Kathinka
Evers, experta en neuroética, lleva las cejas pintadas a lo Groucho Marx, lo
que da a su mirada una profundidad inusual mientras me habla, muy despacio, de
bioética. Para esta investigadora el cerebro es dinámico y variable y su
arquitectura está sujeta al impacto social. Otros, como Gazzaniga, padre de la
neurociencia cognitiva, afirman que nuestro cerebro se rige por leyes físicas y
que son estas las que dominan nuestra conducta. Evers ha sido investigadora en
Oxford y en el departamento de Filosofía y Derechos Humanos de la Universidad
de Essex. Tiene varios libros publicados. En Neuroética, cuando la materia se
despierta (Kats) habla sobre cerebro y moralidad, y sobre eso ha dado una
conferencia en el CCCB.
¿El
cerebro es moral?
Si
hablamos de un cerebro adulto y sano, sí.
La
moral se aprende
Casi
todo el cerebro es aprendido. Los humanos, a diferencia del resto de los
mamíferos, nacemos con un cerebro no acabado y utilizamos gran parte de nuestra
vida para desarrollarlo.
Unos
más y otros menos
El
hombre de neandertal utilizaba más de la mitad de su vida para desarrollar su
cerebro. La evolución ha favorecido el dominio de un animal cuyo cerebro
responde al aprendizaje. La educación influye en el cerebro, y este
descubrimiento ha sido crucial.
¿Qué
más sabemos?
Que
las distintas capacidades utilizan distintas zonas del cerebro; las capacidades
morales se desarrollan sobre todo en el lóbulo frontal, y este se desarrolla
con la edad.
¿Cuando
nacemos, el lóbulo frontal está en pañales?
Sí,
y eso significa que los niños y adolescentes no tienen capacidad para entender
algún tipo de pensamiento moral y nociones de riesgo. Por tanto, en la
educación debemos tener en cuenta su nivel de desarrollo.
Y
procurar no dañar esa zona
Cierto,
porque la persona que a raíz de un accidente tiene dañado el lóbulo frontal
puede convertirse en moralmente incapaz: no es que no quiera, sino que no
puede: biológicamente, ha perdido la base del comportamiento moral.
¿La
sociedad es el resultado del tipo de cerebro que tenemos o viceversa?
Las
sociedades están creadas por cerebros, pero a la vez el tipo de cerebro que
tenemos es el resultado de nuestra sociedad. Hay una gran cantidad de
influencias que van en contra de la arquitectura cerebral, y ese es un descubrimiento
reciente muy importante y que tendrá un gran impacto en la sociedad y los seres
humanos del futuro.
¿Cómo
influye la ilusión en la construcción del cerebro?
Las
ilusiones existenciales son necesarias. Por ejemplo, no queremos ver el
sufrimiento que nos rodea, ser plenamente consciente de él lastraría en exceso
nuestra vida.
¿Nuestro
cerebro necesita la trascendencia?
Sí,
somos animales dominados por el miedo, queremos trascender y eso es una
ilusión, porque somos seres biológicos pero seguimos disociándonos de la
naturaleza.
¿Es
cultural o cerebral?
Es
el resultado de ambas. La neuroteología dice que hay diferencias en el cerebro
entre las personas religiosas y no religiosas.
Somos
menos lógicos de lo que creemos
Y
perdemos la lógica con la edad. Los niños son más lógicos que los adultos, por
eso debería estudiarse lógica en la infancia. Dígame: si creamos un robot
extremadamente sofisticado, ¿se convertirá en una persona?
Según
Philip K. Dick, autor de ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, no
Exacto.
Durante el siglo XX se ha analizado al ser humano como un robot intelectual.
Hoy sabemos que la emocionalidad aumenta nuestra inteligencia y nuestra
capacidad para comportarnos de manera compleja.
No
podía ser sólo cosa de niñas
Los
androides de Dick no podían prever las acciones humanas porque no tenían
emociones para entender cómo nos comportamos. Pero si conseguimos que las
aprendan, tendrán autoconciencia.
¿Los
otros animales también tienen emociones?
No
se dónde está el límite, supongo que es un tema de complejidad del sistema
nervioso. Pero yo no como mamíferos porque tienen inteligencia y emociones.
¿Por
qué el 99% de nuestra comunicación es inconsciente?
Tiene
que ser así porque la conciencia es algo muy lento y no sobreviviríamos. De
hecho, comunicamos menos de lo que creemos. La mayoría de las veces nos
comunicamos únicamente con nosotros mismos.
¿Y
los otros?
Cada
cual interpreta las cosas de manera distinta, por eso es ridículo intentar
identificar comportamientos de grandes grupos; decir por ejemplo "los
hombres son así o las mujeres asá" no es correcto, las diferencias
individuales son mayores que las de sexo.
¿Cómo
se aplica la neuroética a temas concretos como el coma?
Hay
estudios recientes sobre las funciones cerebrales realizados con personas que
están en coma o en estado vegetativo. En algunos casos se ha visto que tienen
capacidad de pensamiento, de comunicación y de autoconciencia, y esto nos pone
frente a cuestiones éticas muy difíciles.
Pin
van Lommel, cardiólogo, nos contó que muchas personas, al despertar de un coma,
recuerdan lo acontecido.
Es
cierto. En Suecia se dio el caso de una persona que dijo al despertar: "Me
poníais una música horrible". En Bélgica, Steven Laureys ha intentado
establecer comunicación con personas en coma utilizando la neurotecnología,
midiendo la actividad cerebral que se genera en cada pensamiento.
¿Pueden
preguntarles cosas?
Sí.
Los resultados son muy interesantes porque se puede establecer comunicación sin
hablar y sin comportamiento externo. Las mismas investigaciones realizadas con
personas sanas demuestran que podemos llegar a leer la mente, aunque los
resultados hasta ahora son limitados.
Un
viejo anacoreta se quejaba muchas veces sobre cuánto tenía que hacer. La gente
le preguntó cómo era posible que en la soledad tuviera con tanto trabajo. El
ermitaño respondió:
"Tengo que domar a dos
halcones, entrenar a dos águilas, mantener quietos a dos conejos, vigilar una
serpiente, cargar un asno y someter a un león".
"No vemos ningún animal
cerca de la cueva donde vives. ¿Dónde están todos estos animales?"
