Van quedando en el camino,
corazones peregrinos,
que han intentado unirme a su camino,
pero se han decepcionado.
Habrán buscado en mi ser,
espíritus diferentes,
que aunque entran en mi mente,
no son quien yo siento ser.
Van y vuelven, o no regresan,
dependiendo las experiencias,
que recorren al caminar.
No me enojo, no me ofendo,
simplemente yo comprendo,
que cada cantante, canta su cantar.
Los abrazo desde el alma,
sabiendo que algo de calma
en mis palabras han de encontrar.
No puedo obligarlos a aceptarme,
ni ellos pretender cambiarme,
para que mi ser sus pretensiones cubran.
Dejo que ellos descubran,
cuál es su real camino,
que quizás no sea el mío,
aunque nos encontraremos al llegar.
Hay caminos diferentes,
tantos como tanta gente,
y todos conducen a Dios.
Porque Dios es quien los crea,
quien sostiene y amplía,
haciendo que familias álmicas,
nos volvamos a encontrar.
Porque todos somos hermanos,
y aunque algunos no extiendan su mano,
nos une la misma esencia,
que es de Dios la presencia,
a la que no podemos renunciar.
Podremos taparnos los ojos,
mirar el cielo de reojo, pero no tapar el sol.
Y aunque largas sean las noches,
y energías derroches,
a la luz vas a volver.
En este presente eterno,
en el que no existe infierno,
para quien sólo quiere amar.
Yo seguiré escribiendo,
y entregándole al viento,
mis palabras sin cesar.
Hasta que el silencio sea en mi cuerpo,
y Dios me dé un tiempo,
para descansar en paz.
(Ale Flores)
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