domingo, 8 de abril de 2012

Romance de la E.S.O. Reflejo del Fracaso Escolar, Realidad del Sistema Educativo Español


Romance de la E.S.O.
Dicen que va en retroceso
la enseñanza de la E.S.O.
Comprobarlo un padre quiso
y asaltó, sin previo aviso,
a su hija de quince años,
que, con modales huraños,
con evidente impaciencia,
con tono de displicencia
y prostibulario atuendo,
así le fue respondiendo:
- ¿Cuándo vivió Alfonso Sexto?
- No está en mi libro de texto.
- ¿Y está Felipe Segundo?
- A ese siempre lo confundo.
- ¿Y doña Juana la Loca?
- En este curso no toca.
- Di algún monarca absoluto.
- No se da eso en mi instituto.
- ¿Y cuándo se perdió Cuba?
- Ésta... ¡tiene mala uva!
- Pues di un pintor español.
- Eso no entra en el control.
- ¿No sabes quién fue Picasso?
- No. De esas cosas, yo paso.
- ¿Cuándo acabó la Edad Media?
- Pues vendrá en la Enciclopedia.
- ¿Y las Navas de Tolosa?
- ¡Me preguntas cada cosa...!
- ¿Y qué fue la Reconquista?
- Si me dieras una pista...
- ¿A qué equivalen mil gramos?
- ¡Pero si eso no lo damos!
- ¿Qué son los números primos?
- Eso tampoco lo dimos.
- ¿La ecuación de primer grado?
- Pues tampoco la hemos dado.
- ¿Y sabes mucho latín?
- ¡Lo dices con retintín...!
- Y tampoco darás griego
- Se escribe raro, me niego.
- ¿Quién fue Ortega y Gasset?
- Lo miraré en internet.
- ¿No estudias Filosofía?
- ¿Para qué me serviría?
- ¿Y has dado Literatura?
- No sé... No estoy segura.
- ¿Quién compuso "la Odisea"?
- No tengo ni zorra idea.
- ¿En qué obra sale Calisto?
- No, papá, eso no lo he visto.
- ¿Y Gonzalo de Berceo?
- No viene en el libro, creo.
- ¿Y Calderón de la Barca?
- ¡Huy, papi, no me seas carca!
- ¿Clarín, Baroja, Unamuno...?
- Pues no me suena ninguno.
- ¿Algún autor del Barroco?
- De eso sé bastante poco.
- ¿Quién fue el Manco de Lepanto?
- Papá, no preguntes tanto.
- Pero, ¿no leéis a Cervantes?
- ¡A ese lo leerías antes...!
- Lo tuyo, hija, es deplorable...
- Pues he sacado notable.
- Y de ciencias, ¿sabes algo?
- Me voy, que esta noche salgo.
- Pero, entonces, tú ¿qué sabes?
- ¡No me esperéis; tengo llaves!
Y el padre quedó perplejo:
al mirarse en el espejo
se notó cara de idiota.
Musitó una palabrota
y fue a meterse en la cama.
Así acaba este epigrama.

(Jaime Campmany)

Parecerá jocoso comenzar con este "romance", sin embargo, con estas ingeniosas rimas, el fallecido periodista y novelista, Jaime Campany supo denunciar, con insuperable agudeza e ironía, la realidad actual de la educación en España; una "supuesta" educación que está llevando a muchos de nuestros niños y jóvenes al fracaso escolar, con las consiguientes carencias  formativas y culturales que implicarán serias consecuencias para su futuro profesional y económico, lo cual, indiscutiblemente, también pasará factura al posicionamiento socioeconómico y cultural del país.

En la cadena educativa, los niños no son los responsables directos de su fracaso escolar sino el Estado, la sociedad y el colectivo educativo que no aportan soluciones eficaces para resolver la problemática de su formación académica, con el consiguiente riesgo para el futuro desarrollo económico y social del país, como ya se ha mencionado.

Los jóvenes que no consiguen titularse en la Enseñanza Secundaria Obligatoria (ESO) han experimentado, en la mayor parte de las ocasiones, trayectorias educativas difíciles y con retrasos que comienzan en la Educación Primaria. Aunque, por definición, la Educación Primaria es una etapa que se supera con éxito por parte de todos los alumnos, muchos de ellos comienzan sus retrasos educativos en este nivel y se hacen más evidentes en la educación secundaria, lo que explica las altas relaciones entre el fracaso escolar y la trayectoria educativa anterior al mismo.

El fracaso escolar representa un serio problema en nuestro sistema educativo y los datos son extremadamente preocupantes: casi un tercio de los alumnos que termina la ESO, lo hace sin la titulación correspondiente. Aunque es una etapa educativa obligatoria, un gran porcentaje de alumnos no permanecen escolarizados y, o bien no la concluyen, o lo hacen sin conseguir la titulación correspondiente. O sea, están escolarizados como mínimo hasta los 16 años, pero no obtienen ninguna titulación académica que les permita acceder al mercado laboral.





La crisis económica que atravesamos, no escapa a la educación pública en lo referente a los recortes presupuestarios que el Estado está llevando a cabo. Asimismo, la falta de cualificación y especialización del profesorado, debido a las exigencias del actual sistema educativo, entre otros factores, está incidiendo muy negativamente sobre la calidad de la enseñanza pública y, por ende, en los pésimos resultados obtenidos en la formación académica de nuestro alumnado, tal y como expone el último informe PISA (Informe del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes) de la Comisión Europea, publicado en 2011 y que analiza la evolución entre los años 2000 y 2009, el 31,2% de los estudiantes entre 18 y 24 años abandona las aulas en España, mientras que la media europea se sitúa en el 14,4%. Esta tasa nos coloca entre los de peores resultados académicos junto a Portugal y Malta, con el agravante que, en estos países, el porcentaje se ha reducido en la última década en un 28% y un 32%, respectivamente, mientras que en España ha crecido del 29,1% del año 2009, lo que representa un retroceso del 7,2%.
La comisaria europea de Educación, Cultura, Multilingüismo y Juventud, Androulla Vassiliou, responsabilizó a la burbuja inmobiliaria del aumento del abandono escolar en España y del elevado porcentaje de jóvenes españoles (más del 14%) que ni estudian, ni trabajan y afirmó que "muchos jóvenes en España abandonaron los estudios atraídos por la demanda de empleos de baja cualificación en sectores como la construcción. Pero luego, con la crisis se quedaron sin empleo y ahora no saben a dónde ir". Otro problema que señaló es el desequilibrio entre la formación universitaria y las cualificaciones que reclama el mercado laboral, por lo que habría que apostar por una mejor correlación entre oferta y demanda, también a través de una mejor comunicación entre las universidades y el mundo industrial y empresarial.

Sin embargo, ante una situación tan deplorable, ahora que se acaban de aprobar los Presupuestos Generales del Estado para el 2012, sabemos que, en educación, se aplicará un recorte del 22% respecto al año anterior, perdiendo también peso respecto a otras partidas presupuestarias, como si la formación de las generaciones que dirigirán el país en el futuro fuera algo de "pecata minuta". Las habituales apelaciones a que la educación es el mejor camino para salir de la crisis y para impulsar un empleo cualificado y una economía más estable, la llamada "economía del conocimiento", no ha tenido reflejo en las cuentas de 2012. La inversión en educación ha pasado de constituir el 0,9% del gasto total a instalarse en el 0,7%. Por si esto fuera poco, la reducción que experimenta la inversión educativa respecto a 2011 supera el recorte medio del conjunto de los ministerios, que se encuentra alrededor del 17%. En total, 2.220,19 millones de euros, 756 menos que en 2011.

