor? ¿Estoy exagerando, debería saber reírme de esto y no enfadarme? ¿Soy idiota por enfadarme?” Dudas y más dudas que te dejan en un estado de incertidumbre, que te hacen dudar de tu propia capacidad para percibir la realidad correctamente. Es decir, empiezas a dudar de ti, de tus percepciones, tus juicios, tus emociones. Eso significa que tu identidad empieza a estar erosionada. El maltrato psicológico erosiona tu identidad, tu sentido del yo, de quien eres y hacia donde te diriges. Por eso es tan peligroso y destructivo.

El maltrato psicológico es algo que hay que tomar muy en serio. A veces, los mensajes del maltratador no se perciben como agresiones porque es demasiado sutil, de modo que la víctima siente hostilidad y malestar pero no sabe realmente porqué, hasta que lo piensa con más detalle y toma conciencia de lo que está pasando. Debido a que con frecuencia los ataques son indirectos, resulta bastante difícil defenderse de ellos, pues no se pueden ver con claridad. Puede tratarse de miradas  e desprecio, suspiros con gesto de irritación o movimientos de negación con la cabeza, críticas o burlas disfrazadas de bromas. A veces, debido a que el abuso ha estado presente desde la infancia, la víctima no puede imaginar que otro tipo de relación sea posible. El maltrato se percibe como normal o merecido; la víctima piensa que es la culpable de lo que está pasando e intenta cambiar el comportamiento de su pareja cambiando ella. Empieza a pensar qué ha hecho o dicho mal, qué debería hacer o decir la próxima vez para no enfadara su pareja, como si fuera responsable de su comportamiento, cuando lo cierto es que cada persona es responsable de su propia conducta y la mayoría de las veces ni siquiera puede hacer nada para cambiarlo, porque haga lo que haga siempre reaparecerá un nuevo motivo para el abuso. Esto es así porque el motivo real del maltrato es el control y la dominación, de modo que todo lo demás son simples excusas. Es decir, el motivo de su enfado no es que su pareja haya llegado demasiado tarde, o haya estado hablando con cierta persona, o haya dicho algo absurdo. Esas son sólo excusas para ejercer un control sobre ella, y ni siquiera cuando la haya dominado y controlado por completo va a cesar necesariamente el abuso, porque está originado por los propios miedos de la persona que maltrata. Incluso aunque su pareja no vea a nadie, no salga de casa, no trabaje, su miedo seguirá ahí, en su interior, como una voz que le dice que todavía no es suficiente, que nunca es suficiente, porque el maltratador está tratando de vencer sus miedos de un modo equivocado, de un modo que nunca le traerá la paz y tranquilidad que necesita. Seguirá teniendo miedo, seguirá sintiendo una gran inseguridad, y seguirá intentando hundir a su pareja más y más, creyendo que así puede vencer su miedo sin lograrlo nunca. Es un círculo vicioso del que no puede escapar, pues la salud psicológica no se logra por medio de comportamientos patológicos. De esta manera no podrá superar su miedo, y su pareja no logrará que cambie doblegándose, sólo logrará deprimirse lo cual será un nuevo motivo de maltrato. La víctima de abuso siente una profunda soledad. Lucha por el amor de una persona que la degrada la mayoría del tiempo y ansía los cada vez más escasos momentos en que su pareja vuelve a ser la persona cariñosa y atenta que la enamoró en un principio. Se encuentra en un estado de ansiedad constante, esperando a que su pareja vuelva a comportarse amablemente, y cuando lo hace, sigue viviendo ese momento con ansiedad, temiendo que pueda volver a cambiar y reaccionar con desprecio y abuso de nuevo.


Toda su vida empieza a girar en torno a su pareja, temiendo que se enfade y reaccione de manera abusiva. En este momento, su vida ya no le pertenece, pues no toma sus decisiones libremente, sino basadas en el miedo a la reacción de su pareja, quien ha logrado controlarla gracias a su miedo. Pero esta cadena de dependencia y miedo puede romperse, aunque primero es necesario analizar con detalle los sentimientos y no confundirlos. Cuando el amor va acompañado de miedo, tristeza, soledad, aislamiento, incomprensión, ansiedad, ¿deberíamos llamarlo amor? Cuando la víctima dice que a pesar de todo ama a esa persona, ¿es ese el tipo de amor que desea, un amor irremediablemente mezclado con dolor y soledad? Cuando al amar a una persona, ese amor trae consigo sentimientos de dolor, tristeza, soledad, incomprensión o ansiedad, entonces lo que sientes no es amor. Los siguientes casos indican que una persona puede estar siendo víctima de abuso emocional:


  • Empieza a dudar de sus emociones, juicios, opiniones, pensamientos, interpretaciones de la realidad, y esas dudas están desencadenadas por los comportamientos de su pareja.
  • Con frecuencia, en su interacción con su pareja se siente como si no valiese nada.
  • menudo, en la interacción con su pareja se siente humillada, infravalorada, despreciada, avergonzada, rechazada.
  • A menudo, en la interacción con su pareja se siente controlada, manipulada, privada de libertad, enjaulada. Si usamos un poco la imaginación, podemos ver el maltrato como una especie de energía que va tomando forma, que acaba poseyendo a una persona como un ente extraño en su interior, que le sigue hablando en su propia mente incluso cuando el maltratador no está cerca. Por su mente empiezan a desfilar una serie de ideas, comentarios o imágenes muy similares a los que ha escuchado en boca de su pareja. Son comentarios de auto desprecio, autocrítica, dudas de su valor personal, de su capacidad, de la validez de sus opiniones, de lo acertadas que puedan ser sus ideas. Es el maltratador interior. Y ese maltratador interior es el primero que debe combatir. Ha de arrancarlo de su interior para después poder sacarlo de su vida.



La Víctima de Maltrato

¿Por qué algunas personas consienten el maltrato? Generalmente se trata de personas que han sido víctimas de algún tipo de maltrato en su infancia. Estas personas son más propensas a verse implicadas en relaciones similares en la edad adulta. Es posible que incluso hayan vivido varias relaciones de este tipo, y que hayan salido de una sólo para verse implicadas en otra similar poco tiempo después. En cierto modo, es como si quisieran revivir la historia ocurrida en su infancia para escribirla de nuevo y poder darle un final feliz. Ese final feliz que, por mucho que lo desearon, nunca tuvieron en su infancia. Intentan cambiar el pasado haciendo que una persona abusiva cambie y los ame con un amor verdadero y sano. Por este motivo, buscan inconscientemente como pareja a una persona similar al padre o madre maltratador. En otros casos, el maltrato durante la infancia ha enseñado a estas personas que no pueden aspirar a nada más, que no son dignas de un amor verdadero, que hay algo defectuoso en ellas y no merecen ser tratadas con cariño y respeto. También es posible que, debido a la situación de abuso en su infancia, les falten algunos de los recursos psicológicos básicos para no ser atrapadas en la red del maltratador. Al no haber desarrollado estos recursos están menos capacitadas para huir de una situación de maltrato o para detectarla. El maltratador sabe cómo enganchar a estas personas. Empieza por mostrarse cariñoso, les da el amor y la conexión emocional que tanto ansían tener, que nunca tuvieron en su infancia y han anhelado desde entonces. Conforme se va formando un vínculo entre ellos empiezan a aparecer los primeros signos de maltrato, en forma de sutiles desprecios, rechazo, indiferencia. Este comportamiento alternante entre maltrato y muestras de amor, vuelve a abrir viejas heridas procedentes de la infancia. La víctima se ve en una situación parecida a la que vivió tiempo atrás y que no aprendió a manejar. De este modo se va formando un fuerte vínculo entre ambos, constituido por una mezcla de dependencia, ansiedad, carencias y viejas heridas que no han llegado a curarse del todo. Y puede que también amor, entremezclado con estas emociones que hacen que todo sea tan intenso. El dolor… Otra falsa “prueba” del amor que se siente. La intensidad de las emociones no necesariamente está basada en el amor, puede estar originada por el miedo al abandono y la ansiedad. No confundir amor con adicción. Cuando empiezas a sentir que desapareces: Algunos autores han comparado el efecto del abuso emocional con el producido perlas torturas emocionales de prisioneros en los campos de concentración. El prisionero se siente como si fuera invisible. Sus sentimientos, sus deseos, han dejado de tener importancia, no existe como persona, sólo como número, son meramente cuerpos que se mueven, indistinguibles unos de otros, vestidos de la misma manera, deshumanizados. Sienten que están desapareciendo poco a poco, que su yo se desvanece, que no son nadie porque no importan a nadie.

