Leyendo sobre el nuevo libro de Marie-Monique Robin, de Ediciones Península, titulado "Nuestro Veneno Cotidiano, cómo la Industria Química Envenena Nuestro Plato", me llegó el concepto IDA (Ingesta diaria admisible, grado de peligrosidad de los alimentos que ingerimos).
Adquirimos los productos de alimentación sin reparar en que, probablemente, si los centros comerciales nos facilitaran la información visible de los aditivos químicos disfrazados que incluye cada producto, como el dimetilpolisiloxano, -un derivado de la silicona que, disfrazado de etiquetas como "E900", se incluye en muchos zumos de fruta o en ciertos vinos, medicación de uso cotidiano e incluso productos infantiles como lociones antipiojos- las ventas de algún producto que compramos diariamente bajarían.
Todo ello me lleva a pensar en una gran paradoja de esta "sociedad del conocimiento" que vivimos. Llegar a cierta información no es tan fácil como parece, a veces requiere una dosis de intensa investigación que no todo el mundo está dispuesto a "perder".
Por mi parte, os recomiendo ver este interesante documental:
Robin reflexiona sobre la relación entre la exposición a estas sustancias químicas y la actual "epidemia de enfermedades crónicas prevenibles" que tenemos en los países llamados "'desarrollados".
Estos términos los define la OMS (ciertos tipos de cánceres, disfunciones reproductivas, diabetes, obesidad, enfermedades neurodegenerativas...).
Volviendo al libro, Robin se pregunta sobre los sistemas de evaluación y reglamentación de los productos químicos de nuestra industria alimentaria, lo que se introducen desde el huerto (pesticidas) hasta nuestro plato (aditivos y plásticos alimentarios).
Hace ya varios años, desde la editorial Ceac, se publicó un interesante título, "Eres lo que Comes", en el que se puede encontrar un glosario de términos imprescindibles para saber lo comemos.
Por: Pilar Zaragoza de Pedro
FUENTE:
Documental Nuestro Veneno Cotidiano
El documental Nuestro Veneno Cotidiano fue presentado oficialmente a la prensa el 17 de enero de 2011 en Paris y posteriormente al público en general, mediante la cadena franco alemana Arte, el 15 de Marzo del 2011, simultáneamente en Francia, Alemania y Bélgica.
Circula por la red un video con más de 630.000 visitas en Youtube , emitido por la televisión estatal venezolana, donde se dice que los Cheetos están supuestamente elaborados con cartón y petróleo.
Según el supuesto ingeniero de alimentos y el investigador naturista, los Cheetos no están elaborados con maíz, sino con petróleo, concretamente con carboximetilcelulosa (CMC) y con acetona, que, según ellos, son sustancias derivadas del petróleo y del cartón. Para demostrarlo acercan una llama a los Cheetos que comienzan a arder en pocos segundos. Según ellos, otro peligroso ingrediente que contienen es un colorante: la tartracina.
En primer lugar, en la imagen podéis apreciar la lista de ingredientes que aparece en el etiquetado de los Cheetos que se fabrican en España, en la que no hay ni rastro de petróleo (como ya os decía aquí, el petróleo no se emplea en alimentos porque es tóxico), ni de acetona (ésta también es tóxica, a pesar de que en muy bajas concentraciones es metabolizada por el organismo), ni de carboximetilcelulosa, ni de tartracina, ni de nitratos (conservante que solamente se emplea en productos cárnicos). De hecho, en el etiquetado figura que los Cheetos contienen un 75% de maíz, los colorantes son naturales y no contienen conservantes.
En segundo lugar, la materia orgánica arde con relativa facilidad. La efectista puesta en escena en la que se muestra que los Cheetos arden al acercarles una llama no demuestra en absoluto que estén elaborados con petróleo. Arden con facilidad por su estructura hueca, por su bajo contenido en agua y porque, evidentemente, el maíz arde. Podéis probar (con precaución) a quemar una palomita de maíz, o cualquier otro alimento, como un espagueti o un poco de aceite.