Las partida que más cae es la dedicada a la formación permanente del profesorado (cursos de actualización), que pasa de 52 a 4 millones (-91%). Le sigue la de enseñanza universitaria, que pasa de 399 a 149 (-62%) y la de "nuevas tecnologías aplicadas a la educación", que pasa de 107 a 50 millones (-55%). La cantidad destinada a ESO, Bachillerato, FP y escuelas de idiomas (175,79 millones) también registran un descenso. La cuantía para becas y ayudas al estudio es la que sale más beneficiada (1.265 millones de euros), aunque también se ve reducida en 165 millones respecto a 2011 (-11%), porque, según declaración en rueda de prensa del ministro de Hacienda y Administraciones Públicas, Cristóbal Montoro, el Ejecutivo "preserva" la inversión en este sentido, ya que más allá de los estudios obligatorios, una beca es para quien tiene "talento" y corresponde con "resultados proporcionales" a la ayuda concedida. Desde esta perspectiva, los más débiles económicamente no tienen derecho a ampliar su formación y por tanto, su potencial talento, tendrá que quedar desaprovechado. Nuestros alumnos y profesores tampoco podrán competir en el extranjero en igualdad de condiciones con otros países, puesto que también se ve reducida la cuantía para ayudas de estudios de idiomas en el extranjero para ambos colectivos. Y, además, también quedan suprimidos los préstamos para estudiar másters y doctorados.

Irene Moreno, diputada nacional por Partido Popular, explica en el siguiente video las pautas que el Gobierno de su partido va a seguir en cuestión de educación y la reforma que va a llevar a cabo en este sentido:


El primer pensamiento que me surge espontáneamente al escuchar a la Sra. Moreno, me lleva a decir, que si de "excelencia" hablamos, a ella no le vendría mal recibir un poquito de su propia medicina, ya que su locución y exposición dejan bastante que desear y le convendría realizar un curso de oratoria para aprender a hablar en público.A continuación, veo que rebaja la tasa de fracaso escolar en 5 puntos porcentuales respecto a la indicada en el informe PISA de 2001, es decir del 31,2% pasa al 26%. Expone que el Gobierno va a invertir más fondos públicos en educación, cuando los Presupuestos Generales del Estado para este año reduce la partida presupuestaria de educación en un 29,1%. Asimismo, habla sobre el fomento de una educación de calidad, cuando la reforma de su partido defiende una división de la enseñanza entre el Bachillerato de Excelencia y el del régimen general que abre una brecha aún mayor de la ya existente entre las clases ricas y las más débiles, y empobrece la enseñanza pública. Respecto al fomento del estudio de otras lenguas, se le pasó por alto aclarar dónde entra la reducción del presupuesto para las escuelas de idiomas y de ayudas para el estudio de idiomas en el extanjero tanto para los alumnos, como para el profesorado. ¡No entiendo! O bien no sé sumar 2 + 2 por no haber recibido una formación de "excelencia" o los números no me cuadran. Será cuestión de recurrir a las tablas de sumar de Educación Primaria...

Manojo y Hexamano quieren juntar monedas
y tú debes ayudales a sumarlas.
¡No sabía yo que la aritmética elemental tuviese tanta similitud con la política española! Parece que se aprende más en internet que en el colegio público...

En cuanto a la Comunidad de Madrid, centro neurálgico del país, es la comunidad que menos invierte en educación. La política de austeridad y los recortes no es nueva y se viene produciendo con anterioridad a la aprobación de los últimos Presupuestos Generales del Estado, ya que, entre 2006 y 2010, el montante destinado a educación pública decreció en un 42%, mientras que las ayudas a otros modelos educativos privados aumentó un 11%. Del mismo modo, las etapas de infantil y primaria llevan años de recortes cuyas consecuencias ya se están notando en los alumnos de los institutos de secundaria y bachillerato.

Estos recortes obedecen a una política de acoso y derribo a la enseñanza pública, que parece querer reducirla a la mínima expresión y favorecer las modalidades de escuela concertada y privada, reduciendo la inversión a la pública en 80 millones de euros menos en el presente curso 2012 - 2013, mientras se fomenta la matriculación en la escuela privada mediante la desgravación fiscal a las familias que opten por esta opción, aumentan las ayudas a las escuela concertada por medio de subvenciones que soportan todos los  ciudadanos, aunque no tengan posibilidades económicas para acceder a esta modalidad de enseñanza, amén de la cesión gratuita de suelo público para crear escuelas de gestión privada, la mayoría vinculadas a la Iglesia Católica.
La política llevada a cabo por Esperanza Aguirre repercute directamente sobre los jóvenes estudiantes de hoy, soporte económico, cultural y social futuro de nuestra Comunidad, por lo que no sólo afecta al profesorado, ni a la formación de los actuales alumnos, sino que repercute directamente en el empobrecimiento a largo plazo de Madrid, ya que de esta "criba" sólo saldrán favorecidos los, cada vez más, escasos privilegiados económicos que puedan costear su formación en escuelas privadas. ¡Valiente "Esperanza"!
El colectivo docente también se ve seriamente perjudicado con medidas que responden más a un sistema mercantilista, que a la atención a una  educación de calidad orientada la formación del alumnado:

- Reducción de un 12% de la plantilla de profesores interinos, frente al aumento de horas lectivas en las aulas de los profesores de educación secundaria que, en estas condiciones, no puede garantizar la calidad de la formación impartida.

- Las oposiciones del pasado año redujeron el número de plazas convocadas para profesorado de 2.200 a 489. Además se llevaron a cabo a mitad del curso escolar, con el daño que eso supone para la formación de los alumnos al verse obligados a cambiar de profesor en algunas materias.

- Masificación de las aulas con menos profesores para atender a más alumnos, imposibilitando el cumplimiento del mandato legal de atención a la diversidad:  Con más alumnos, menos tiempo y menores recursos humanos en los centros es imposible atender a las necesidades educativas especiales y a los que estén en riesgo de exclusión social.

- Reducción de horas disponibles de preparación de las clases, parte esencial del trabajo docente.
- Desaparición de los desdobles y refuerzos, horas de biblioteca, laboratorio, actividades extraescolares y manejo de tecnologías.
- Fraude al alumnado. Los maestros y profesores son especialistas en un determinado nivel educativo (infantil, primaria y secundaria), así como en materias concretas, en cuya especialización han invertido años de esfuerzo y dedicación. Con la falta de personal, muchos profesores se ven obligados a impartir materias que no son de su especialidad para la que no están suficientemente preparados a pesar de su buena voluntad. La calidad de la educación exige el mantenimiento de las especialidades, un profesor de Historia no puede, ni debe, impartir Lengua Española o Ciencias Naturales.
- La eliminación de la tutoría colectiva y lectiva. Esta medida, además de ser ilegal, impide la labor de orientación académica y formación en valores.
-  Más de 5.000 profesores “desechados” después de años de dedicación a la docencia supone un despilfarro de conocimiento y experiencia que esta sociedad no debería permitirse.
- Las condiciones laborales del colectivo docente han sufrido una bajada de sueldo al mismo tiempo que ha aumentado su trabajo, debido a la drástica reducción de personal, recortes en la formación permanente y eliminación de las licencias por estudios.
- Los centros han perdido su autonomía junto con la participación de los claustros y consejos escolares en las tomas de decisiones.
- La entrada de las empresas privadas en la enseñanza pública por medio de empresas de contratación con intereses mercantilistas o fundaciones con intereses ideológicos muy alejados de los principios de igualdad y calidad que rigen nuestro sistema educativo. Un ejemplo de ello es la cesión de escuelas infantiles a empresas que nada tienen que ver con el sector educativo, como EULEN (empresa de seguridad) o Arturo Cantoblanco (grupo hostelero), primando el plan de negocio sobre el proyecto educativo.