La persona sometida a abuso emocional puede llegar a sentir algo muy similar: esa sensación de desaparición. Aislada de sus familiares y amigos no le queda nadie más en la vida que el maltratador, a quien se aferra con más fuerza cuanto más aislada se siente y cuanto más destruida está su identidad. La misma persona que la está destruyendo es la misma que, si lo desea, puede hacer que vuelva a sentirse persona, puede validarla, hacer que esa sensación de no ser nada y de no importar nada desaparezca aunque sea por un momento. Eso lo sabe y lo desea con ansia. Por este motivo, cuanto más tiempo pasa una persona en una situación de maltrato, más difícil resulta salir de ella, pues la erosión del yo crea más dependencia, y esta dependencia hace que se aferre cada vez con más intensidad a la única persona que existe en su vida: el maltratador. Cuando empiezas a sentir que desapareces, que no queda nada en tu interior excepto un gran vacío, aparece también la confusión, no puedes pensar con claridad, no puedes tomar decisiones ni funcionar normalmente. Las discusiones, los desprecios, las humillaciones, las críticas, empiezan a rondar la mente de la víctima como una obsesión. Trata de entender lo que está pasando, dotar de sentido al sin sentido, buscar una explicación lógica para algo que no tiene lógica alguna. Los recuerdos de incidentes con el maltratador surgen en su mente una y otra vez y no puede concentrarse en lo que está haciendo. Esto hace que aumente su predisposición a accidentes, sobre todo cuando conduce mientras estos recuerdos e imágenes mentales se agolpan en su mente.

¿Por qué las víctimas no se marchan? Muchas personas se hacen esta pregunta: si alguien se encuentra en una situación de maltrato, ¿por qué no se va, por qué no se aleja de esa persona? La respuesta a esta pregunta es compleja y pueden ser muchos los factores implicados. Además del vínculo traumático creado que mantiene a la víctima fuertemente unida al maltratador existen otros motivos que se detallan a continuación: No es consciente de lo que está pasando.



Búsqueda de Excusas

Actúa así porque no está bien, porque tiene muchos problemas en el trabajo, no lo dice en serio, es el estrés… O bien es posible que no crea en sus propias percepciones: “Estoy exagerando, sólo ha sido una broma, no es para tanto”. Se culpa a sí misma: “Si yo no fuera tan idiota y tan torpe no reaccionaría así, soy yo quien le hace enfadar…” De este modo no se da cuenta de que está en una situación de maltrato porque no percibe la realidad con claridad.

Miedos y Carencias

No podría soportar estar sin pareja, esto es mejor que estar sola, quien va a quererme a mí, nunca encontraría a nadie…”. Este modo de pensar puede ser una consecuencia del maltrato, el cual erosiona la autoestima de la víctima hasta verse como una persona sin valor, a la que nadie podría amar e incapaz de valerse por sí misma; o bien es posible que ya pensara así antes de entrar en la relación, tal vez debido a una historia previa de abuso y maltrato en la infancia o en una relación anterior cuyas heridas no han sanado todavía. Es un modo de pensar que favorece la permanencia en este tipo de relaciones.


Falta de Apoyo

Lo habitual es que, al aparecer los primeros signos de maltrato, la víctima se sienta confusa y se pregunte si es cierto lo que está pasando, si está exagerando, si está malinterpretando los acontecimientos o si está concediendo demasiada importancia a algo que en realidad no la tiene. Sus dudas pueden llevarla hablar con otras personas, como familiares y amigos que confirmen que lo que está percibiendo es real. Si estas personas le dicen que se equivoca, que no pasa nada, que su pareja es una persona excelente, etc... es posible que desestime sus impresiones y se critique y se reproche a sí misma ser tan hipersensible o tan débil. De este modo ignora sus emociones y hace recaer en ella la culpa de su malestar: “No hay nada malo en mi pareja, soy yo quien tiene que cambiar, tengo que dejar de ser tan idiota y de hacer que mi pareja se desespere y se enfade”.

Falta de Cariño

Una persona que no se siente querida, que duda que sea posible que alguien pueda llegar a enamorarse realmente de ella, al sentirse validada y amada al principio de la relación, siente que su autoestima aumenta, que tiene un mayor valor personal y que tal vez las cosas hayan cambiado y sí sea merecedora de amor. Cuando el abuso aparece y las cosas empiezan a ir mal, teme perder algo tan importante para ella, algo que no se creía merecedora de conseguir. Por tanto, intenta luchar con todas sus fuerzas para encontrar el modo de arreglar las cosas y hacer que la relación funcione y todo vuelva a ser como al principio. En su forma de percibir las cosas, romper significaría que no es digna de amor, que no ha sido capaz de lograr que su pareja se sienta bien a su lado y que está destinada a estar sola. Es decir, no sólo se siente totalmente culpable de lo sucedido sino que la ruptura significa que es alguien sin valor que nadie puede amar.

Sentimiento de Culpa

La víctima ideal del maltrato es una persona que tiende a culparse a sí misma. Con frecuencia, es una persona perfeccionista, preocupada por hacer lo correcto, que tiende a hacerse responsable en exceso de todo lo que acontece a su alrededor. Necesita orden y seguridad en su vida y no se permite cometer errores. Se entrega con intensidad a la persona que ama pero tiene problemas para aceptar ayuda o favores de ella. En el trabajo asume una mayor carga que los demás y en las relaciones asume también un mayor peso a la hora de hacer que funcione. Se siente responsable en mayor medida que su pareja y se esfuerza en hacer que todo vaya bien. No es extraño que una persona así acabe con una persona egoísta y narcisista que no se siente incómoda estando con alguien que da mucho más de lo que recibe y que además considera que es así como tiene que ser, pues la persona narcisista antepone sus deseos y necesidades a los de su pareja y a los de cualquier persona. Por lo general son felices al ser útiles a su pareja, la apoyan siempre están ahí para cualquier cosa que necesiten, pero al estar con una persona egoísta esta tendencia suya acaba haciendo que se sientan explotadas y utilizadas. Al darse cuenta de esto es posible que reaccionen con depresión, y la depresión no ayuda en absoluto a salir de una relación abusiva sino todo lo contrario. Su pareja ideal sería una persona empática y altruista que no le permitiera dar en exceso y le recordara que también tiene que pensar en sí misma.

La Necesidad de Ayudar al Maltratador

Si se porta así es porque tiene problemas, necesita ayuda y yo tengo que ayudarle”. Esta forma de pensar es una trampa porque por mucho que intenta ayudar a su pareja no lo consigue, y este fracaso le lleva a sentir frustración: “Ni siquiera soy capaz de ayudar a mi pareja”. Pero el maltratador nunca cambiará si no reconoce primero lo que está haciendo. Muchos dicen: “Así es como soy y no puedo cambiar”, lo cual es la excusa perfecta para seguir maltratando a su pareja y no asumir ninguna responsabilidad por la propia conducta. Así la víctima queda atrapada en una relación abusiva por su propia esperanza y deseos de salvar a su pareja. A menudo se trata de personas en quienes es muy fuerte este deseo de ser las salvadoras. La posibilidad de salvar a alguien le hacer sentir bien, aumenta su autoestima, le hace sentirse útil, valiosa, capaz, le sirve para demostrarle al mundo y a sí misma que no es esa persona sin valor que a menudo piensa que puede ser. De este modo, la salvación de la otra persona se convierte en una necesidad; no es ya el acto altruista que lleva a una persona a ayudar a otra sino una necesidad que la reafirme a sí misma. Así queda atrapada en una batalla que no quiere perder pero que tampoco puede ganar; no mientras no se salve a sí misma primero (de sus miedos, de sus inseguridades, de su baja autoestima, de sus viejas heridas, de su pasado traumático, de su maltratador interior).

Restar Importancia a los Hechos

En realidad es una persona encantadora, yo sé que me quiere, pero tiene un carácter fuerte”. Pero no se puede cerrar las puertas al abuso y fingir que no tiene importancia, no se puede cerrar las puertas al dolor y fingir que no existe. Cuando se hace eso, empiezan a aparecer síntomas que no se explican: dolores de cabeza, problemas para dormir, dolores de estómago, sensación de ansiedad y tensión interior que no se sabe de dónde procede, cansancio. Fingir que no pasa nada consume demasiada energía. Pero la realidad es que no es sólo un pequeño defecto de su carácter, es maltrato, es abuso, tanto si lo hace conscientemente como si no, tanto si es debido a sus propios traumas como si no, tanto si se da de manera continuada como si se da entremezclado con momentos de cariño (momentos que suelen ser cada vez más escasos), con excusas o sin ellas, es un comportamiento abusivo, y como tal, es destructivo en sí mismo, y los buenos momentos que pueda haber no los compensan.

Reforzamiento Intermitente

En este tipo de relaciones suele darse un patrón alternante con momentos en que el maltratador se muestra cariñoso y atento seguidos de momentos de abuso emocional. Esta conexión emocional intermitente produce gran desasosiego y confusión en la otra persona, manteniéndola insegura constantemente respecto al amor de su pareja. Cuando cree que tiene su amor, éste vuelve a rechazarla y siente una gran ansiedad por recuperarle de nuevo. Los pequeños momentos de conexión hacen que recupere la esperanza y cuando sucede de nuevo el rechazo y el maltrato, la decepción y el dolor son intensos.


