lunes, 5 de diciembre de 2011

Las Siete Leyes Espirituales del Éxito



Aunque el título “Las Siete Leyes Espirituales del Éxito”, bien podría ser “Las Siete Leyes Espirituales de la Vida”, porque son los mismos principios que la naturaleza emplea para crear todo lo que existe en forma material – todo lo que podemos ver, oír, oler, degustar o tocar.

En Creating Affluence: Wealth Consciousness in the Field of All Possibilities, se describieron los pasos para llegar a la conciencia de la riqueza sobre la base de una verdadera comprensión de la manera como funciona la naturaleza. Las siete leyes espirituales del éxito constituyen la esencia de la enseñanza del cómo funciona la naturaleza y cómo repercute en nosotros, cómo formamos parte de ella. Cuando este conocimiento se incorpore en nuestra conciencia, tendremos la capacidad de crear una abundancia ilimitada sin esfuerzo alguno, y de experimentar el éxito en todo lo que nos propongamos.

El éxito en la vida podría definirse como el crecimiento continuo de la felicidad y la realización progresiva de unas metas dignas. El éxito es la capacidad de convertir en realidad los deseos fácilmente. No obstante, el éxito, incluyendo la creación de la riqueza, siempre se ha percibido como un proceso que requiere mucho esfuerzo, y que muchas veces se logra a expensas de los demás. Necesitamos acercarnos de una manera más espiritual al éxito y a la riqueza, que no es otra cosa que el flujo abundante de todas las cosas buenas hacia nosotros.

Conociendo y practicando las leyes espirituales, entraremos en armonía con la naturaleza para crear con espontaneidad, alegría y amor.

El éxito tiene muchos aspectos, y la riqueza material es solamente uno de sus componentes. Además, el éxito es una travesía, no un destino en sí. Sucede que la abundancia material, en todas sus manifestaciones, es una de las cosas que nos permite disfrutar más la travesía. Pero el éxito también se compone de salud, energía, entusiasmo por la vida, realización en las relaciones con los demás, libertad creativa, estabilidad emocional y psicológica, sensación de bienestar y paz. Pero ni siquiera experimentando todas estas cosas podremos realizarnos, a menos que cultivemos la semilla de la divinidad que llevamos adentro.

En realidad, somos la divinidad disfrazada, y el espíritu divino que vive dentro de nosotros en un estado embrionario busca materializarse plenamente. Por tanto, el éxito verdadero consiste en experimentar lo milagroso. Es el despliegue de la divinidad dentro de nosotros. Es percibir la divinidad en cualquier lugar a donde vayamos, en cualquier cosa que veamos: en los ojos de un niño, en la belleza de una flor, en el vuelo de un pájaro. Cuando comencemos a vivir la vida como la expresión milagrosa de la divinidad – no de vez en cuando sino en todo momento – comprenderemos el verdadero significado del éxito.

Antes de definir las siete leyes espirituales, es preciso comprender el concepto de ley. Una ley es el proceso por el cual se manifiesta lo que no se ha manifestado; es el proceso por el cual el observador se convierte en el observado; es el proceso por el cual el que contempla se convierte en paisaje; es el proceso a través del cual el que sueña proyecta el sueño.

Toda la creación, todo lo que existe en el mundo físico, es el producto de la transformación de lo intangible en manifiesto. Todo lo que contemplamos viene de lo desconocido. Nuestro cuerpo, el universo físico – todo lo que podemos percibir por medio de los sentidos – es la transformación de lo intangible, lo desconocido e invisible en lo manifiesto, lo conocido y lo visible.

El universo físico no es otra cosa que el yo plegado sobre sí mismo para experimentarse como espíritu, mente y materia física. En otras palabras, todos los procesos de la creación son procesos por medio de los cuales el yo o la divinidad se expresa. La conciencia en movimiento se manifiesta a través de los objetos del universo, en medio de la danza eterna de la vida.

La fuente de toda creación es la divinidad (o el espíritu); el proceso de creación es la divinidad en movimiento (o la mente); y el objeto de la creación es el universo físico (del cual forma parte nuestro cuerpo). Estos tres componentes de la realidad – espíritu, mente y cuerpo, u observador, proceso de observación y observado – son básicamente la misma cosa. Todos provienen del mismo sitio: el campo de la potencialidad pura, puramente inmanifiesto.


Las leyes físicas del universo representan en realidad todo este proceso de la divinidad en movimiento o de la conciencia en acción. Cuando comprendemos estas leyes y las aplicamos en nuestra vida, todo lo que deseamos puede ser creado, porque las mismas leyes en que se basa la naturaleza. para crear un bosque, o una galaxia, o una estrella o un cuerpo humano, pueden convertir en realidad nuestros deseos más profundos.
Extraído del libro:

Por: Deepak Chopra (”Las Siete Leyes Espirituales del Éxito”)



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