Volvieron a preguntarle. Entonces el ermitaño dio una explicación que todos
comprendieron, porque estos animales los tenemos todos:
"Los dos halcones, se
lanzan sobre todo lo que se les presenta, bueno y malo. Tengo que domarlos para
que sólo se lancen sobre una presa buena. Son mis ojos.
Las dos águilas con sus garras
hieren y destrozan. Tengo que entrenarlas para que sólo se pongan al servicio y
ayuden sin herir. Son mis dos manos.
Y los conejos quieren ir
adonde les plazca, huir de los demás y esquivar las cosas difíciles. Tengo que
enseñarles a estar quietos aunque haya un sufrimiento, un problema o cualquier
cosa que no me gusta. Son mis dos pies.
Lo más difícil es vigilar la
serpiente aunque se encuentra encerrada en una jaula de treinta y dos varillas.
Siempre está lista por morder y envenenar a los que la rodean apenas se abre la
jaula, si no la vigilo de cerca, hace daño. Es mi lengua.
El burro es muy obstinado, no
quiere cumplir con su deber. Pretende estar cansado y no quiere llevar su carga
de cada día. Es mi cuerpo.
Finalmente necesito domar al
león. Quiere ser el rey, quiere sersiempre el primero, es vanidoso y orgulloso. Es mi corazón."
Los traficantes internacionales de marfil hacen un gran negocio con los colmillos de los elefantes y ni tan siquiera se exponen al peligro cuando los matan. Les pagan a los pigmeos jabón, sal y un poco de gasolina por hacerlo. La ONU lucha por evitarlo.
"Siempre me han fascinado los animales salvajes locales, pero antes me había sentido impotente para protegerlos".
Ahora, el Dr. Joseph Okouji no tiene nada de impotente. Libra una peligrosa batalla contra una red criminal de cazadores furtivos para proteger los animales que le han apasionado toda su vida.
Como responsable de la Vigilancia del Parque Nacional Ivindo de Gabón, un área de más de 3.100 kilómetros cuadrados de denso bosque tropical, Joseph lucha por salvar elefantes del bosque en extremo peligro de extinción. Sus valiosos colmillos de marfil les cuestan la vida porque esas defensas son más grandes, en proporción a su peso, que la mayoría de las otras especies africanas.
"Esta región es famosa porque existe lo que se conoce como “los grandes portadores”. ¡Elefantes cuyos colmillos tocan el suelo!".
Tom de Meulenaer es el Coordinador del Programa de Naciones Unidas que sigue de cerca la matanza ilegal de elefantes.
"El furtivismo está devastando los bosques del África Central. De ahí viene la mayoría del marfil, el marfil ilegal".
Los colmillos salen de Gabón a través de una vasta red internacional de contrabandistas. Destinado en gran parte a Asia, el marfil se utiliza en productos decorativos y de otra índole. Con el aumento del comercio ilegal de productos de marfil a niveles sin precedentes en 2011, se teme que hasta 12.000 elefantes africanos puedan ser sacrificados cada año para obtener sus colmillos.
"Estamos perdiendo la batalla de los elefantes en África Central".
Joseph reconoce que muchos cazadores furtivos se dedican a eso simplemente para sobrevivir. Cree que una de las razones principales que contribuyen a la oferta de colmillos en Gabón es la miseria. Por ejemplo, los pigmeos pobres de la región, renombrados por su habilidad como cazadores, son especialmente vulnerables a la explotación de los traficantes.
"No tienen trabajo ni cualificación profesional, pero sí necesidades como todos los demás. Así que el elefante, por el valor de su marfil, es una tentación enorme".
"¿Tienes otros medios de ganarte la vida además de matar elefantes?".
"Pues…" (Se desvanece sonido).
Cuando llegamos a la oficina de Joseph en el pueblo Afan, un pigmeo Baka de la zona, acababa de ser detenido junto con otro sujeto,. Joseph le pregunta por qué mató al elefante.
"Porque me daban un poco de jabón, sal y gasolina, que no tengo . Por eso lo maté".
Afan recibió en pago el equivalente a 40 dólares, una fortuna para él, una miseria para las ganancias del intermediario que, vende los colmillos a los traficantes por 25 veces esa cantidad.
Ahora, Afan afronta una multa muy por encima de sus posibilidades, y una sentencia de 3 a 6 meses de prisión.
Aunque se han aumentado los esfuerzos para frenar la caza ilegal en todo el país, Joseph dice que es importante no sólo acabar con la oferta, sino también con la demanda internacional de marfil.
"Creo que para que la justicia sea severa debe aplicarse a la gente que compre el marfil para colocarlo en el mercado internacional, en lugar de a estas gentes jóvenes que sólo buscan un medio de alimentar a sus familias".
"Se necesita hacer mucho para que la conservación se convierta en una realidad. La comunidad internacional debería apoyar a un país como Gabón, que realmente está tratando de resolver este problema".
Spot Publicitario ganador del Festival de Piblicidad de Cannes Lions 2005, de "Ponle Corazón", Perú.
Realmente es conmovedor. Te invito a que lo presencies y luego reflexiones un poquito sobre él. Es un mensje aminoso, solitadario y afectuoso que transmite sentimiento.
¡A ver cómo te quedas y sientes después de verlo!
A mí, personalmente, se me quedó el corazón en un puño...
Aunque
el título del artículo coincida con el de la película de Almodóvar, no voy a referirme a
ella; tampoco al grado de formación que reciben los niños y jóvenes en nuestras
escuelas y universidades, ni tampoco voy a dar lecciones de paternidad.
Simplemente pretendo poner de manifiesto una serie de detalles cotidianos que
denotan precisamente eso: la mala educación de las personas que se cruzan en
nuestro camino de una u otra manera.
Esto
no es un reclamo de caballerosidad o cortesía hacia las mujeres. No hablo en
defensa de una diferencia entre sexos que, admitiendo pertenecer al mal
denominado "sexo débil", no acepto tal diferencia, ni apelativo. No es un alegato sobre el uso de comportamientos trasnochados,
cursis y decimonónicos. Sólo pretendo instar al mantenimiento del derecho al
respeto y del civismo en nuestra sociedad, sin distinción de género, o cualquier
tipo de condición, antes de terminar por convertirse en algo decadente.
