lunes, 3 de diciembre de 2012

Ya te lo Dijo...






“Es más hermosa la verdad
que el fingimiento del amor”. 
(R. W. Emerson)








Muchas veces no vemos lo más evidente. Irónico, pero así es, así lo elegimos. Y con esa optativa ceguera generamos nuestra propia frustración y por nuestro propio gusto. En miles de ocasiones he escuchado en mi consulta –y en mi vida también– frases como estas:
1.- Es que... ¿por qué no me ha hablado?
2.- ¿Por qué yo soy quien siempre le tiene que hablar primero?
3.- ¿Por qué siempre me cancela?
4.- ¿Seré importante o no para ella (él)?
5.- ¿Por qué cambia de planes tan fácilmente?
6.- ¿Me amará como yo le amo a ella (él)?
7.- ¿Y por qué a mí no me invita?
8.- ¿Me querrá o sólo me está utilizando?... etc., etc., etc.

Y por querer encontrar la respuesta a estas preguntas, decidimos lanzarnos cual clavadista en la Quebrada, hacia donde creemos que está, en lo más profundo de la emociones y sentimientos de la otra persona, para averiguar, para esclarecer, para demostrar el injusto trato que creemos se nos da en virtud de cómo tratamos a aquella persona y que por justicia y equidad nuestro ego nos hace reclamar en merecimiento. ¡Cuánto dolor se genera en este juego psicológico y para colmo por propia voluntad! Queremos buscar la respuesta en lo profundo de la otra persona, cuando la respuesta resplandece en lo más superficial, en sus actos, donde lo que quieres saber ya te lo dijo.ta resplandece en lo más superficial, en sus actos, donde lo que quieres saber ya te lo dijo.


Cada vez que alguna amistad o algún paciente me pregunta qué hacer para llegar a la respuesta que buscan con sus preguntas, veo el enorme impacto que se suele manifestar en sus rostros cuando les digo: “Pero si ¡ya te lo dijo! ¿Qué más quieres saber si tus preguntas ha sido respondidas claramente desde antes de que las hubieras planteado? No hay nada oculto aquí, no mucho más que preguntar, la respuesta la tienes ante ti y de manera abrumadora. Ya te lo dijo con sus evidentes actos. Lo que pasa es que quizá no te guste esa respuesta, aunque sea la verdadera, y vas a buscar otras respuestas que se adapten a tu favor. No hay peor ciego que el que no quiere ver”. El silencio consecuente ante toda confrontación no se hace esperar. El gesto manifestando el recuerdo de los hechos con lo claro de su mensaje se empieza a hacer manifiesto. Emerson dijo alguna ocasión: “Grita tan fuerte tu actitud que no escucho lo que me dices”, a lo que yo le agregaría: “... y aun así hay gente que prefiere sufrir escuchando lo que le dicen, incluso sabiendo que no es verdad ante lo apabullante de los actos”.

Analicemos un vago y común ejemplo. Cuando queremos demasiado a alguien y se lo demostramos con hechos y con palabras, y ese alguien no nos llama ni nos procura en absoluto... ¿no está quedando claro ya el mensaje desde ahí! Por la necedad de nuestro ego en querer ver sólo lo que queremos ver, de inmediato surge la necesidad de hablarle a esa persona para preguntarle si nos quiere o no, como si sólo las palabras comunicaran el mensaje. ¡Los actos comunican con más fuerza y con más veracidad! Pero no los queremos ver. Son muy dolorosos para observarlos. Rompen nuestra expectativa y en lugar de sanarnos con la verdad, elegimos seguir enfermando nuestra alma queriendo ver una ilusión de óptica fabricada por nosotros mismos. Esta es una de las razones por las cuales los terapeutas seguimos teniendo mucho trabajo. Si alguien a quien procuras con amor no te ha hablado en mucho tiempo y tú te preguntas si te quiere o no..., con sus actos ¡ya te lo dijo!, y quizá desde hace mucho tiempo. No hay mucho que investigar, tan sólo si quieres vivir en la verdad. De lo contrario, habrá mucho que indagar, ya que en la mentira nunca se llega a nada que te dé la sensación de haber concluido. Cuando se maneja la mentira, al final de la conversación siempre queda ese resquemor que nos hace sentir que algo falta por aclarar, y así, las conversaciones de un mismo punto pueden alargarse por años.