A pesar de que los Cheetos no llevan las sustancias que se dice en el vídeo, muchas de ellas son seguras para la salud. Por ello están recogidas en la legislación alimentaria y se emplean con frecuencia para la elaboración de alimentos.
Tartracina
La tartracina (o tartrazina), es un colorante sintético empleado en una gran variedad de alimentos con el fin de proporcionarles un color que va desde el naranja hasta el amarillo, en función de lo diluido que esté. Además se puede mezclar con otros colorantes para que los alimentos adquieran color azul o color verde. Se emplea en muchos lugares del mundo para dar color a alimentos tan diversos como nachos, refrescos, yogures, aperitivos, etc. En España, por ejemplo, es el colorante que mucha gente emplea para cocinar la paella.
Este colorante está permitido por la legislación europea, donde aparece con el código "E-102". Como todos los aditivos que están recogidos en la legislación alimentaria, superó unos estrictos controles para conocer si era seguro para la salud; concretamente, fue evaluado por el Comité Mixto FAO/ OMS de Expertos en Aditivos Alimentarios (JECFA) en el año 1966 y por el Comité Científico de la Unión Europea para la Alimentación Humana (SCF) en el año 1975 y en el año 1984. Ambos comités establecieron una ingesta diaria admisible (IDA) de 0-7,5 mg/ Kg. de peso corporal/ día, lo que supone que una persona de 70 Kg. de peso podría ingerir como máximo 525 mg. de tartracina durante todos los días de su vida antes de que su organismo manifestara cualquier reacción adversa. Aunque 525 mg. (un poco más de medio gramo) puede parecer poco, en realidad no lo es: hay que tener en cuenta que no todos los alimentos contienen este aditivo, y, sobre todo, que en los que sí aparece, lo hace en pequeñas cantidades, dado su poder colorante.
Es cierto que existe cierta controversia en torno a este aditivo. Sin ir más lejos, en el vídeo, el supuesto ingeniero de alimentos dice que este colorante produce alergias, rinitis, migraña, dolor de cabeza (que viene a ser lo mismo), estreñimiento y, por si fuera poco, se pega a las paredes intestinales. Existen estudios científicos serios que mostraron resultados inquietantes acerca de este colorante. Concretamente, algunos científicos observaron que la tartracina podría provocar cambios en el ADN, algo que podría desembocar en un cáncer, mientras que otros observaron que podría aumentar la hiperactividad en niños pequeños. En el etiquetado del colorante que se muestra en la imagen se advierte sobre ello, a pesar de que la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria considera que es seguro en las dosis indicadas. Sin embargo, según la legislación europea, es obligatorio incluir esta advertencia en los alimentos que contengan tartracina.
A la vista de los resultados de estos estudios, la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) decidió reevaluar este colorante, de manera que en el año 2009 publicaron los resultados obtenidos. El comité de expertos de la EFSA llegó a la conclusión de que la tartracina no es cancerígena. En cuanto a los estudios relacionados con la hiperactividad infantil, los expertos de la EFSA consideraron que no era necesario modificar la IDA de 7,5 mg/ Kg. de peso corporal/ día porque se trata de una dosis segura. Eso sí, la EFSA admite que la tartracina podría provocar reacciones de intolerancia (alergia) en un pequeño porcentaje de la población y podría agravar algunos síntomas en personas alérgicas, como asma, rinitis o urticaria (incluso por debajo de la IDA). Por otra parte, un reciente estudio en el que se administró una cantidad importante de tartracina a personas alérgicas, mostró que dichas personas no presentaron ningún tipo de reacción adversa frente a este colorante (ni cutánea, ni respiratoria ni cardiovascular).