Cuando
vamos al volante e indicamos con el intermitente nuestra intención de cambiar
de carril no falta el conductor que yendo tras nosotros aprovecha para
incorporarse brusca y repentinamente, quedándonos retenidos mientras él
continúa su marcha tan ricamente. Como los que parecen estar jugando con
nosotros al "pilla-pilla" cuando aceleran si intuyen nuestra
intención de adelantarles y frenan cuando desistimos, para volver a repetir la
jugada tantas veces como intentemos rebasarles. También están aquellos que
aprovechan para acelerar y pegarse al coche delantero con la intención de
impedirnos el acceso al carril que ocupan como si tuvieran un título de
propiedad que les otorgase el derecho a vedar el paso al resto de vehículos.
Parados
en un semáforo en rojo aparece el "prisillas" de turno que,
simultáneamente a encenderse la luz verde, sin conceder siquiera un
instante para poner la primera marcha, les asalta su impaciencia y empiezan a
presionar la bocina y gesticular con las manos, para indicar que el "lentorro"
se dé "brillito" para acelerar.
Al
entrar en un ascensor aparece alguien que se abre paso entre los demás para entrar
el primero, como si por ello se fuera a teletransportar "ipso facto" a su
planta. Si nos encontramos "aplastados" al fondo y tenemos que
salir, casi hay que suplicar que nos cedan el paso hacia la salida y no suele
faltar aquel que nos mira mal encarado por la grandísima molestia que le
ocasiona apartarse para dejar salir. Finalmente, cuando logramos aproximarnos
a la salida, otra persona, desde el exterior, vuelve a obstaculizarnos la salida, para
entrar avasallando a quien se cruce en su camino sin recordar el apartado del
"manual de buenos modales" que dice "Antes de entrar
dejen salir" y tenemos que esquivarle como si estuviésemos defendiendo
el balón en un partido de fútbol.
Tal
vez recibí una mala educación, pero de chiquitita mis padres me enseñaron a dar
los "Buenos días" al llegar a un lugar, y a decir "Adiós"
al abandonarlo. Sin embargo, es frecuente encontrarme en mi trabajo con clones de
Mudito -el enanito de Blancanieves que no podía hablar- o pareciese que les fuera la
vida en ofrecer un cordial saludo que no conduce a nada, ya que no entraña un
deseo explícito hacia el día que se espera tenga ese individuo aparentemente desconocido que se sienta
diariamente durante ocho o más horas en la mesa de al lado. Otros no
saben responder cuando los recién llegados son quienes les saludan y por toda
respuesta obtienen un silencio "sepulcral". Tampoco me sorprende ya encontrarme a última hora de la tarde en mi puesto de trabajo y descubrir que estoy "más sola que la una" sin saber cuándo se marcharon los ocupantes de los puestos cercanos al mío, porque, o bien me he quedado sorda sin saberlo, o no entran en su vocabulario palabras como "Adiós" y frases coloquiales como "Hasta luego", "Hasta mañana", "Hasta el lunes", "Buen fin de semana"... ¿Será que se han quedado afónicos y no les conviene hablar? No sé, en el fondo, lo mismo da la razón, pero me desagrada rodearme a diario con personas que no muestran ningún pequeño rasgo de cordialidad.
Tal
vez lo lleven implícito ciertos cargos profesionales, pero tampoco me sorprenden
los modos groseros, prepotentes, altivos y despectivos que se "gastan"
muchos jefes con sus subordinados, como si, el hecho de ser "inferiores"
en la jerarquía laboral, implicase que lo fueran también en rango personal, aunque los subordinados demuestren tener más calidad personal y humana que sus superiores, aunque también existe una "raza" de empleados que, creyéndose los "reyes del mambo", gozan sacando a relucir repetidas veces sus triunfos, a la vez que gritan constantemente los continuos errores de todos los demás.
Mis
educadores también me enseñaron la lección de respetar a los demás sin cuchichear, más aún delante de personas ajenas a los chismorreos, pues podían sentirse
incómodas ante la situación, inclusive llegar a molestarse o sentirse ofendidas creyéndose objeto de los "susurros". Pero estos individuos no se "cortan un pelo" y con todo el descaro del mundo, pasan por el "confesionario" para "cacarear" en voz baja los "pecados" ajenos a los múltiples "jueces" y "sacerdotes" concentrados a su alrededor para devorar con avidez la última noticia que "Radio Macuto" está divulgando y que causará sensación, al tiempo que les permitirá hacer uso de sus lenguas viperinas, condenar imprudentemente a un semejante y sentirse el centro del universo por unos momentos. No les importa en absoluto "despellejar vivo" a alguien que puede estar oyendo sus palabras, viendo sus gestos y miradas descaradas, sabiendo que el o ella es el centro de la diana de estos dardos envenenados. No es necesario señalar con el dedo, se sabe porque su lenguaje verbal y no verbal les delatan. Entonces, la víctima de este feo y vulgar "comadreo", haciendo uso de las cualidades que estos "charlatanes impenitentes" carecen y que se denominan respeto y educación, tenderá a intentar ignorar y desoír tanta sucia palabrería, de lo contrario, les estará ofreciendo en bandeja un argumento más para que proliferen las alcahueterías de los "susurradores".
Los
asientos reservados en transportes públicos para ancianos, minusválidos y
mujeres embarazas, suelen estar ocupados por jóvenes en plenas facultades cuyas
posaderas indiferentes calientan, mientras la mujer con un bebé en brazos,
la señora cargada de bolsas o el anciano con bastón practican el equilibrismo
con el vaivén del vehículo.
Hay
personas tan interesadas en cultivarse y en estar informados de la
actualidad nacional e internacional que en el autobús o en la sala de espera
del médico no llevan consigo un libro o periódico, pero no dejan de ojear el de
la persona que tienen al lado y que, a juzgar por el grado de interés que parece suponerles su contenido, habrán "adivinado" el contenido de
las 217 páginas del libro que su dueño llevará leídas de antemano.
Al
responder llamadas telefónicas, me he encontrado con una inquisitiva voz desconocida
que me preguntaba quién era yo sin haberse presentado previamente. Perdón, pero
es a mí a quién han telefoneado, luego, sería oportuno que esa "voz del más allá" sea la que se presente primero y no a la inversa.
Y,
hablando de teléfonos, no me olvido de otros hábitos adquiridos por
quienes van con el móvil hasta al cuarto de baño y no comprenden que un mensaje
de texto se puede escribir tras finalizar la corta conversación que están
manteniendo en persona con alguien ajeno a su tecleo incesante. Como también me resulta desagradable ser interrumpida por alguien que me habla en persona, mientras mantengo una conversación telefónica, ya sea de índole profesional o privada, y finalmente me obliga a mostrar firmeza para que me permita finalizar, aunque tampoco sería la primera ocasión que me he visto obligada a tener que terminarla bruscamente debido a la impertinencia y falta de discreción.