Uno de los más grandes errores de relación en el ser humano es enamorarse de una ilusión, a tal grado, que nunca se ve la verdad por más evidente que ésta sea. Y cuando llega el momento donde se alcanza a ver la enorme distancia que existe entre la ilusión y la verdad, entre lo falso y lo real, no se puede creer. Pero lo más increíble es que esa misma distancia la haya generado ella (o él) misma(o). Así de fantasiosa es la mente humana en muchas ocasiones. Y la única solución para salir de este maléfico encanto autoprovocado es decidir enamorarse de la verdad. Cuando uno logra este mágico encuentro, todo se ve claro. Ahí no hay mucho que preguntar, ¿para qué?, si ya te lo dijo.

“Si no te quieren como tú quieres que te quieran,
¿qué importa que te quieran?
(Amado Nervo)

Si algo me ha impresionado grandemente en mi vida, en mi carrera como terapeuta donde Dios me ha permitido alcanzar a ver tantas cosas, es el grado de disposición a sufrir que elige la gente. En mi consulta, ha llegado el momento donde a los dos, tanto a mi paciente como para mí, nos queda extremadamente claro que la otra persona no le quiere. Y aún así, mi paciente elige seguir tolerando la relación. Esto nunca lo voy a entender, salvo en la patología mental del masoquismo, pero fuera de ella me cuesta mucho trabajo.

Si en Nueva Conciencia se trata de mejorar nuestra calidad de vida compartiendo opciones de crecimiento y desarrollo humano, este es un tema crucial: despierta, date cuenta, ya te lo dijo. Con los comportamientos de alguien se abre majestuoso un canal de comunicación de los más claros y llenos de verdad. ¿Qué más necesitas para tomar una decisión? Si lo que quieres es información veraz que ayude a tu determinación, pues ahí la tienes, con sus actos, ya te lo dijo. No hay nada de qué hablar. Sin embargo, existe la otra opción. La opción de sufrir queriendo que la otra persona sea como nosotros queremos que sea y hablar y hablar y hablar para intentar lograrlo. Si algo he aprendido en mi propia vida con sangre, dolor y lágrimas de hace muchos años, fue esto: la gente es como es porque así es. Punto final. Y si intentamos cambiarla, hay dos opciones: que no lo haga y aumente nuestra frustración al tiempo de sentirnos los más tontos por intentarlo; o que logre cambiar pero siendo ese cambio en la enorme mayoría de los casos, un cambio falso y pasajero. La identidad tiene resilencia. Tú eliges.

Cuando, aunque ya te lo dijo, tú insistes en querer conversar con la persona para “aclarar las cosas” (aun cuando más claras ya no pueden estar), muchos han (hemos) desarrollado un talento para esgrimir los más afilados argumentos en pos de un acuerdo, de una negociación, y en varias ocasiones se logra dicho acuerdo. Ahí, todo parece haber terminado en un final feliz con aparente paz. Y sí, puede ser un final feliz, pero... falso, y como todo lo falso, no dura. Aprende algo: cuando alguien te diga: “... está bien. Tienes razón. Haré un esfuerzo por cambiar y haré lo que tú quieres”. Yo te pregunto: ¿Qué caso tiene ese cambio si no es natural, si no surgió “auténticamente” de esa persona, si está haciendo un esfuerzo porque va en contra de su naturaleza? Está actuando por darte gusto. Muy valioso de su parte el que quiera darte gusto, pero... está actuando en contra de sí mismo y así no puede durar mucho tiempo. No es él, no es ella. Tú sigues teniendo el poder para elegir: o te quedas con la verdad, o te quedas con la falsedad pero que tanto te acomoda. Al principio, esto puede sonar muy fuerte y confrontante, pero con el paso del tiempo, con tu evolución espiritual, esto mismo resulta tan extraordinariamente liberador. Saber la verdad libera, quererla saber dignifica.

