La
palabra sánscrita (lengua clásica de India) “chakra“ significa “círculo“, “ disco“ o “rueda”;
proviene posiblemente de la raíz sánscrita “char” (“movimiento”).
Según
el hinduismo,
los chakras son centros de energía inmensurable (no medible de ninguna manera)
situados en el cuerpo humano.
Según
las doctrinas hinduistas los chakras son seis, pero según la teosofía y el gnosticismo son siete. Estos son:
Es
nuestra raíz física, ancestral y vital. Está ubicado en la base del coxis,
entre el ano y los genitales, y su función en el cuerpo se relaciona con la
fortaleza de los huesos, los dientes, las uñas, el intestino, las piernas y los
pies. Constituye la energía primordial sobre la que desarrollan los otros
chakras, pero esto tiene una manifestación psicológica, física y emocional, ya
que, de alguna manera, es el centro energético que nos provee la energía vital.
Aquí reposa el “Kundalini”, la
energía cósmica de la que habla la tradición tántrica; y “Sushumna”, ”Ida” y “Pingala”, los principales canales
energéticos comienzan también en este punto, por lo que este primer chakra es
el centro de los ciclos de energía sutil que la medicina yóguica identifica.
Este
chakra es el más cercano a nuestra naturaleza animal y tribal y el más alejado
de nuestro ser trascendente, pero es tan bello como los más espirituales porque
es nuestro ser más básico y su conexión con la tierra como proveedora de vida,
fuerza y protección. Es además la pulsión que procura nuestra supervivencia,
por lo que nos motiva a actuar, pero además nos da el fuego básico para
funcionar día tras día, no sólo como un latido primitivo, sino como la
confianza y el calor cuerpo-mente de donde sale la capacidad de acción, la
creatividad, la autoestima y motivación básicas. Es el aspecto que nos conduce
a arraigarnos, a construir y a buscar la estabilidad.
Por
ser el impulso que nos da vida, seguridad ontológica y física, confianza y
poder, es una parte fundamental de nuestro ser y tenerlo en cuenta es esencial
para nuestro bienestar. Corresponde a esta energía nuestro bienestar físico, el
estar conectados con la tierra y el entorno natural, así como con nuestro
cuerpo como una manifestación de la tierra y escuchar sus necesidades. Su pulsión
se conecta con nuestro ser corpóreo, primitivo y terrenal.
El
color rojo que lo identifica corresponde al color de la energía más primitiva
de la tierra y por tanto también de la vida que emana de ella. También es el
color de la sangre. Nuestro plano más instintivo necesita del primer chakra
para sentir que tiene techo, comida y vestido, pero además que su bienestar
está asegurado. Esto tiene varias dimensiones además del bienestar físico, pues
constituye el arraigo grupal que nos da un sentido de pertenencia, un lugar
espacial y psicológico, y abarca además un plano de protección mental y
emocional. Pero si nos adentramos en el aspecto físico, nos damos cuenta,
además, que este bienestar se relaciona también con los ciclos y necesidades
naturales del cuerpo para desarrollar su potencial y su vitalidad.
Se
sitúa en la región umbilical, junto al ombligo. Tiene las cualidades del agua.
De ella brota la vida, la energía creativa, la transformación y la capacidad de
revitalizar y sanar. Si el primer chakra es la raíz, representando la seguridad
y la estabilidad sobre las que construimos nuestra fuerza fundacional, este
chakra complementa la pulsión de vida con la alegría, la pasión y el disfrute por
la vida. Contrario al primer chakra que tiene una vibración masculina, este se
inclina hacia las facultades femeninas de fecundidad, apertura, percepción,
sensualidad y adaptación. No es gratuito que en la tradición hindú, éste sea el
centro energético de “Shakti”, que es
la forma femenina del dios Shiva.
La
vibración del chakra “Svadhisthana”
está relacionada con la sexualidad como una fuerza creativa, diferente al
instinto de supervivencia encaminado a la necesidad de reproducción. También
parte de este centro energético es la sensualidad, entendida como el despertar
de los sentidos, a través de los cuales honramos nuestro ser físico y
percibimos el mundo, la capacidad de goce en el momento presente que nos
permite sentirnos conectados con la vida. Si el primer chakra es la fuerza
vital, el segundo chakra es esta energía en movimiento y en creación
permanente.
La
capacidad de asombro y el vivir el momento presente son parte de este chakra.
Ver la vida como un juego creativo que está en una construcción permanente, que
debe ser reinventada siempre, es estar conectados con esa parte de nosotros que
dejamos cuando asumimos un rol adulto en el mundo. Cuando estamos creciendo
experimentamos el mundo como algo nuevo a cada segundo y nos maravillamos con
cada pequeño descubrimiento que hacemos a través de nuestros sentidos. El
placer sensorial es una manera de dejar de lado los prejuicios y preceptos que
nos hacen creer que ya todo es conocido.
Tiene
las propiedades de fuego. Es el punto energético donde convergen diversos
chakras, lo cual hace más complejas sus funciones, pero todas se relacionan en
términos generales con nuestro centro de poder personal. Otra manera de
conceptualizar las vibraciones de las que se encarga esta rueda de energía es a
través de las propiedades del elemento fuego: calor, poder, fuerza, actividad,
luz y purificación.