No es preciso conversar telefónicamente para sufrir intervenciones imprevista. Basta con estar manteniendo una charla personal para que pueda surgir "de la nada" alguien alguien que se inmiscuya en ella sin saber cómo, ni quién le ha dado "vela en ese entierro".
Quién
no ha tenido un vecino que, imaginando tener su vivienda insonorizada como si de
un estudio de grabación se tratase, se ha permitido poner el volumen de su música
-normalmente de bastante mal gusto musical, por cierto- a prueba de sonómetros que no
detectarían los decibelios producidos por una explosión nuclear y
se ha dejado los nudillos, el palo de la escoba o las tapas de los tacones golpeando contra su pared, el suelo o el techo a las tres de la madrugada en señal de suplica por el respeto hacia el descanso de
aquellos que tienen la mala costumbre de madrugar para acudir a su trabajo.
El concepto de "espacio personal"
debería incluirse en los temarios escolares de "Educación para la Ciudadanía" para que desde pequeñitos aprendamos que no se puede rebasar a discreción el del prójimo, sin percatarse de la incomodidad que
produce en él al sentirse invadido y asediado. La costumbre de algunas
personas de estar continuamente tocando o dando ligeros golpecitos a otros y aproximarse en exceso sin tener la confianza necesaria o sin mantener lazos afectivos, son formas de invadir el espacio personal ajeno, las cuales suelen resultar tremendamente molestas para
quien teme acabar desgastado por el efecto de la erosión de tanto tocamiento
-aparentemente inofensivo-, saber del estado digestivo de su interlocutor a través de su aliento, o sentir deseos de utilizar paraguas para evitar sus salpicaduras salivales.
Las
más famosas sopranos y Los Tres Tenores se dedican al "bel canto" pero existen muchos que deben sentirse
atraídos por la "brutta canzone" emanada por diferente partes
de su geografía corporal que con vehemencia "cantan" La Traviata -no la de Verdi, precisamente-cuando se aproximan "peligrosamente" a los demás,
incluso invadiendo su espacio personal como decía anteriormente, obligándoles a tolerar
sus nada sutiles "fragancias y efluvios aromáticos" con
estoicismo y disimulo mientras tararean mentalmente una canción que decía "hay una cosa que se llama jabón, que mata los piojos y quita el olor".
El
sabio refranero español nos recuerda que "de bien nacidos es el ser
agradecidos", sin embargo, la palabra "Gracias", debe
ser una de las palabras en vías de extinción del diccionario de la R.A.E., como
también lo deben ser "Perdón", "Disculpa" o
"Favor", porque son abundantes las personas que las desconocen cuando, por ejemplo, al preguntar en la calle a un
desconocido la hora o cómo llegar a una dirección, no las emplean y hacen sospechar que pertenecen al "Club de ahorradores", pero no de dinero, sino de palabras que forman frases del estilo "Disculpa. Por favor ¿me podrías
decir qué hora es?" para finalizar diciendo "Gracias" a quien se le ha interrumpido de su actividad.
Nos
encontramos en un restaurante comiendo tranquilamente, cuando la grata
conversación que estábamos manteniendo se ve interrumpida con la sonora entrada
de un grupo que, a juzgar por el volumen de sus voces, deben formar parte de la
"ONSE" y no es que esté pronunciando con acento andaluz las
siglas de la Organización Nacional de Ciegos Españoles (ONCE), ni confunda la
"C" con la "S", sólo pienso que deben
ser miembros de la "organización nacional de sordos españoles", con todos mis
respetos por sufren la carencia de este sentido.
Tal vocerío
llevan consigo, que no se percatan de las miradas de reprobación que les dirigen
los comensales de otras mesas quienes, además, para poder escucharse a sí
mismos, necesitarían recurrir a la ayuda de un altavoz, cuando yo, personalmente, lo que desearía sería ponerles una sordina a los escandalosos.
Pensarán
que el hecho de levantar la voz para que se les escuche desde La Alcarria hasta
Sebastopol, les otorgará la razón o les permitirá convertirse en el centro de
atención, lo cual, evidentemente, logran a merced de los numerosos decibelios
que acompañan a sus palabras, consiguiendo sobresalir notablemente entre las demás voces. Si, para colmo, no tienen la sana costumbre de respetar el
turno de palabra ajeno, escuchándose sólo a sí mismos, sin atender a cuanto se
les quiere transmitir, además de ser unos "voceras" se
convierten en "cansinos insufribles".
Y como estos ejemplos reales podría continuar con un largo etcétera, etcétera y etcétera...
Como
decía al comienzo, no se trata de emplear una gentileza propia de siglos
pasados, ni un estilo "demodé". No hablo de ceder el paso a
las damas, ni de retirarles la silla al sentarse o ayudarlas a ponerse el
abrigo. No hablo de sexos, ni siquiera entro a valorar aspectos éticos, hablo,
simple y llanamente, de educación y respeto hacia nuestros semejantes; unos
valores que parecen estar cayendo en el olvido.
No
hay que graduarse en la universidad con honores, ser "cum laude"
en "Humanidad" o haber sido educado por la mejor de las
institutrices, para mantener unas mínimas normas de conducta social que
muestren respeto, deferencia y urbanidad.
Sin
duda alguna, la familia y el círculo social en el que se habita son la base
fundamental sobre la que se soporta la educación de los seres humanos y que
conforman una parte de la personalidad, pero el hombre por sí mismo tiene la
capacidad de aprendizaje, de adquisición de conocimiento y de elección, para saber discernir qué valores desea desarrollar y, en su caso, modificar y, por ende, sin
responsabilizar a nadie de sus actos conscientes, libres y voluntarios.
Hay
que tener en cuenta que nuestra conducta impacta siempre en los demás y el
mantenimiento de unos buenos modales nos hacen ser más humanos. Si no sabemos
mantener una conducta adecuada, esto redundará en el detrimento de las
relaciones o en la imposibilidad de crearlas. Todas las personas tenemos
derecho a recibir un trato amable; si nos acostumbramos a convivir con la total
ausencia de cortesía, se instala en nosotros un sentimiento de desvalorización,
cuando una verdadera buena educación ha de ser siempre una muestra de amor y
respeto hacia los demás.