“La serpiente puede cambiar de piel, pero nunca de naturaleza”.
(Proverbio chino)
 
El comportamiento más natural es aquel que se hace sin el más mínimo esfuerzo, es el más veraz, el más auténtico. Por ello, nunca le digas a una persona que haga un gran esfuerzo por cambiar ya que entonces ese cambio corre el riesgo de ser falso; mejor analiza si así como es la persona, tal cual, se acopla a tus necesidades de afecto y amor. Si no, hay millones de seres humanos allá afuera donde la posibilidad de que alguno empate contigo, existe formalmente. La mayor limitante para lograr esto es que creas en aquel dicho de que “es mejor viejo conocido que nuevo por conocer”. Creer en este dicho ha generado grandes males en la sociedad.

En los más recientes años de mi vida he desarrollado la siguiente idea de la pareja perfecta (yo sé que sí hay): aquellos que son totalmente naturales en su comportamiento y así es como uno deseaba al otro. Así de simple, así de difícil. Esto es perfección para mí y afortunadamente lo he podido vivir. Esto existe, no es una fantasía. Sin embargo, mediante la creencia de que la otra persona vaya a cambiar algún día, es que los humanos nos esperamos tanto y tanto tiempo viviendo en amargura y frustración. La misma que generamos nosotros mismos por elegir esperar un imposible. Aquí quiero ser dramáticamente tajante en algo: con el análisis que presento en esta ocasión, no estoy negando la auténtica capacidad de cambio en alguien, ¡no en absoluto!, eso sería negar el mismísimo sentido de mi vida y de mi empresa, Nueva Conciencia. Yo creo en la capacidad de cambio de las personas. ¡Claro que creo! Sin embargo, también sé, y bien lo sé, que existen personas que nunca van a cambiar. De ellas estoy hablando en este análisis. En mi propia empresa han desfilado célebres personajes que nunca pudieron cambiar su naturaleza. En Nueva Conciencia se les ofreció una segunda naturaleza para mejorar su calidad como personas, pero les fue imposible adoptarla. Cuando la propia naturaleza es el impulso más lógico que brilla en el comportamiento de alguien, toda otra opción de mejora se ve opacada. Con esto te digo que me consta la incapacidad de cientos de personas para cambiar. No hay mala voluntad, no hay malos sentimientos, no hay absurda resistencia al cambio, no. Simple y llanamente no pueden. No tienen la capacidad. Quizá por ello la misma Biblia es tan gráfica cuando afirma en algún pasaje: “... no les des de comer miel a los cerdos”, o algo similar. Yo he tenido que aprender esto habiendo quien me aventara en la cara el frasco de miel que tan bondadosamente ofrecí. En mi adolescencia tuve un comportamiento que sería el indicado para que el terapeuta que soy hoy me atendiera. Qué ironía, al tiempo que me enorgullezco de mi crecimiento y despertar; en aquella época yo no tenía Internet ni había alguien que escribiera estas columnas ahí para que yo las leyera y me dieran luz. Yo no tuve esta ventaja que hoy muchos tienen, y aún así pude despertar. Entonces, cualquiera puede. Es cuestión de elegir la luz y quererse en verdad.

Mis sugerencias para que vivas una Nueva Conciencia de auténtico amor en tus relaciones de pareja, de amistad, familiares y/o laborales son las siguientes:


1.- Aprende a querer a la gente tal como es. Esta es una de las opciones más sanas que he conocido en mi vida. Aceptar a la gente tal como es. Lo importante aquí es distinguir que eso no implica que las quieras. Aceptar no es lo mismo que querer. Yo acepto que en mi ciudad haya ladrones y criminales y no por eso los quiero. Sé que existen, lo acepto, pero inmediatamente luego de aceptar que la gente sea tal como es, se abren otras dos opciones: querer a esa persona aunque me haga sufrir (opción que no recomiendo mucho), o dejar a esa persona en su propio camino y yo seguir por el mío (¡opción propia de una Nueva Conciencia que tanto recomiendo!). Aquí no hay resentimientos, ni maltratos, ni cuentas por cobrar, ni nada por el estilo. Es un sano acuerdo contigo mismo de dejar a la otra persona por motivos más que evidentes. Por dignidad. Por salud. Por amor. Y para lograr esto...