FASES QUE ATRAVIESA LA VÍCTIMA EN UNA RELACIÓN DE MALTRATO

Seducción

En un principio el maltratador se muestra amable y seductor. La relación está empezando, aún no existe un vínculo fuerte entre ambos ni sentimientos demasiado profundos. Es la fase de la conquista y muestra su mejor cara en todo momento. 

En otras ocasiones existe una sutil forma de maltrato desde el principio, en la que el maltratador se relaciona de un modo pendular, con alejamientos y acercamientos alternativos. Conforme la relación avanza y se hace más profunda e íntima, el maltratador comienza a ejercer cada vez más control sobre la víctima.






Sometimiento

Cuando el maltratador ha logrado establecer el control sobre la víctima, ambos se retiran para evitar conflictos, aunque el maltratador continúa con un maltrato sutil e indirecto, difícil de detectar, pero sumamente dañino. En este momento la víctima se ha sometido al control ejercido por su pareja para evitar problemas y mantener cierto equilibrio en la relación. El intenso miedo al abandono que siente la víctima contribuye también a este sometimiento: “Si no hago nada que le moleste todo marchará bien”. Aunque es consciente del comportamiento negativo de su pareja, al mismo tiempo sigue admirando ciertos comportamientos que considera positivos. No obstante, al ceder y someterse al control de su pareja para evitar conflictos, las cosas no se suavizan sino que empeoran, pues el maltratador intenta dominar cada vez más, mientras la víctima se siente cada vez más atrapada, hundida y deprimida.

Confusión

La identidad de la víctima empieza a estar dañada. Al principio es una sensación de confusión, ya no es la misma persona que era antes. Ha perdido espontaneidad y energía. Se ve a sí misma controlando su conducta y midiendo sus palabras para no hacer o decir algo que provoque el rechazo de su pareja. Está en un continuo estado de estrés, no está del todo segura de lo que está pasando. Se pregunta si es responsable o culpable de lo que sucede y hasta qué punto lo es. El maltratador siempre dice la última palabra, culpa sistemáticamente a la víctima de todo lo que va mal, miente, se niega a hablar, se niega a escuchar… Todo en su comportamiento y lenguaje indica a la víctima que ella es la única responsable de lo que sucede: “Empecé a creer que tal vez él tenía razón y yo no era más que una neurótica o histérica”.

Dudas

La víctima no puede creer lo que está pasando. Le parece imposible que la persona quien ama y la que, supuestamente, le ama se comporte de esa manera. Trata de buscar explicaciones razonables a los incidentes de maltrato y trata de comprender algo que, de hecho, es bastante incomprensible: la violencia gratuita y sin motivo. Al no encontrar ninguna razón lógica, empieza a preguntarse si habrá hecho algo que ha provocado esa reacción en su pareja. Pide una y otra vez a su pareja que le explique qué es lo que le ha molestado tanto, pero el maltratador no ofrece ninguna explicación, tan sólo respuestas vagas como: “Deberías saberlo”, “Da igual, no entiendes nada”, “Diga lo que diga seguirás igual”. La víctima se siente frustrada, sus intentos de comunicarse para aclarar sus dudas se encuentran con un muro de frialdad y silencio.

Culpa

Poco a poco se asienta en la víctima un sentimiento de culpa que la mantiene atada la relación. Cuando nos sentimos culpables de algo queremos reparar el daño cometido para sentirnos mejor. La víctima quiere encontrar el modo en que la relación funcione, se siente culpable, quiere encontrar la forma “correcta” de actuar para acabar con los reproches, las críticas, las humillaciones; pero haga lo que haga nada cambia. Más bien sucede al contrario, el maltratador va ganando más control sobre la víctima, intensificando su dominio, haciéndose más fuerte. Los familiares y amigos de la víctima pueden contribuir a este sentimiento de culpa porque no entienden que una persona se comporte de ese modo sin motivo: “Algo le habrás hecho”, es el mensaje que, con unas palabras u otras, pueden estar transmitiéndole.

Estrés

La víctima se encuentra en un constante estado de alerta. Teme las reacciones del maltratador, teme nuevos conflictos, sarcasmos, reproches, rechazos. Controla lo que dice y hace para no provocar problemas y mantener la situación tranquila. Ha de estar constantemente alerta para que su pareja no se moleste, trata de calmarle cuando se muestra irritable y trata de calmarse a sí misma para no “echar más leña al fuego”. Todo esto la mantiene en un constante estado de tensión. A esto hay que añadir el estrés producido por el recuerdo de acontecimientos pasados. Este estado de estrés mantenido a lo largo del tiempo puede dar lugar a síntomas de todo tipo, como palpitaciones, sensación de opresión en el pecho, problemas para respirar, fatiga, insomnio, ansiedad, problemas digestivos, dolores musculares, dolores de cabeza, etc.







Aislamiento y Soledad

La víctima se siente sola. Es posible que no haya hablado con nadie de lo que está pasando, pues a menudo es un tema difícil de explicar a los demás. Si le describe a un amigo un suceso concreto, parece ser algo sin importancia al tomarlo de forma aislada. A veces, cuando el maltrato es muy sutil, se da en forma de insinuaciones, gestos, indirectas, miradas o ciertos tonos de voz que son difíciles de describir a los demás. Por otra parte, es posible que los amigos o familiares no entiendan lo que sucede y reaccionan con incredulidad e incertidumbre o no sepan cómo reaccionar. Incluso si llegasen a comprenderla, no entenderían porqué permanece en esa situación. No son capaces de entender los lazos invisibles que unen a la víctima a su maltratador, lazos hechos de carencias, de viejas heridas, de miedos e inseguridades que no se rompen con facilidad. Además, el maltratador trata de aislar a la víctima separándola de sus amistades y familiares. Cada vez que los ve, ha de pagar un alto precio en forma de discusiones, rechazos, amenazas o desprecios, y llega un momento en que no tiene fuerzas para seguir luchando y acaba cediendo, de modo que cada vez ve a sus amigos con menos frecuencia. Tampoco se siente emocionalmente unida a su pareja, de modo que el sentimiento de soledad y aislamiento es intenso.

Descompensación

Llega un momento en que empiezan a aparecer problemas de ansiedad, depresión, crisis de pánico, síntomas psicosomáticos como consecuencia del estrés prolongado. Las víctimas se sienten agotadas y sin energía durante todo el día, tiene problemas para concentrarse, no pueden pensar con claridad, no pueden dormir, tienen pesadillas, imágenes mentales de situaciones de maltrato irrumpen como intrusos en su mente, reviviendo el momento, como si no pudieran liberarse del maltrato incluso cuando el maltratador no está presente, pues sigue estando en su mente en forma de recuerdos. En algunos casos las víctimas pueden reaccionar con violencia. Esto suele suceder en un estado de pánico, al tratar de defenderse de sus amenazas. En otros casos pueden cometer suicidio o intentarlo.  

Maltrato Abierto y Encubierto

El maltrato psicológico puede ser de dos tipos: abierto y encubierto.

Maltrato abierto: Se trata de un tipo de maltrato que resulta claro y evidente: “Eres demasiado incompetente para ocuparte tú de esto, ¿Cómo va a apetecerme tener sexo contigo?, eres demasiado gorda y fea”. Se trata de insultos o críticas claramente despreciativas, expresadas con ira u odio. El control, manipulación o celos constituyen también un tipo de maltrato abierto. Entre las conductas que suponen abuso emocional abierto se encuentran las siguientes:










  • Gritar, insultar, despreciar, rebajar, criticar, ridiculizar a la víctima ante los demás, expresar asco hacia ella.
  • Arrojar objetos (no necesariamente hacia la víctima), dar golpes a las paredes, portazos, romper cosas.
  • Retirar el afecto e ignorar a la pareja, o amenazarla con romper la relación. Por ejemplo, no hacerle caso mientras habla, negarse a mantener una conversación, rechazar cualquier gesto de afecto de la pareja, irse de casa.
  • Impedir que vea a sus familiares y amigos, de modo que quede aislada del contacto con otra persona que no sea el maltratador.
  • Celos y posesividad excesivos. Controlar lo que hace y con quien está.
  • Restringir recursos: impedir hacer llamadas telefónicas, impedir el acceso al dinero, interferir en las oportunidades de trabajo, etc.
  • Amenazas de muerte o amenazas de integridad física o sexual, amenazas de dañar a sus hijos o animales domésticos. El maltratador puede amenazar con dañar los familiares de la víctima y decirle que es responsabilidad de ella impedir que eso suceda.