Carboximetilcelulosa (CMC)
La carboximetilcelulosa (CMC) es un espesante totalmente inocuo, permitido por la legislación para su uso en alimentos (código europeo "E-466"). La CMC obtiene a partir de la celulosa que está presente en la pared celular de las células vegetales (nótese que las células vegetales forman parte de todos los vegetales: desde una lechuga hasta una zanahoria). Como espesante que es, la CMC se emplea para espesar, estabilizar y gelificar disoluciones acuosas. Es decir, se utiliza en alimentos más o menos líquidos para que sean más espesos y estables, ya que la CMC tiene la capacidad de retener agua. Como comprenderéis, no tiene ningún sentido utilizar este aditivo en los Cheetos.
FUENTE:
Expertos australianos pidieron que las bebidas energéticas incluyan avisos sobre nocividad después de detectarse un aumento de casos de toxicidad entre los jóvenes consumidores de este producto, según informaron fuentes médicas.
Según investigaciones unas 65 personas llamaron al Centro de Venenos del estado de Nueva Gales del Sur con problemas causados por bebidas energéticas en 2010, mientras en 2004 sólo fueron 12 casos.
Los jóvenes son los más perjudicados, puesto que la edad media de las personas afectadas era de 17 años, principalmente varones, de acuerdo a la investigación conjunta de ese centro y la Universidad de Sídney.
La mayoría de los casos de sobredosis reportados se dieron cuando las personas afectadas injirieron este producto en situaciones recreativas como fiestas o reuniones junto a bebidas alcohólicas, pastillas de cafeína y sustancias ilícitas.
Los síntomas más comunes fueron palpitaciones, agitación, temblores y molestias gastrointestinales, pero en algunos casos se produjeron alucinaciones y problemas cardíacos.
El director médico del Centro de Venenos, Naren Gunja, dijo que "la gente cree que las bebidas energéticas son buenas por la marca y el empaque, pero éstas son tan malas como 20 tazas de café".
En épocas de exámenes, trabajo o cansancio muchos son los que recurren al maravilloso mundo de las bebidas energéticas. Quizás la marca más conocida sea Red Bull, que en esas noches en vela de trabajo, estudio o fiesta da el empujoncito de energía necesario para aguantar y darlo todo.
No considero que sean adecuados para nuestra salud estos recursos para aumentar la energía o mantenerse activo, más aún si se consumen de forma reiterada o se mezclan con alcohol. Forzar los límites del organismo con sustancias no pasará factura si se hace de vez en cuando, pero convertirlo en un ritual para aguantar el tirón puede tener consecuencias para la salud.
No obstante siempre es interesante analizar este tipo de bebidas para ver qué sustancias son las responsables del aumento de energía. Analicemos los principales componentes del Red Bull y veamos sus efectos.
- Azúcares (11%): una fuente rápida de obtención de energía para las células que es lo que dará el empujón energético a corto plazo. No contiene nada de grasa ni proteínas, por lo que debería de llamarse bebida estimulante en lugar de energética.
- Taurina (1.000 mg.): es un ácido orgánico que interviene en la excitación nerviosa a modo de neurotransmisor, de ahí su efecto energizante al estimular al sistema nervioso. Se le atribuyen mejoras de rendimiento psicomotriz. Sus teóricos y polémicos efectos negativos (arritmias y taquicardias) dependen de la susceptibilidad de la persona que la tome, de las cantidades, frecuencia de consumo y sobre todo si se mezcla con depresores como el alcohol.
- Cafeína (85 mg.): también un estimulante del sistema nervioso. La cantidad que contiene equivale a un par de tazas de café.
- Glucuronolactona: es una sustancia química precursora de la taurina. Mejora la memoria y la concentración y también tiene efectos antidepresivos.
- Inositol: neurotransmisor con efecto psicoactivo que mejora el estado anímico al incrementar el rendimiento del uso de serotonina por parte del cerebro e inhibe la sensación de sueño.
- Vitaminas: sobre todo vitaminas hidrosolubles como son las vitaminas B3 y B5 (útiles en las rutas metabólicas relacionadas con la obtención de energía), vitamina B6 (incrementa la producción de energía al favorecer la liberación de glucógeno) y vitamina B12.