2.- Analiza qué es lo que quieres realmente, vivir en lo falso o en la verdad. Sin duda hay gente que elige lo primero y es tan respetable como lo segundo. Lo falso puede ser hermoso y por un  buen lapso de tiempo, pero llega el día en que esa hermosura se desvanece, llega el momento en que te das cuenta de que fue un embuste. Mientras más tarde elijas darte cuenta, más grande será tu dolor. Apúrate a elegir darte cuenta de que ya te lo dijo y actúa en consecuencia. Por algo cité como epígrafe de mi columna a Emerson cuando dijo: “Es más hermosa la verdad que el fingimiento del amor”, a lo que yo le agregaría por lo que he visto: “... aunque el mismo fingimiento del amor sea una dulce y bella fantasía”. En otras palabras, tú decides seguir jugando o salir del juego. Ya que decidas, ahora...


3.- Actúa en consecuencia. Cuando uno descubre la verdad, no es recomendable seguir creyendo en la fantasía (aunque se puede por necedad). Eso genera enfermedad física y mental. Para mí, el actuar en consecuencia significa ya no esperar, liberarte, ser tú sin pena ni gloria. Aquí una gran pregunta: ¿Qué caso tiene querer a alguien que de antemano y con toda certeza ya sabes que no te quiere, ya te lo dijo? Esta pregunta me la he hecho tantas veces. Sé que podría ser un amor muy sublimado a platónico, pero en esta ocasión estoy hablando en la simple dimensión de una vida de pareja o amistad en el común de los mortales. Aquí no aplica el querer a alguien que sabes que no te quiere. Eso es sufrir por elección propia. Una vez que actúas en consecuencia a lo que descubriste...


4.- Alégrate inmensamente por el hallazgo. Cuando descubres la verdad, cuando te elevas por sobre el fingimiento, hay dos opciones: deprimirte amargamente porque las cosas no fueron como tú pensabas que eran, o alegrarte inmensamente por el hallazgo y saber que a partir de ese instante ya conoces lo que tu corazón verdaderamente necesitaba para seguir su pacífico camino de crecimiento y amor. Te juro que esta diferencia radica en una mera elección. ¡Tienes el poder para elegir! Por más doloroso que sea el desengaño, así mismo es de fortalecedor el saber que a partir de hoy puedes caminar por la verdad. Créeme en esto por favor, es motivo de una inmensa alegría, más de la que te imaginas, el desengañarte y así recobrar las fuerzas para seguir por tu camino. Saber la verdad libera, elegir verla dignifica. Y así, alegremente...


5.- Sigue tu propio camino. Sin la menor duda ¡algo bueno te espera! Alguien siendo natural te espera allá afuera con una forma de ser que empatará perfecto con lo que buscas y crees merecer. El tiempo que llevo en este planeta ha sido ya el suficiente para percatarme de una dichosa verdad en la que están envueltos los humanos y te la diré: cada vez que creas haber perdido algo es porque en verdad se te ascendió hacia algo superior y tuvo que suceder un lógico desprendimiento. No se suele ascender en bloque, la evolución es personal. ¡Siempre pasa así! ¡Siempre! Si me quieres creer, me alegro, si no, más tarde el tiempo te dirá lo mismo que yo aquí. Lo que sigue en tu vida, luego de conocer la verdad y actuar en consecuencia siguiendo alegremente por tu propio camino, siempre es dicha y fortuna. ¡Siempre!

