"Sólo quien conoce a fondo las particularidades
y la enorme dificultad del arte -no siempre evidentes-
respeta y aquilata al artista".
(Robert Schumann)
¿Cómo se puede medir el valor de una obra de arte, de una pintura y de un artista? Porque, ¿qué es el arte? ¿Cómo definir o delimitar la creación de una mente única e individual?
El arte es tan amplio, complejo y ambiguo que considero que cualquier definición que se haga sobre él quedará corta, establecerá un criterio específico y acotará sus límites.
Según el diccionario de la R.A.E., el arte se define como:
"Manifestación de la actividad humana mediante la cual se expresa una visión personal y desinteresada que interpreta lo real o imaginado con recursos plásticos, lingüísticos o sonoros".
Siempre que se interprete como la exclusiva aplicación de una "técnica", se le estará considerando como una actividad que implica una habilidad, un aprendizaje y una especialización. Luego, se estará encuadrando en un sentido objetivo y se estará obviando su ámbito subjetivo.
No seré yo quien enmiende a una antigua y noble institución como la R.A.E., pero aun respetando y admitiendo como válida su definición, opino que no es lo suficientemente precisa, pues simplifica su significado sin recogerlo en toda la magnitud del arte, de cuanto expresa y entraña en sí mismo.
Como pintora aficionada que soy, puedo afirmar y constatar que, efectivamente, es una "visión personal de interpretación". Por tanto, se trata de una apreciación subjetiva de la realidad, así como un modo de expresar y exteriorizar, a través de medios materiales o virtuales, cuanto conforma nuestra psique: emociones, pensamientos, ideas, vivencias, sentimientos, etc., con el fin de comunicarlo y compartirlo, liberando y desarrollando nuestra imaginación y creatividad, creando un reflejo o imagen intuitiva y espontánea de cuanto contemplamos con la vista y de cuanto es imperceptible a los ojos. El talento artístico cumple una función extra-artística, cognoscitiva, como lo es la expresión de lo inefable en una cierta representación, toda vez que fomenta las facultades del espíritu para la comunicación social.
“El Águila de Júpiter, con el rayo en la garra es un atributo del poderoso
rey del cielo y el pavo real lo es de la magnífica reina del cielo. No
representan como los atributos lógicos, lo que hay en nuestros conceptos
de la sublimidad y de la majestuosidad de la creación, sino otra cosa que
da ocasión a la imaginación para extenderse sobre una porción de
representaciones afines que hacen pensar más de lo que se puede
expresar por palabras en un concepto determinado”.
(Kant)
Cierto es que el arte guarda cierto paralelismo o ligazón con la ciencia, ya que ambos requieren de una habilidad técnica, de unos conocimientos, de una aplicación práctica que conlleve experiencia, pero la ciencia llega hasta donde alcanza la objetividad y la validez empírica, mientras que el arte no tiene límites en tanto no los tenga nuestra imaginación y capacidad creativa. De nada sirve un experimento científico que fracasa demostrando que su objetivo no tiene la eficacia esperada; sin embargo, una pintura, una escultura, un poema, una sonata o una canción no están sujetos a los mismos parámetros de éxito que el experimento científico. La ciencia tiene un único propósito práctico, mientras que el arte, además de tener el objetivo práctico, cuenta con el estético, con los gustos y estilos del momento histórico y del ámbito cultural en el que se encuadra.
Nada tiene que ver el grabado japonés de Katsushika Hokusai "La Gran Ola de Kanagawa", con el lienzo de Claude Monet "La Grenouillère" mientras ambas obras coetáneas se encuentran expuestas en el Metropolitan Museum of Art de Nueva York. Como tampoco son comparables "La Gioconda" de Leonardo Da Vinci, con "Galatea de las Esferas" de Salvador Dali, cuando las dos son consideradas grandes obras maestras.