El
tercer chakra es de color amarillo o dorado. Está ubicado en el plexo solar (en
la punta del estómago o epigastrio, junto al bazo) y se relaciona eminentemente
con nuestro sistema digestivo. También está encargado de regular el
funcionamiento del hígado, órgano digestivo encargado de desintoxicar, limpiar
la sangre, analizar los nutrientes de los alimentos y descartar lo que no es
útil. También se asocia con el páncreas, cuya función es la producción de
enzimas digestivas e insulina, que regula la cantidad de azúcar en la sangre.
De
la misma manera que en nuestro ser físico, nuestro tercer chakra asimila y
purifica nuestras experiencias y nuestras energías. Los diferentes niveles de
conciencia, desde aquellos más básicos y materiales hasta los más metafísicos
se filtran o concretan en el tercer chakra, desde donde se integran las
diferentes energías en un equilibrio. Por tanto, el tercer chakra nos ayuda a
darle una estructura a las energías de los chakras inferiores y a utilizar su
fuerza y energía creativa; pero de la misma manera, es fundamental en la
materialización de nuestras facultades espirituales que se expresan entre el
cuarto y el séptimo chakra.
Es
el chakra de la actividad, la individualidad y la voluntad, pero también de la
plenitud, la generosidad y la sabiduría para soltar, ser espontáneos y
flexibles. Este centro energético determina nuestra relación con el mundo
material y cómo se manifiestan en éste las vibraciones que operan en nosotros
como pulsiones o como facultades que podemos desarrollar y desplegar
ampliamente. El tercer chakra nos permite lograr y concretar, tener un sentido
de individualidad, alcanzar una abundancia material y espiritual pues nos ayuda
a actuar en el mundo.
Un “Manipura“ abierto y equilibrado da una
sensación de armonía, donde el individuo tiene fuerza, dirección y compromiso.
No intenta imponerse arbitrariamente sobre el entorno pero conserva siempre su
poder personal ante éste. Es una relación de equilibrio y respeto energético
mutuo: ni yo comprometo mi energía, ni intento robarla del exterior. Nos
permite tener una luz interior que nos da claridad, bienestar y vitalidad. Este
centro energético nos orienta a través de nuestro camino en la vida y nos
indica en qué momentos debemos ser activos y persistentes o podemos aceptar y
abrirnos.
Es
un chakra de cualidades eminentemente masculinas (actividad, calor, poder) y
forma parte de los tres chakras inferiores que son los más básicos e
individuales. Por tanto, para que tenga un despliegue balanceado debe también
estar conectado con energías de un nivel de conciencia más elevado y con
vibraciones más femeninas, como la intuición, el amor y la energía creativa.
Como
es el chakra con el que nos relacionamos con el mundo material, desde nuestros
diferentes aspectos, es aquí que se asimilan las experiencias y expresiones
personales como integrales a un camino único y necesario, una relación con el
entorno donde hay un aprendizaje y un movimiento constante. Pero es también en
el plexo solar donde sentimos las vibraciones de las otras personas y donde se
da más evidentemente un cierre energético cuando hay alguna disonancia.
El
tercer chakra tiene un papel adicional desde la anatomía yóguica, pues es el
centro energético que recibe la energía del sol y lo transmite al cuerpo etéreo
y a nuestro cuerpo físico. También está conectado con nuestro cuerpo astral,
aquel donde guardamos nuestros anhelos, aspiraciones y sentimientos que da forma
a nuestro ser individual.
Se sitúa en el centro
del pecho, junto al esternón. Es el centro de todo el sistema energético y se
encarga de una de las energías más poderosas que operan en ser humano: el amor.
Es en el cuarto chakra donde empieza a haber una experiencia colectiva, en
contraposición a los tres chakras inferiores que son por definición los centros
energéticos del ego; de donde podríamos afirmar que se origina la sensación de
separación del mundo y de individualidad. En este punto convergen y se integran
los tres chakras inferiores que representan el ser material, vital e
individual, con las energías superiores que dan una dimensión espiritual,
mental y metafísica a nuestro ser. Es en esta rueda de vida donde se da una
manifestación más sutil de nuestro carácter trascendente.
“Anahata“, por tanto, es un nivel de
conciencia significativamente más elevado que sus pares inferiores. En este
mismo sentido, para pasar de la percepción del tercer chakra al cuarto chakra
se requiere un cambio de cosmovisión muy profundo: el paso del temor a la fe. “Anahata”, en sánscrito, quiere decir, en
términos generales, “imposible de romper”.
Por tanto, el amor sería una fuerza tan noble y poderosa que estaría presente
de manera constante e incondicional a pesar de las heridas que tengamos en
nuestras historias personales. Es esa luz sagrada en cada ser, que es nuestra
verdadera esencia y que nos permite abrir nuestros corazones en una unión
amorosa, devocional y compasiva.
El
cuarto chakra tiene la virtud de traer alegría y sanar. Está ubicado en el
centro del pecho, y las “asanas”
(en yoga, cada una de las distintas
posturas que tienen como objetivo actuar sobre el cuerpo y la mente) que
involucran una apertura de éste en yoga buscan los efectos de vigorización,
reparación, flexibilidad y trascendencia que trae esta vibración. A su vez, se
relaciona con los colores verde o rosa. Los tonos verdes nos reconectan con la
naturaleza, dan tranquilidad y corresponden a las vibraciones de la sanación y
la regeneración. El rosado es un color que despierta compasión, alegría de
vivir, ternura y expansión. Está asociado con el sentido del tacto: con la
facultad de entrar en contacto con la existencia, de tocar y ser tocado por las
personas que forman parte de la propia vida, por todos los seres y las cosas y
por el Universo como totalidad.