Para
lograr mantener una buena conducta con los demás, es importante aplicar la
empatía, ponerse en la situación del otro, para tener en consideración aquello
que a nosotros nos desagrada respecto de los gestos de otros y entender
que, en este sentido, no somos únicos, que aquello que nos molesta a nosotros,
también puede molestar a los demás, tener el miramiento de obrar sin incomodar
y con respeto por la dignidad, tanto propia como ajena.
La
buena educación lleva implícito el respeto, esencia de las relaciones humanas
que hay que aplicar en todo momento de manera cotidiana y sin el cual,
estaríamos en permanente conflicto con todo el mundo. A través de él se crea un
ambiente de seguridad y cordialidad que permite la aceptación de las
limitaciones ajenas y el reconocimiento de los valores de los demás, de la
autonomía de cada ser humano y del derecho a ser diferentes sin considerarse
superior a nadie.
El respeto va de la mano de otro valor: la tolerancia. Ninguno podría subsistir sin el otro, mientras la intransigencia
conduce a actitudes irrespetuosas y, por tanto, susceptibles de faltas de
educación.
Estamos
asistiendo a un proceso de "deshumanización", en el que se
puede apreciar un progresivo deterioro de los valores humanos, sustituyendo lo
ético por meros conceptos estéticos. Hemos construido un sistema en el que
prevalecen las actitudes individualistas sin reparar en que nuestro
comportamiento impacta directamente sobre los demás, lo que a su vez implica un
deterioro de las relaciones sociales.
Ya
que vivimos en sociedad y no aislados como eremitas, mostrémonos sociables y
dejemos, tanto en éste como en otros aspectos, de comportarnos como borregos
que sólo saben balar dejándose guiar por perros pastores. Si realmente somos
diferentes de los animales, creo conveniente demostrarlo haciendo uso de una
buena educación. No deberíamos olvidar que, lejos de ser una muestra de
cursilería, las buenas formas son la expresión de lo mejor que cada uno tiene
en su corazón para dar altruistamente a los demás.
Como parte de los
cambios en los paradigmas, la alimentación del nuevo milenio se basará en
principios muy diferentes a los que aprendimos en las escuelas.
En medicina
integral quántica se habla ahora de la “frecuencia vibratoria” de los
alimentos, más que de su contenido en proteínas, grasas y carbohidratos. Es una
nueva concepción de la alimentación que toma en cuenta nuestra "otra
mitad", es decir, la parte energética del cuerpo humano.
Se parte de la
idea de mantener un sano equilibrio energético para garantizar la salud del
cuerpo físico. Todo comienza en el “cuerpo de energía” para luego,
reflejarse en la realidad física, en los órganos, en el funcionamiento orgánico
de nuestro cuerpo. En base a esta nueva concepción, los alimentos son
clasificados en siete grupos, según su contenido energético o, para mayor
precisión, por su "frecuencia vibratoria".
La dieta Delta es
similar a la antidieta, ya que se basa en la combinación de alimentos de
acuerdo al grupo al que estos pertenecen. Con ella se alimenta cada órgano del
cuerpo, brindándole energía y rejuveneciendo la piel.
Cada grupo de
alimentos nutre un conjunto de órganos o funciones del cuerpo físico, es por
ello que, para mantener el cuerpo completamente nutrido, es necesario ingerir
una ración de cada uno de los siete tipos de alimentos, durante el día.
Respetando los biorritmos del organismo, la dieta diaria se programa de la
siguiente manera:
Desayuno: grupos azul y morado "energía de arranque".
Comida: grupos anaranjado, amarillo, verde y rojo "energía
de mantenimiento".
Cena: grupo blanco "energía de relajación".
Los alimentos no tienen por qué tener necesariamente el color del grupo al que pertenecen, sino que estos van en relación al color del chakra al que se les asocia.
Es posible
mezclar una pequeña cantidad de los otros grupos dentro de cualquier comida,
por ejemplo, en la cena: un poco de queso con pan.
Los
expertos recomiendan consumir al menos dos litros de agua al día.
Esta tabla
ilustra la clasificación de los alimentos de acuerdo a su "frecuencia
vibratoria":
Órganos que nutre: Corazón, arterias, venas, boca, médula ósea, vagina,
cuello uterino, pene, plasma sanguíneo, sistema circulatorio y muscular.
Chakra con el que
se corresponde: Chakra raíz, primer generador de energía.
Verde. Alimentos que incluye: Todos los vegetales y verduras verdes (acelgas, espinacas,
berros, lechuga, etc)
Órganos que nutre: Oído, vejiga, riñones, próstata, uréteres, uretra,
testículos, glándulas suprarrenales, piel, sistema nervioso central y cerebro.
Chakra con el que
se corresponde: Chakra corazón, segundo generador de energía.
Amarillo. Alimentos que incluye: Legumbres (alubias negras, rojas y blancas, lentejas,
garbanzos, etc.).
Órganos que nutre: Tubo digestivo, hígado, colon, duodeno, intestino delgado,
ovarios, útero, vesícula biliar y aporta colágeno.
Chakra con el que
se corresponde: Chakra del plexo solar, tercer generador de energía.
Blanco. Alimentos que incluye: Cereales (trigo, avena, centeno, cebada) , pan, pastas,
arroz, etc.
Órganos que nutre: Pulmones, bronquios, tráquea, timo, apéndice, páncreas,
huesos, piel, faringe, glándula tiroides, sistemas linfático y nervioso.
Chakra con el que
se corresponde: Chakra corona, cuarto generador de energía.
Azul. Alimentos que incluye: Todas las frutas frescas, secas o deshidratadas.
Órganos que nutre: Sistema cardiaco, ligamentos, hipotálamo, píloro,
tendones, ojos y sistema linfático.
Chakra con el que
se corresponde: Chakra de la garganta, quinto generador de energía.
Naranja. Alimentos que incluye: Los vegetales y hortalizas que no son de color verde (patatas, calabaza,
remolacha, zanahorias, etc.).
Órganos que nutre: Endometrio, hipófisis y mucosas.
Chakra con el que
se corresponde: Segundo chakra, sexto generador de energía.
Violeta. Alimentos que incluye: Oleaginosas: maíz, pistacho, almendras, nueces; yogurt
(lacto bacilos), miel de abejas, coco.
Órganos que nutre: Glándula pineal, células, hipotálamo y piel.
Chakra con el que
se corresponde: Chakra del tercer ojo, séptimo generador de energía.