Como hemos dicho antes, no nos va a hacer mal usar este tipo de productos muy de vez en cuando, sin embargo, acostumbrarnos a su consumo es como anestesiar constantemente al cuerpo contra la fatiga y el cansancio, llevando al organismo a trabajar en estados límites, y esto a la larga acaba pasando factura. Sin contar con que cada persona es un mundo y reaccionará de diferente manera ante los efectos de tales bebidas.
Nada mejor que un buen descanso y un completo desayuno para empezar el día como un toro, no lo olvides.
FUENTE:
El canal de televisión Intereconomía, en su programa "Ciencia con paciencia", informa que Pepsi usa restos de fetos humanos abortados para edulcorar sus productos.
Esto no sorprende, puesto que a partir de estudios e investigaciones con respecto a las tóxicas y peligrosísimas vacunas, sabemos que la gran industria farmacológica emplea fetos humanos abortados para la fabricación de vacunas. Sólo basta leer la composición de las vacunas en los mismos folletos informativos que entregan sus fabricantes, donde figura: “tejido diploide humano”.
La industria cosmética también los utiliza para elaborar sus productos. Todo esto nos lleva a otra gran aberración: al ser "materia prima", ha de haber una fabricación permanente de éstas. Pero en este tema nadie se pronuncia. A la producción, uso y abuso de animales para la industria farmacéutica, de cosméticos y alimentos no se le presta atención, salvo con éste tipo de denuncias.
¿Y dónde están los férreos defensores de la vida? Considerando que si se aceptan vacunas, alimentos, bebidas y cosméticos que usen estos fetos, se está avalando esta práctica y, por lo tanto, se es cómplice de esta verdadera mafia de la que no se habla, la del tráfico de órganos, fetos y seres humanos en este planeta, es decir, de la ya habitual doble moralidad que impera en nuestra sociedad y, principalmente, en los intereses económicos que mantienen permanentemente en marcha el motor que la sustenta.
FUENTE:
En contrapartida,
encontramos una serie de alimentos naturales que favorecen nuestras facultades e
incluso nuestro estado de ánimo.
Alimentos
nos hacen más listos
Podemos alimentar
nuestro cerebro para colaborar con sus funciones y su salud, pero también, hay
nutrientes o sustancias que presentan los alimentos que nos ayudan a ser más
inteligentes por su efecto sobre las conexiones nerviosas o la actividad
mental, a continuación te mostramos tres de ellos que podemos incorporar
fácilmente a la dieta para volvernos más listos.
Un estudio
realizado hace unos años por científicos del Instituto Tecnológico de
Massachusetts (MIT), en Estados Unidos, revelaba que existen tres
componentes de los alimentos que fortalecen las sinapsis -conexiones entre
neuronas- y aumentan las habilidades cognitivas tras consumirlos habitualmente
durante tan sólo cuatro semanas. Se trata de:
Colina, presente en los huevos; La colina es una sustancia
que fortalece la sinapsis, conexión nerviosa de las neuronas que permiten
transmitir emociones, ideas y demás.
Monofosfato de
Uridina, contenido en la remolacha.
Favorece la sinapsis y aumenta las habilidades cognitivas.
Ácido
Docosahexaenoico (DHA), un ácido
graso esencial poliinsaturado (ácido graso Omega 3) que ingenirmos a través de
pescados grasos como el salmón y la sardina, así como en algunas algas, y que
posee iguales efectos que los alimentos anteriores sobre la actividad del
cerebro.
En experimentos
con roedores, los investigadores comprobaron que el consumo de estos tres
ingredientes a diario no sólo mejoraba el desempeño de tareas y las capacidades
cognitivas, sino que producía cambios bioquímicos evidentes en las sinapsis
neuronales que implicaban un aumento de la inteligencia.
Consumir estos
tres alimentos a diario durante cuatro semanas, mejora el desempeño en tareas y
en capacidades cognitivas y además, favorece cambios químicos en el cerebro que
permiten aumentar la inteligencia, según lo han comprobado investigadores en un
estudio reciente.
