domingo, 22 de julio de 2012

El Universo es un Holograma



La física duda de la existencia de la realidad objetiva y construye un nuevo modelo del mundo basado en la holografía en el que los electrones de los átomos del cerebro humano aparecen conectados a las partículas subatómicas de cada salmón que nada, de cada corazón que late, o de cada estrella que brilla en el firmamento. El modelo holográfico implica también al funcionamiento cerebral y a los comportamientos psicológicos, alumbrando una forma radicalmente nueva de ver la realidad basada en que la percepción es sólo lo que pintamos como tal.

En 1982 tuvo lugar un importante evento. En la Universidad de París un grupo de investigadores liderado por el físico Alain Aspect realizó un experimento que después se convertiría en uno de los más importantes del siglo XX.

Aspect y su equipo descubrieron que en ciertas circunstancias las partículas subatómicas como los electrones, son capaces de comunicarse al instante con otras partículas, independientemente de la distancia que haya entre ellas. No importa si esta distancia es de 10 centímetros o de 10 billones de millas.

De alguna manera, cada partícula subatómica es siempre capaz de saber qué es lo que hacen el resto de las partículas, por muy lejos que éstas se encuentren. El problema de esta hazaña de las partículas es que viola el principio sostenido durante mucho tiempo por Einstein, según el cual ninguna comunicación puede ir a una velocidad superior a la de la luz.

Viajar más rápido que la velocidad de la luz equivaldría a romper la barrera del tiempo, y esta desalentadora perspectiva ha ocasionado que algunos físicos hayan comenzado a elaborar diversas teorías para explicar los descubrimientos de Aspect.

Pero esto también ha inspirado a otros a buscar explicaciones más radicales.

El físico David Bohm, de la Universidad de Londres, por ejemplo, cree que el descubrimiento de Aspect implica que la realidad objetiva no existe, que la aparente consistencia del universo es como un fantasma, un gigantesco y espléndido holograma.

Fotografía tridimensional
Para comprender lo que Bohm quiere decir con esta afirmación, es preciso conocer algo sobre hologramas. Un holograma es una fotografía tridimensional hecha con ayuda del láser.

Para hacer un holograma, el objetivo de la cámara se introduce primero bajo la luz de un rayo láser. Después, un segundo rayo láser se superpone al primero y el resultado de la interferencia de ambos (el área donde los dos haces coinciden) es capturado por la película.

Cuando la película se revela, el resultado parece un remolino de líneas claras y oscuras. Pero tan pronto como el revelado de la cinta es iluminado por otro rayo láser, cada mitad contendrá también la imagen entera de la rosa.

Es más, si estas mitades se cortaran otra vez, cada trozo de la película contendría una pequeña pero intacta visión de la imagen original. A diferencia de las fotos normales, cada parte del holograma contiene toda la información que posee el todo.

La naturaleza del todo en cada parte que poseen los hologramas, nos concede a nosotros una forma totalmente nueva de comprender la organización y el orden. A lo largo de la historia, la ciencia occidental ha sido construida bajo el principio de que la mejor forma de entender un fenómeno físico, ya sea una rana o un átomo, es diseccionarlo para estudiar cada una de sus partes.

Un holograma nos muestra que algunas cosas en el universo no se prestan a este tipo de análisis. Si tratamos de hacer partes de algo construido holográficamente, no obtendremos las piezas de las cuales está hecho, sino que sólo conseguiremos pequeños todos.

La separación, una ilusión
La perspicacia ha permitido a Bohm concebir de forma distinta el descubrimiento de Aspect. Bohm cree que la razón de que las partículas subatómicas permanezcan en continuo contacto entre sí a pesar de la distancia, no se debe a que se envíen entre ellas ningún tipo de misteriosos signos, sino a que la separación entre dichas partículas es en realidad sólo una ilusión. Bohm argumenta que a niveles profundos de la realidad, estas partículas no son entidades separadas, sino extensiones de la misma realidad sustancial.

Para que la gente lo entienda mejor, Bohm ofrece la siguiente ilustración: imagine un acuario que contiene un pez. Imagine también que usted no puede ver el acuario directamente, sino a través de las imágenes que le envían dos cámaras de televisión, una dirigida hacia un lado del acuario, la otra dirigida al lado contrario.

Cuando usted enciende los monitores de televisión, debe asumir que el pez aparece en ambas pantallas como dos entidades separadas. Después de todo, porque las cámaras están situadas desde diferentes ángulos, cada una de las imágenes será diferente. Pero cuando continúe mirando a los peces, se dará cuenta de que hay una relación entre ellos.

Cuando uno se gira, el otro también lo hace; cuando uno se pone frente a la cámara, el otro aparece en el lado contrario. Si permanece atento a todos los movimientos de los peces, concluirá que ambos están instantáneamente comunicados el uno con el otro. Pero, a pesar de las apariencias, sabemos que no es así. Todo es el resultado de la ubicación de los dos monitores de televisión.