Maltrato encubierto: “Mi marido a veces me ignora cuando hablo, y cuando le cuento mis ideas se ríe, agitando la cabeza con desprecio “. El maltrato encubierto es un patrón sutil mediante el cual el abusador desprecia y rebaja las acciones, pensamientos y emociones de la víctima de una manera indirecta. Por ejemplo, tal vez no te diga que no le gusta cómo te has vestido pero teñirá de arriba abajo con desaprobación, transmitiendo sin palabras un mensaje que dice: “No eres ni capaz de vestir de manera apropiada”. Si expresas algún temor, en vez de apoyarte y ayudarte a superarlo, te mira con condescendencia dando a entender que eres débil y cobarde. De este modo, casi cualquier pensamiento, sentimiento, preferencia o deseo que expresa la víctima, es considerado inadecuado o negado de un modo indirecto. La comodidad y bienestar del maltratador es lo único que importa, y no es capaz disentir empatía  por las emociones de la otra persona. Al despreciar sus necesidades sentimientos le está diciendo, de manera indirecta, lo poco importantes que son. Muchas de estas personas no son conscientes de que están siendo víctimas de abuso emocional y tienden a pensar que lo que les sucede es debido a sus errores inadecuación. Muchas se sienten tremendamente deprimidas y no son capaces de expresar con claridad porqué se sienten así. Por eso, el primer paso hacia laceración es reconocer que está siendo víctimas de abuso emocional y establecer una asociación entre sus síntomas y la experiencia traumática que están viviendo.


TIPOS DE MALTRATO

El maltrato psicológico puede adoptar diferentes formas y los maltratadores utilizan diversas estrategias de maltrato. Entre ellas se encuentran las siguientes:

Impedir la Comunicación

Se niega a la víctima una comunicación directa, se evaden preguntas o temas, se usa un estilo de comunicación vago, en el que no se dice realmente nada, se dejan temas en el aire. El maltratador se niega a admitir lo que está pasando y a buscar una solución. No es posible una comunicación normal con estas personas, tienden a negar que existan conflictos o niegan su responsabilidad en ellos. El maltratador niega a la víctima su deseo de ser escuchada, como si lo que pensara o dijera no importase. La víctima se siente rechazada e impotente, porque sabe que existe un problema y desea arreglar las cosas, pero sus intentos de buscar soluciones se ven continuamente frustrados por su pareja, quien ni siquiera se digna a escucharle. De este modo, le transmite también el mensaje que no vale la pena hablar con ella, que lo que dice es absurdo y no vale la pena ser escuchada. Esta falta de comunicación se da a todos los niveles. El tono de voz suele ser frío, demuestra distante y no mira a la víctima. Puede ser un tono de voz sarcástico, despreciativo, burlón. Utiliza gestos como negar con la cabeza, suspirar y otras expresiones que indican que lo que dice su pareja es absurdo, que no es más que un puñado de tonterías. La mentira también forma parte del modo de comunicarse del maltratador. No suelen ser mentiras directas, sino que se trata de mentiras indirectas que luego puede distorsionar con facilidad. Aunque en algunas ocasiones las mentiras son directas y las expresa con seguridad insistiendo en su veracidad una y otra vez hasta que prevalece. Puede tener una gran facilidad para mentir, de modo que, ante la seguridad con la que afirma que lo que dice es cierto y el hecho de que no cambiado parecer ni duda ni un solo instante, la víctima puede acabar por creerlo.─ Desprecio, burlas, humillación, insultos, sarcasmo, críticas: Estos comentarios van dirigidos contra la persona, sus ideas, sus amistades o familiares, su modo de vestir. Trata de desanimar, rebajar y degradar a su pareja, haciéndola sentir que es inferior o no vale nada. El maltratador ridiculiza o humilla a la víctima tratando de burlarse de cualquier cosa que sea o tenga. A veces, estas burlas suceden en público, como cuando el maltratador describe algún suceso que avergüenza a su pareja. Aunque lo plantea como una broma, el comentario resulta hiriente o humillante. La víctima no está segura de sí se trata sólo de una broma, aunque puede notar la hostilidad o el desprecio en el tono de su pareja. Lo que el maltratador pretende es ensalzarse a sí mismo rebajando a los demás, debido a que su autoestima es muy baja y se desprecia a sí mismo. De hecho, cuanto más degrada a los demás, más intenso es el desprecio que siente hacia sí mismo.

Intentar hacer dudar a la víctima de sus propias emociones, ideas y sentimientos

Al cuestionar una y otra vez las ideas y sentimientos de la víctima, ésta acaba empezando a dudar de ellos, dudando así de su propia capacidad para pensar “correctamente”. Al dudar de sus propios gustos, ideas y preferencias, cae en un estado de incertidumbre e incapacidad para tomar decisiones. Otro modo de desestabilizar a la otra persona y hacerla dudar de sí misma consisten decir algo verbalmente mientras se expresa lo contrario a nivel no verbal. Es decir, hay un mensaje explícito (lo que se dice con palabras) y un mensaje indirecto que el maltratador negará que existe si la víctima se lo echa en cara, de manera que la hace dudar de sus propias percepciones. En estos casos, la dificultad en detectar el maltrato y explicarlo a los demás reside que el maltrato no está en lo que se dice sino en cómo se dice y en la frecuencia con que se recurre a este tipo de expresiones. En otras ocasiones el maltratador puede mostrar hostilidad o agresividad de un modo velado. Por ejemplo, dar portazos, arrojar objetos al suelo, romper cosas y luego negar todo comportamiento hostil. No levanta la voz, sólo muestra hostilidad de un modo velado y niega su comportamiento hostil cuando se plantea el tema.

Aislar a la Víctima

El maltratador intenta aislar a la víctima de diversos modos: Crear enemistades entre la víctima y sus familiares o amigos: a través de enfados, malas caras, reproches, gritos o discusiones cada vez que pasa tiempo con ellos.  Debido a que pasar un rato con sus familiares o amigos supone pagar un precio bastante alto, la víctima acaba cediendo y empieza a distanciar el contacto con sus amistades o familiares hasta que la víctima acaba sola y sin nadie a quien recurrir para hablar de lo que está pasando o recibir apoyo. Sin este apoyo es más difícil ser consciente de lo que está pasando y salir de esa situación. Provocar celos en su pareja para mantenerla dependiente. Es decir, el maltratador flirtea con las amistades de su pareja para intentar que las vea como rivales.

Recurrir a la Manipulación

Prohibirle que trabaje o estudie. Estas actividades son vistas por el maltratador como una amenaza que debe eliminar y buscará la estrategia más efectiva para hacerla ceder y abandonar dicha actividad mediante coación, amenazas o castigos El propósito del aislamiento social es el control. Si la víctima se encuentra sola y aislada del mundo exterior, dependerá sólo de su pareja y no tendrá a nadie que la apoye y la ayude a hacerse fuerte. Culpar a la víctima: Consiste en culparla de todo aquello que va mal y de cualquier problema que pudiera surgir. Suele tratarse de comentarios expresados con un tono triste o nostálgico y con aire de decepción que transmite el mensaje de que su pareja es la culpable de sus desgracias.

Sentimiento de Falta de Importancia


Cuando se repiten con frecuencia, la víctima puede llegar a pensar que no es importante para la otra persona, que le ha decepcionado y que su vida sería mejor sin ella.

Pero lo cierto es que sin ella esa persona tendría que asumir la responsabilidad de todos sus errores. Algunas personas parecen dar mucho y dicen hacerlo por amor, pero si alguien da algo libremente, porque lo desea y sin pedir nada a cambio y luego pretende con sus insinuaciones y quejas que le paguen de alguna manera, no sólo está mintiendo sino que está tendiendo una trampa: la trampa de la culpa.

Estallidos de Gritos

Este tipo de maltrato es utilizado por personas inestables que pueden saltar en cualquier momento con un estallido de gritos. Son personas con baja tolerancia a la frustración, que sienten una ira intensa con facilidad y no son capaces de controlarla. A menudo interpretan las reacciones o comentarios de los demás como una amenaza y reaccionas con ira. Gritan, insultan, arrojan objetos al suelo, golpean las puertas con el puño. La víctima apenas puede defenderse de esta rabia. El maltratador no escucha, y cualquier intento de su pareja por defender su postura no hace más que intensificar la ira. También es frecuente que la culpe de sus propias reacciones.

Celos y Posesividad

Si bien se considera normal que existan celos en algún momento de la pareja, cuando estos son injustificados y excesivos suponen una forma de maltrato. Los celos pueden dar lugar a un control y acoso intenso. El maltratador celoso vigila a su pareja, sospecha de ella con frecuencia y esta falta de confianza daña la relación y pone a la pareja en una situación de acoso. La víctima ha de defenderse continuamente como si estuviera la mayor parte del tiempo en el banquillo de los acusados.