En 1959, la película "Ben-Hur" fue ganadora de 11 oscars, al igual que lo fueron "Titanic", en 1997 y "El Señor de los Anillos: El Retorno del Rey", en 2003. Sin embargo, más allá de consideraciones técnicas, de recursos y de profesionalización o experiencia de directores, guionistas y actores, lo cierto es que no tienen ninguna similitud entre ellas y sus argumentos, sin embargo todas fueron reconocidas con el mismo número de oscars e igual de exitosas.
Luego, ¿cuándo y cómo considerar una manifestación personal y subjetiva de nuestro mundo como "obra de arte"? ¿Cuándo y cómo definir a un individuo que expresa su realidad, su entorno, sus circunstancias... de manera imaginativa, por medio de "recursos plásticos, lingüísticos o sonoros", toda su creatividad personal como "artista"? ¿De qué manera y con qué varemos se puede establecer que una expresión de la libre e individual imaginación puede ser enjuiciada y valorada económicamente? En resumen ¿Cómo se establece el valor de una obra de arte y de un artista? y ¿quién lo hace?
Aquí es donde entra en escena la "crítica del arte" y el papel del "crítico artístico".
De forma simplificada, la crítica de arte es la opinión que un individuo -el crítico artístico- expresa sobre una obra o un conjunto de obras de arte. Por tanto, la crítica conlleva implícita la emisión de un juicio, convirtiéndose el crítico en "juez" de la obra y su autor, condenándolos al olvido y abandono o elevándolos a la cumbre.
El arte y, consubstancialmente, los artistas han estado y están llamados a ser constantemente enjuiciados y puestos en cuestión en cada momento histórico y en cada entorno cultural, toda vez que el crítico artístico se convierte en su "inquisidor".
La crítica artística, como cualidad intrínseca de todo criterio u opinión humana, incluye lo subjetivo, no puede evitar entrar en el terreno del gusto personal, estético, del crítico, por muy profesional que sea. Aunque la evaluación se realice ateniéndose a las técnicas o cánones establecidos, siempre deja deslizar un punto de vista personal, que, por supuesto, debe ejercer todo buen crítico, porque ese es su sello, el estilo propio que lo distingue y allí estará su gusto personal.
Esta subjetividad, que está presente también en el espectador, hace que ciertas manifestaciones artísticas admiradas por la mayoría tengan sus detractores. Así como aquello que todos condenan o repudian, cuente con algún defensor.
Un crítico debe observar una obra artística a distancia, verla tal como es y así evaluarla, no pretender que sea la obra que él mismo haría o compararla con las obras de otros autores. Debe saber ver lo positivo y lo negativo como es, no como el quisiera que fuera. Tampoco puede sublimar al artista, porque, en caso contrario, estaría basando su juicio en la fidelidad a éste, alejándolo de un análisis objetivo y neutral en pos de una obra o autor por afinidades e intereses personales y no profesionales.
El crítico es un comunicador ante todo, tiene el poder de influir en la opinión publica, pero sin desestimar la inteligencia de aquellos que están al otro lado como receptores y sin subestimar la capacidad creativa del autor, porque con el ejercicio de su criterio condiciona el de los demás. Asimismo, debe estar bien informado de las tendencias actuales, nacionales e internacionales, sobre la materia, para no rechazar aquellas creaciones que están vigentes más allá de su criterio.
Por medios materiales o virtuales, la persona expresa su creatividad, de la cual parte y surge una representación estética, pero ésta última no será considerada como "obra artística", ni la persona como "artista" si no media un crítico que le conceda tal calificación. Si esta persona no dispone de los medios adecuados para introducirse en el constreñido mundo artístico, podrá ser un genio, pero nunca llegará a ser reconocida. Cuando se logra el acceso a este mundo, si no aparece un crítico que acredite su mérito artístico, nunca se alcanzará el reconocimiento e incluso el autor podrá ser vilipendiado en el medio.
Así se llega a una conclusión: el artista aunque nazca o se haga a sí mismo, si no interviene un crítico que le avale, no será reconocido como tal, por tanto, injustamente, es el crítico quien hace al artista y no a la inversa.