Sus
cualidades son aquellas del elemento aire: es liviano, sutil, elevado y llena
todos los espacios a donde tiene acceso. De la misma manera, el corazón tiende
a irradiar amor y generosidad, tiende a dar luz y felicidad. El aire, la
respiración, es para nosotros el vehículo principal por donde obtenemos “prana” (la energía vital universal). De
la misma manera que el “prana” permea
todo, pues somos energía en transformación que se manifiesta en forma densa o
sutil, el amor es también una cualidad inherente a todo lo que existe en el
mundo. Esta energía es la parte de eterna, infinita y trascendente presente en
cada uno de nosotros. Aunque también por esta cualidad del aire, el amor puede
desprendernos de nuestro contacto con la tierra, por lo que debe estar en
sintonía con nuestros chakras inferiores. De hecho, para que se dé en su forma
más pura, debe desprenderse de las necesidades de los chakras inferiores.
Es
de naturaleza femenina: expansivo, sabio, generoso y universal. Su importancia
radica en que nos permite vernos en la existencia, dándonos la posibilidad de
abrazar la felicidad y la paz que vienen con la reunificación con el Universo,
de ser un vehículo del amor universal; y aunque no se diera de una forma tan
elevada, las primeras expresiones de este chakra nos dan la alegría de vivir,
la devoción y confianza en la existencia, la dicha de compartir y de entrar en
contacto con nosotros mismos como creaciones de dios, de sentir compasión por
el otro por compartir la experiencia en el mundo, de sanar y ver la divinidad
en la naturaleza y en el Universo entero.
Este
chakra implica ir un paso más allá de los asuntos del ego para abrirse sin
condiciones, entregar, aceptar y dejarse envolver por el carácter sagrado y
perfecto de todo lo que existe. Esta experiencia es tan grata y tan sublime que
se puede convertir en una forma de vida a la que siempre se quiere regresar.
Siendo
el primero de nuestros chakras espirituales, está en sintonía con nuestro ser
metafísico y universal. De color azul claro o azul turquesa, y ubicado en la
garganta, está relacionado con el elemento éter, que compone los elementos
anteriores (tierra, agua, fuego y aire). De acuerdo con la ciencia yóguica el
éter constituye el medio comunicante de los diferentes niveles de la
existencia, es decir el sonido, así como la voz del absoluto.
También
se asocia con el sentido del oído. Esto explica la importancia de aprender a
escuchar esa voz interior que trasciende nuestro sentido de individualidad, que
nos muestra nuestro camino en la vida y nos une a nuestra alma, sabia y
expansiva. El quinto chakra es el centro energético de la expresión de nuestro
ser puro, de la creatividad y de la comunicación que surgen cuando estamos en
contacto con los otros chakras y el Universo.
Es,
además de la capacidad de expresión de la palabra hablada y de las otras formas
de lenguaje que poseemos (corporal, simbólico, escrito, artístico), la verdad
de esa palabra. Este chakra permite, junto con la fluidez y naturalidad de
expresión, que encontremos nuestro ser más auténtico: nuestra verdad. Cuando
esto sucede, tenemos mayor claridad de cuál es nuestro camino en la vida (“Dharma”) y percibimos con claridad un
conocimiento intuitivo que nos guía, nos inspira, nos sosiega y conecta con la
totalidad.
En
este sentido, y a diferencia del tercer chakra, esta energía activa está más
conectada con la trascendencia que con el sentido de individualidad, también
necesario para un ego saludable pero que pertenece a un nivel de conciencia
inferior. La expresividad se facilita menos como una forma de autoafirmación o
influencia en el entorno, que como una manera de soltar el ego y de entrar en
conexión con nuestro ser universal.
Por
esto mismo, la creatividad pertenece al quinto chakra, pues implica una forma
de conciencia elevada, donde hay una trascendencia momentánea del ego y donde
la existencia actúa a través nuestro. La inspiración que nos conmueve a través
de la belleza, nos llena de vida y nos mueve a la creación, las nuevas ideas y
empresas, vislumbrar diferentes posibilidades, la necesidad de expresar
nuestro mundo interior, de vivir sólo en el presente, están relacionadas con el
despertar de esta energía.
El
quinto chakra nos ayuda a que tengamos una conexión entre nuestro ser físico y
metafísico. Nos ayuda a ser más conscientes de nosotros mismos, de la
naturaleza holística de nuestro ser, observar nuestra mente, emociones, actos,
palabras y principios de vida. Este chakra nos ayuda a conocernos de forma tal
que podamos contrarrestar nuestras tendencias, mentales, físicas o emocionales
desequilibradoras, siempre en favor de la conciencia cósmica. “Vishuddha” quiere decir en sánscrito “purificación” y hace referencia a una
mirada más clara (junto con una limpieza de cuerpo y alma) que nos acerque a la
verdad de nuestro ser universal, la dicha y la armonía incondicionales.
Esta
claridad nos permite también estar en contacto con nuestro propio alma (esa
parte de nosotros que es sagrada y que posee un conocimiento cósmico) y de esta
manera comprendemos mejor qué queremos. Esta facultad de percibir con lucidez y
sin los prejuicios, apegos o rechazos del ego (o de nuestra historia personal),
nos permite mirarnos a nosotros mismos, cambiar esquemas de pensamiento que nos
alejan de nuestro equilibrio y realización espiritual y algunas veces, incluso,
cuestionar completamente las creencias y sistemas de valores que dieron forma a
nuestra vida e identidad.