Una escuela obligatoria, en la que quepa todo el mundo, exige una auténtica reconversión profesional. Hace falta un profesorado con una formación especializada y específica: la que deriva del hecho de atender y enseñar a una población escolar con una acentuada variedad social y cultural. Profesionales con campos de experiencia muy diferentes (BUP, FP, EGB) han cambiado su marco por otro más complejo: un alumnado diverso en perfiles actitudinales, motivaciones, intereses, orientaciones académicas y profesionales, etc. Nadie ha proporcionado a ese profesorado, movilizado con una lógica más militar que pedagógica, los instrumentos teóricos y metodológicos necesarios para desempeñar con más garantía el perfil profesional que ahora se les exige.

-¡Ruega por nosotros!-

Estos datos colocan a la escuela y la educación pública, universal, gratuita y de calidad, en una situación de peligro, cuando es un bien irrenunciable que no puede verse sometido a los dictados de las leyes del mercado económico.
La inversión en educación favorece la mejora de las condiciones de enseñanza permitiendo, por ejemplo, reducir el número de alumnos por profesor, aumentar el apoyo educativo a los alumnos con mayores dificultades y que muestran un retraso educativo -incluso anterior a la ESO-, favorecer el acceso de alumnos con desventajas económicas o sociales a recursos fuera de su alcance (bibliotecas escolares, medios informáticos, internet, etc.), mejorar el material de estudio, inclusive reducir las aulas o calificar a los docentes según los resultados obtenidos por los alumnos. Así, cabría esperar que la realización de mayores inversiones educativas respondieran con mejoras en los resultados académicos, sin embargo, estos recortes responderán con un empeoramiento de la ya crítica situación.
La educación no puede ser vista como un "gasto", sino una inversión para el futuro y, coincidiendo con palabras de José Manuel Barroso, ex-presidente de la Comisión Europea, España "no puede permitirse el lujo de que tantos jóvenes que tienen el potencial de contribuir a nuestras sociedades y nuestras economías se queden atrás. Tenemos que aprovechar todo el potencial de todos los jóvenes en Europa con el fin de recuperarnos de la crisis“; cualquier recorte económico en materia de educación pone en entredicho nuestra posibilidad de salir de ella. ¡Así es como el Gobierno quiere combatir el "problema de ineficacia" de nuestro sistema educativo...! 

La configuración de la Educación Secundaria en España ha sufrido un triple drama:

1º) La aprobación de leyes educativas del partido gobernante "de turno" y no de Estado, es decir, con el consenso de todos los partidos, lo que ha motivado que, cuando gobierna un nuevo partido político, se cambien una y otra vez. Pero el mundo educativo no puede estar al arbitrio de los cambios políticos.
2º) Las leyes se han propuesto –como no podía ser menos– mejorar la educación, pero lo han hecho sólo como leyes “escolares” (limitadas a medidas en el sistema escolar) y no “educativas” (dirigidas a intervenir activa y socialmente en la comunidad), como si los exclusivos cambios escolares pudieran dar respuesta a demandas más amplias.
3º) Una confianza ilimitada en las regulaciones administrativas por medio de reformas diseñadas técnicamente, cuando la investigación educativa lleva décadas poniendo de manifiesto que los cambios legislativos no provocan por sí mismos una mudanza de las culturas escolares y profesionales, menos aún de las condiciones sociales para llevarlas a cabo. No basta la legitimidad de los cambios propuestos si, paralelamente, no se ven acompañados de los procesos y condiciones necesarias para su implementación.
Los Institutos de Bachillerato, renombrados como IES (Institutos de Educación Secundaria), en su estructura organizativa, curricular y profesional, tienen una filosofía y diseño heredado de la modernidad ilustrada para propósitos obsoletos e incapaces de hacer frente a los retos de la población escolar de hoy en día que ya no es, exclusivamente, la burguesía, sino las nuevas masas de adolescentes. La ESO no ha logrado crear una identidad profesional del profesorado, paralela a una “cultura organizativa y profesional” compartida, al no haber puesto los elementos necesarios para que lo fuera.
La agudización del fenómeno de la diversificación (cultural, desigualdad social, inmigración y necesidades educativas especiales), conlleva la necesidad de ingentes medios materiales y humanos, con la consiguiente necesidad de incrementar las partidas presupuestarias, que no siempre se materializan, y no reducirlas como es el caso. Como consecuencia inmediata, la enseñanza pública se ha convertido en la mayoría de los casos en "guetos" de inmigrantes, mientras los centros concertados y privados han quedado como refugio de la "excelencia educativa" reservada a las clases económicas más favorecidas, lo cual acelerará la previsible fractura social en un futuro próximo, coadyuvado por las ya mencionadas tasas insultantes de fracaso escolar en la ESO (32%) y las raquíticas tasas de población escolar (21%) que alcanzan el nivel de Secundaria Postobligatoria (Bachillerato y FP de Grado Medio).

El 40% de los hijos de inmigrantes en España abandonan antes los estudios y, con una cualificación inferior al nivel secundario, se tienen que enfrentar a graves dificultades para encontrar trabajo, son desempleados con más frecuencia y acaban dependiendo de prestaciones sociales que, por otro lado, también repercuten sobre la economía nacional.

La aplicación de continuadas reformas educativas (LOGSE, LOCE, LOE) y futuras "sopas de letras" que, basándose en la falacia de la promoción automática o semiautomática, falta de valoración del esfuerzo personal y pérdida vergonzante de la autoridad del profesor, han llevado al fracaso a tan elevado porcentaje de la población escolar, jóvenes que no conseguirán la titulación mínima exigida para su incorporación al mundo laboral, lo cual les llevará a convertirse en mano de obra barata, no cualificada y fácilmente explotable.

En el segundo ciclo de enseñanza obligatoria, además de grupos de refuerzo y de programas de iniciación profesional para aquellos que tengan dificultades para seguir los estudios, se establecen dos ramas en 3º (científico-humanístico y tecnológico), diferenciándose el primero en dos (científico y humanístico) en el 4º curso, lo que recuerda al antiguo Bachillerato de Letras (humanidades) y Ciencias (científico), además de la Formación Profesional (tecnológico). Esto es lo que hace que todas las ramas no tengan, de entrada, la misma calidad.

