domingo, 5 de febrero de 2012

El Individuo Autoritario


El psicoterapeuta Waine W. Dier es autor de títulos de libros de auto-ayuda de gran difusión internacional, entre los que figuran “Tus Zonas Erróneas” o “El Límite es el Cielo” del cual he extraído el siguiente texto, donde define las características del individuo autoritario y que considero importante compartir para ofrecer argumentos que nos permitan realizar un proceso de autoanálisis para determinar si podemos ser uno de ellos y comenzar a realizar los cambios oportunos para ser más flexibles y tolerantes, lo cual nos reportará también un mayor grado de satisfacción personal, que nos ayudará a ser personas sin límites y acercarnos al "cielo".

“Es muy posible que la mayoría considere que sabe perfectamente qué clase de persona es el individuo autori­tario. El prototipo es el individuo dominante, normalmen­te varón, que espera que le obedezca ciegamente todo aquel al que pueda obligar a aceptar su autoridad; un tipo agresivo, impaciente, arrogante, porfiado, de mentalidad estrecha, irracional. Podríamos pensar en alguien como Hitler en tanto que personaje autoritario arquetípico.

Este prototipo tiene algo de verdad, pero es sólo la superficie y una pequeña parte de la historia. La definición que da el diccionario de "autoritario" es la siguiente: 1) Relacionado con o favorable a la sumisión ciega a la autoridad. 2) Relativo a o partidario de una concentración del poder en un caudillo o una élite no constitucionalmente responsable ante el pueblo.

De esto se deduce claramente que el tipo  anteriormente descrito es sólo un verdadero autoritario si toma sus propios valores, opiniones y direc­trices de una autoridad que él a su vez acepta como superior a sí mismo y a la que él presta obediencia ciega. Así pues, por mucho que vocifere sobre la veracidad evidente e innegable de sus opiniones, por mucho que pretenda ser dueño de sí mismo, dueño de la casa o de cualquier otra cosa, su identidad descansa en el fondo fuera de sí mismo, en esa Gran Autoridad Indiscutible a la que rinde fidelidad absoluta. Así pues, el individuo autoritario es exactamente lo contra­rio, de lo que parece; es un individuo que en realidad no confía en sí mismo, que tiene una personalidad débil, y quizás un asomo de paranoia, y que se aferra a su imagen autoritaria como un niño desvalido se aferra a su madre. Él no es nada sin los que le siguen ciegamente: la contrapartida pasiva, sumisa y (hasta fechas recientes, al menos) prototípicamente femenina, los que aceptan todas sus órdenes y jamás ponen en entredicho lo que él pien­sa, los niños o los empleados o los conocidos cuyos pensamientos puede controlar.

Debería quedar claro, con lo dicho, que el individuo "autoritario" no es necesariamente el que tiene autoridad. De hecho, un individuo puede ser autoritario justamente porque no tiene ninguna autoridad real sobre sí mismo, porque acepta los límites artificiales que le marca la sociedad y desahoga en otros sus frustraciones. Se rechaza normalmente la consideración de "autoritario" porque el término supone limitación, rigidez, dominio de los demás. Pero es menos frecuente que se advierta que el autoritarismo produce los mismos efectos en el autoritario original y que todos los que participan en las restricciones; la rigidez y el dominio son igualmente autoritarios.

Ya he dicho antes que considero el autoritarismo predominante la barrera más firme para llegar a la vida "Sin Limites" en nuestra sociedad. Todo el que sea un observa­dor despierto de la sociedad puede ver que pocos indivi­duos piensan por sí mismos, pero algunos científicos so­ciales han calculado que el setenta y cinco por ciento de los miem­bros de nuestra cultura (la civilización occidental) muestran más elementos autoritarios que no autoritarios en su vida diaria.

No debe sorprendernos, si consideramos que estadísticas paralelas nos indican generalmente estados de salud men­tal abismales. Creo que el espectacular aumento de los casos de depresión crónica, de "crisis nerviosa", rupturas familiares, suicidios, alcoholismo, dependencias químicas, úlceras, hipertensión, angustia y otras enfermedades de este tipo se debe, en gran parte, a la frustración interior y al aburrimiento que engendra el autoritarismo. Como ser humano, fue usted creado para pensar por sí mismo. Su inteligencia tiene que rebelarse contra la angustia, sus emociones estarán regidas por el peso de cadenas mentales; si usted no se permite la libertad de pensar con su capacidad plena e ilimitada, acabará acusando a otros cuando las cosas van mal. Por una ironía del destino, que nos hace identificar con más rapidez nuestros propios defectos en otros, culpará usted al autoritarismo de otras personas (fidelidad a diversas Grandes Autoridades Indis­cutibles) de los problemas del mundo y no sabrá usted relacionarse con una persona que piense de verdad libre­mente si se encuentra con ella.

En realidad, será al pensador libre y serio al que condene usted más de prisa como autoritario, por tener la audacia, el orgullo, o lo que sea, de apoyar su posición en la vida básicamente en su propio juicio. (¿En base a qué autoridad piensa usted eso? ¿Sólo en la suya propia? ¡Bah, eso significa muy poco!).

Si el autoritarismo es una zona social errónea tan inmensa como creo, no tendremos más remedio que trascenderla para poder modelar una sociedad SZE, para poder empezar, incluso, a desarrollar plenamente nuestras máximas capacidades como seres humanos en gran escala. Pero la solución empieza, como siempre, por usted, por el individuo, y para poder valorar su propio nivel de autori­dad creo que merecerá la pena analizar con algo más de profundidad la psicología de los autoritarios de todo género.

Allá por los años cuarenta, un grupo de siete sociólogos dirigidos por T. W. Adorno realizaron un estudio monu­mental sobre la psicología del autoritarismo. Los resultados se publicaron en 1950 en dos volúmenes titulados "La Personalidad Autoritaria", casi mil páginas de investigación, cuestionarios y cuadros estadísticos y abundantes conclu­siones técnicas que describían características personales que los investigadores habían descubierto que estaban relacionadas con el autoritarismo, que definían de modo muy similar a como las he definido yo antes. La lectura de este gran volumen de información queda limitada en general a los cursos universitarios de sociología, pero el contenido es tan importante que creo que debería estar más al alcance de todos nosotros, la generalidad, así que lo resumiré e interpretaré aquí.

Lo importante cuando lea usted algo sobre autoritaris­mo es que se dé cuenta de lo a menudo que despliega usted rasgos autoritarios, y que se pregunte si el autoritarismo es, en realidad, el elemento predominante de su carácter. Puede que también le resulte instructivo utilizar las siguientes descripciones de la personalidad autoritaria a modo de guía que le ayude a definir lo que hay en usted mismo que le gustaría cambiar, y lo que realmente ha de cambiar si quiere usted convertirse en una persona Sin Límites.”

Dr.Waine W. Dier






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