se asiste a lo que está aconteciendo aquí y ahora.
(Sesha).
La palabra “meditación” proviene del latín “meditatio”, que originalmente indica un tipo de ejercicio intelectual. Suele hacer referencia a diversas prácticas de recogimiento interior o contemplación propias del yoga y otras filosofías orientales. Contrariamente a la vulgarización que se ha hecho en Occidente sobre el término cuando se habla de ella haciendo referencia a aquellos momentos en que enfocamos nuestra atención sobre un asunto o problema concreto para darle solución. Sin embargo, esta creencia es radicalmente opuesta a lo que en realidad es la meditación oriental, pues no hay que confundirla con “preocupación” o “reflexión”. La meditación es un camino de introspección, un ejercicio mental cuya intención es apaciguar el pensamiento consciente de forma que podamos percibir la información de forma más sutil.
La meditación está presente en la práctica totalidad de culturas y religiones: taoismo, budismo, chamanismo, zen, el camino sufí en el Islam, la contemplación en el cristianismo; incluso es el eje de actividades como yoga, artes marciales o Tai Chi. En todas ellas se considera como el proceso mental individual que puede transmitir estabilidad al individuo.
La meditación describe la práctica de un estado de atención sobre un objeto externo, un pensamiento, la propia consciencia, o el propio estado de concentración sobre la realidad del momento presente que nos envuelve. En este estado, la atención se libera de sus actividades y la mente se focaliza para quedar libre de los propios pensamientos, con el único objetivo de percibir todo aquello que cotidianamente nos pasa desapercibido, por ejemplo la respiración, las sensaciones que recibimos permanentemente en nuestro cuerpo, o la capacidad de desvincularnos de pensamientos automáticos y repetitivos que condicionan negativamente nuestro modo de actuación habitual, que, por tanto, limitan nuestra mente, nuestro estado de libertad y serenidad interior. No se trata de anular nuestra mente, sino de apaciguarla y de ser nosotros quienes la controlemos y no a la inversa, como sucede con tanta frecuencia en nuestro entorno social y cultural actual.
También de forma errónea, suele asociarse a creencias religiosas e incluso esotéricas, sin embargo no tiene que estar necesariamente asociada a creencia alguna, aunque ciertas filosofías, principalmente las orientales, se apoyen en ella para lograr ese estado de satisfacción física y espiritual. Sin embargo, las técnicas de meditación, una vez desvinculadas de todo ropaje religioso, van dirigidas a la armonización y a la obtención del equilibrio de nuestra naturaleza en su totalidad, es decir, sobre las partes que configuran al ser humano: cuerpo, mente y espíritu, con el objeto de mantener un estado saludable y unificado de todas ellas a través de la mera observación y de la toma de consciencia plena de todo lo que acontece para alcanzar una mayor comprensión de nosotros mismos y de la realidad, logrando el auto-conocimiento, la estabilidad, la armonía y la serenidad interior.
Estudios científicos han demostrado que algunas técnicas de meditación pueden ayudar a mejorar los sistemas inmunológico, cardiovascular, nervioso y cerebral, fomentando la concentración y la memoria, elevando el coeficiente intelectual y modificando algunas estructuras neuronales que se encontraban indebidamente alteradas (a través de ejercicios de meditación se ha apreciado un incremento de la actividad del lóbulo frontal izquierdo, donde se desarrollan las emociones positivas, al tiempo que se reduce el funcionamiento de la región derecha, que ha logrado un equilibrio entre ambos hemisferios reduciendo el miedo y la cólera). Asimismo, mediante electroencefalogramas, se han realizado análisis de la actividad cerebral durante la meditación , apreciando que ésta pasa de ondas beta, aquellas en las que se desarrolla nuestra actividad normal, consciente y alerta que oscilan entre los 15 y los 30 Hz., a ondas alfa o de relajación, calma, creatividad, que van de los 9 a los 4 Hz. Meditaciones más profundas han llevado a registrar ondas theta (de relajación profunda, solución de problemas, de entre 4 y 8 Hz. de frecuencia) y en meditadores avanzados se puede detectar la presencia de ondas delta (de un sueño profundo sin dormir, de 1 a 3 Hz.).
La Psicología, la Psiquiatría y la Neurología actuales han estudiado diferentes técnicas de meditación. Multitud de terapeutas las recomiendan e, incluso, han desarrollado sus propios métodos inspirados en los tradicionales, para aplicarlos en sus consultas, principalmente los que emplean la respiración como medio de relajación y nexo de unión entre el cuerpo y el estado anímico.
Dado que trabaja con la respiración y con la postura corporal, es muy recomendable en cuadros de estrés o ansiedad, como también en casos de elevada presión sanguínea, ya que meditar ayuda a ordenar la mente, calmar pensamientos automáticos y distorsiones cognitivas, logrando un estado de tranquilidad que equilibra el carácter, que favorece la comprensión de comportamientos, objetivos y motivaciones. Igualmente, puede ayudar a eliminar traumas y bloqueos emocionales que dificultan la vida del individuo.
Un hallazgo científico importante con relación a la meditación es que los niveles de cortisol, adrenalina y noradrenalida de los practicantes de la meditación son muchas veces menores. Y hay que tener en consideración que estas hormonas elevan el nivel de azúcar en la sangre y agravan la condición de las personas que padecen diabetes, además de producirse en grandes cantidades en periodos de estrés, que, de permanecer en nuestro cuerpo durante periodos prolongados, pueden causar numerosos daños. Del mismo modo, las personas que meditan son capaces de producir hasta un 50 % más de anticuerpos que tras recibir una vacuna contra la gripe.