Empezamos
así a vivir en un plano más sutil, con mayor honestidad hacia nosotros mismos y
lo que mostramos de nosotros, atención permanente que nos ancla al momento
presente y nos permite estar arraigados pero abiertos al entorno, la creación,
la belleza y la sabiduría. Este nivel de conciencia que el yoga identifica como
más elevado, nos lleva a tener una aproximación más filosófica y espiritual de
la existencia.
El
quinto chakra implica una purificación de nuestra mirada, que muchas veces nos
lleva a ser críticos pero sin cerrarnos: la originalidad de nuestra mirada no
puede llevar a una rebeldía que se vuelva un dogma. Precisamente, una cualidad
de esta energía es la ausencia de prejuicios, por lo cual los dogmas son una
forma de estancamiento que impide el desarrollo.
“Vishuddha” es una curiosa mezcla entre
un crecimiento permanente y una completa confianza en lo que se es y en la
inspiración del momento, a sabiendas de que somos parte de un infinito y que
somos aún imperfectos. Nos amamos y aceptamos como somos y donde estamos,
porque también desde aquí podemos entrar en contacto y expresar nuestra
verdadera esencia. Estamos interesados en escuchar, ver y asimilar, porque podemos
aprender permanentemente de todas las situaciones, personas, formas de
conocimiento, religiones o culturas.
La
capacidad de abrirnos a diferentes cosmovisiones, de tener una mirada auténtica
y una postura independiente con respecto a las creencias compartidas y
convenciones, y la creatividad que implica acción por fuera de los temores,
pensamientos o prejuicios del ego son parte de este chakra. También el baile,
la música, el canto, la pintura y los ejercicios de escritura para hacer
aflorar la creatividad son una hermosa manera de entrar en contacto con lo
sagrado.
Conocido
también como “tercer ojo”, se ubica un
poco más arriba del medio de las cejas (punto Shangen) y la glándula pineal,
que, a su vez, se encuentra físicamente justo en el centro de nuestro cerebro.
El
significado del tercer ojo no se puede transmitir enteramente, porque está en
cada uno como nuestra verdad universal y eterna, más grande que los conceptos,
la razón o las palabras. Es el centro desde donde percibimos la naturaleza
trascendente del mundo, conectándonos con la totalidad de la existencia. “Ajna”, el sexto de nuestros chakras
principales, significa en sánscrito “centro
de percepción”. El tercer ojo significa también un despertar a esta
realidad mística que nos permite estar en sintonía con una fuerza trascendente
y fluir con ella a través del desapego, la confianza, la intuición y el
contacto con lo divino. En su forma más elevada esta energía nos lleva a
desprendernos de nuestro ego y a ser de nuevo conciencia pura.
“Ajna” ha sido traducido del sánscrito
también como “centro de control”. El
sexto chakra representa el poder de la mente. Es la rueda energética
relacionada con la razón, con las capacidades mentales y cognitivas, con la
concentración, la memoria y el intelecto. Es desde allí, también, donde
dirigimos nuestra mente hacia la espiritualidad y universalidad. Necesitamos de
un entrenamiento espiritual, que comienza con el control de la mente para
aprender a dirigirla adecuadamente hacia la libertad, la intuición y la
expansión.
Si
el quinto chakra es masculino porque si bien es un nivel de conciencia
metafísico que nos conecta con nuestro ser colectivo, también nos conduce a la
acción (como expresión, comunicación, creación), el sexto chakra es diferente.
Implica la autoobservación, la atención permanente, la despersonalización y la
disciplina holística para honrar todos los aspectos de nuestro ser. Sin
embargo, implica también y fundamentalmente una conciencia que además de
autoconciencia para el desarrollo espiritual también significa abrirse a una
realidad trascendente a la cual pertenecemos. Estas cualidades son femeninas:
soltar, aceptar, confiar, recibir, fluir y expandirse.
Esta
rueda energética aporta la percepción holística del ser y no dual de la
realidad. Percibimos planos de la existencia más sutiles, lo cual nos da una
visión espiritual de lo que sucede en el mundo físico. El tercer ojo evoca la
noción filosófica hindú según la cual la parte contiene al todo y el todo
contiene a la parte: así como una semilla de una planta contiene la información
completa para su desarrollo. Es, también, el punto donde converge toda la
existencia, el conocimiento universal y las leyes sagradas.
Una
vez hemos adquirido cierta conciencia de la responsabilidad que tenemos sobre
nuestros pensamientos (que movilizan energía, crean nuestras emociones, y a su
vez repercuten en nuestra salud física y en nuestro campo energético), en
nuestro nivel de bienestar desde un punto de vista holístico, en nuestro
desarrollo integral y libertad espiritual, comprendemos cómo la mente es lo más
urgente a entrenar, pues nos aleja o nos acerca de nuestra realización humana y
espiritual. Por este motivo, también, prácticas como la meditación es tan
central para la tradición yóguica.