Tratar de Dirigir sus Vidas y Tomar Decisiones por Ellas


No sólo imponen su voluntad a los demás, sino que al hacerlo están insinuando que los otros no son lo bastante capaces para dirigir sus vidas, que no tienen la capacidad, habilidad o inteligencia suficiente para como para tomar sus propias decisiones. Para lograr obediencia recurren al castigo, amenaza o gritos. Se trata de personas agresivas que suelen controlar a los demás a través del miedo, incluso aunque nunca hayan llegado a la agresión física. En realidad no les hace falta, pues la amenaza y el miedo suelen ser suficientes para lograr la obediencia.

Tener Siempre la Razón

Este tipo de persona considera que sólo son válidas sus opiniones, no escucha lo que dicen los demás o los escucha pero los contradice por sistema. Siempre tendrá una opinión diferente y mejor, siempre describirá un modo de actuar mejor que el que su pareja ha llevado a cabo. Una y otra vez le recuerda que se equivoca en la mayor parte de lo que hace o dice. No deja lugar para una segunda opinión ni tratado buscar una tierra común. Lo que le sucede es que necesita tener siempre la razón para demostrar su superioridad a los demás. El tema que se esté discutiendo no importa realmente, se enfrascará en una batalla dialéctica en la que sólo puede haber un resultado: “Tu pierdes, yo gano”, lo cual significa que: “Yo estoy por encima, tú estás por debajo de mí“. Cuando son ellos los que se equivocan tratan de tergiversar los hechos o sus propias palabras para negar la evidencia. Nunca admiten que han cometido un error.

Negligencia Emocional

Existe un tipo de abuso que se produce sin que se diga ninguna palabra, sin que ningún tipo de acción se lleve a cabo. Y es precisamente esa falta absoluta de respuesta lo que constituye el abuso. Se trata de la negligencia, consistente en un acto de omisión, generalmente a consecuencia de la indiferencia o ignorancia. La persona que se ve ignorada está siendo tratada como si fuera un simple objeto más de la casa, algo que no es importante para nadie, como si no estuviera ahí o no existiera. La negligencia emocional puede ser tan sutil que apenas es perceptible, aunque no por ello menos dañina.


LOS EFECTOS DEL MALTRATO

Lo más habitual es que el maltrato haya comenzado en la infancia, en su familia de origen o a una edad muy temprana, influyendo en el desarrollo posterior de su personalidad y en sus relaciones futuras. Cuando empiezan a aparecer por primera vez los signos de maltrato psicológico en una relación de pareja, la víctima se siente confusa y no acaba de entender lo que está pasando. Tiempo después del episodio de maltrato continúa repasando el suceso en su mente, intentando entender lo sucedido, descubrir el motivo, analizar sí es responsable y hasta qué punto, preguntándose qué hizo mal para provocar esa respuesta en su pareja, pero aún no llega a creer que pueda actuar de ese modo tan cruel y abusivo, e intenta descubrir qué puede hacer la próxima vez para que no se repita. Todo esto genera un estado de ansiedad que llega a hacerse casi permanente. Junto con los pensamientos relacionados con los incidentes de abuso, aparecen otros pensamientos, preocupándose en qué estado de ánimo se encontrará su pareja cuando llegue a casa, si será la persona cariñosa que conoció y que sabe que puede ser, si su última disculpa será cierta o será una más de una larga lista de disculpas que nunca llevan a un cambio duradero en su comportamiento. Estos pensamientos le roban energía y le agotan. La ansiedad, el cansancio y la depresión empiezan a hacer mella en la víctima, así como una serie de síntomas que describiremos a continuación.

Baja Autoestima

Cuando una persona ha escuchado demasiadas veces lo poco que vale, lo torpe que es, lo mal que hace todo, lo mucho que complica la vida a los demás, lo poco capaz que es, lo poco atractiva que es, etc... Llega un momento en que su autoestima puede venirse abajo. Si ha estado escuchando cosas así durante toda su vida, seguramente ha crecido con una sensación de inseguridad, de auto desprecio y de no valer lo suficiente. La baja autoestima hace que una persona ceda ante los deseos de los demás porque no se considera lo bastante capaz como para tomar decisiones acertadas. Por este motivo es fácil controlar a una persona con una autoestima baja: hará lo que sea por conseguir un poco de validación personal, una palabra amable que le demuestre que no es tan incapaz y tan despreciable como ha llegado a creer que es. Y por este motivo, es más fácil que caiga en una relación abusiva y no sea capaz de salir de ella.

Culpa y No Merecimiento (Sabotear sus Logros)

Puede llegar a tener la sensación de que es culpable de todo cuanto acontece, no sólo de sus propias acciones sino también de las de los demás. La culpa va acompañada de una sensación de falta de merecimiento. Después de todo, si alguien es culpable de algo, suele considerarse que merece un castigo. La víctima de maltrato no se siente merecedora de nada bueno. La han despreciado e infravalorado, posiblemente durante toda su vida, la han rechazado, ignorado, dejado sola, apartado…Directa o indirectamente le han transmitido el mensaje de que no vale nada, de que es alguien poco importante, de que no merece respeto, amor o cariño.Con esta sensación de culpa sobre sus hombros, puede llegar a sabotear su propia vida, de manera que cuando le sucede algo bueno, inconscientemente hace algo para desbaratarlo porque no se siente merecedora de lograrlo.

Soledad

La persona que vive en una relación abusiva tiene una gran soledad. Por una parte no se siente emocionalmente conectada con su pareja. Por otra parte, el aislamiento al que la ha sometido su pareja y el hecho de que tal vez no cuente con nadie con quien hablar de lo que siente en su interior, aumenta su sensación de soledad y vacío. La mala relación que mantiene consigo misma acentúa también su sentimiento de soledad, pues no es posible mantener una relación real y profunda con nadie si no mantenemos una buena relación con nosotros mismos en primer lugar.



Problemas en la Capacidad Mental

Tiene problemas para concentrarse y mantener la atención. Su mente está demasiado ocupada intentando dotar de una explicación lógica a lo que le está pasando y de encontrar el modo de solucionarlo y de hacer que todo funcione como desearía. Se siente confusa, su capacidad para percibir y razonar se ve limitada. Los pequeños problemas de su vida diaria o de su trabajo, que antes resolvía sin dificultad, empiezan a parecer abrumadores. No se siente con fuerza ni con capacidad para afrontarlos.



Ira y Resentimiento

A menudo, las víctimas de maltrato sienten ira, resentimiento y frustración debido al trato injusto que reciben. La ira no resuelta se expresa a veces en forma de estallidos de agresividad sin motivo aparente, generalmente en el trato con otras personas diferentes al maltratador. Estos estallidos de ira indican la presencia de una vieja herida aún no curada que hace a una persona revolverse furiosamente cada vez que algo toca o roza esa herida. El miedo y la culpa, que a menudo están también presentes, pueden impedir a una persona expresar ira hacia el maltratador, de manera que la puede volver hacia sí misma. Depresión: El abuso emocional prolongado puede llevar a una persona a la depresión. Empieza perder la esperanza y sus recursos psicológicos se agotan. Ha estado luchando por sacar la relación adelante, por entender lo que pasa y a su pareja. Se ha culpado si misma he intentado cambiar ella, ha hecho todo lo que se le ha ocurrido para que la situación cambie, pero pasa el tiempo y la relación sigue igual. Nada de lo que hace parece funcionar y empieza a sentirse atrapada, como en un callejón sin salida. No se ve capaz de huir ni se siente feliz en la situación en la que se encuentra. Eso es precisamente lo que llamamos depresión, la sensación de estar atrapados en una situación sumamente desagradable de la que no sabemos cómo podemos salir.

Trastornos Físicos

El cuerpo y la mente están unidos y funcionan como un todo. Cuando una persona está psicológicamente equilibrada y se siente feliz y satisfecha, su cuerpo funciona correctamente, su sistema inmunitario responde con eficacia y las probabilidades de contraer una enfermedad son escasas. No obstante, el estrés al que están sometidas las víctimas de maltrato las hace vulnerables a padecer enfermedades que tienen un componente emocional, de manera que los factores psicológicos influyen en su origen, agravación y mantenimiento en el tiempo.











Problemas Relacionados con la Intimidad

Una relación de pareja es una relación íntima en la que se establece un vínculo emocional profundo. Cuando una persona ha sido víctima de malos tratos, su capacidad para establecer un vínculo emocional profundo con otras personas puede estar dañada. Debido a experiencias pasadas puede percibir las relaciones como potencialmente dañinas, pues la misma persona a quien ha amado y que debería haberla amado y protegido, la ha maltratado durante mucho tiempo, de forma que percibe las relaciones con desconfianza y miedo. No obstante, la confianza es esencial para poder establecer una relación íntima con otra persona, La confianza hace que te abras a esa persona, te sientas seguro a su lado y consideres que no hay nada que temer, permitiendo que esa persona entre en tu mundo y te conozca. Si la desconfianza o el miedo impiden abrirse, las relaciones pueden ser superficiales sin poder establecer la conexión emocional ansiada sintiendo soledad aun estando en pareja.