En
esta tabla observamos que cada grupo alimenticio está relacionado con uno de
los centros energéticos de nuestro cuerpo, los chakras. Cada uno de ellos
regula ciertas emociones del individuo, por lo que una alimentación equilibrada
garantiza el equilibrio emocional de la persona. Además, cada chakra controla
las funciones de los órganos descritos en cada grupo, por lo que la condición
energética de estos centros es fundamental para preservar la salud del
individuo.
Atendiendo
a los conceptos expuestos, comeremos "sin dañar el delicado equilibrio
de la vida", garantizándonos con ello, una vida más plena y llena de
salud. El proceso de envejecimiento será más lento, las emociones serán más
equilibradas y la vitalidad regresará a nuestro organismo.
Crea
tu Propio Menú
Desayuno
Deben
ingerirse alimentos de los grupos violeta y azul de las 6 a las 8 de la mañana,
que nos aportarán energía pulsante y lumínica, es decir, la necesaria para
arrancar el día.
P.
Ej.:Frutas + yogurt + miel de abeja y
un zumo, si se desea.
Comida
Deben
ingerirse alimentos de los grupos rojo, naranja, amarillo y verde de las 12 a
las 13 horas, cuando se requiere la energía para mantenernos.
P.
Ej.: Lentejas + pollo con puré de patatas + ensalada que combine los grupos
verde y naranja a nuestro gusto.
Cena
Deben
ingerirse alimentos del grupo blanco antes de las 18 horas, para obtener la
energía que nos ayude a relajarnos y a descansar.
Leyendo sobre el nuevo libro de Marie-Monique Robin, de Ediciones Península, titulado "Nuestro Veneno Cotidiano, cómo la Industria Química Envenena Nuestro Plato", me llegó el concepto IDA (Ingesta diaria admisible, grado de peligrosidad de los alimentos que ingerimos).
Adquirimos los productos de alimentación sin reparar en que, probablemente, si los centros comerciales nos facilitaran la información visible de los aditivos químicos disfrazados que incluye cada producto, como el dimetilpolisiloxano, -un derivado de la silicona que, disfrazado de etiquetas como "E900", se incluye en muchos zumos de fruta o en ciertos vinos, medicación de uso cotidiano e incluso productos infantiles como lociones antipiojos- las ventas de algún producto que compramos diariamente bajarían.
Todo ello me lleva a pensar en una gran paradoja de esta "sociedad del conocimiento" que vivimos. Llegar a cierta información no es tan fácil como parece, a veces requiere una dosis de intensa investigación que no todo el mundo está dispuesto a "perder".
Por mi parte, os recomiendo ver este interesante documental:
Robin reflexiona sobre la relación entre la exposición a estas sustancias químicas y la actual "epidemia de enfermedades crónicas prevenibles" que tenemos en los países llamados "'desarrollados".
Estos términos los define la OMS (ciertos tipos de cánceres, disfunciones reproductivas, diabetes, obesidad, enfermedades neurodegenerativas...).
Volviendo al libro, Robin se pregunta sobre los sistemas de evaluación y reglamentación de los productos químicos de nuestra industria alimentaria, lo que se introducen desde el huerto (pesticidas) hasta nuestro plato (aditivos y plásticos alimentarios).
Hace ya varios años, desde la editorial Ceac, se publicó un interesante título, "Eres lo que Comes", en el que se puede encontrar un glosario de términos imprescindibles para saber lo comemos.
El documental Nuestro Veneno Cotidiano fue presentado oficialmente a la prensa el 17 de enero de 2011 en Paris y posteriormente al público en general, mediante la cadena franco alemana Arte, el 15 de Marzo del 2011, simultáneamente en Francia, Alemania y Bélgica.
Ingredientes de los Cheetos
Circula por la red un video con más de 630.000 visitas en Youtube , emitido por la televisión estatal venezolana, donde se dice que los Cheetos están supuestamente elaborados con cartón y petróleo.
Según el supuesto ingeniero de alimentos y el investigador naturista, los Cheetos no están elaborados con maíz, sino con petróleo, concretamente con carboximetilcelulosa (CMC) y con acetona, que, según ellos, son sustancias derivadas del petróleo y del cartón. Para demostrarlo acercan una llama a los Cheetos que comienzan a arder en pocos segundos. Según ellos, otro peligroso ingrediente que contienen es un colorante: la tartracina.
En primer lugar, en la imagen podéis apreciar la lista de ingredientes que aparece en el etiquetado de los Cheetos que se fabrican en España, en la que no hay ni rastro de petróleo (como ya os decía aquí, el petróleo no se emplea en alimentos porque es tóxico), ni de acetona (ésta también es tóxica, a pesar de que en muy bajas concentraciones es metabolizada por el organismo), ni de carboximetilcelulosa, ni de tartracina, ni de nitratos (conservante que solamente se emplea en productos cárnicos). De hecho, en el etiquetado figura que los Cheetos contienen un 75% de maíz, los colorantes son naturales y no contienen conservantes.
En segundo lugar, la materia orgánica arde con relativa facilidad. La efectista puesta en escena en la que se muestra que los Cheetos arden al acercarles una llama no demuestra en absoluto que estén elaborados con petróleo. Arden con facilidad por su estructura hueca, por su bajo contenido en agua y porque, evidentemente, el maíz arde. Podéis probar (con precaución) a quemar una palomita de maíz, o cualquier otro alimento, como un espagueti o un poco de aceite.
A pesar de que los Cheetos no llevan las sustancias que se dice en el vídeo, muchas de ellas son seguras para la salud. Por ello están recogidas en la legislación alimentaria y se emplean con frecuencia para la elaboración de alimentos.
Tartracina
La tartracina (o tartrazina), es un colorante sintético empleado en una gran variedad de alimentos con el fin de proporcionarles un color que va desde el naranja hasta el amarillo, en función de lo diluido que esté. Además se puede mezclar con otros colorantes para que los alimentos adquieran color azul o color verde. Se emplea en muchos lugares del mundo para dar color a alimentos tan diversos como nachos, refrescos, yogures, aperitivos, etc. En España, por ejemplo, es el colorante que mucha gente emplea para cocinar la paella.