La tan olvidada y desprestigiada FP de nuestro obsoleto sistema educativo, requiere una reestructuración que, lejos de frenarla reduciendo su cuantía presupuestaria, debería incrementar las necesarias inversiones en equipamiento y recursos humanos, así como favorecer la interconexión con empresas de I+D, para formar profesionales que, con la correcta cualificación, puedan afrontar los restos de la vertiginosa revolución tecnológica de la sociedad global y virtual en que vivimos, toda vez que se debería evitar la proliferación irracional de universidades públicas y privadas con escasa o nula vinculación con grupos empresariales innovadores, todo lo cual, acompañado de un descenso acusado de la tasa de población universitaria, llevará a una gran mayoría a quedar reducidas a meras "expendedoras" de títulos para licenciados condenados a contratos "basura" (si es que hay alguno que se libre de serlo tras la aprobación de la Reforma Laboral llevada a cabo por el actual gobierno del Partido Popular), con salarios de seiscientos euros y a la interinidad vitalicia, con la excepción de las élites universitarias.
La comisaria europea Androulla Vassiliou ya advirtió en su momento que el modelo productivo ha de reorientarse hacia la capacitación laboral y la competitividad, principal punto flaco de la economía española a largo plazo, alertando sobre la necesidad de “atraer a los jóvenes a la formación profesional porque en el futuro se necesitarán más cualificaciones para lograr trabajo”.
La "brillante" y "ESPERANZA-dora" idea de la aparición del llamado "Bachillerato de Excelencia" y de la "educación diferenciada" es para poner los "pelos de punta", ya que es un sistema rígido y segregacionista dirigido a salvar a los más "listos" en detrimento de una gran mayoría de "tontos" a quienes se les denegará el acceso a una formación de calidad; facilitará oportunidades para unos pocos, mientras creará dificultades para muchos otros, dando por perdidos a numerosos chavales, lo que supone el grandísimo riesgo de exclusión de potenciales genios que acabarán abocados al fracaso por no encajar en lo teóricamente esperado. Es decir, exige la adaptación al propio sistema, en lugar de crear las condiciones óptimas para el fomento de las cualidades particulares de cada alumno de manera individualizada.
La ESO se ha convertido así en fuente de problemas y en núcleo de la “contrarreforma” educativa. La Ley de Calidad de Educación (LOCE) manifiesta una preocupación excesiva por mejorar los resultados de los mejores alumnos, aún cuando vaya en detrimento de los alumnos más desfavorecidos o con mayores dificultades de aprendizaje. Aprobada sin un debate social, con una manifiesta falta de un consenso político y social entre los partidos políticos, se convierte, una vez más, en una ley de partido, pero no de Estado y, sin una previsión, compromiso de financiación y contribución para la mejora, su futuro se vislumbra muy incierto. Con estas limitaciones, es difícil que una ley mejore significativamente el funcionamiento educativo.
Se reducen los fondos en educación pública, sin embargo se fomenta el Bachillerado de Excelencia y los centros bilingües, es decir, aquellos programas que promueve la segregación del alumnado, en lugar de atender a la igualdad de oportunidades, tal y como exige la ley. Hay que pretender que todos nuestros adolescentes sean excelentes, principalmente aquellos que, por circunstancias personales o socioeconómicas, tienen más dificultades para conseguirlo.
Con la creación de los institutos de Educación Secundaria de Bachillerato de Excelencia de la Comunidad de Madrid, los mejores alumnos y el mejor profesorado pasarán al servicio de un grupo de élite, el reducido grupo de "elegidos" que destaquen de la "mediocridad".
La adolescencia es una línea muy frágil de crecimiento, de acopio de sensaciones, de aprendizaje de la vida combinada con el aprendizaje de la escuela. Quien ayer era disciplinado y sacaba buenas calificaciones, puede dejar de hacerlo y, a la inversa, el que ayer era un "bala perdida", sin entrar a valorar las posibles razones, puede sufrir una transformación que le haga recobrar el interés en su formación, demostrando una capacidad extraordinaria en una materia concreta, como pueden ser las Matemáticas o la Literatura, pero, por no haberlo puesto de manifiesto en su momento, simplemente no será admitido en el "clan de los excelentes" y se le habrá restado, sin razón, calidad de vida en su futuro a largo plazo.
Tampoco tiene justificación alguna el que los mejores profesores queden reservados para los alumnos más brillantes, los cuales, quizá sean los menos necesitados de un profesor excelente y sí sería conveniente que contarán con su apoyo los que van más "flojillos" en su asignatura; esto podría facilitarles el aprendizaje y la adquisición de conocimientos. A los alumnos no se les puede condenar "per se" a la medianía y a los profesores no se les puede estigmatizar tampoco de "mediocres" sólo aptos para formar a los más "torpes" y sin futuro. Este planteamiento es indiscutiblemente discriminador,  desalentador e incluso puede fomentar la desmotivación de ambas partes, incentivando más aún el fracaso escolar.
Elite, Colegio de Lujo.
La educación en tus manos por arte de magia.
Si no tienes dinero,
para ti la educación de excelencia está prohibida.

- Y, encima, no te enteras, porque el latín
es una lengua tan muerta como la educación pública.-
La opinión que la calidad de la enseñanza le merece a la presidenta de nuestra Comunidad, Esperanza Aguirre, se refleja en sus palabras cuando critica a quienes no están de acuerdo con dar un trato exclusivo a alumnos "sobresalientes" que no tienen medios para estudiar Bachiller "fuera o en colegios de élite". O sea, que quien estudie en un instituto "normal" sin salir de nuestra Comunidad "lo lleva claro", porque, ya de entrada, estará echado a perder por un sistema elitista.

Bajo un sistema educativo como éste, Albert Einstein habría quedado relegado a la medianía y no habría podido formular la Teoría de la Relatividad, en lugar de llegar a ser considerado como el científico más importante del siglo XX, puesto que, desde sus comienzos estudiantiles, demostró dificultades para expresarse al no comenzar a hablar hasta la edad de 3 años, por lo que aparentaba poseer algún retardo que le ocasionaría algunos problemas. Sus dificultades llegaron a un punto crítico cuando a la edad de 15 años, el  Dr. Joseph Degenhart, profesor del Luitpold Gymnasium, rígido instituto de bachillerato al que asistía Einstein, le dijo que "nunca conseguiría nada en la vida" y, cuando éste le contestó diciendo que "no había cometido ningún delito", el profesor le respondió: "tu sola presencia aquí mina el respeto que me debe la clase".

Tampoco habrían tenido ninguna "Esperanza" grandes personajes como Bernard Shaw, Rudyard Kipling, Freud, Faubert, Agatha Christie, Ernest Hemingway,  Pablo Ruiz Picasso, Vincent VanGogh, Auguste Rodin, Leonardo Da Vinci, Mozart, Richard Strauss, Winston Churchill, Georges Washington, Nelson Rockefeller, John F. Kennedy, Eisenhower, Isaac Newton, Thomas Edison, Charles Darwin, Galileo, Louis Pasteur, Graham Bell o el mismísimo Bill Gates, por ser excluidos de la "excelencia educativa" por sufrir dislexia, un  trastorno que afecta al aprendizaje.

En el otro plato de la balanza nos encontramos con el heredero del PGS (Programa de Garantía Social): el PCPI (Programa de Cualificación Profesional Inicial), como medida de atención a la diversidad, cuya finalidad es ofrecer una vía alternativa al alumnado que no haya obtenido el titulo de Graduado en Educación Secundaria Obligatoria y, al mismo tiempo, conseguir una cualificación profesional que facilite su acceso al mundo laboral. Es decir, una puerta trasera para acceder a nuevos escalones educativos (ESO, Bachillerato, FP de grado medio y superior, universidad y estudios de postgrado). Sin embargo, la realidad es muy diferente, ya que es una rama alternativa para "quitarse de encima" a los alumnos más difíciles y conflictivos.
Vistos los resultados del PGS y con la llegada de la crisis económica, los “expertos” en educación decidieron crear el PCPI para recoger a los chicos que no superaban los temarios de la ESO a los 16 años; una estructura que consiguiera mantenerlos dentro del sistema el máximo tiempo posible para que no fueran a engrosar las listas del paro al encontrarse ya en edad laboral. Como en tantas otras ocasiones, los profesores y los centros escolares quedan reducidos a meros "recogedores" de niños para mantenerlos alejados de la calle, dejando tranquilas las conciencias de estos "expertos" recaudadores de votos electorales.
A pesar de su apariencia de ser una vía alternativa que permita obtener el título de Graduado en ESO y obtener una cualificación profesional que facilite la inserción en el mercado laboral sin prolongar la escolarización más allá de los 18 años, no deja de ser puro maquillaje que presenta importantes problemas y grandes deficiencias:
- Aglutina dos cursos de la ESO en uno, con algunas materias iguales que las de la ESO, pero con un nivel tan elemental, que dicho personalmente por un orientador escolar, se reducen a las operaciones aritméticas básicas, las normas lingüísticas esenciales y al estudio de las comunidades autónomas, por poner ejemplos.

- No existe aún material ni libros de texto orientados a cada rama, por lo que se utilizan los que se crearon para la educación permanente de adultos existentes únicamente en versión digital.
- Una vez elegida la alternativa educativa más adecuada a las características del alumno (PCPI o diversificación) no se puede cambiar a la otra.