Con
el sexto chakra nos conectamos con la sabiduría de la totalidad y alcanzamos el
estado de yoga, de unión con el Universo, que es nuestra verdad. Es desde este
centro energético donde tenemos acceso al punto de nuestro propio ser que forma
parte del infinito y que nos lleva a niveles de conciencia superiores. Este ojo
espiritual percibe las cosas como son, sin los filtros, interpretaciones ni
divagaciones de la mente y es el punto en nuestro ser que tiene la facultad de ver
más allá de los sentidos. Se trata de tener la capacidad para trascender la
visión individual y de alcanzar el punto de vista universal. Para esto debemos
aprender a percibir la existencia de una realidad superior de la que formamos
parte y vivir de acuerdo con ella a través del trabajo interior, el desapego,
la gratitud, la confianza y el amor.
El
sexto chakra representa el desarrollo de una conciencia que nos abre a una
realidad trascendente, o a una conciencia universal. Esta energía, que
pertenece a nuestros chakras superiores, es decir a aquellos de naturaleza
espiritual, colectiva y sutil, implica precisamente en el desarrollo de una
percepción que deja de estar anclada en la razón individual. Nuestra mente no
sólo es limitada, porque es incapaz de ver una realidad superior, que es la
verdadera naturaleza del ser. También es la responsable de que vivamos en la
ilusión de ser un cuerpo y una mente y en general un individuo separado de todo
lo que existe.
Su
funcionamiento se relaciona también con la alineación con la sabiduría
universal, la facultad de creación artística, el desarrollo de facultades
mentales, visión extraordinaria de cuerpos energéticos, las facultades
psíquicas, la comunicación a través de sueños, las visualizaciones o la
comprensión de señales espirituales. El refinamiento de estas facultades puede
llevar además al acceso a una sabiduría que va más allá de la experiencia
personal y que se alimenta de una única fuente de conocimiento universal donde
está todo el conocimiento humano y trascendente.
Se
encuentra localizado en el bregma (unión de las suturas coronal y sagital, en
la parte más alta del cráneo), más conocida como “coronilla”; donde se supone que existen diversas facultades divinas.
El
séptimo chakra es nuestra energía más puramente espiritual. Es la fuerza que
nos abre a la iluminación, pues completa el proceso de evolución devolviendo al
Universo la energía que crea nuestro ser individual. Volvemos a ser uno con el
gran todo y estamos alineados con la expresión más sagrada de nosotros mismos.
En todos nuestros chakras superiores hay una conexión con el Universo, nos
aproximamos a la sabiduría y estamos en contacto con un orden sagrado. Pero el
séptimo chakra completa el proceso, pues ya no estamos sólo en sintonía con el
infinito: nos lleva nuevamente a ser uno con él. Regresamos a nuestra verdadera
esencia. El fin último de la tradición del yoga, y de todas las diferentes
tradiciones espirituales, es llegar a este nivel de conciencia. Es ahí donde se
da el verdadero estado de yoga.
Su nombre en sánscrito es “Sahasrara”,
que quiere decir “miles de facetas”,
haciendo referencia a la naturaleza infinita de esta fuerza que nos abre a la
divinidad. Su símbolo es un loto de mil pétalos que simboliza la espiritualidad
y que viene de la imagen que produce al abrirse. Está ubicado en el centro de
la parte superior de la cabeza y se abre hacia arriba. No es casualidad que
haya imágenes de Buda, de Critos o de santos con una luz que emana de su
cabeza, pues esta luz representa la apertura espiritual. El elemento de “Sahasrara” es el pensamiento y está
relacionado con las funciones más elevadas de la mente. Nuestra conciencia se
disuelve con la conciencia universal.
Estamos
en un estado de armonía permanente, aún en el mundo pero sin estar a merced del
mundo, sin importar lo que pueda suceder alrededor. Ya no percibimos nuestro
propósito en esta vida, sino que estamos sintonizados con él de forma
permanente. La sabiduría guía cada uno de nuestras acciones, pensamientos y
palabras. Nos sentimos plenos, abiertos de corazón y protegidos porque somos
una parte de algo grande y perfecto. También vivimos con la capacidad de
apreciar la belleza de la existencia y con la confianza de que la vida tiene un
orden superior. Nos rendimos ante este poder divino y asumimos sus cualidades.
Vibra
de color violeta, asociado con la espiritualidad y la devoción, pero tiene
algunos tonos dorados. También se asocia con el color blanco, que es la suma de
todos los colores que existen. De la misma manera, el séptimo chakra es una
síntesis de todos los demás chakras. Para que el séptimo chakra se abra hacia
la trascendencia necesitamos de cada uno de los chakras, comenzando por los
inferiores (que dan forma a nuestro ser individual), el chakra del corazón (que
nos abre a la universalidad e integra nuestro ser material con el espiritual) y
nuestros chakras superiores (donde empezamos a tener un contacto más directo
con el poder superior). Cuando ha habido un desarrollo armonioso de cada uno de
los aspectos de nuestro ser entramos en contacto con nuestro ser trascendente.
Sólo así el séptimo chakra puede abrirse y conectarnos con el infinito.
Como
cada uno de nuestros chakras, éste constituye una fuerza universal que nos permea
y que actúa a través nuestro. Los chakras anteriores han actuado para darnos
una visión que en conjunto, forman un ser humano equilibrado. Algunas de las
capacidades que nos dan los chakras anteriores al séptimo, por ejemplo, son la
estabilidad, la fuerza creativa, la voluntad, la compasión, la conexión con la
voz interior y la intuición. Cuando alcanzamos el séptimo chakra de manera
integrada y como parte de un trabajo espiritual profundo, éste es el impulso
que nos lleva a la unión con el infinito. Implica constancia y compromiso
porque nuestra tendencia más primaria es a vivir en los chakras inferiores.