Por supuesto,
debemos tener las habilidades para aprender a usar nuestras capacidades
cerebrales, por eso, los alimentos por sí sólo ayudan, pero no hacen milagros.
Es decir, sin ejercitar el cerebro, sin leer ni estudiar, las habilidades de
aprender, memorizar u otras no pueden probarse más allá del consumo de estos
alimentos que ayudan a aumentar la inteligencia.
Podemos consumir
a diario un huevo, una ración de pescado azul y remolacha en diferentes
preparaciones, como purés, pasteles, ensaladas, aperitivos, sopas frías, zumos
entre otras.
FUENTE:
Alimentos que
nos hacen felices
¿Eres lo que
comes? Nutricionistas y neurobiólogos unen ahora sus voces al coro que defiende
esta antigua aseveración. Gracias a las sustancias que contienen y a sus
interacciones con otros productos alimenticios, algunos alimentos y bebidas
pueden tener un efecto sobre el estado de ánimo.
En todo el mundo,
los consumidores prestan cada vez mayor atención a las cuestiones que afectan a
su salud, y junto a ello existe un creciente interés por los “alimentos que
influyen en el estado de ánimo”, alimentos que de forma natural elevan el
ánimo.
El sector de
alimentación internacional envasa ahora estos pequeños “rayos de sol”
naturales, solos o como añadido extra en productos de alimentación que ofrecen
un “buen snack para levantar el ánimo” entre las comidas.
Los neurobiólogos
han analizado los vínculos entre lo que comemos y la psicología humana, y han
hallado que una combinación de hormonas determina el grado de bienestar de un
individuo.
Se ha demostrado
científicamente que la serotonina y las endorfinas son las sustancias clave que
generan sensaciones de felicidad, bienestar y sueño reparador; y, sobre todo,
que actúan como analgésicos naturales.
El cuerpo humano
produce serotonina y endorfinas por sí mismo, pero la producción natural de
estas sustancias se ve estimulada por ciertos nutrientes que se absorben a
partir de lo que comemos, en lugar de ser generados directamente por el cuerpo.
De todo ello lo
principal es la proteína triptófano, un aminoácido que es vital para la
producción de serotonina. Entre los alimentos que incluyen un alto contenido en
triptófano se encuentran el queso, la carne magra, el pescado, las legumbres y
las nueces.
Sin embargo,
comer gran cantidad de esta selección de alimentos no basta para hacernos
felices. El cerebro sólo puede absorber triptófano cuando se combina con
carbohidratos, que son convertidos en azúcar en el intestino.
Un nivel
incrementado de azúcar en sangre estimula la producción de insulina, y la
insulina a su vez hace que las neuronas del cerebro sean receptivas al
triptófano, a partir del cual el cerebro crea la serotonina, la hormona para
sentirse bien.
Cuando nos
sentimos frustrados, es nuestro cuerpo el que impulsa las ganas de tomar como “estimulante”
una pizza rica en carbohidratos o un pastel de chocolate, para satisfacer su
necesidad de despejar el torrente sanguíneo y hacer que nuestro cerebro sea
receptivo a la absorción del triptófano que crea la serotonina.
En la realidad, a
corto plazo, nuestro estado de ánimo lo puede determinar una comida. A largo
plazo, organizar de forma sistemática nuestra ingesta nutricional es la mejor
forma de mantener constante el nivel de azúcar en sangre, mantenernos de buen
humor y no ganar peso en el proceso.
La mejor forma de
conseguirlo es seguir una dieta que sea lo más equilibrada posible: una mezcla
variada y colorida de alimentos que contengan una amplia gama de distintos
componentes.
Esto debería permitirnos
evitar los picos y caídas de fluctuaciones en el nivel de azúcar en sangre, y
las variaciones anímicas que causan. Y la palabra “colorida” debería
tomarse muy en serio: los colores específicos de los alimentos tienen un efecto
beneficioso sobre nuestra mente; así, los alimentos naranjas y rojos estimulan,
los azules calman, los amarillos animan, y los verdes ayudan a la
concentración.