Existe una multitud de pintores noveles y autodidactas que sin formación plástica han aprendido los rudimentos del dibujo y la pintura llegando a realizar cuadros que, aun carentes de técnica, llegan a tener una gran calidad estética. Sin embargo, la mayoría de ellos, no logrará entrar en el elitista mundo del arte, por el rechazo que recibirá por parte de los críticos, de las galerías, de los certámenes... y acabará reduciéndose a exposiciones privadas en las paredes de su vivienda y en las de aquellos familiares y amigos a quienes haya obsequiado una obra suya.
Es enorme el daño que un crítico mal preparado puede causarle al artista y a su "público objetivo". Desde siempre, en el campo de la crítica artística, han abundado "autoridades" que realmente no son expertas en las materias que juzgan y, en consecuencia, desorientan y confunden al artista y, en el mejor de los casos, a sus posibles seguidores, siempre y cuando haya logrado darse a conocer.
El crítico puede cometer excesos y adoptar actitudes que incluso rallarían en la falta de ética profesional, de hecho, no pocas veces sus críticas están motivadas por envidias u otras dudosas razones que los alejan de la imparcialidad por la que deberían regirse, llegando incluso a encontrase aquellos que, instaurados en juez y parte, se permiten criticar su propia obra, evidentemente, siempre de forma favorable. Rara vez el crítico de arte tiene todos los elementos de juicio, ya que no es artista y se limita a contemplar el fenómeno desde fuera, de lejos, sin la perspectiva del esfuerzo realizado en el trabajo.
Si los responsables de los medios artísticos, se cercioraran de la buena voluntad, la preparación y la pericia profesional de algunos supuestos "expertos" antes de permitirles expresar su opinión, se podría evitar el fracaso de muchos "creadores" que acaban por abandonar su obra o la restringen a su entorno privado. Si los supuestos "especialistas" fueran conscientes de su desconocimiento y mostraran una mayor honestidad, un actitud constructiva, además de menos ánimo de fama y lucro económico, tal vez, sus juicios serían más cautelosos, imparciales y respetuosos, incluso llegarían a no emitir ninguno.
Para que un abogado, un médico o cualquier otro profesional desempeñe su labor, se le exige una titulación específica que acredite su preparación, no así al crítico artístico que carece de dicha titulación, a pesar de lo cual ejerce como autoridad de una materia sobre la que, dada su falta de cualificación, no está capacitado ya que sólo conociéndola a fondo, se pueden emitir críticas, juicios y valores respecto a ella.
"¿Por qué ha de ser turbado el artista con el clamor estridente de la crítica? Y por qué los que no pueden crear se encargan de juzgar a los que crean? Qué autoridad tienen para ello? Cada arte tiene su crítico, que, por decirlo así, le está asignado. El actor es el crítico del drama. El cantante o el tocador de laúd y de viola es el crítico de la música. Cuando Rubinstein interpreta la Sonata Apassionata de Beethoven, no nos da sólo a Beethoven, sino también a él mismo, y así nos da a Beethoven de un modo completo, reinterpretado por una rica naturaleza artística, vivificado y espléndido, gracias a una nueva e intensa personalidad. Cuando un actor representa obras de Shakespeare, pasamos por idéntica experiencia."
(Oscar Wilde)
Los nuevos movimientos artísticos han ido modificando la percepción del concepto de arte. Un caso muy claro es la repercusión que tuvo en los años '60 y '70 el "Pop Art". Si observamos la obra "Cajas Vacías" que Andy Warhol realizó en 1964, el realismo de la escultura tradicional se ha aplicado a insignificantes productos de consumo popular, copiados con toda fidelidad. Una de las consecuencias de esta operación es que nos ha permitido una cierta valoración estética de las despreciadas cajas de cartón, reproducidas en madera y luego serigrafiadas por el máximo representante de este tipo de arte.