Este colorante está permitido por la legislación europea, donde aparece con el código "E-102". Como todos los aditivos que están recogidos en la legislación alimentaria, superó unos estrictos controles para conocer si era seguro para la salud; concretamente, fue evaluado por el Comité Mixto FAO/ OMS de Expertos en Aditivos Alimentarios (JECFA) en el año 1966 y por el Comité Científico de la Unión Europea para la Alimentación Humana (SCF) en el año 1975 y en el año 1984. Ambos comités establecieron una ingesta diaria admisible (IDA) de 0-7,5 mg/ Kg. de peso corporal/ día, lo que supone que una persona de 70 Kg. de peso podría ingerir como máximo 525 mg. de tartracina durante todos los días de su vida antes de que su organismo manifestara cualquier reacción adversa. Aunque 525 mg. (un poco más de medio gramo) puede parecer poco, en realidad no lo es: hay que tener en cuenta que no todos los alimentos contienen este aditivo, y, sobre todo, que en los que sí aparece, lo hace en pequeñas cantidades, dado su poder colorante.
Es cierto que existe cierta controversia en torno a este aditivo. Sin ir más lejos, en el vídeo, el supuesto ingeniero de alimentos dice que este colorante produce alergias, rinitis, migraña, dolor de cabeza (que viene a ser lo mismo), estreñimiento y, por si fuera poco, se pega a las paredes intestinales. Existen estudios científicos serios que mostraron resultados inquietantes acerca de este colorante. Concretamente, algunos científicos observaron que la tartracina podría provocar cambios en el ADN, algo que podría desembocar en un cáncer, mientras que otros observaron que podría aumentar la hiperactividad en niños pequeños. En el etiquetado del colorante que se muestra en la imagen se advierte sobre ello, a pesar de que la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria considera que es seguro en las dosis indicadas. Sin embargo, según la legislación europea, es obligatorio incluir esta advertencia en los alimentos que contengan tartracina.
A la vista de los resultados de estos estudios, la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) decidió reevaluar este colorante, de manera que en el año 2009 publicaron los resultados obtenidos. El comité de expertos de la EFSA llegó a la conclusión de que la tartracina no es cancerígena. En cuanto a los estudios relacionados con la hiperactividad infantil, los expertos de la EFSA consideraron que no era necesario modificar la IDA de 7,5 mg/ Kg. de peso corporal/ día porque se trata de una dosis segura. Eso sí, la EFSA admite que la tartracina podría provocar reacciones de intolerancia (alergia) en un pequeño porcentaje de la población y podría agravar algunos síntomas en personas alérgicas, como asma, rinitis o urticaria (incluso por debajo de la IDA). Por otra parte, un reciente estudio en el que se administró una cantidad importante de tartracina a personas alérgicas, mostró que dichas personas no presentaron ningún tipo de reacción adversa frente a este colorante (ni cutánea, ni respiratoria ni cardiovascular).
Carboximetilcelulosa (CMC)
La carboximetilcelulosa (CMC) es un espesante totalmente inocuo, permitido por la legislación para su uso en alimentos (código europeo "E-466"). La CMC obtiene a partir de la celulosa que está presente en la pared celular de las células vegetales (nótese que las células vegetales forman parte de todos los vegetales: desde una lechuga hasta una zanahoria). Como espesante que es, la CMC se emplea para espesar, estabilizar y gelificar disoluciones acuosas. Es decir, se utiliza en alimentos más o menos líquidos para que sean más espesos y estables, ya que la CMC tiene la capacidad de retener agua. Como comprenderéis, no tiene ningún sentido utilizar este aditivo en los Cheetos.
Ingerir bebidas energéticas es equivalente a consumir 20 tazas de café al día
Expertos australianos pidieron que las bebidas energéticas incluyan avisos sobre nocividad después de detectarse un aumento de casos de toxicidad entre los jóvenes consumidores de este producto, según informaron fuentes médicas.
Según investigaciones unas 65 personas llamaron al Centro de Venenos del estado de Nueva Gales del Sur con problemas causados por bebidas energéticas en 2010, mientras en 2004 sólo fueron 12 casos.
Los jóvenes son los más perjudicados, puesto que la edad media de las personas afectadas era de 17 años, principalmente varones, de acuerdo a la investigación conjunta de ese centro y la Universidad de Sídney.
La mayoría de los casos de sobredosis reportados se dieron cuando las personas afectadas injirieron este producto en situaciones recreativas como fiestas o reuniones junto a bebidas alcohólicas, pastillas de cafeína y sustancias ilícitas.
Los síntomas más comunes fueron palpitaciones, agitación, temblores y molestias gastrointestinales, pero en algunos casos se produjeron alucinaciones y problemas cardíacos.
El director médico del Centro de Venenos, Naren Gunja, dijo que "la gente cree que las bebidas energéticas son buenas por la marca y el empaque, pero éstas son tan malas como 20 tazas de café".
En épocas de exámenes, trabajo o cansancio muchos son los que recurren al maravilloso mundo de las bebidas energéticas. Quizás la marca más conocida sea Red Bull, que en esas noches en vela de trabajo, estudio o fiesta da el empujoncito de energía necesario para aguantar y darlo todo.
No considero que sean adecuados para nuestra salud estos recursos para aumentar la energía o mantenerse activo, más aún si se consumen de forma reiterada o se mezclan con alcohol. Forzar los límites del organismo con sustancias no pasará factura si se hace de vez en cuando, pero convertirlo en un ritual para aguantar el tirón puede tener consecuencias para la salud.
No obstante siempre es interesante analizar este tipo de bebidas para ver qué sustancias son las responsables del aumento de energía. Analicemos los principales componentes del Red Bull y veamos sus efectos.
- Azúcares (11%): una fuente rápida de obtención de energía para las células que es lo que dará el empujón energético a corto plazo. No contiene nada de grasa ni proteínas, por lo que debería de llamarse bebida estimulante en lugar de energética.
- Taurina (1.000 mg.): es un ácido orgánico que interviene en la excitación nerviosa a modo de neurotransmisor, de ahí su efecto energizante al estimular al sistema nervioso. Se le atribuyen mejoras de rendimiento psicomotriz. Sus teóricos y polémicos efectos negativos (arritmias y taquicardias) dependen de la susceptibilidad de la persona que la tome, de las cantidades, frecuencia de consumo y sobre todo si se mezcla con depresores como el alcohol.
- Cafeína (85 mg.): también un estimulante del sistema nervioso. La cantidad que contiene equivale a un par de tazas de café.
- Glucuronolactona: es una sustancia química precursora de la taurina. Mejora la memoria y la concentración y también tiene efectos antidepresivos.
- Inositol: neurotransmisor con efecto psicoactivo que mejora el estado anímico al incrementar el rendimiento del uso de serotonina por parte del cerebro e inhibe la sensación de sueño.