Si adoptamos una
dieta equilibrada, hay algunos potenciadores naturales de la felicidad que
podemos permitirnos para darle a nuestro estado de ánimo un impulso extra.
Los cuatro “alimentos
felices” naturales más efectivos son el chocolate, los plátanos, la piña
y el chile o el pimiento.
El placer del
chocolate
Con sus cinco
acciones diferentes, el chocolate es perfecto para brindar un pequeño estímulo
entre las comidas. El azúcar y la manteca de cacao hacen que el cuerpo sea
receptivo a absorber triptófano, aumentando así el nivel de serotonina en el
cerebro. El contenido de cacao en el chocolate también proporciona estimulante
cafeína. Otro ingrediente en el cóctel de felicidad del chocolate es la
feniletilamina, un derivado de la fermentación de los granos de cacao, que
también eleva el nivel de azúcar en sangre y tiene un efecto excitante,
estimulante.
Al chocolate se
le considera una “droga del amor” natural, porque el organismo humano
puede fabricar por sí mismo esta hormona, que libera en mayores cantidades en
estados de excitación. Otra ventaja es que la proteína de la leche en el
chocolate proporciona exorfina, un analgésico natural, y teobromina, una
sustancia similar a la cafeína, que potencia aún más el rendimiento y estimula
la circulación.
La energía del
plátano
Más proclive a
preservar la silueta que el chocolate, aunque no menos eficaz para la activa “gestión
emocional” natural; veamos: los plátanos están llenos de nutrientes y
fibras y contienen muy poca grasa en comparación con el chocolate; también son
ricos en vitaminas, minerales y oligoelementos, y proporcionan al organismo un
rápido aporte de energía.
Además, los
plátanos son fácilmente digeribles y pueden reequilibrar los niveles de ácido
en el organismo. Y el triptófano que contienen ayuda a producir serotonina, la
hormona de la felicidad, que tiene un efecto calmante sobre el sistema nervioso
y fomenta el pensamiento positivo y un estado de ánimo optimista.
Estimulante
piña
La piña es otro
estimulante del bienestar físico, y un aliado contra la frustración. Esta
delicia llena de energía es rica en minerales y vitaminas y contiene compuestos
activos que estimulan la producción de serotonina, generando una optimista
vitalidad. Al mismo tiempo, otros componentes calman la ansiedad y alivian la
agitación nerviosa.
La vitamina C que
contienen las piñas también estimula la circulación y el metabolismo; la combinación
de componentes activos fomenta la capacidad que tiene el cuerpo de
autocuración, calma los nervios y ayuda en problemas de concentración y
motivación.
Y si tomas piña
por la noche, te estarás administrando una pastilla natural para dormir: por la
noche, el cerebro convierte el triptófano en melatonina, la hormona del sueño.
El gran efecto
del pimiento
Capsaicina es el
nombre de la sustancia milagrosa que combate la frustración, la ira y la
depresión. Se encuentra en el chile (pimiento picante) y produce una ligera
sensación de quemazón en la lengua.
El cerebro
percibe este calor picante como si fuera dolor y para contrarrestarlo responde
liberando endorfinas que potencian las sensaciones de bienestar. Este efecto se
conoce en biología como el “gran efecto del pimiento”.
Como puedes ver,
quien no se consuela es porque no quiere. Está claro que nunca antes los
fabricantes de alimentación habían mostrado tanto interés por los alimentos que
influyen en el estado de ánimo de las personas.
Tras los productos
y alimentos de belleza orientados fundamentalmente a mejorar la forma física,
los alimentos que influyen en el estado de ánimo podrían ocupar otro nicho en
el campo de productos de valor añadido.
Y ya es evidente
que los fabricantes ligan el mensaje “bueno para el ánimo…,bueno para
nosotros”.
FUENTE:
Con toda esta información, la polémica sobre la alimentación de nuestro mundo occidental acelerado e industrializado está servida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por dejar aquí tus comentarios.