Otro estudio reciente evidenció que la práctica diaria de la meditación hace más densos el córtex cerebral, responsable de la toma decisiones, la atención y la memoria. Sara Lazar, científica investigadora en el Hospital General de Massachussets, mostró unos resultados preliminares que demostraban que la materia gris de 20 hombres y mujeres que meditaban durante 40 minutos al día, era más densa que la de aquellas personas que no lo hacían. Al contrario que en estudios previos, que se centraban en monjes budistas, los sujetos en esta ocasión eran trabajadores del área de Boston que practicaban un estilo occidental de meditación llamado atención, o meditación interior. “Hemos demostrado por primera vez que no necesitas hacerlo durante todo el día para lograr estos resultados”, dijo Lazar. Y lo que es más, sus resultados sugieren que la meditación podría ralentizar el adelgazamiento natural que esa sección del córtex sufre con el paso del tiempo.
Según Deepak Chopra, conocido médico y escritor norteamericano de origen hindú:
“El estado fisiológico de los practicantes de la meditación experimenta cambios definitivos hacia un mejor funcionamiento. Cientos de hallazgos muestran una reducción en la respiración, un menor consumo de oxígeno, y una reducida tasa metabólica. En términos del envejecimiento la conclusión más significativa es que el desajuste hormonal asociado al estrés - que se sabe acelera el envejecimiento - se revierte. Esto a su vez desacelera, e incluso revierte, el proceso de envejecimiento... Mi experiencia con estudios llevados a cabo con personas que practican la Meditación Trascendental deja establecido que las personas que han practicado la meditación durante un buen número de años pueden tener una edad biológica de entre cinco y doce años menos que su edad cronológica”.
Resulta difícil describir todas las técnicas, dado que cada filosofía y cada terapeuta emplea las suyas propias, pero para todas es una “herramienta” orientada a la consecución de un mismo objetivo y que Ramiro Calle describe así “el adiestramiento del cuerpo, la mente y el comportamiento para estar más armonizados y lograr pensar, hablar y actuar con mayor equilibrio y ecuanimidad”.
Para iniciarse en la práctica de la meditación es suficiente con seguir nuestra respiración y dejarnos llevar. Para ello se sugiere:
- Una postura corporal estable, con la espalda recta y con la cabeza erguida. Lo principal es encontrarse cómodo y relajado, para que fluya la energía, pero evitando dormirse, pues entonces sólo estaremos consiguiendo relajarnos, pero no conseguiremos ningún estado de meditación, es decir, se requiere una postura que nos permita mantenernos relajados a la vez que atentos.
- Moverse lo menos posible y hacerlo con lentitud y consciencia cuando sea inevitable.
- Respirar pausadamente y a ser posible por la nariz.
- Hacer un esfuerzo consciente con la motivación adecuada y bien dirigido hacia nuestra atención. Adoptando una actitud pasiva y receptiva, pero sin forzarnos a concentrarnos o mantener nuestro foco de atención.
- Mantener la atención consciente, disciplinadamente dirigida hacia el soporte de la meditación., así como una actitud de ecuanimidad.
- Regularidad, pues creando la rutina se aprende a meditar, de modo que nuestra mente se ejercita en ella y cada vez resulta más fácil, así aprendemos progresivamente a controlar nuestra mente.
- El tiempo a emplear irá en función de la motivación de cada cual, pero se recomienda que no sea inferior a 10 ó 15 minutos, para alcanzar un buen grado de relajación y atención.
- Puede realizarse en cualquier momento y lugar, por ruidoso y estridente que éste resulte, pero, para quienes no estén ejercitados en su práctica, es conveniente realizarla en un sitio tranquilo y agradable, con una iluminación cálida, un entorno alejado de distracciones superfluas, que invite al sosiego e induzca a la relajación.
Y, ésta se puede hacer con técnicas entre las que se incluyen:
- Las propias meditaciones guiadas, adecuadas para quienes se inician.
- La observación de la respiración y las sensaciones corporales.
- La visualización de pensamientos o imágenes positivas e inspiradoras.
- El enfoque de la vista en algún objeto en el que concentrar nuestra atención.
- La repetición de “mantras” o frases repetititvas sobre las que centramos nuestra atención liberando nuestra mente de pensamientos que la confunden.
- ... ... ...
Durante su realización conviene:
- Desprenderse de la tensión mental y emocional, procurando la relajación de la musculatura física.
- Evitar la dispersión.
- Dejar fluir las imágenes mentales y los pensamientos que surgen automáticamente de manera repetitiva, sin recrearse ni intervenir en ellos, simplemente dejándolos pasar o, en su caso, frenándolos (descartándolos tranquilamente), en cuanto tomemos consciencia de ellos.
Como dice Thich Nhat Hank en su libro “Lograr el milagro de estar atento”:
“Si realmente estamos inmersos en la atención mental mientras caminamos a lo largo del sendero que conduce al pueblo y consideramos cada paso que damos como una maravilla infinita, la alegría se abrirá en nuestro corazón como una flor, permitiéndonos entrar al mundo de la realidad”.
Intentemos, pues, prestar más atención a nuestra atención.
© AnA Molina (Administrador del blog).
Fuentes:
- Ramiro Calle. (2004). “Yoga mental y meditación”. Ed. Librería Argentina.
- Thich Nhat Hanh (2005). “Lograr el milagro de estar atento”. Ed. Librería Argentina.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por dejar aquí tus comentarios.