La
espiritual es una fuerza que está en todo permanentemente y que constituye la
esencia de todo lo que existe. Aunque es nuestra esencia, necesitamos trabajar
para alcanzar la perfección, es decir nuestro máximo potencial en todos los
niveles para alcanzar un nivel de conciencia trascendente. Para algunas
tradiciones este despertar es espontáneo, porque es tan sencillo como superar
la mente. Sin embargo, es sencillo pero no es fácil. Aunque se trate
simplemente de volver a ser lo que ya somos, las disciplinas como el yoga o las
tradiciones espirituales como el budismo indican que implica constancia y
compromiso. En otras palabras, son filosofías y sistemas científicos, pero al
mismo tiempo disciplinas que nos muestra un camino.
El “Anahatha”
o “Chakra del Corazón” es el medio a todos
los otros chakras, es la clave
del sistema energético para nuestra conexión con los otros niveles espirituales,
simplemente porque es el encargado de vibrar y procesar el mismo tipo de
energía de la cual todo está hecho: el Amor.
“Anahata”
no significa aferrarse o ser posesivo. “Anahata” es confianza. Se refiere al amor incondicional ya que
significa sin principio y sin fin. Te amas a ti mismo y a otros sin caprichos. No
existen límites en el amor disponible, pero para la mayoría, hay un límite en
cuanto a la cantidad de amor que se está dispuesto a dar y a recibir. Es
sorprendente ver las actitudes que tenemos cuando se trata de sentirnos
dignos de recibir amor.
El despertar del chakra del corazón puede ser una
experiencia profundamente conmovedora y maravillosa. Cuando
el chakra del corazón está abierto, todas las energías pueden fluir libremente.
No existen bloqueos internos y el hombre se siente profundamente unido consigo
mismo y todas las otras creaciones. El hombre se siente protegido e irradia
calidez, satisfacción y cordialidad. Así el hombre ama por el bien del amor.
El sentido con el chakra del corazón
es estar abierto y permitir que la vida fluya. Se refiere al amor incondicional
ya que significa sin principio y sin fin. Te amas a ti mismo y a otros sin
caprichos.
Cuando el corazón se encuentra débil,
uno puede jugar y manipular con el fin de obtener amor, en lugar de sentirse
digno de él y permitirlo, rechazará antes de que haya la oportunidad de ser
rechazado y cerrará las puertas a oportunidades en nombre de la seguridad y
comodidad. La persona está intentando abrirse desde el corazón, pero los
bloqueos existentes se lo impiden.
Es natural tener esta actitud si te
han herido en el pasado. Sin embargo, si no te permites atravesar el dolor y
aprender del pasado, estas heridas se quedarán sin resolver y se repetirán una
y otra vez. Peor aún, puedes conformarte con relaciones cómodas o abusivas
porque eso es lo que sientes que te mereces.
El amor es un riesgo. Una persona sin
un triángulo inferior fuerte, hará caso omiso de cualquier precaución con tal
de cumplir los deseos de su corazón. Puede que el corazón desee algo, pero la
mente y las personas que nos rodean dicen que es una locura. Muchas cosas en la
vida, vistas en blanco y negro, no tienen sentido. El corazón es el color. El
corazón quiere lo que el corazón quiere y no siempre es agradable, si no se vive
desde aquí, desde el corazón, entonces ¿desde dónde se vive? ¿de quién es la
vida que se está viviendo?
Cuando el corazón se encuentra débil,
la persona desarrolla un sentimiento de pena. Se dice que años de ignorar el
corazón afectan su funcionamiento así como el de los pulmones.
Para sanar, una persona primero debe
aceptarse y amarse a sí misma antes de poder amar a alguien más. El tema de
amarse a uno mismo es realmente la base de la soledad, la depresión, el miedo a
la intimidad, la dependencia, los celos,
etc. ¿Por qué sentirnos solos cuando somos personas completas? Si no tratamos
de resolver estos problemas internamente, continuaremos atrayendo las mismas
situaciones en nuestra vida una y otra vez.
La meditación del chakra del corazón es un ejercicio basado en una antigua danza
de la tradición Sufí que data de hace cientos de años. Es un ejercicio
especialmente simple basado en el mantenimiento de la atención mediante la
coordinación del movimiento corporal y la respiración, marcado por un ritmo
musical.
Esta meditación es buena para la
depresión y fortalece el campo electromagnético cuando éste se encuentra débil.
El corazón es el mayor contribuyente al campo electromagnético y cuando está
débil una persona estará deprimida y propensa a la enfermedad.
La meditación activa del
chakra corazón es como un resucitador que trae vida al corazón, nos hace sentir
realmente bien y que podamos hablar y actuar desde el corazón. Puede ayudar a
aliviar la tensión interna, permitiendo que la energía del corazón fluya
libremente de nuevo.
Introducción
Estimulado por el ritmo de música sensible, el cuerpo puede ejecutar un ejercicio de respiración de tres etapas de siete minutos cada una. Los movimientos van en las cuatro direcciones: norte, sur, este y oeste, reconectando la energía individual en un círculo cerrado. Es la unificación de los cuatro elementos: tierra, agua, fuego y aire, que crean un armonioso sentimiento de "pertenecer al todo" para el cuerpo y el alma.
Antes de comenzar la meditación, primero debemos silenciosamente prepararnos nosotros y nuestro ambiente. Tenemos que asegurarnos de que todas las necesidades técnicas para escuchar la música están en orden de modo que nuestro ritmo no será interrumpido más tarde.