Dependencia

El miedo al abandono puede hacer que la víctima se aferre a su pareja, que la llame con demasiada frecuencia, que le pregunte constantemente si la quiere, hasta el punto de llegar a agobiarla. Ante un pequeño rechazo puede reaccionar tratando de aferrarse más y más, o incluso con ira, o tal vez reaccione alejándose, huyendo. Algunas personas oscilan entre alejarse y acercarse. Cuando su pareja les pide más les entra el miedo y huyen. Temen no estar a la altura, temen que sus parejas les abandonen cuando les conozcan de verdad. Cuando, ante este rechazo, es la otra persona la que se aleja, aparece el viejo miedo al abandono, de modo que vuelven corriendo a buscarla porque desean con desesperación esa intimidad, esa conexión emocional, ese amor que nunca han recibido. Pero tienen demasiado miedo a que la relación les haga daño, tal y como ha sucedido en el pasado.

Codependencia

Es un tipo de relación en la que uno de los miembros actúa como “salvador” del otro miembro. La dependencia es recíproca porque del mismo modo que uno de ellos necesita a alguien que lo cuide, el otro necesita a alguien a quien salvar, porque ese modo que ha aprendido y el único que conoce de mantener una relación con alguien.





Hipersensibilidad

Debido al maltrato sufrido en el pasado pueden haber desarrollado una sensibilidad especial ante los comentarios o acciones de los demás, de manera que tienen tendencia a interpretar de un modo negativo sus comportamientos. Miran a los demás con suspicacia, esperando que en cualquier momento hagan o digan algo despreciativo, les rechacen, ignoren, les dejen de lado o se burlen de ellos. Ante esos sucesos de rechazo o desprecio, reales o imaginarios, reaccionan de una manera especialmente intensa, porque tocan una vieja herida no del todo curada. Sus reacciones pueden ser diversas: ira, desprecio, depresión…No sólo le enfada ese comentario despreciativo que alguien acaba de hacer sino todos los comentarios de desprecio o burla que ha escuchado durante mucho tiempo, que vienen a su memoria de nuevo, despertando sus dudas, inseguridades, miedos. Se siente deprimido y culpable porque piensa que lo que ha dicho esa persona es cierto, que ha sido cierto durante toda su vida porque lo ha escuchado demasiadas veces, porque ha provenido de personas que supuestamente le querían. Entonces va dando crédito a las palabras o actos de desprecio de esa persona, como si fueran verdades absolutas, porque el desprecio vivido en su pasado le ha hecho dudar de su valor personal y le ha dejado una autoestima frágil, que se ve afectada con demasiada facilidad por las palabras o actos de los demás.

Pasividad y Sumisión

Si bien algunas víctimas del maltrato levantan un frío muro entre ellos y los demás, otras personas se dejan llevar por ellos con pasividad. Si ha llegado a la conclusión de que el único modo de lograr aceptación y amor de los demás consiste en hacer cualquier cosa que el otro desee, corre el riesgo de acabar con alguien egoísta que la utilice a su antojo. Ceder ante los deseos de los demás en todo momento tiene un precio bastante alto. Daña la autoestima y perpetúa la dependencia de la otra persona, además reconvertirse en una persona pasivo. O bien puede hacer que acabe usando estrategias pasivo-agresivas, que consiste en rebelarse de un modo pasivo y oculto. No ha aprendido a establecer fronteras adecuadas entre los demás y ella, permitiendo que otras personas invadan sus fronteras, y cuando trata de rebelarse no lo hace de un modo directo, sino velado, porque sigue teniendo miedo a las consecuencias.


AYUDA PSICOLÓGICA PARA VÍCTIMAS DE MALTRATO


Hasta ahora hemos visto los efectos demoledores que el maltrato puede causar en una persona. A menudo tendemos a pensar que tiene que ser siempre así, que las experiencias traumáticas van a dañarnos, a hundirnos, a inmovilizarnos y a provocarnos patología. Es cierto que puede suceder, pero no siempre es así. Muchas personas que padecen experiencias traumáticas no sólo no padecen ningún problema psicológico como consecuencia de lo sucedido, sino que además son capaces de sacar algo positivo de ello, reestructurando su forma de ver el mundo y su sistema de valores. Si pensamos sólo en el daño que el maltrato puede hacer a las personas, nos estamos centrando exclusivamente en las debilidades humanas, en nuestra fragilidad. Pero no debemos olvidar que junto a nuestras debilidades tenemos también muchas fortalezas que coexisten simultáneamente en nosotros. El ser humano posee una gran fuerza, resistencia, capacidad de superación de adaptación, de cambio y de crecimiento ante la adversidad. El maltrato no tiene porqué destruir a nadie, no tiene porqué marcarle, dejarle secuelas o llenarle de miedo. Además todo aquello que es destruido se puede volverá recomponer. ¿Cómo impedir que el maltrato te afecte de un modo tan destructivo? ¿Cómo perder el miedo y recuperar la confianza para tomar de nuevo las riendas de la vida? ¿Cómo empezar a tomar decisiones, hacer valer nuestros derechos y perseguir nuestros sueños y objetivos sin que la pareja lo impida? El problema principal no es cómo se comporta tu pareja, qué cosas dice o hace; el verdadero problema es cómo su comportamiento te afecta a ti. Y aunque no puedes hacer que deje de comportarse de ese modo (si pudieras, sin duda lo habrías hecho ya) sí puedes influir en el modo que te afecta y lo que haces al respecto. El único modo en que el maltrato puede afectarte es haciendo crecer dentro de ti al maltratador interior. ¿Por qué pueden dolernos tanto las palabras de los demás? ¿Por qué pueden resultar tan destructivas y dañinas? Para que las palabras nos hagan daño tenemos que “tragarlas”, tenemos que interiorizarlas, hacerlas nuestras convertirlas en una especie de voz interior que nos insulta y desprecia. Por tanto, el primer paso para superar el maltrato consiste en deshacerse del maltratador interior. Después será mucho más fácil decidir qué hacer con el maltratador exterior. Pero el maltratador interior suele venir de lejos, del pasado, de manera que lo que te decían los demás es lo que ahora te dices a ti mismo y el modo en que te trataron es como te tratas a ti mismo. La persona maltratada en su infancia tiene muchas más probabilidades de interiorizar una imagen negativa de sí misma y de desarrollar un poderoso maltratador interior que permanezca al acecho. Si has sido maltratado en tu infancia probablemente has estado toda tu vida dudando de ti mismo, infravalorándote o despreciándote abiertamente y es posible que hayas pasado gran parte de tu vida luchando desesperadamente para obtener el amor y aceptación que nunca has tenido. Y también has aprendido a buscar ese amor y aceptación en personas que no te lo pueden dar o que te lo dan de manera esporádica alternando entre amor y dolor. Cuanto menos amor y aceptación hayas tenido en la infancia más creerás necesitarlo ahora y mayor será tu ansia de obtenerlo. Esto hace a una persona vulnerable a quedar atrapada por un maltratador. Por tanto, el problema es el modo en que fue “programada” su mente.

En resumen, las cosas que nos suceden nos afectan de un modo u otro en función de lo que pensamos y cómo las interpretamos. El pensamiento está basado en una serie de creencias aprendidas en la infancia que condicionan el modo en que te ves a ti mismo, a los demás y al mundo. Muchas de estas creencias y actitudes te han llevado a verte atrapado en una relación abusiva y a maltratarte a ti mismo. Estas creencias no son responsables de lo que la otra persona te dice o hace (sus propias creencias son responsables deseo) pero sí lo son de la intensidad de tu sufrimiento, del malestar que sientes, de cómo te afecta lo que tu pareja dice o hace, de que te sientas perdido cuando estés sin pareja o de la mala relación que tal vez mantienes contigo mismo. Esta programación de tu modo de pensar es la responsable última de que te encuentres en una situación de maltrato y de que estés sufriendo. Tu pareja es responsable de su crueldad, de su mal comportamiento, su desprecio hacia ti, sus malos modos, pero tú eres responsable de cómo todo eso te afecta y en qué medida Cuando tu pareja empieza a criticarte, insultarte o comportarse de un modo negativo contigo, tú haces una serie de interpretaciones de ese suceso y piensas una serie de cosas sobre el acontecimiento, sobre tu pareja o sobre ti misma. Por ejemplo podrías pensar. “Es horrible, no puedo soportar más lo cruel que es conmigo” “Seguramente lo merezco porque soy inútil” “No sé cómo reaccionar ante eso, soy imbécil“. Cada uno de estos pensamientos dará lugar a emociones diferentes, como depresión, ira, culpa, vergüenza y a un comportamiento diferente como pasividad, llanto, irritabilidad. Cualquier persona que se diga a sí mismo y se crea este tipo de cosas se sentirá muy mal. Cuanto más te maltrate tu pareja más te maltratarás a ti mismo y si sucede a menudo acabarás con depresión o ansiedad constante. Pero, ¿por qué las palabras de otra persona pueden llegar a afectarnos tanto, a dolernos con tanta intensidad? Porque inciden directamente en la propia falta de aceptación, inseguridad y dudas acerca de uno mismo que se vienen arrastrando desde la infancia y que hacen queso critiquen, desprecien, reprochen y autocastiguen a sí mismos. Es decir, ponen en marcha el propio maltratador interior. Nuestras propias inseguridades y falta de autoestima nos hacen vulnerables a las palabras de los demás, a sus burlas, críticas desprecios; nos llevan a sentirnos culpables y vulnerables. Una parte de ti te critica, te rechaza, te culpa. Las percepciones negativas que tienes de ti, tus inseguridades, tus miedos, son los verdaderos responsables de que tejuela tanto. Cada vez que tu pareja te maltrata se ponen en marcha todas esas dudas, autocríticas y auto desprecios que son las que realmente te hacen sufrir. La persona con baja autoestima que no se acepta y ama a sí misma lo suficiente está a merced de las opiniones y comentarios de los demás. Cuanto más baja sea la autoestima más le dolerán las críticas e insultos de los demás, más le obsesionarán, más dudas tendrá sobre sí misma, lo cual, a su vez, la hace aún más vulnerable, entrando así en un círculo vicioso que la lleva a vivir situaciones de maltrato una y otra vez a lo largo de su vida.

