viernes, 15 de noviembre de 2013

Autoestima: Eres una Obra Maestra



Sólo porque un grupo de personas no te acepta como tú eres no es necesario que elimines tu originalidad. Piensa cosas buenas de ti mismo, ya que el mundo te ve basado en cuanto tú te estimas. Nunca te subestimes sólo por ganar reconocimiento. Nunca pierdas tu verdadero Ser, para conseguir una relación. En el largo plazo lamentarás haber negociado tu mayor Gloria- tu singularidad, por cierta aceptación momentánea.

Inclusive a Gandhi lo rechazaron muchas personas. El grupo que no te acepta como Tú, no es tu mundo. Hay un mundo para cada uno, donde reinas simplemente siendo tú mismo. Encuentra ese mundo; de hecho, ese mundo te encontrará a ti.

Lo que puede hacer el agua, la gasolina no lo puede hacer. Y lo que puede hacer el cobre, el oro no puede. La fragilidad de la hormiga le permite moverse y la rigidez del árbol le permite mantenerse firmemente enraizado.

Todo y cada uno ha sido diseñado con cierta proporción de singularidad para cumplir un propósito que podemos realizar sólo siendo el Ser único que somos.

Sólo siendo tú mismo puedes cumplir tu propósito y yo sólo como yo puedo servir mi propósito. Estás aquí para ser tú; sólo TÚ.

Hubo una época en este mundo cuando se necesitó un Krishna entonces él fue enviado. Hubo una época cuando se necesitó un Cristo y él fue enviado. En otra época se necesitó un Mahatma y él fue enviado; una época cuando se necesitó un J.R.D Tata y él fue enviado. Hubo una época en la que tú fuiste requerido en este planeta y así, tú fuiste enviado. Seamos lo mejor que podemos ser.

En la historia del universo, no ha habido nadie como tú y no lo habrá en el tiempo infinito por venir; nunca habrá alguien como tú.

La existencia debe de haberte amado tanto que después de crearte rompió el molde con el que te creó; por lo que nunca más habrá alguien como tú.

Eres original. Eres excepcional. Eres único. Eres una maravilla. Eres una obra de arte, una obra maestra. Celebra que eres único.

Tú eres tú, tu propio ser, no cambies por otros, ya que este no es ni siquiera su mundo.
(Sri Sri Ravi Shankar)
 
 
 


 


Conjuro Sioux


Cuenta una vieja leyenda de los indios Sioux que, una vez llegaron hasta la tienda del viejo brujo de la tribu, tomados de la mano, Toro Bravo, el más valiente y honorable de los jóvenes guerreros, y Nube Azul, la hija del cacique y una de las más hermosas mujeres de la tribu....

 Nos amamos. -empezó el joven-.

 Y nos vamos a casar. -dijo ella-.

Nos queremos tanto que tenemos miedo. Queremos un hechizo, un conjuro o un talismán. Algo que nos garantice que podremos estar siempre juntos, que nos asegure que estaremos uno al lado del otro hasta encontrar la muerte.

Por favor. -repitieron-.


¿Hay algo que podamos hacer?

El viejo brujo los miró y se emocionó al verlos tan jóvenes, tan enamorados y tan anhelantes, esperando su palabra.

Hay algo. -dijo el viejo- Pero no sé, es una tarea muy difícil y sacrificada...

Nube Azul. -dijo el brujo- ¿Ves el monte al norte de nuestra aldea? Deberás escalarlo sola y sin más armas que una red y tus manos. Deberás cazar el halcón más hermoso y vigoroso del monte. Si lo atrapas, deberás traerlo aquí con vida el tercer día después de luna llena. ¿Comprendiste?


Y tú, Toro Bravo, -siguió el brujo- deberás escalar la montaña del trueno. Cuando llegues a la cima, encontrarás la más brava de todas las águilas y, solamente con tus manos y una red, deberás atraparla sin heridas y traerla ante mí viva el mismo día en que vendrá Nube Azul. ¡Salid ahora!

Los jóvenes se abrazaron con ternura y luego partieron a cumplir la misión encomendada. Ella hacia el norte y él hacia el sur.

El día establecido, frente a la tienda del brujo, los dos jóvenes esperaban con las bolsas que contenían las aves solicitadas.

El viejo les pidió que con mucho cuidado las sacaran de las bolsas. Eran verdaderamente unos hermosos ejemplares.

Y ahora qué haremos. -preguntó el joven- ¿Los mataremos y beberemos el honor de su sangre?

No. -dijo el viejo-.

¿Los cocinaremos y comeremos el valor en su carne? -propuso la joven-.

No. -repitió el viejo- Harán lo que les digo: tomen las aves y átenlas entre sí por las patas con estas tiras de cuero. Cuando las hayan anudado, suéltenlas y que vuelen libres.

El guerrero y la joven hicieron lo que se les pedía y soltaron los pájaros- El águila y el halcón intentaron levantar vuelo pero sólo consiguieron revolcarse por el piso. Unos minutos después, irritadas por su incapacidad, las aves arremetieron a picotazos entre sí hasta lastimarse.

Este es el conjuro -dijo el brujo-. Jamás olviden lo que han visto. Vosotros sois como un águila y un halcón. Si os atáis el uno al otro, aunque lo hagáis por amor, no sólo viviréis arrastrándoos, sino que además, tarde o temprano, empezareis a lastimaros el uno al otro. Si queréis que el amor entre vosotros perdure...
 

 
¡Volad juntos, pero jamás atados!