Lo mejor que podemos hacer por aquella persona que ya te lo dijo, es enviarle nuestro amor “mentalmente” y en forma amable cada quien seguir con su propia leyenda personal no intercalable. La tentación de regresar al tormentoso camino conjunto estará por todo el tiempo que tú decidas, el mismo tiempo que decidas ir caminando hacia delante pero viendo para atrás. Por eso es tan metafóricamente poderosa aquella historia bíblica donde se les advirtió a quienes serían liberados que no voltearan hacia atrás, de lo contrario quedarían convertidos en estatuas de arena. Así, viendo hacia atrás, se detiene de inmediato el avance, se suspende la liberación, se paraliza el progreso, se elimina el movimiento que es la esencia de la vida. ¿Ahora entiendes por qué se transforman en estatuas los que miran hacia atrás cuando van hacia delante? Es una metáfora muy esclarecedora. Pero si eliges caminar hacia delante viendo en esa misma dirección (sin duda otra elección que puedes hacer en cualquier momento) verás que todo desengaño resulta en un hermoso proceso de purificación que ayuda a tu alma a seguir avanzando. Decide seguir avanzando dejando atrás lo que precisamente detrás debe quedar para así dar espacio en tu corazón hacia lo que viene. Aunque parezca increíble para muchos, vivimos en un mundo perfecto donde las imperfecciones en la vida de relación, son parte del plan perfecto que hay para nuestra evolución, siempre y cuando aprendamos a dejar ir para poder tomar la siguiente prueba que nos lleva al siguiente nivel.

Saber lo que hemos compartido hoy, alegra el corazón frente a cualquier desdicha. Saber que no hay gran necesidad de hablar para saber algo cuando alguien ya te lo dijo con sus actos, nos ahorra el desgaste de una fútil conversación. Salir de las tinieblas de la incertidumbre es una opción que podemos elegir y que nos dirige siempre hacia la luz, donde la alegría del hallazgo de la verdad siempre termina su historia en una gran...


¡Emoción por Existir!

Por: Alejandro Ariza, del libro “Cree en Ti



Los Diez Principios de la Felicidad de Kwan Yin





1.- Nadie va a darme la felicidad, sólo yo puedo conseguirla.
En este primer pensamiento, el ser humano toma la responsabilidad de su vida e inicia una búsqueda y un esfuerzo por encontrar eso que tanto busca.

2.- Yo soy un ser único en toda la tierra, nadie me comprende mejor que yo y nadie sabe lo que yo necesito mejor que yo.
En este segundo principio se dan las bases para eliminar cualquier ofensa que las personas reciban de parte de otras; cualquier comentario que deprima a una persona podrá ser nulificado bajo este principio, ya que la persona reconoce que nadie puede opinar acerca de ella, puesto que nadie la conoce mejor que ella misma.

3.- Lo que recibo ahora es lo que sembré ayer y lo que siembre ahora será lo que reciba mañana.
Este tercer principio permite al ser humano reconocer que los problemas actuales son resultado de acciones incorrectas del pasado, pero que, por lo mismo, el momento presente es el indicado para ir sembrando un futuro.

4.- Ni el pasado ni el futuro pueden lastimarme, sólo el presente tiene valor en mi vida.
Entendiendo este cuarto principio, la persona le dará todo el valor que tiene a su momento presente, le restará importancia a los hechos pasados que le causan remordimientos y a los hechos futuros que le causan angustia.

5.- Sólo yo decido lo que debo hacer en este momento.
Es decir, el ser humano entiende que las influencias ajenas son tan sólo eso, influencias, y él es el único que puede decidir qué hacer en ese instante.

6.- Sólo en el amor y en la paz interior puedo tomar las decisiones correctas.
Si hemos de actuar en el tiempo presente, tendremos que hacerlo en paz y con amor, pues de esta manera, las acciones que tomemos estarán inspiradas en nuestra más alta capacidad tanto de servicio como de inteligencia.

7.- En mis decisiones tomaré siempre en cuenta el beneficio de los demás.
Tomaré aquellas decisiones que beneficien a la mayor cantidad de personas; de esta forma, mi vida se estará encaminando hacia la más alta gloria que es la de recibir la compensación por el servicio prestado a los demás.