- Las ramas profesionales con las que cuenta van orientadas fundamentalmente a profesiones de bajo perfil de cualificación técnica: peluquería, fontanería o electricidad, entre otros ejemplos. Además, la formación recibida no cubre los mínimos necesarios para satisfacer las necesidades del mercado de trabajo actual, si, además, se tiene en cuenta el elevado número de titulados universitarios que se encuentran en situación de desempleo, en igualdad de condiciones, las empresas optan por la contratación de un universitario que cuenta con una formación infinitamente superior.
- Considerando el alto porcentaje de fracaso escolar y la discriminación de los alumnos con peores resultados académicos por parte de los responsables de los centros docentes y la desmotivación generalizada de los adolescentes, la demanda de este tipo de programas se va a disparar y, por el momento, no hay suficientes plazas disponibles, ni el profesorado cualificado  preciso.

- El amplio e impreciso perfil del alumno, cajón de sastre en el que tiene cabida todo aquel que no cumpla con los requisitos académicos mínimos:
- Jóvenes comprendidos entre 16 y 21 años como edad máxima de permanencia, con condiciones de discapacidad tales que no permita su integración en la modalidad general.
- Jóvenes que abandonaron el sistema educativo, que se encuentran desescolarizados, en situación de marginación o riesgo de exclusión social y con dificultades para adaptarse al medio escolar o laboral.
- Jóvenes pertenecientes a colectivos de población en desventaja por motivos de origen social, económico, cultural, étnico, etc. con especiales dificultades de inserción sociolaboral.
- Miembros de familias disfuncionales, desestructuradas y/ o con importantes carencias.
- Alumnos con un historial de continuo fracaso escolar que haya determinado una baja autoestima, intolerancia a la frustración, faltos de habilidades sociales o con un desarrollo de ocio inadecuado.
- Alumnos procedentes de aulas de compensación educativa o de enlace, con acusadas carencias y competencias lingüísticas, desarraigo cultural, falta de hábitos relacionados con el mundo académico (concentración, atención, planificación...), con desfase curricular de varios cursos en sus competencias académicas, con baja motivación para el estudio y de otros tipos de rechazo al mundo académico.
- Se da prioridad a los jóvenes a los que se les haya impuesto una medida judicial y vengan derivados por la Agencia de la Comunidad de Madrid para la Reeducación y Reinserción del Menor Infractor (ACMRRMI) o del centro de ejecución de medidas judiciales correspondiente.
- De forma excepcional, alumnado escolarizado en ESO con un historial de absentismo debidamente acreditado, de bajo rendimiento académico o repetidores de curso.
- A nivel particular, esta modalidad se destina a los jóvenes que precisan una inserción laboral urgente, por disponer de menores recursos económicos y mayores necesidades familiares y/ o personales.
Como se puede apreciar, los grupos no muestran una cohesión de edad, de situación  socioeconómica, formativa, cultural o de cualquier otro tipo. Sólo tienen en común ser jóvenes con un largo etcétera de factores negativos, con poca o ninguna motivación para estudiar que, además, suponen un problema para las familias que no consiguen "hacer carrera" de ellos y no saben dónde "depositarlos". Es decir, justamente los que engrosan las alarmantes cifras de fracaso escolar, por lo que no es de extrañar que en el aula presenten problemas de conducta, motivación, adaptación, integración, disciplina,  convivencia, respeto al profesorado y que las faltas de asistencia sean constantes, de modo que la mayoría no logra obtener la titulación, aunque se les permita repetir una vez.
Además de no tener interés por los estudios, ellos mismos contestan una y otra vez que su problema actual es que no quieren estudiar, les agobia día a día el enfrentarse durante seis horas a una misma dinámica en la cual no encuentran aliciente y no les motiva lo que se les ofrece porque no le ven utilidad.
El profesorado asignado a impartir estos programas tampoco encuentra la forma adecuada de llegar a ellos, no cuenta con la formación apropiada, ni dispone de los recursos adecuados para atender a un número elevado de alumnos por clase, teniendo en cuenta la dificultad que ello conlleva; siente la frustración de no ver progreso y, fundamentalmente para ellos, de no conseguir el éxito esperado en lo que prometía ser su salvación.
Se trata a los chicos como si fueran adultos cuando en realidad aún no lo son; el curso está estructurado de tal forma que, además de asistir a los correspondientes talleres, tienen largas jornadas de clases teóricas, cuando fueron incapaces de soportarlas en su momento en la ESO, tienen que continuar con la misma dinámica en PCPI, lo que mantiene su desmotivación inicial.
Con todo lo descrito previamente, la reinserción en el sistema educativo general es sumamente difícil para estos alumnos que no reúnen los requisitos formativos necesarios para asimilar sin problema el plan de estudios de Bachillerato y FP, como tampoco cuentan con el grado de conocimientos profesionales exigibles para integrarse en el mundo laboral y poder conseguir un empleo digno y bien remunerado.
En resumen, el PCPI es un plan se segregación de la población juvenil que, engañosamente, pretende disminuir el riesgo de exclusión social, cuando, en la mayoría de los casos, lo que hace es favorecerlo, con lo cual, no solventa el problema de fracaso escolar, sino más bien parece agravarlo. No deja de ser una vía más (y ya van cinco) para que el Gobierno consiga que haya más personas que obtengan la titulación básica de secundaria obligatoria por cualquier medio, aunque sea regalándola, solamente para lograr sus fines políticos y alcanzar estadísticas cercanas a las contempladas en la U.E. como “normales”. Si de paso mantienen a los jóvenes ocupados el mayor tiempo posible para que tarden en incorporarse a un mercado laboral escaso de ofertas de empleo, mejor que mejor, así se mantienen cifras de desempleo estables encubriendo las cifras reales de paro.
Otro problema que debe resolver nuestro sistema educativo son las necesidades especiales de niños con problemas cognitivos, psicológicos o motrices que, aun sin tener ninguna discapacidad intelectual, también acaban siendo "carne de PCPI" debido a sus dificultades de aprendizaje no atendidas de forma comprensiva y que contribuya a su desarrollo e integración social.
Es fundamental que, tanto los padres como los docentes de estos niños detecten, lo más tempranamente posible, conductas como la falta de atención y concentración que se observa en niños que se distraen con facilidad y con dificultades para permanecer quietos y tranquilos en clase, ya que suelen proceder de un trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH) que requiere de una atención multidisciplinar especializada (psicológica, motriz, logopédica, neurológica, conductual y afectiva).
Igualmente, los problemas de lectoescritura como dislexia (dificultad en la lectura que imposibilita su comprensión correcta), dislalia (trastorno en la articulación de los fonemas que impide la correcta pronunciación de ciertos fonemas o grupos de fonemas) o disgrafía (dificultad para coordinar los músculos del brazo y la mano que impide dominar y dirigir el lápiz para escribir de forma legible y ordenada), así como otros de índole psicomotriz como la dispraxia (disfunción motriz  que se presenta como la falta de coordinación de los movimientos generalizada o circunscrita a ciertas habilidades)   deben ser identificados y atendidos con prontitud, pues pueden devenir también en fracaso escolar.

Estos niños y sus familias viven a diario un "vía crucis" de dificultades por las trabas que deben superar en los colegios al carecer de los recursos humanos y materiales necesarios, por no disponer de un profesorado especializado, ni profesionales de las disciplinas (psicólogos, logopedas, psicoterapeutas) que deben ser atendidas en mayor cantidad y calidad que las recogidas en una ley que apenas contempla estos problemas y lo hace bajo el nombre genérico de "dificultades específicas para el aprendizaje".