Otro caso es el arte "Naif", caracterizado por la ingenuidad y la espontaneidad de las obras realizadas por pintores autodidactas, sin formación académica. Su intuición les permite conseguir su distintivo: un estilo y modo de expresión propio carente del conocimiento de las normas técnicas de la pintura (perspectiva, sombreado, juego de volúmenes, armonía de formas y colores, composición, etc.). Sin embargo, la esencia de este tipo de arte se encuentra en la frescura natural desprovista de convencionalismos, estereotipos y prejuicios adquiridos en la formación académica; por su impacto visual; por una cierta torpeza que irradia encanto, intuición y afectividad.
Los ejemplos anteriores permiten ver que debe considerarse que toda creación tiene su valor e interés por derecho propio, independientemente de juicios y críticas. No se debe limitar la creación única e individual de cada artista, de su modo de interpretación del mundo, de su percepción estética distintiva sin condenarla a los cánones e imperativos establecidos por la crítica y sí debe estar abierta, según palabras del filósofo alemán Moritz Schlick, al "puro juicio de gusto" de aquel que contempla el objeto y de su percepción subjetiva.
"Si alguien me pregunta si encuentro hermoso el palacio que tengo ante
mis ojos, puedo seguramente contestar: no me gustan las cosas que no
están hechas más que para mirarlas con la boca abierta, o bien como
aquel iroqués, a quien nada en París gustaba tanto como los figones;
puedo también, como Rousseau declamar contra la vanidad de los
grandes, que malgastan el sudor del pueblo en cosas tan superfluas;
puedo finalmente convencerme fácilmente de que si me encontrase en
una isla desierta sin esperanza de volver jamás con los hombres, y si
pudiese, con mi sola voluntad levantar mágicamente semejante magnífico
edificio, no me tomaría siquiera ese trabajo, teniendo ya una cabaña que
fuera para mí suficientemente cómoda .Todo eso puede concedérseme y
a todo puede asentirse; pero no se trata ahora de ello. Se quiere saber
tan sólo si esa mera representación del objeto va acompañada en mí de
satisfacción, por muy indiferente que me sea en lo que toca a la existencia
del objeto....cuando digo que un objeto es bello y muestro tener gusto, me
refiero a lo que de esa representación haga yo en mi mismo y no a
aquello en que dependo de la existencia del objeto”.
(Kant)
El arte y los artistas cambian constantemente y evolucionan a mayor velocidad que lo hace la crítica. Un claro ejemplo lo tenemos en Vincent Van Gogh, un pintor sin formación plástica académica, que sufrió brotes de enfermedad mental, que no logró vender un cuadro en vida salvo a su hermano, sin embargo, la calidad de su obra sólo fue reconocida tras su muerte, convirtiéndose en uno de los principales exponentes del "Postimpresionismo" y en uno de los grandes maestros de la pintura.
“Todo lo alabado por la crítica es transitorio y carece del menor valor no actual y casi todo lo denigrado por la crítica tiene posibilidades de permanecer”.
(Félix de Azúa)
Si el crítico ve reducida su opinión a las instancias convencionalmente adscritas a lo artístico (el museo, la galería de arte, las ferias y certámenes internacionales), su juicio se verá abocado a la extinción. Si el paso del tiempo ha convertido en artísticas ciertas actividades humanas y a determinados personajes en artistas, ¿por qué esperar a qué manifestaciones contemporáneas en las que lo visual es preeminente sean consideradas artísticas en el futuro? ¿Por qué no empieza la crítica actual a emitir juicios eficaces para valorar e interpretar lo que ocurre a nuestro alrededor?
Opino que se debe respetar la libertad de los procesos creativos artísticos, alejándolos de las reglas que impone la crítica, de los juicios y prejuicios de los críticos, los cuales dirigen y condicionan el mercado del arte. Hay que dar cabida a nuevos talentos y artistas noveles, así como a sus nuevas formas de expresión, evitando planteamientos conservadores y convencionalismos establecidos que frenen el desarrollo y la evolución de cada rama artística.
No hay más que observar el siguiente video para afirmar que el concepto de la crítica de arte y de la figura del crítico artístico no deberían ser reconsiderados...
Ó AnA Molina (Administrador del blog)
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