Con su maltrato la pareja sacará a la luz las inseguridades y dudas de la víctima, atacará sus puntos débiles y cuanto más le afecte lo que hace o dice, más fácil le resultará volver a herirle en el futuro. La parte de esa persona que piensa que su pareja puede tener razón al despreciarle, la va empujando cada vez más hacia la confusión, las dudas, la culpa y el auto-desprecio. Incluso aunque esa persona esté totalmente convencida de que las críticas de esa persona son infundadas y falsas, aún sentirá una necesidad imperiosa de demostrarle que lo que dice no es cierto, de que no es culpable, e intentará por todos los medios de que se dé cuenta de ello y lo reconozca. Aún necesita la absolución de un pecado no cometido. ¿Por qué necesita tan desesperadamente demostrar su inocencia? Porque lo que piensa acerca de sí misma depende de lo que su pareja piense de ella y no puede sentirse bien consigo misma ni pensar bien sobre sí misma si su pareja no lo hace. Este modo de pensar proviene de la tendencia a culparse por ser imperfecto, ya sea los ojos de uno mismo o a los ojos de los demás. Mientras sigas pensando que necesitas ser perfecto a los ojos de otra persona, necesitarás probar tu inocencia cada vez que te acuse o critique injustamente. La gran trampa de esta actitud es que tú no puedes controlar la reacción de los demás, tu pareja puede negarse, incluso ante la más clara evidencia, a reconocer que se ha equivocado y no por ello eres culpable de nada. De esta modo le has concedido un gran poder: el de hacer que te sientas mal mientras así lo desee. ¿Qué hace una persona que piensa constructivamente cuando los demás la maltratan verbalmente?
  • Puede ignorar los comentarios que son falsos sin sentirse mal por ellos.
  • Sabe que no es perfecta ni tiene que serlo, ni ante sí misma ni ante los ojos de los demás.
  • Confía en su propio juicio y en sus percepciones, sabe reconocer cuando está siendo maltratada y toma las medidas necesarias para afrontar la situación. No tratado ignorar el hecho ni desviar su atención, sino que lo afronta lo antes posible.
  • Acepta las críticas de los demás cuando son ciertas y justas y piensa en cómo esas críticas pueden ayudarla a mejorar.

En resumen, lo que tu pareja dice no puede hacerte daño, lo que tú te dices en respuesta a los comentarios de tu pareja sí puede herirte (y mucho). Lo que tú piense es lo que marca la diferencia entre sentirse molesto por un comentario injusto o cruel, y sentirse devastado, hundido y desesperado. Es importante que tus pensamientos estén basados en una aceptación incondicional de ti mismo. No necesitas compararte con los demás. Puedes decidir aceptarte y quererte tal y como eres, y puedes optar por considerarte una persona valiosa y digna de amor simplemente por estar vivo, porque toda vida es valiosa en sí misma. Siempre puedes trabajar por mejorar, por cambiar aquello que no te gusta de ti, pero no desde el auto-desprecio, sino desde el auto-respeto y el amor y aceptación incondicional de ti mismo. Este es el paso principal y fundamental para el cambio. El cambio es imposible si una persona se desprecia y se castiga a sí misma, pues de ese modo sólo consigue deprimirse y hundirse, y eso no facilita para nada el trabajo positivo en uno mismo, sino todo lo contrario. Sólo se puede cambiar y mejorar partiendo de la base de la aceptación incondicional. No dejes que los demás piensen por ti, no les des el poder de decidir si eres aceptable o no, porque entonces tu autoestima y auto-aceptación serán como una montaña rusa que subirá y bajará en función de lo que los demás te digan cada día. Cuando tu autoestima y aceptación personal dependen de que hagas bien las cosas de lo que los demás piensen de ti, te vas a despreciar y odiar a ti mismo con frecuencia, cada vez que otra persona te rechace o cada vez que hagas algo mal (uno lo bastante bien). De este modo, tu autoestima sube y baja frecuentemente en función de circunstancias externas. Además, la presión que ejerces en ti mismo para conseguir la aceptación de los demás, no te ayuda a hacer las cosas mejor, sino todo lo contrario, pues te crea estrés y ansiedad. Además, si te desprecias y castigas con frecuencia, es más probable que los demás te respeten menos. Y a algunas personas les gustará tu auto desprecio porque eso les permite sentirse superiores a ti. Además, tu auto-desprecio te predispone a mayores ataques porque el maltratador se atreve a decirte cosas que no se atrevería decirle a una persona con una opinión mejor de sí misma. Es más fácil maltratar a una persona con baja autoestima.

Pautas de Conducta pasa Desarrollar la Autoestima



  • Deja de sentirte culpable cuando piensas (o cuando crees que otros piensan) que te has comportado mal o cometido un error. Si es cierto siéntete responsable y toma las medidas oportunas, pero no te sientas culpable ni te desprecies y castigues.
  • Deja de criticarte, castigarte, despreciarte y reprocharte. Puedes cambiar tus comportamientos negativos más fácilmente si no te desprecias a ti mismo.
  • Deja de compararte con otros y pensar que eres menos que ellos. Nadie es menos ni más que nadie, no existe una medida objetiva para juzgar eso.
  • Deja de pensar que cometer un error o ser despreciado o criticado te convierte en una mala persona o en una basura.
  • Valórate y reconócete a ti mismo. Ábrete a recibir el reconocimiento de los demás.
  • Sé claro con lo que realmente quieres, atrévete a decir “NO” cuando lo que quieres es decir “NO”, y “” cuando así lo deseas.Atrévete a pedir lo que quieres y necesitas.
  • Proporciónate placer sin culpa. Dedícate tiempo, mímate. Ama tu cuerpo, reconócelo y admira su belleza.
  • Regálate cosas que te gusten, que deseas, siente que realmente lo mereces.
  • Recompénsate, no te castigues.
  • Atrévete a expresar la verdad de lo que sientes en tus relaciones, respetuosa y responsablemente.
  • Ábrete a ser cuidado, a recibir amor.
  • Trátate a ti mismo como te gustaría que te tratasen los demás.
  • Construye para ti una conciencia de éxito, erradica la conciencia de fracaso.
  • Sigue tu propia intuición, ten confianza en ti mismo.
  • Cultiva pensamientos de merecimiento.
  • Nútrete física, mental, espiritual y emocionalmente.
  • ¡DISFRUTA!

Uso de Autoafirmaciones

Las autoafirmaciones son frases que puedes tener pensadas de antemano y utilizar para sentirte mejor en un momento determinado. Cuando hayas escrito tus autoafirmaciones, lee esas frases con frecuencia, piensa en ellas a menudo, escríbelas varias veces todos los días y, sobre todo, úsalas cuando estés pasando un mal momento. Cuanto más presentes estén en tu mente, menos espacio quedará para los pensamientos generadores de malestar emocional.







Ejemplos de Autoafirmaciones


Aunque es preferible que crees tus propias autoafirmaciones, aquí tienes una lista de algunas que pueden servirte de ayuda:
  • Sí que valgo, valgo un montón, por supuesto que sí!
  • ¡Por supuesto que merezco amor, merezco cosas buenas, merezco todo lo bueno que me pase!
  • Acepto y respeto mis propias y particulares características.
  • Acepto con amor el reconocimiento y el apoyo de los demás.
  • Soy perfecto(a) tal y como soy.
  • Me amo a mí mismo incondicionalmente.
  • Me perdono a mí mismo, a mis padres y a los demás por los errores del pasado.
  • Tengo derecho a pedir lo que yo quiero.
  • Tengo derecho a decir “NO” a los demás, sin perder su amor.
  • Permanezco en serenidad independientemente de las circunstancias.