Pues bien, es imprescindible que estas "dificultades específicas" sean atendidas adecuadamente para que estos niños que, lejos de ser "tontos" y teniendo altos coeficientes intelectuales, estén integrados en un sistema educativo que, al igual que sus cerebros, funcione de manera diferente, respondiendo a sus necesidades "específicas", que responda a un adecuado progreso formativo sin convertirlos obligatoriamente en "carne de cañón" del fracaso escolar por tratarles como "discapacitados" cuando no lo son.
También es necesario que el profesorado reciba la formación que le permita identificar y atender las particularidades de estos niños de forma individualizada y personalizada, ya que sus circunstancias les obligan a realizar un esfuerzo mayor que el resto de sus compañeros de clase. Sin embargo, la formación del equipo docente en estas cuestiones, hoy por hoy, continúa siendo muy limitada, así como la de los progenitores y de la sociedad en general que los cataloga, de manera simplista, de niños torpes, traviesos o, sencillamente, de maleducados.
Por otro lado, las autoridades educativas, deberían hacer un esfuerzo considerablemente mayor en ofrecerles la ayuda necesaria, dado que suelen requerir de una adaptación curricular adecuada, no siempre fácil para el alumno, ni disponible en todos los centros estatales, como tampoco lo está a efectos sanitarios, con lo cual, su correcta atención queda limitada a las familias con mejores recursos económicos y que pueden recurrir a centros médicos y colegios especializados de carácter privado.
Las vías educativas existentes en la actualidad, en sí mismas, pueden no ser discriminatorias, aunque la propia inercia del sistema educativo tenderá a desembocar en la segregación de varias clases de educación si no se toman medidas cautelares. Sin intervenir socialmente en estas situaciones, la atención a la diversidad se puede convertir en una coartada para reforzar  o, al menos, legitimar, la desigualdad. En cualquier caso, para una oferta educativa diversa, pero no segregadora, se precisan otras medidas organizativas, más allá de las imprecisas “adaptaciones curriculares individualizadas”.
El abandono escolar dificulta el desarrollo socioeconómico y es un grave obstáculo para el objetivo de la Unión Europea de un crecimiento sostenible, inteligente e incluyente. Sin embargo, y a pesar de lo significativas que son las razones expuestas, podrían hacer pensar que el fracaso escolar se debe exclusivamente a una cuestión de economía y política de Estado y, por tanto, difícil de reducir desde el ámbito puramente educativo. Pese a todo, no son las únicas y éstas coexisten con otros importantes y diversos factores que están incidiendo significativamente tanto en el incremento del abandono escolar, como en los malos resultados académicos de los estudiantes españoles. Entre ellos, cabría mencionar:
Descenso del Nivel de Exigencia y Rendimiento
Una crítica, sucesivamente reiterada, a la ESO es que ha bajado los niveles de exigencia y rendimiento de los alumnos. Los docentes atribuyen este deterioro formativo a diferentes causas, entre las que destacan la enseñanza obligatoria hasta los 16 años, que exige a los adolescentes permanecer escolarizados aunque no tengan intención de proseguir sus estudios; el sistema educativo está mal planteado, es excesivamente rígido y debería adaptarse a la situación social de cada alumno; a los profesores les falta la formación psicopedagógica que necesita el alumnado actual; los padres, los profesores y las leyes no estimulan el esfuerzo en los adolescentes impacientes que se desenvuelven en un entorno en el que prima la inmediatez y en el que las nuevas tecnologías les ofrecen incentivos más gratificantes a corto plazo y que copan su tiempo alejándoles de cuadernos y libros de texto, como son la abundancia de canales televisivos, consolas y videojuegos o internet. La lectura de un libro representa para ellos algo tedioso, no así la visita de páginas web y el intercambio de comentarios a través de redes sociales.
A esto se suma el desinterés de esta generación de adolescentes que no participa activamente aportando opiniones o planteando dudas en clase, incluso en casa. Otros factores añadidos son el elevado número de materias en cada curso (un estudiante de 1º de ESO tiene prácticamente el mismo número de años de edad que materias que aprender, esto es, 12 asignaturas) y, ya se sabe que, como dice un refrán castellano, "el que mucho abarca, poco aprieta"; además, los temarios son amplísimos y cuando los alumnos empiezan a comprender un tema, los profesores tienen que pasar a otros contenidos. Por añadidura, la sociedad no atiende a las necesidades de los chicos y las familias no pueden dar a sus hijos las respuestas que necesitan, ya sea por falta formación o de tiempo para dedicar a sus estudios.

La bajada de nivel de los alumnos, el incremento de violencia en los centros, el promover una cultura del esfuerzo que habría puesto en entredicho la llamada “promoción automática” han servido como lemas manufacturados para poner en duda el ordenamiento anterior.
Asimismo, los adolescentes de hoy en día se encuentran frente a un profesorado desmotivado que no incentiva sus capacidades y su potencial por la penosa, pero frecuente, opinión de que no merece la pena esforzarse en preparar grandes talentos para que acaben siendo "mileuristas".
Incidencia de la Situación Económica y Laboral
La difícil situación económica que atravesamos está conduciendo al empobrecimiento de la población de clase media de forma masiva, tanto como del mercado laboral y la estructura sectorial del mismo. Esto lleva a muchos jóvenes cuando cumplen los 16 años a buscar alternativas a tiempo parcial o completo por necesidades económicas familiares y, en otros casos, como consecuencia o fruto de la desmotivación. De este modo, lo que comienza como un trabajo complementario puede acabar en el abandono definitivo de los estudios sin titulación académica.
La tasa de desempleo muestra una relación directa y significativa con el número de titulados en ESO. Si el desempleo aumenta se titulan menos alumnos, ya que descienden los rendimientos esperados debido a que, como es el caso y se ha pormenorizado anteriormente, disminuye la inversión educativa, provocando la desmotivación, tanto por parte del profesorado, como del alumnado, sobre quien, en última instancia, recaen las consecuencias finales de la reducción presupuestaria y, por consiguiente, repercute directamente en la no conclusión de los estudios mínimos obligatorios.
La relación entre el fracaso escolar y la estructura productiva de las regiones autónomas es muy significativa. Así, regiones con elevado peso en el sector de la construcción y baja ocupación industrial muestran mayores porcentajes de fracaso escolar. La escasa cualificación exigida en la construcción podría explicar la rápida salida de los jóvenes al mercado laboral sin apenas completar los estudios secundarios de nivel inferior. Sin embargo, las regiones con alto nivel industrial  requieren de mano de obra más cualificada por lo que hay mayores incentivos para completar con éxito la ESO. Esta variable podría estar explicando las altas tasas de fracaso escolar de Baleares, Castilla - La Mancha, Murcia, Extremadura, Andalucía y Comunidad Valenciana, regiones con mayor sector de la construcción y con mayor fracaso escolar.
Considerando que la tasa de desempleo juvenil española duplica la media europea, el panorama al que se enfrenta la llamada generación "Ni-Ni" (jóvenes que Ni estudian, Ni trabajan) es verdaderamente incierto, por lo que no es de extrañar que nuestra juventud no crea en el sistema educativo y opine que "estudiar no sirve para nada", al ver a una multitud de licenciados universitarios que se encuentran desempleados y, por ello, acaben rechazando los estudios ante la creencia de que éstos no le van a resolver su futuro económico, ni su estabilidad laboral, abandonándolos sin haber obtenido una cualificación que les conceda el mínimo acceso a un contrato laboral que sí les haga entrega de la titulación en "Mileurismo".
Título de "Mileurismo" en Primer Grado.
Factores Psicopedagógicos
La nula implicación de las autoridades educativas, el insuficiente apoyo institucional y la ausencia de la necesaria flexibilidad laboral en las empresas para lograr la conciliación de la vida laboral y familiar, ha favorecido la proliferación de guarderías infantiles públicas y privadas, en las que el niño deberá pasar años decisivos para la formación de su personalidad y afectividad, coadyuvará su desarraigo afectivo y tendrá implicaciones negativas en su posterior desarrollo psicológico, agravado por la falta de tiempo de los progenitores para supervisar su proceso madurativo.
Problemas de concentración e interiorización de los contenidos escolares, como consecuencia del uso abusivo de todo tipo de medios audiovisuales en el entorno familiar, hacen que los menores vivan en mundos virtuales y sólo se motiven por estímulos audiovisuales, quedando así reducidos los soportes tradicionales de transmisión del saber (comprensión lectora, producción escrita y razonamiento lógico-matemático) a la mera condición de rutina tediosa y monopolio exclusivo de la escuela anquilosada que deberá actualizar sus recursos didácticos.
La desmotivación y el sentimiento de fracaso, muchas veces fomentado por los propios padres y educadores, crean en el muchacho un sentimiento de nulidad personal que le incapacita para estudiar. Es fundamental favorecer que se sienta satisfecho por el trabajo realizado, los objetivos alcanzados y las pruebas superadas, lo cual, por otro lado, permitirá que se desarrolle en él un saludable nivel de autoestima y aprenda a asumir responsabilidades. Del mismo modo, es importante que el centro de estudios, el profesorado y los compañeros de clase sean de su agrado, de lo contrario, asistir al colegio o al instituto, se convertirá en una pesada carga que le llevará a sentirse como "oveja que va al matadero" cada vez que tenga que acudir a clase y, durante el transcurso del horario lectivo, no mantendrá un buen nivel de atención, al tiempo que fomentará su intención de absentismo.
En contra de la creencia de que la depresión es una enfermedad exclusiva de los adultos, los niños también la padecen y es motivo frecuente de fracaso escolar. Cuando hay un cambio pronunciado en la conducta de un chico, su rendimiento y sus calificaciones bajan, ya no quiere estudiar, ni asistir a la escuela; es entonces cuando se debe considerar la posibilidad de la depresión. Algunas muestras para detectar que un niño o adolescente está atravesando una depresión son el cambio brusco de comportamiento, pasando a mostrarse agresivo cuando solía ser pacífico y tranquilo; el repentino desinterés que empieza a manifestar con todo aquello que anteriormente le satisfacía; la desobediencia y la indiferencia, aumento de la pereza y la desidia, así como la caída en picado de sus calificaciones.
La crisis de identidad que sufren los adolescentes repercute directamente sobre sus estudios. Es una etapa de la vida en la que aún están aprendiendo a regular sus emociones, a reflexionar pausadamente y a anticipar las consecuencias y los problemas; esto significa que aún tienen que desarrollar y potenciar su criterio propio, lo que les lleva a actuar de manera impulsiva y sin medir sus efectos. El consumo de drogas y de alcohol, los trastorno alimenticios, las relaciones inestables y caóticas, la promiscuidad sexual, los comportamientos suicidas y otras actitudes autodestructivas, son algunas de las manifestaciones de la falta de control de sus impulsos y de la ausencia de criterio para determinar qué es conveniente o contraproducente para ellos mismos.