8.- Mi cara es el reflejo de mi estado interior.
Cuidemos siempre el aspecto de nuestro rostro, adornémoslo siempre con la sonrisa, y que los ojos se encuentren siempre prestos a mandar una mirada de amor, porque de esta forma estaremos reflejando la serena armonía de quien ha aprendido a caminar en el sendero de la felicidad.

9.- Soy una persona al servicio de la humanidad.
Quiere decirse que, todo lo que yo haga, todo lo que yo diga, todo lo que yo piense o sienta, servirá para gloria de la humanidad, o bien, para perdición de ella.

10.- Yo tengo una misión en la vida, ser feliz y hacer felices a los demás.
Este último principio da sentido a nuestra existencia, y, a su vez, orienta nuestros esfuerzos hacia el beneficio de toda la humanidad.

 (Kwan Yin)


viernes, 2 de noviembre de 2012

Los 10 Animales Más Grandes del Mundo




El mundo animal es de lo más curioso e interesante, desde las especies más raras, a las de naturaleza más simple; desde los seres más diminutos, a los más grandes del planeta como son los diez siguientes:


10. El pez óseo más grande: El pez luna


El pez Mola, popularmente conocido como el pez luna es gigante, se han encontrado ejemplares de esta especie de hasta 4,2 metros de largo y 3,1 de ancho, con un peso de 2.268 kilogramos. Habitan diferentes zonas de los océanos templados y tropicales del mundo y llegan a vivir hasta 10 años. Tienen grandes y numerosos dientes, por esto en gran medida muchas veces se los confunde con tiburones.


9. El pájaro más pesado: El pelícano ceñudo


Con una medida estándar de entre 160 y 180 cm. de largo desde el pico a las patas y de entre 310 y 345 cm. desde un ala a la otra, el pelicano ceñudo, también conocido como pelícano dálmata, es el pelicano más grande del mundo. Su peso es de entre 11 y 15 kg., siendo también el pájaro o el ave voladora con el mayor peso del mundo. Lamentablemente, se trata de una especie en peligro de extinción en estado vulnerable.


8. El ave más grande: El avestruz


El pelícano ceñudo es grande y pesado, por lo que el vuelo debe representar un gran trabajo, sin embargo, no es el ave más grande pues ese lugar le pertenece al avestruz. Al avestruz común de África le resulta imposible volar por tener un peso que puede alcanzar los 180 kilogramos y una altura de más de 3 metros. Es un ave herbívora, come vegetales, hierbas, flores y frutas, sin embargo, también se alimenta de antrópodos y animales muy pequeños. Nuevamente, por desgracia esta especie también está en la lista roja de las especies en peligro de extinción.


7. El roedor más grande: El capincho


La especie de los Capybara (Hydrochoerus hydrochaeris) es originaria de Sudamérica. Habita prácticamente en todo el continente y, dependiendo del lugar, a sus ejemplares se los conoce como capinchos, carpinchos, capibara o chigüire. Pueden alcanzar un largo 1,3 metros, habitan zonas húmedas como pantanos y lagos con climas templados y tropicales y son adorables herbívoros que se alimentan sobre todo de hierbas y plantas acuáticas. Lentamente, su peligro de extinción va siendo menor, no obstante, aún continúa en riesgo de desaparecer.



6. El anfibio más grande: La salamandra gigante de China


En este caso, la salamandra gigante de China se encuentra en situación crítica y apunto de la extinción. Los pocos ejemplares que aún se mantienen pueden llegar a medir casi 2 metros de largo, viven en ríos y corrientes acuíferas de las zonas frías y montañosas de China, donde se alimentan de toda clase de insectos, peces y otros anfibios pequeños.


5. El reptil más grande: El cocodrilo de agua salada


El cocodrilo de agua salada, además de tener la mordida más fuerte del mundo y ser el más fuerte y temible cocodrilo de agua salada, destaca por ser el reptil más grande del mundo. Habita algunas zonas del sur de Asia y, en especial, el norte de Australia. Tiene 6 metros de largo y un peso de entre 500 y 1.000 kilogramos, además, su mordida registra una fuerza de 268 kg por cm2.


