Aunque no es la primera
ocasión que hablo del reiki en el blog, me gustaría enfocarlo desde el punto de
vista de una técnicas muy válida para formentar nuestro crecimiento personal,
porque quien empieza a introducirse en su práctica, comienza a ver que no sólo
se limita a una técnica, sino que puede abrirnos caminos para nuestro
desarrollo y acabar convirtiéndose en un filosofía de vida que nos ayuda a
sentirnos en armonía con todas los componentes de nuestro ser, con el mundo
exterior y con los avatares de la vida. Esto se puede apreciar con la
observación cotidiana de los cinco principios legados por Mikao Usui:
El Reiki nos ayuda a
conectarnos con la esencia de nuestro ser, permitiéndonos estar en sintonía con
la parte más genuina de nosotros mismos, para llevarnos nuevamente al camino de
nuestro origen, brindándonos un sentimiento de intuición con todo que nos hace
encontrar la plenitud y el amor incondicional por todo lo que existe.
De
esta manera seremos libres de culpas, miedos, angustias, incertidumbre,
desesperación y aún de la enfermedad producida por estas emociones.
Esta
visión de orden superior considera la enfermedad como una desarmonía entre
nuestra vibración y la fuente de energía universal.
El
"Ki" es la energía vital universal que rodea todo lo que
existe en el Universo. Hoy sabemos que la energía ("KI") es la
unidad básica del Universo y este concepto ya era conocido por la humanidad en
sus diferentes civilizaciones, así se la conoce con diferentes nombres, por
ejemplo, para los chinos es el "Chi", en la India se la conoce
como "Prana", etc.
En
todas ellas se hace referencia a una fuerza, a veces de origen desconocido,
que, según el grado de creencias, algunos la transformaban en religión y otros
en ciencia. Todos coincidían en que esta fuerza tenía un carácter creador,
sanador, armonizador y se la utilizaba como un camino de vuelta hacia la
recuperación de la salud, de la alegría y el amor, llevándose a cabo esto a
través de la imposición de las manos sobre el cuerpo de otra persona, tal como
lo haría una madre cobijando al hijo dolorido.
Estamos
hablando entonces de un hecho habitual, cotidiano, simple y de extrema
practicidad, del cual todos los seres humanos podemos ser transmisores y
receptores.
El
hecho de transmitir energía a través de las manos nos conecta con nuestra
misión primigenia que es la de comunicarnos y desarrollar el amor
incondicional. A su vez, esto nos liga con nuestra propia esencia, con el amor
universal.
El
acto de imposición de manos en el cuerpo para aliviar el dolor es tan antiguo
como los instintos. Ante la sensación de dolor, lo primero que hacemos es
llevar las manos hacia el lugar dolorido. Cuando un niño cae y se lastima
quiere que su madre lo toque y se siente mejor enseguida. Esos actos tan
sencillos son la base de todas las técnicas de sanación por el tacto. Los
cuerpos vivientes irradian calor y energía. Esta energía es la fuerza vital
propiamente "Ki", y ésta es la raíz que aparece en la palabra
"Reiki".
El
"Chi" es una energía de tipo eléctrico que configura el
organismo y determina su estado de salud. Cuando el "Chi" o
"Ki" abandona el cuerpo, la vida se separa de éste. Pero
"Ki" es también la fuerza vital esencial de la tierra, los
planetas, las estrellas y los cielos; todas estas energías influyen sobre el
"Ki" de todo cuerpo viviente. Todo tiene "Ki"
y lo irradia: es la energía biomagnética del aura.
En
el sistema Reiki, la persona que ha recibido los iniciaciones Reiki
tiene abiertos los canales de energía (Chakras) y despejadas las
obstrucciones por efecto de dicho iniciación.
En
estas condiciones, no solo aumenta su captación de energía vital mejorando su
propio estado, sino que además participa activamente de la fuente de todo
"Ki" universal.
Ciertamente,
todos los seres vivos tienen "Ki", pero los iniciaciones Reiki
re-conectan al que los recibe de una manera más directa con esa fuente
inagotable.
Con
su primera iniciación Reiki I el receptor se convierte en un canal de
esta energía curativa universal.
El
iniciación, al poner en contacto a la persona con esa fuente infinita de "Ki",
aumenta la energía de ésta, le aporta la curación y le confiere el poder de
sanarse a uno mismo y a otras personas sin agotar sus propias reservas de
energía. En los breves minutos que dura le proceso del iniciación, la persona
que recibe la energía Reiki se hace beneficiaria de un regalo que va a
cambiar su vida para siempre en sentido positivo y desde cualquier punto de
vista que se lo contemple.
Las
personas que lo reciben experimentan sensaciones determinadas, aunque según la
persona, diferentes. Dicho iniciación no aporta nada nuevo; sólo abre y
sintoniza lo que ya estaba "dormido" en la persona.
Los
tres grados en que se divide tienen la siguiente significación:
Reiki
I. Sana en el plano físico los
malestares de la persona que lo recibe. La salud física suele acusar una
mejoría perceptible durante los meses siguientes al iniciación y las sesiones
son primordialmente auto-terapéuticas.
Reiki
II. Aumenta considerablemente la
capacidad de energía curativa, dirigiéndose ésta de manera más específica a los
aspectos emocionales, mentales y "kármicos" de la curación en
quién lo recibe. La curación en el nivel Reiki II añade instrumentos
(símbolos) para sanar a alguien que no está físicamente presente: es la
curación a distancia.
Reiki
III. Es el grado de la maestría, el
cual se realiza en dos etapas; la primera es la de practicante, en la que se
reciben los símbolos de Reiki III específicos para el aspecto espiritual, pero
el reikista no realiza iniciaciones a otras personas. Esto está reservado para
la segunda etapa, ya que cuando se promueve a Maestro de La Luz, o Sensei, se
entiende que se ha llegado a dominar el sistema y se está capacitado para
transmitirlo; sin añadir ninguna connotación de vanidad ni sentido de la
propiedad alguno.
El
terapeuta de Reiki III experimenta una acentuación aún mayor de su capacidad de
canalizar energía.
La
sanación Reiki se dirige a la persona entera; al sanar un dolor de cabeza no se
está trabajando exclusivamente en eso, sino que el dolor puede ser causado por
un problema en algún órgano u otra parte del cuerpo, pero la energía irá hacia
donde sea necesario restablecer la armonía. Lo mismo sucede con la parte
mental, emocional y espiritual. El sanador Reiki atiende por medio de la
energía a los cuatro cuerpos del ser y no se limita a uno sólo o a una parte de
él, sino que abarca el nivel holístico de la persona.
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