Si no aprende de estas experiencias y empieza a adoptar estas conductas de riesgo como un patrón de conducta crónico para lidiar con sus circunstancias sin un sentido sólido de su propia identidad, puede convertirse en una patología. Es en este período cuando, al ir adquiriendo más libertad, incluso en los centros docentes, descuidan sus estudios de manera irreflexiva y, cuando quieren darse cuenta de su error, se encuentran con el hecho de haberse quedado rezagados en sus conocimientos y de haber perdido el hábito de estudio, lo que les complica retomar el ritmo y el nivel de la clase, entonces, se pierden en un círculo vicioso del que les resulta difícil salir sin la ayuda oportuna de sus padres y educadores.
Influencia del Entorno Familiar
Existe una relación directa entre el nivel de formación de la familia del estudiante y los resultados académicos obtenidos, como también parece existir una tendencia a la perpetuación del nivel formativo que se mantiene en el tiempo, de modo que es esperable que en  familias cuyos padres tienen un nivel alto de estudios, tengan hijos con un grado de formación más alto que aquellas donde los progenitores únicamente tienen estudios elementales, favoreciendo así el fracaso escolar de sus descendientes.
En otro orden de cosas, la inadecuada adquisición de hábitos básicos en el seno de la familia para la maduración personal del niño, o incluso la ausencia total de ellos en los casos más extremos, tiene un reflejo en su desmotivación y predisposición a no querer estudiar, al igual que la insatisfacción que éste acto le produce. Cuestiones como la adquisición de una buena rutina de estudio, el seguimiento de unos horarios reglados, el mantenimiento de una adecuada alimentación, el fomento de la costumbre de la lectura, la valoración del esfuerzo personal como vehículo de satisfacción y superación individual, así como el fomento del ahorro ante el futuro inmediato, conducen al desarrollo de su madurez y responsabilidad, mientras que a la inversa contribuye a que sea caprichoso y consentido, con fácil tendencia a la frustración ante el menor revés o dificultad.

La falta de disciplina, la educación en la tolerancia, permisividad y libertad que estamos aplicando los padres de hoy en día, también repercute en el comportamiento de los niños y adolescentes a quienes hemos acostumbrado a "tenerlo todo y todo hecho" sin ningún esfuerzo por su parte, sin haberles marcado unas pautas claras de comportamiento, ni unos correctos hábitos, los tenemos sobreprotegidos y admitimos comportamientos que, indudablemente, nuestros padres no habrían tolerado en nosotros mismos. Nuestras ocupaciones, nuestros problemas y la escasez de tiempo para dedicarles, les brinda la ocasión de "campar por sus respetos", mientras los responsables directos de ellos ignoramos los pasos que dan, o el avance de sus estudios hasta que llega el boletín repleto de pésimas calificaciones, a pesar de lo cual seguimos permitiéndoles que continúen a su libre albedrío, mientras cubrimos sus gastos y necesidades hasta bien entrados en la vida adulta debido a que tampoco encuentran trabajo y los padres nos convertimos en su única fuente de ingresos.

Influencia del Entorno Social
Cualquier cambio social tiene siempre su reflejo en el sistema de valores, así se comprende que la crisis socioeconómica que vivimos se haya hecho extensible a los valores éticos y humanos de los adolescentes de hoy en día. Los cambios sociales acaecidos en el último cuarto de siglo son tan radicales que se podría hablar de una metamorfosis social y cultural que es, precisamente en la juventud, menos experimentada y más susceptible de ser influenciada, donde mejor se puede apreciar. Esta pérdida de valores se sitúa en el origen de muchos comportamientos desviados entre los que cabe destacar las toxicomanías, la delincuencia o  la disociación familiar y, por tanto en su formación académica.
Según la Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas, 40.000 adolescentes fuman una media de uno o dos "porros" diarios, lo que representa un consumo elevado y muy problemático, ya que su consumo habitual provoca deficiencias en la memoria, la atención, la capacidad psicomotora y otros trastornos mentales, más considerando que el hachis pakistaní que suelen consumir por su bajo coste, es de mala calidad y suele estar adulterado con sustancias altamente adictivas y nocivas.
Los adolescentes y los jóvenes buscan modelos referenciales que sean auténticos transmisores de valores. No basta que los padres o educadores se los expresen, sino que es necesario que los vivan cotidianamente. Los adolescentes van consumiendo los valores referenciales del entorno, especialmente de la familia y de la escuela. Parece lógica la inquietud de muchos padres que no saben qué hacer, qué camino seguir y que se queden en la pasividad de esperar a ver qué pasa. No podemos ser neutrales ya que los medios de comunicación, los amigos, la sociedad misma, están transmitiendo sus valores, por eso se hace precisa la interiorización, la reflexión, el análisis ponderado y responsable para tomar decisiones. Nuestros adolescentes van a pensar, a buscar la calidad humanizadora de su vida, a criticar los mensajes de los medios de comunicación, analizar sus compromisos tales, como tomar decisiones sobre su futuro, asumir responsabilidades a la hora de vivir su realidad presente, tienen que aprender a equivocarse para no hundirse en la ciénega fangosa del conformismo. Los jóvenes son los primeros agentes de su propia adulación y modulación.