Consta de cuatro series de 7 minutos cada
una, para todas las cuales es necesario:
- Disponer de un espacio amplio y suficiente que permita el movimiento del cuerpo en todas direcciones, sin objetos que impidan realizar el ejercicio pudiéndose chocar con ellos, por ejemplo.
- Permanecer de pie, con las piernas juntas, en una posición relajada con los ojos abiertos en un lugar cálido y confortable.
- Colocar ambas manos en el chakra del corazón, situado en el punto medio del pecho, situando siempre una por encima de la otra.
- Sentir el ritmo de los latidos cardíacos y respirar de un modo relajado.
- La energía fresca fluirá hacia dentro. Al exhalar, la energía vieja será expulsada y al inhalar nos llenaremos de nueva energía purificadora.
- Los movimientos del cuerpo deben ir acompasados con el ritmo de nuestra respiración a la vez que con el ritmo suave de la música, procurando mantener todo el tiempo la coordinación de todos ellos.
Estas series son:
Antes de que comience la melodía hay
que prestar mucha atención a las cuatro respiraciones iniciales previas. Cuando
la melodía comienza, y durante todo el ejercicio, se acompasa el ritmo de la respiración
con el de la música.
Se exhala con fuerza al tiempo que se
estiran simultáneamente el brazo derecho y la pierna derecha hacia delante. Después,
al inhalar, el brazo y la pierna derecha regresan hacia atrás, a la posición
inicial de base, dejando descansar ambos manos de nuevo sobre el chakra
corazón, una vez más colocando una mano sobre la otra. Hay que moverse y
respirar al ritmo de la música. Es importante no desplazarse, mantenerse en
posición vertical hay que tratar de permanecer siempre en el mismo lugar,
manteniendo el equilibrio en todo momento, como si se estuviese clavado en el
suelo, mientras se mantiene la calma y la relajación llevados por el ritmo
cadencioso de la música, el ritmo cardiaco y respiratorio.
La cara interna de la mano debe mirar
hacia el exterior, símbolo de estar apartando la vieja energía fuera del
cuerpo.
Con la siguiente exhalación se repite
el mismo movimiento que en la ocasión anterior, pero con el brazo izquierdo y
la pierna izquierda. La velocidad de la inhalación y exhalación sigue el ritmo
de la música.
Al final de cada fase, la música se
vuelve progresivamente más rápida. Finalmente cada fase termina con el suave
sonido de una campana a la vez que se vuelve a la posición base.
Una vez más se escuchan las primeras
cuatro cuentas de respiración.
Esta serie del ejercicio es similar a
la descrita en la fase 1 (Norte), pero en lugar de estirar hacia adelante
brazos y piernas, ahora se extienden hacia los lados, es decir, manteniéndose
en la posición base, con las manos unidas sobre el chakra corazón.
Cuando comienza la música, el brazo
derecho y la pierna derecha se desplazan hacia la derecha del cuerpo (Este),
extendiendo el brazo con la palma de la mano abierta hacia arriba a la vez que
se exhala. A continuación se regresa a la posición base mientras se inhala,
para repetir el mismo movimiento hacia la izquierda (Oeste) con la siguiente
exhalación. En esta fase, hay que permanecer en la posición base, sólo girando
la parte superior del cuerpo ligeramente en la dirección correspondiente
(derecha: Este / izquierda: Oeste).
Se va repitiendo alternativamente el
movimiento descrito hasta que la serie finaliza con un suave toque de campana a
la vez que se vuelve a la posición base.
La fase 3, en principio, es como las
series 1 y 2, sólo que en este caso se tiene que girar la parte superior del
cuerpo hacia atrás tanto como sea posible.
Al exhalar, la parte superior del
cuerpo, la cara, el brazo derecho y la pierna derecha primero tienen que girar
a la derecha y estirar la espalda mientras la pierna izquierda permanece de pie
mirando al frente. Posteriormente se vuelve a la posición de base al inhalar.
Se repite el procedimiento con el lado
izquierdo, mientras que la pierna derecha permanece de pie mirando al frente.
Como en las fases anteriores, se
finaliza también con un suave toque de campana a la vez que se vuelve a la
posición base.
Fase 4: Círculo
En esta serie se combinan los
ejercicios de las tres fases anteriores en una secuencia fluida alternándose
secuencialmente los movimientos de las otras tres, llegando a la culminación de
la meditación energizante. Esto es:
1. Fase 1 (Norte): Brazo derecho y pierna
derecha al frente. Vuelta a la posición base, uniendo ambas manos sobre el
chakra corazón. Brazo izquierdo y pierna izquierda al frente. Vuelta a la
posición base, uniendo ambas manos sobre el chakra corazón. Realizar estos
movimientos sólo una vez y pasar a la fase 2.
2. Fase 2 (Este – Oeste): Brazo derecho y
pierna derecha hacia la derecha del cuerpo. Vuelta a la posición base uniendo
ambas manos sobre el chakra corazón. Brazo izquierdo y pierna izquierda hacia
la izquierda del cuerpo. Vuelta a la posición base, uniendo ambas manos sobre
el chakra corazón. Realizar estos movimientos sólo una vez y pasar a la fase 3.
3. Fase 3 (Sur): Girar a la derecha la
parte superior del cuerpo, la cara, el brazo derecho y la pierna derecha, y
estirar la espalda mientras la pierna izquierda permanece de pie mirando al
frente. Vuelta a la posición base, uniendo ambas manos sobre el chakra corazón.