4. El animal carnívoro terrestre más grande: Los osos gigantes de Alaska y los osos polares


Los osos polares, al igual que sus hermanos casi gemelos, los osos Kodiak (osos gigantes de Alaska) son los animales carnívoros terrestres más grandes del planeta. Con frecuencia miden entre 2 y 3 metros de largo, pesan más de 1.000 kilogramos y poseen una fuerza descomunal.


3. El animal carnívoro más grande del mundo: El elefante marino del sur


Las dos especies de osos que acabamos de ver son las más grandes clasificadas como terrestres, sin embargo, los elefantes marinos del sur son los animales carnívoros más grandes del mundo conocidos en la actualidad. En esta especie, la hembra es entre 5 y 6 veces más liviana que el macho, pesan entre 400 y 900 kilogramos y miden entre 2,6 y 3 metros de largo, mientras los machos pesan entre 2.300 y 4.000 kilogramos, midiendo entre 4,5 y 5,8 metros de largo.


2. El animal terrestre más grande: El elefante africano de la sabana


Los elefantes son seres enormes, sumamente pesados y maravillosos. Sí, se asustan de los ratones, pero de todas maneras son criaturas excepcionales. En el caso del elefante africano de la sabana, aún más, pues es el animal terrestre más grande y pesado. El macho alcanza entre 6 y 7,5 metros de largo, más de 4 metros de alto y un majestuoso peso de hasta 7 toneladas y media. Sólo su cerebro pesa 6 kilogramos y sus colmillos más de 50.


1. El animal más grande del planeta: La ballena azul


Llegamos finalmente al primer lugar del conteo. El animal más grande de todo el planeta que se conoce sigue siendo la ballena azul.

La ballena azul habitualmente registra entre 25 y 32 metros de largo y su peso es de más de 200 toneladas, o sea, 200.000 kilogramos. Cuando una ballena azul exhala por su orificio nasal, dispara un fuerte chorro de espuma que llega hasta 9 metros de altura en el aire. Simplemente impresionante.

Bien, estos son los animales conocidos más grandes que hoy todavía habitan la Tierra, sin embargo,  prácticamente todos están en vías de extinción... Su pérdida sí que podría considerarse grande de verdad y vendría a engrosar la ya larga lista de animales desaparecidos por la mano asesina del hombre.


FUENTE:


lunes, 29 de octubre de 2012

Van Quedando en el Camino...



Van quedando en el camino,
corazones peregrinos,
que han intentado unirme a su camino,
pero se han decepcionado.

Habrán buscado en mi ser,
espíritus diferentes,
que aunque entran en mi mente,
no son quien yo siento ser.

Van y vuelven, o no regresan,
dependiendo las experiencias,
que recorren al caminar.

No me enojo, no me ofendo,
simplemente yo comprendo,
que cada cantante, canta su cantar.

Los abrazo desde el alma,
sabiendo que algo de calma
en mis palabras han de encontrar.

No puedo obligarlos a aceptarme,
ni ellos pretender cambiarme,
para que mi ser sus pretensiones cubran.

Dejo que ellos descubran,
cuál es su real camino,
que quizás no sea el mío,
aunque nos encontraremos al llegar.

Hay caminos diferentes,
tantos como tanta gente,
y todos conducen a Dios.

Porque Dios es quien los crea,
quien sostiene y amplía,
haciendo que familias álmicas,
nos volvamos a encontrar.

Porque todos somos hermanos,
y aunque algunos no extiendan su mano,
nos une la misma esencia,
que es de Dios la presencia,
a la que no podemos renunciar.

Podremos taparnos los ojos,
mirar el cielo de reojo, pero no tapar el sol.

Y aunque largas sean las noches,
y energías derroches,
a la luz vas a volver.

En este presente eterno,
en el que no existe infierno,
para quien sólo quiere amar.

Yo seguiré escribiendo,
y entregándole al viento,
mis palabras sin cesar.

Hasta que el silencio sea en mi cuerpo,
y Dios me dé un tiempo,
para descansar en paz.

(Ale Flores)