Los chicos de hoy tienen muchas más autonomía, independencia y privacidad que las generaciones anteriores. Tienen a su entera disposición teléfonos móviles e internet, se mueven en un mundo mucho más amplio que el que tuvimos sus padres cuando éramos niños. Tienen la sensación de poder hablar y conocer a cualquier persona del planeta sin moverse de casa, pero al mismo tiempo, tienen menos conciencia de lo que significa en realidad conocer a alguien y que esa labor requiere mucho tiempo; por eso también cambian tanto de amistades. Se sienten muy mayores e incluso algunos están muy involucrados con el mundo; sin embargo, no han desarrollado algunas de las habilidades sociales más básicas, por lo que no es de extrañar que no sepan analizar, expresarse o redactar adecuadamente, que mantengan largos silencios en clase mientras miran las "musarañas" en lugar de prestar atención y participar activamente con intervenciones en clase o que se limiten a responder a las preguntas de sus padres con indiferencia o simples negaciones como "no sé" o "yo qué sé", lo que pone de manifiesto también su bajo nivel de razonamiento lógico.

Vivimos en una sociedad donde se prima la riqueza, donde se desprestigia el esfuerzo y es lógico que los chicos que se han criado con este esquema, no valoren las cosas más allá de su exclusivo coste económico, cuyo significado también ignoran ya que, por su propia juventud e inexperiencia, todo les llega "regalado" a través de sus padres. El  vertiginoso ritmo de vida que llevamos también les salpica haciéndoles ser impacientes a la hora de obtener aquello que desean y, de no obtenerlo, se muestran intolerantes, ofuscados y frustrados. Las perspectivas de futuro que encuentran son escasas e inciertas, por lo que tampoco les resulta fácil encontrar alternativas que les permitan trazarse unos objetivos a largo plazo sobre los que trabajar en su formación académica con constancia y manteniendo la ilusión durante años, mientras ven cómo en la sociedad en general triunfan y se enriquecen con facilidad personajes sin ningún tipo de formación y cualificación, cómo tampoco ven que se condene la corrupción, al mismo tiempo que ven cómo aquellos que aparentemente son más felices, muestran conductas agresivas y disruptivas.

El adelanto e intensificación de los rasgos típicos de la adolescencia (pasotismo y rebeldía), fruto de la imagen transmitida por la publicidad y los medios de comunicación que intentan acelerar la llegada de nuevos consumidores y la silenciosa revolución conocida como "Golpe de mano incruento" por parte de los adolescentes, les convierte en muchos de los casos, en vulgares déspotas que basan su actuación en la ley del mínimo esfuerzo y máximo provecho refrendado con la obtención de todo tipo de caprichos materiales y la falta de sintonía entre los idearios de la escuela y el resto de la sociedad, apareciendo la escuela como un apéndice molesto de la sociedad al intentar transmitir valores en desuso, como la necesidad del diálogo y comunicación interpersonal para resolver conflictos y la valoración del esfuerzo personal para lograr metas concretas, utopías que se hacen añicos al contacto con la cruda realidad de la vida diaria e inducen a su frustración.

En una etapa de la vida cargada de hormonas incontrolables que crea en los muchachos la confusión de no saber si son niños o adultos, en la que abundan las crisis de identidad y la impulsividad, cuando aún no tienen bien delimitados sus criterios personales, les hace ser más vulnerables y proclives a encaminarse a lo que les enseña su entorno desvalorizado, que a centrarse en una formación que tampoco pueden garantizar que les vaya a ofrecer un futuro confortable y, en contrapartida, requiere mucho tiempo y trabajo, frente a la inmediatez de internet que en un instante les ofrece cuanto deseen saber.
Además, al ser aún tan influenciables y manipulables, caen con facilidad en la trampa de la aparente gratificación inmediata que les ofrece el entorno de la calle y que no les aporta el interior de su instituto, de modo que también acaban rechazando a quienes optan por ser "unos pipas que sólo piensan en sacar buenas notas" en favor de convertirse, en el caso de  las niñas en "chonis barriobajeras" como "La más chula de Móstoles" que aparece en el video: 


El abandono escolar es un problema complejo que requiere de estrategias que aborden eficientemente la educación, la juventud y la política social desde el ámbito local, regional y nacional que incluyan:

1º) Prevención del abandono escolar comenzando tan pronto como sea posible el apoyo a los niños en su aprendizaje, aportando las condiciones necesarias para evitar que se produzca, así como ayudar adecuadamente a aquellos con diferencias lingüísticas, culturales, económicas, cognitivas, intelectuales o psicológicas para garantizar su correcto aprendizaje.
2º) Aplicación de medidas de intervención en problemas como el absentismo, el bajo rendimiento o la desmotivación, para tratar de corregirlos de forma rápida e igualmente eficaz, sin olvidar que, como ya se ha dicho, el fracaso escolar comienza en la educación primaria, por lo que se deben tomar las medidas oportunas desde el comienzo de la escolarización, cuando el niño está en condiciones de ser adecuadamente orientado y no tenga que desembocar en el futuro abandono escolar.
3º) Creación de medidas de compensación de "segundas oportunidades" que ofrezcan posibilidades reales de aprendizaje en la escuela y en la reinserción de los jóvenes en el sistema educativo.
4º) Adaptación y mejora de los actuales planes de estudio, incorporando nuevas disciplinas que resulten de interés tanto a los jóvenes como a sus futuros empleadores.


El éxito académico de todos los alumnos que cursan la Educación Secundaria Obligatoria es uno de los principales retos a los que se enfrenta nuestro sistema educativo. El objetivo es conseguir que todos los alumnos que permanecen escolarizados obligatoriamente hasta los dieciséis años consigan una certificación que les permita continuar estudiando, lo que, a su vez, servirá de palanca para aumentar el porcentaje de alumnos que cursan educación secundaria optativa y voluntaria.
Por todo ello, es evidente la necesidad urgente de llegar a un acuerdo  educativo entre asociaciones de padres, profesorado y autoridades educativas  que permita consensuar los valores a transmitir y los mínimos educativos exigibles a lograr, establecer el calendario de aplicación de dicho acuerdo e incrementar la inversión en materia de educación para intentar mejorar el nivel formativo de nuestra juventud, toda vez que al subsanar el grave problema de nuestro sistema educativo logremos salir del "furgón de cola" educativo de Europa.
Como dijo el sociólogo francés Emile Durkheim:
“La enseñanza secundaria atraviesa una crisis muy grave que aún no ha llegado a su desenlace. Todo el mundo se da perfecta cuenta que no puede seguir siendo lo que en el pasado fue: sin embargo, lo que ya no se ve con la misma claridad es lo que está llamada a convertirse. De ahí esas reformas que, desde hace cerca de un siglo, se van sucediendo periódicamente, atestiguando, a la vez, tanto la dificultad como la urgencia del problema”.

Luego, pongámonos manos a la obra y, entre todos los que formamos parte de la sociedad, busquemos la mejor solución, invirtiendo en recursos y en políticas educativas que funcionen de forma adecuada para dar respuesta a este colectivo que será el futuro del mañana, o ¿es que acaso no interesa formar individuos críticos y sí fomentar una masa de gente fácilmente manipulable?