Girar a la izquierda la parte superior del cuerpo, la cara, el brazo izquierdo
y la pierna izquierda, y estirar la espalda mientras la pierna derecha
permanece de pie mirando al frente. Vuelta a la posición base, uniendo ambas
manos sobre el chakra corazón. Realizar estos movimientos sólo una vez y volver
a comenzar con la fase 1.
4. Repetir durante los 7 minutos que dura
la serie los puntos de la fase 1, 2 y 3 hasta que finalice el ejercicio con un
suave toque de campanma a la vez que se vuelve a la posición base.
De manera simplificada, con cada
exhalación e inhalación, se cambian las posiciones en movimiento de las extremidades
de la siguiente manera:
1. Hacia adelante a derecha e izquierda
(Norte).
2. Hacia derecha e izquierda (Este -
Oeste).
3. Hacia atrás por derecha e izquierda (Sur).
Así, el círculo de dar y recibir
comienza.
Fase Final: Música
Después de completar esta meditación, hay que sentarse o acostarse muy relajado, reduciendo el ritmo corporal con música tranquila y armónica.
Si se desea, se puede continuar la relajación y la meditación en silencio, o bien rendirse a la magia de los sonidos tibetanos y sumergirse en la eternidad del sonido y el silencio.
Después de completar esta meditación, hay que sentarse o acostarse muy relajado, reduciendo el ritmo corporal con música tranquila y armónica.
Si se desea, se puede continuar la relajación y la meditación en silencio, o bien rendirse a la magia de los sonidos tibetanos y sumergirse en la eternidad del sonido y el silencio.
En el siguiente video se puede apreciar unas breves
secuencias de cada una de las fases de la meditación como guía práctica para su
realización:
MÚSICA PARA LA MEDITACIÓN
DEL CHAKRA CORAZÓN
El sonido siempre ha sido conocido como una poderosa
herramienta.
Con la música para la meditación del chakra corazón de Karunesh Contiene hermosos sonidos combinados
con un ambiente musical relajante, que propicia el despertar de la energía del
chakra, accediendo a su
frecuencia natural mientras se abre suavemente, se limpia de bloqueos y accede
eficazmente al calor de este chakra, obteniendo efectos notables para alcanzar
un estado mental y emocional positivo en un corto lapso de tiempo.
La cadencia del sonido facilita la sincronicidad con
el movimiento corporal, de forma que, a medida que avanza el audio, va acelerando
el ritmo de la música para indicar el cambio de fase de la meditación con un
sutil toque de campana cada 7 minutos. Este compás facilita entrar en contacto
con lo más profundo de nuestro corazón mientras éste se va abriendo dejándonos
llevar libremente por la fusión del ritmo musical y la expresión corporal,
aportando así una sensación de bienestar y relajación que permite, a través de
una espontánea danza, vincularnos con nosotros mismos a la vez que proyectamos
amor y compasión hacia el exterior.
La música para la meditación del chakra corazón de
Karunesh se puede descargar visitando el sitio:
Karunesh (nombre que le dio su maestro
espiritual, Osho), es el músico alemán más conocido en el ámbito de la Nueva
Era. Tras un grave accidente de moto, Karunesh ha empezado un viaje espiritual
que le hizo experimentar con la música la forma más directa de acercamiento a
la propia interioridad. Su música es una interesante fusión que replantea la
música tradicional de la India, en un interesante viaje de autodescubrimiento y
relectura constante.
Karunesh tuvo un gran interés por la música desde
niño, cuando aún era conocido como Bruno Reuter. Pero fué a los 23 años de
edad, poco tiempo despúes de tener un accidente con su motocicleta, cuando decidió
dedicarse a la espiritualidad en la forma del movimiento New Age.
Inició un peregrinaje a la India, donde emergió como
Karunesh (Que en Sánscrito significa «Compasión»).
Publicó su primer disco «Sounds Of The
Heart» en 1984 y desde allí jamás retrocedió en su búsqueda y formas
musicales. Karunesh se afianzó en forma constante durante los siguientes 20
años, lanzando numerosos discos influenciados por la música electrónica y del
mundo, puntualizando con susurrantes flautas, instrospectivas guitarras y
toques de voces. Ha trabajado con los Sellos: Nightingale, Oreade, Etherean y Real Music, entre otros. Sus discos
más destacados son «Heart Chakra
Meditation» (1992), «Secrets Of Life»
(1996) y «Zen Breakfast» (2001, en el
cual inclinó su estilo músical hacia el masaje y la relajación.
“Quiero ir más allá de los límites y las barreras que separan las
diferentes culturas, mezclando diferentes estilos musicales y dejando que
fluyan y dancen juntos. La música es el único idioma en el mundo que todo el
mundo entiende, a través de todas las culturas, religiones y creencias, música
para el cuerpo, corazón y el alma”.
(Karunesh)
(Karunesh)
El siguiente video se compone de la música de las cuatro fases de la meditación, el cual se puede emplear para realizarla una vez conocidos los movimientos corporales de cada una de ellas:
- Norte.
- Este - Oeste.
- Sur.
- Círculo.
Utiliza este método de meditación para inducir estados especiales de la mente como una ayuda para la meditación profunda, aprender a explorar las profundidades de la conciencia, modificar y mejorar tu potencial, o simplemente tomar unos momentos de relajación profunda.
Fuentes:
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