Naturaleza fantasmal
Según Bohm, esto es en realidad lo que sucede con las partículas subatómicas en el experimento de Aspect. La aparente conexión más rápida que la luz entre las partículas elementales nos está hablando de que, a niveles profundos de la realidad, sin que nosotros nos demos cuenta, hay una dimensión compleja que es análoga al ejemplo de los acuarios.

Bohm añade que tenemos la perspectiva de las partículas subatómicas separadas las unas de las otras porque estamos mirando solamente una porción de su realidad.

Estas partículas no son partes separadas, sino formas de una profunda y fundamental unidad que termina como la rosa holográfica. Y, como cada cosa dentro de la realidad física está constituida por estas partículas, se deduce que el universo entero es un holograma, una proyección.

Además de esta naturaleza fantasmal, el universo puede poseer otro tipo de características. Si la aparente separación de las partículas subatómicas es ilusoria, esto significa que a un nivel más profundo de la realidad, todas las cosas en el universo se encuentran infinitamente interconectadas.

Los electrones en los átomos de carbono en el cerebro humano, están conectados a las partículas subatómicas de cada salmón que nada, de cada corazón que late, o de cada estrella que brilla en el firmamento.

Cada cosa está interrelacionada con cada cosa, y aunque la naturaleza humana debe buscar las categorías y las subdivisiones de los distintos fenómenos del universo, estas categorías son necesariamente artificiales, porque la naturaleza es en último término una membrana continua.

En un universo holográfico, ni el tiempo ni el espacio son vistos como fundamentales porque nuestros conceptos de localización no son válidos en un universo en el que nada está verdaderamente separado de lo demás. El tiempo y el espacio tridimensional, como las imágenes del pez en los monitores de televisión, deberían verse como proyecciones de un orden más profundo.

El Superholograma
En este nivel más profundo de la realidad aparece una especie de superholograma en el que el tiempo pasado, presente y futuro existen simultáneamente. Esto sugiere que, dando con la herramienta adecuada, debería ser posible algún día buscar dentro del nivel del superholograma y proyectar hacia fuera de él escenas de un tiempo pasado.

Qué más contiene el superholograma es una cuestión siempre abierta. Si aceptamos que, según la argumentación de Bohm, el superholograma es la matriz que dio a luz a cada cosa del universo, esa matriz contendrá cada partícula subatómica que ha sido o será, cada configuración de materia y energía posible, desde los copos de nieve a los quasars, desde los rayos gamma a las ballenas azules. Se debe pensar en este superholograma como en una despensa cósmica donde todo está contenido.

Aunque Bohm piensa que no hay forma de saber qué más debe haber contenido en el superholograma, se aventura a afirmar que no tenemos razones para aceptar que el superholograma no contiene nada más. O, como él dice, quizá el nivel superholográfico de la realidad es una mera plataforma en la que encuentra una infinidad continuamente en desarrollo.

Bohm no es el único investigador que ha encontrado evidencias de que el universo es un holograma. Trabajando independientemente en el campo de las investigaciones sobre el cerebro, el neurofisiologista de Stanford, Karl Pribram, también ha llegado a convencerse de la naturaleza holográfica de la realidad.

El cerebro holográfico
Pribram confeccionó un modelo holográfico con un puzzle, en el que se reflejaba dónde y cómo se graba la memoria en el cerebro. Durante décadas, numerosos estudios nos han mostrado que la memoria se situaba en diferentes zonas dispersas del cerebro, y no en una zona específica.

En una serie de experimentos cerebrales Karl Lashely descubrió en 1920 que, independientemente de la parte del cerebro que tocara, era incapaz de erradicar la memoria de cómo llevar a cabo tareas muy complejas, aprendidas antes de que Lashely operara. El único problema era que nadie había sido capaz de dar con el mecanismo que pudiese explicar este curioso todo en cada parte de la naturaleza de nuestra memoria.

En 1960, Pribram encontró el concepto de holografía y la explicación que buscaban los neurólogos. Pribram cree que la memoria está guardada no en las neuronas ni en pequeños grupos de células cerebrales, sino en los dibujos de impulsos nerviosos que atraviesan el cerebro de parte a parte, de la misma forma que los dibujos del rayo láser atraviesan el área entera de un trozo de película que contenga una imagen holográfica. En otras palabras, Pribram está convencido de que el cerebro mismo es un holograma.

La teoría de Pribram ha ganado apoyos crecientes entre los neurofisiólogos. Un investigador italiano-argentino, Hugo Zucarelli, ha extendido recientemente el modelo holográfico al mundo de los fenómenos acústicos. Dada la situación del hombre, que puede localizar los sonidos sin mover la cabeza, incluso si sólo oye por uno de los dos lados, Zucarelli ha descubierto que los principios holográficos pueden explicar esta habilidad.