¿Abandonar a tu Pareja o Continuar con la Relación?

Muchas personas en una relación abusiva se plantean esta posibilidad. Solamente tú puedes decidir abandonar a tu pareja o seguir adelante con la relación, pero para poder tomar esta decisión es importante liberarse primero de los miedos y pensamientos negativos. Las decisiones basadas en el miedo nunca serán buenas decisiones. Si decides quedarte porque piensas que nunca serás capaz de salir adelante sin pareja, o no serás capaz de soportar la soledad, estarás tomando decisiones basadas en pensamientos erróneos, pues no es cierto que no seas capaz de salir adelante sin pareja (incluso aunque te resulte más difícil), y no es cierto que no vayas a poder soportar la soledad. Incluso la persona que no tiene recursos económicos, que no tiene ningún sitio adonde ir y que tiene hijos a su cargo, puede encontrar el modo. Puede, por ejemplo, seguir con su pareja mientras busca un trabajo, puede buscar ayuda en los servicios sociales, puede recurrir a amigos y familiares, puede poner en marcha de forma constructiva esa herramienta que todos tenemos llamada pensamiento para buscar soluciones y ponerlas en práctica, aunque requiera trabajo, o aunque no pueda llevarlo a cabo inmediatamente. Cuando contemos con una visión clara de lo que ocurre en nuestra vida seremos nosotros mismos quienes sepamos lo que hay que hacer ante una situación determinada, y tendremos una convicción interna de actuar en una dirección. Estos actos que emergen de la conciencia no estarán contaminados de prejuicios y temores porque nos habremos liberado de su tiranía. Si podemos observar en nosotros mismos el grado en que nos perjudican determinados pensamientos y conductas, podremos hacer que disminuya su dominio sobre nosotros.

La Terapia Transpersonal en el Maltrato Psicológico


La labor del terapeuta transpersonal es acompañar a la víctima de abuso emocional en un viaje a su interior que le permita descubrir su herida y mirarla cara a cara haciendo consciente lo inconsciente. A través de preguntas tratará de descubrir junto a la víctima qué historia está repitiendo que la obliga a permanecer en una relación de pareja que sólo le aporta sufrimiento. ¿Qué repite? ¿Cuál sería esa primera historia de amor que la dejó marcada de esa forma? Para dar respuesta a esas preguntas paciente y terapeuta emprenderán juntos una exploración por esos territorios desconocidos de su historia infantil sin una idea preconcebida de dónde les va a conducir. Se van destejiendo los apretados nudos del pasado que mantienen a la víctima amarrada a una situación de infelicidad. Paralelo el paciente debe pararse y darse cuenta de lo que está sucediendo dentro de sí mismo. Esa historia infantil va apareciendo de a pocos, pudiendo valerse de técnicas de relajación y de regresión para sacarla a la luz. Es una investigación única, fascinante, irrepetible, tanto para el paciente como para el terapeuta. Otra forma de tomar conciencia de los síntomas que hablan del dolor del niño interior es la observación y reconocimiento de los momentos en que surgen reacciones desproporcionadas, que realmente sirven para camuflar las emociones. Se trata de reacciones simbólicas que en la actualidad ya no tienen sentido, pues su significado profundo se encuentra en el pasado. El acontecimiento de hoy no es más que su detonante, sin embargo sirve de puerta de entrada al pasado. A través de este viaje van emergiendo a la consciencia contenidos que permanecían ocultos, reprimidos. Es la sombra que por fin abandona la oscuridad y sale a la luz. Y es aquí cuando el paciente descubre que cuando se pone en contacto con su propia vivencia el cambio se produce por sí sólo. Es decir, sólo cuando se da cuenta de lo que hace, cómo lo hace y porqué lo hace, está capacitado para cambiar su propia conducta. Una vez identificada la parte herida del niño interior que se ha intentado esconder y olvidar para siempre jamás, con mucha compasión se elegirá adoptarlo y cuidar del, ofreciéndole amor incondicional y haciendo las paces con los aspectos mal amados de uno mismo. El niño herido pide que no se le juzgue, no se le castigue, no se le condene; ya se le ha juzgado, castigado y condenado bastante. Necesita que, por fin, se le ame. La parte adulta debe aprender a convertirse en padre compasivo del niño herido. Ese niño que grita, llora, se encoleriza, necesita, ante todo, que se le reconozca, acepte y quiera en su dolor. Esta es la primera condición para una curación natural. Este proceso libera la conducta de repeticiones no deseadas y hace que la sombra deje de ser peligrosa al haberle prestado la debida atención, porque ahora ya no domina el comportamiento gracias a haber acogido a este “enemigo que hay en nosotros” y transformarlo en amigo.

En una víctima de maltrato psicológico la sombra puede adoptar distintos nombres como miedo al rechazo, al abandono, sentimiento de culpabilidad, de inferioridad, desaprobación, inseguridad, falta de respeto por uno mismo, dependencia emocional, necesidad de agradar, falta de amor propio… Es importante tomar conciencia de este maltratador que existe en el interior y que ese causante final del sufrimiento. Observarlo de forma neutral, aceptando que está ahí y dejando de ocultarlo, llevando luz a la oscuridad e integrándolo en nuestra experiencia. Se trata de un proceso que nos lleva a una progresiva desidentificación de nuestros pensamientos, creencias, emociones, dejando de reaccionar a ellos de forma automática consiguiendo que no nos afecten como hasta ahora y recuperando el control y las riendas de la vida. Con ello aprendemos a vivir conscientemente y superar nuestras limitaciones. Permite mirar profundamente en el interior de uno mismo y, en consecuencia, realizar cambios para mejorar, siempre desde la aceptación incondicional de nosotros mismos. Atreverse a afrontar las emociones reprimidas permite recuperar la vida y destruir las fachadas que ocultan el verdadero yo. Abrirse conduce a una nueva dimensión del Ser, dando por fin acceso a una profundidad desconocida hasta ese momento, aportando a la vida una riqueza ante la cual todas las fortunas del mundo son irrisorias. Tranquilamente se va integrando la experiencia pasada y el sufrimiento sea disolviendo. La carencia sigue existiendo, pero ha cicatrizado y ya no tiene poder para gobernar la vida. Durante este viaje interior llega un momento en que surge el desapego, que en el fondo es un gesto de amabilidad por el que dejamos a la otra persona libre de seguir su propio camino. Es dejar que cometa sus propios errores, sin intervenir ni juzgar. Una vez despojada de la máscara del sufrimiento, aparece un rostro lleno de luz y armonía. Es como si se descorriera suavemente un velo y apareciese la luz de la conciencia, de la que se deriva la capacidad de elegir y de realizar lo que se ha elegido sin condicionamientos externos. Para ayudar al paciente en este proceso se le instruye en la práctica de la meditación y desidentificación del ego. Al aquietar la mente y acostumbrarla a orientarse hacia el interior surge, de lo más profundo de uno mismo, la esencia personal. Es una luz que procede de lo más hondo que no tiene nada que ver con la mente y sí con la conciencia. La meditación es una técnica que ayuda a lograr la paz interior y nos permite mejorar nuestra vida, cambiar nuestra visión del mundo y la percepción de nosotros mismos. La práctica de este ejercicio mental favorece el funcionamiento del cuerpo y de la mente, el conocimiento de nuestras capacidades y permite el desarrollo demuestra dimensión espiritual. La meditación nos permite discriminar lo importante de lo que no lo es, percibir una visión más amplia de la realidad y liberarnos de nuestras preocupaciones para poder disfrutar de la vida. La práctica de la meditación permite recordar el origen de los síntomas que padecemos, de los miedos, de nuestra forma de reaccionar, de nuestra agresividad del dolor. Meditar significa aprender a liberarse de los pensamientos que nos perturban. Al meditar la persona puede observarse, liberarse de sus condicionamientos, lograr un estado de conciencia superior y reconocer su verdad espiritual. El objetivo es liberarse de las tensiones del cuerpo y de las preocupaciones de la mente para disfrutar del silencio interior. El miedo hace que nos preocupemos por el futuro, y el pasado que se empeña envolver nos paraliza. Sólo vivir en el presente nos devuelve la alegría de vivir. Tras llevar a cabo este proceso de aceptación e integración de las partes de sí mismo, el paciente estará en condiciones de tomar una decisión sobre su relación de pareja, pero ahora libre de condicionamientos del pasado y de reacciones automáticas. Su decisión vendrá de un estado de conciencia en el que sus heridas del pasado no tienen ningún efecto sobre él porque ya no le generan sufrimiento ni tienen capacidad para gobernar su vida. Aunque no ha podido cambiar su pasado, sí ha cambiado la forma de interpretarlo borrando a partir de ahora las consecuencias que le había causado.