Pribram creía que nuestro cerebro construía matemáticamente la realidad a partir de su lectura de las frecuencias recibidas de un buen número de experiencias sensoriales. Se ha descubierto, sin embargo, que cada uno de nuestros sentidos está abierto a muchas más sensaciones de las que en un principio se pensó.

Los investigadores han descubierto, por ejemplo, que nuestros sentidos ópticos son receptivos también a las frecuencias del sonido; que nuestro olfato es en parte dependiente de lo que llamamos "osmic frequences", y que las células de nuestro cuerpo son sensibles a muchos tipos de frecuencias. Estos descubrimientos sugieren que es sólo en el campo holográfico de la conciencia donde estas frecuencias se dividen en percepciones convencionales.

El paradigma holográfico
Pero el aspecto más increíble del modelo holográfico de Pribram del cerebro es lo que ocurre cuando se une a la teoría de Bohm. Si la concreción del mundo es una realidad secundaria (creada por la lectura que realiza el cerebro), si lo que existe en realidad son los paquetes de frecuencias holográficas, y si el cerebro mismo también es un holograma que selecciona sólo algunas de las frecuencias que están fuera de él y las transforma en percepciones sensoriales, ¿en qué se convierte la realidad objetiva? Muy sencillo, la realidad objetiva deja de existir.

En realidad, las personas somos receptores flotantes en un mar caleidoscópico de frecuencias. Lo que extractamos de ese mar para transformarlo en realidad física, es uno de los canales por los que extractamos algo fuera del superholograma.

Esta sorprendente y nueva imagen de la realidad, la síntesis entre los puntos de vista de Bohm y Pribram, ha sido denominada el paradigma holográfico. Aunque muchos científicos lo miran con escepticismo, otros han quedado muy convencidos de su validez.

Un pequeño pero creciente grupo de investigadores cree incluso que debería ser considerado como el modelo que ha llegado más lejos en la ciencia de la realidad. Algunos van más allá y creen que resolverá algunos misterios que antes no habían podido obtener respuesta de la ciencia.

Bohm y Pribram han notado que muchos de los fenómenos parapsicológicos se hacen comprensibles dentro del paradigma holográfico. En un universo en el que los cerebros individuales son realmente partes indivisibles de un gigantesco holograma, la telepatía puede ser considerada como el acceso al nivel holográfico.

Gracias al paradigma holográfico, es más fácil entender cómo la información puede viajar de un individuo a otro, hasta un punto lo lejano que se quiera. Al mismo tiempo, ayuda a comprender gran número de problemas que plantea la psicología. El psicólogo transpersonal Stanislav Grof piensa al respecto que el paradigma holográfico ofrece un modelo para comprender muchos de los fenómenos que ocurren en los estados alterados de conciencia.

Universo psicológico
El paradigma holográfico también tiene explicaciones para las llamadas ciencias duras, como la biología. Keith Floyd, una psicóloga del Virginia Intermont College, apunta que, si la concreción de la realidad es una ilusión holográfica, en poco tiempo será cierto que el cerebro produce conciencia. Entonces, cada cosa que nos rodea, incluido nuestro cuerpo, podrá considerarse como algo psicológico.

Este giro en la forma en que entendíamos hasta el momento las estructuras biológicas ha ocasionado que los científicos busquen también una evolución del modelo médico relacionándolo con el paradigma holográfico.

Si la aparente estructura física del cuerpo es una proyección holográfica de nuestra conciencia, parece claro que cada uno de nosotros es mucho más responsable de su salud que lo que los médicos podrían desear.

Lo que vemos como milagrosas disminuciones de las enfermedades, deben comenzar a verse como cambios en las conciencias, como producto del cambio en el holograma del cuerpo humano.

Al mismo tiempo, las nuevas y controvertidas técnicas para preservar y mejorar la salud, como la visualización, adquieren nuevo significado dentro del dominio holográfico porque las imágenes pueden ser tan reales como la misma realidad.

Lo que percibimos como realidad es sólo lo que pintamos como tal. Incluso nuestras más esenciales nociones de la realidad llegan a suspenderse en un universo holográfico. Como apunta Pribram, cada evento es visto como la base del principio holográfico.

Las sincronías y las coincidencias de la vida, de repente tienen sentido. Cada parte de la realidad puede verse como una metáfora. Cada uno de los acontecimientos más azarosos pueden verse bajo una nueva geometría.

Bohm y Pribram, con su modelo holográfico, han afectado ya a la perspectiva de muchos científicos como Basil Hiley, físico del Birbeck College de Londres, quien afirma que los descubrimientos de Aspect indican que debemos estar preparados para considerar una forma radicalmente nueva de ver la realidad.

Por: Renny Yagosesky

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