- Vitaminas: sobre todo vitaminas hidrosolubles como son las vitaminas B3 y B5 (útiles en las rutas metabólicas relacionadas con la obtención de energía), vitamina B6 (incrementa la producción de energía al favorecer la liberación de glucógeno) y vitamina B12.
Como hemos dicho antes, no nos va a hacer mal usar este tipo de productos muy de vez en cuando, sin embargo, acostumbrarnos a su consumo es como anestesiar constantemente al cuerpo contra la fatiga y el cansancio, llevando al organismo a trabajar en estados límites, y esto a la larga acaba pasando factura. Sin contar con que cada persona es un mundo y reaccionará de diferente manera ante los efectos de tales bebidas.
Nada mejor que un buen descanso y un completo desayuno para empezar el día como un toro, no lo olvides.
Pepsi usa restos de fetos humanos como edulcorante, ¡¡¡Y lo admiten!!!
El canal de televisión Intereconomía, en su programa "Ciencia con paciencia", informa que Pepsi usa restos de fetos humanos abortados para edulcorar sus productos.
Esto no sorprende, puesto que a partir de estudios e investigaciones con respecto a las tóxicas y peligrosísimas vacunas, sabemos que la gran industria farmacológica emplea fetos humanos abortados para la fabricación de vacunas. Sólo basta leer la composición de las vacunas en los mismos folletos informativos que entregan sus fabricantes, donde figura: “tejido diploide humano”.
La industria cosmética también los utiliza para elaborar sus productos. Todo esto nos lleva a otra gran aberración: al ser "materia prima", ha de haber una fabricación permanente de éstas. Pero en este tema nadie se pronuncia. A la producción, uso y abuso de animales para la industria farmacéutica, de cosméticos y alimentos no se le presta atención, salvo con éste tipo de denuncias.
¿Y dónde están los férreos defensores de la vida? Considerando que si se aceptan vacunas, alimentos, bebidas y cosméticos que usen estos fetos, se está avalando esta práctica y, por lo tanto, se es cómplice de esta verdadera mafia de la que no se habla, la del tráfico de órganos, fetos y seres humanos en este planeta, es decir, de la ya habitual doble moralidad que impera en nuestra sociedad y, principalmente, en los intereses económicos que mantienen permanentemente en marcha el motor que la sustenta.
En contrapartida,
encontramos una serie de alimentos naturales que favorecen nuestras facultades e
incluso nuestro estado de ánimo.
Alimentos
nos hacen más listos
Podemos alimentar
nuestro cerebro para colaborar con sus funciones y su salud, pero también, hay
nutrientes o sustancias que presentan los alimentos que nos ayudan a ser más
inteligentes por su efecto sobre las conexiones nerviosas o la actividad
mental, a continuación te mostramos tres de ellos que podemos incorporar
fácilmente a la dieta para volvernos más listos.
Un estudio
realizado hace unos años por científicos del Instituto Tecnológico de
Massachusetts (MIT), en Estados Unidos, revelaba que existen tres
componentes de los alimentos que fortalecen las sinapsis -conexiones entre
neuronas- y aumentan las habilidades cognitivas tras consumirlos habitualmente
durante tan sólo cuatro semanas. Se trata de:
Colina, presente en los huevos; La colina es una sustancia
que fortalece la sinapsis, conexión nerviosa de las neuronas que permiten
transmitir emociones, ideas y demás.
Monofosfato de
Uridina, contenido en la remolacha.
Favorece la sinapsis y aumenta las habilidades cognitivas.
Ácido
Docosahexaenoico (DHA), un ácido
graso esencial poliinsaturado (ácido graso Omega 3) que ingenirmos a través de
pescados grasos como el salmón y la sardina, así como en algunas algas, y que
posee iguales efectos que los alimentos anteriores sobre la actividad del
cerebro.
En experimentos
con roedores, los investigadores comprobaron que el consumo de estos tres
ingredientes a diario no sólo mejoraba el desempeño de tareas y las capacidades
cognitivas, sino que producía cambios bioquímicos evidentes en las sinapsis
neuronales que implicaban un aumento de la inteligencia.
Consumir estos
tres alimentos a diario durante cuatro semanas, mejora el desempeño en tareas y
en capacidades cognitivas y además, favorece cambios químicos en el cerebro que
permiten aumentar la inteligencia, según lo han comprobado investigadores en un
estudio reciente.
Por supuesto,
debemos tener las habilidades para aprender a usar nuestras capacidades
cerebrales, por eso, los alimentos por sí sólo ayudan, pero no hacen milagros.
Es decir, sin ejercitar el cerebro, sin leer ni estudiar, las habilidades de
aprender, memorizar u otras no pueden probarse más allá del consumo de estos
alimentos que ayudan a aumentar la inteligencia.
Podemos consumir
a diario un huevo, una ración de pescado azul y remolacha en diferentes
preparaciones, como purés, pasteles, ensaladas, aperitivos, sopas frías, zumos
entre otras.
¿Eres lo que
comes? Nutricionistas y neurobiólogos unen ahora sus voces al coro que defiende
esta antigua aseveración. Gracias a las sustancias que contienen y a sus
interacciones con otros productos alimenticios, algunos alimentos y bebidas
pueden tener un efecto sobre el estado de ánimo.
En todo el mundo,
los consumidores prestan cada vez mayor atención a las cuestiones que afectan a
su salud, y junto a ello existe un creciente interés por los “alimentos que
influyen en el estado de ánimo”, alimentos que de forma natural elevan el
ánimo.
El sector de
alimentación internacional envasa ahora estos pequeños “rayos de sol”
naturales, solos o como añadido extra en productos de alimentación que ofrecen
un “buen snack para levantar el ánimo” entre las comidas.
Los neurobiólogos
han analizado los vínculos entre lo que comemos y la psicología humana, y han
hallado que una combinación de hormonas determina el grado de bienestar de un
individuo.
Se ha demostrado
científicamente que la serotonina y las endorfinas son las sustancias clave que
generan sensaciones de felicidad, bienestar y sueño reparador; y, sobre todo,
que actúan como analgésicos naturales.
El cuerpo humano
produce serotonina y endorfinas por sí mismo, pero la producción natural de
estas sustancias se ve estimulada por ciertos nutrientes que se absorben a
partir de lo que comemos, en lugar de ser generados directamente por el cuerpo.
De todo ello lo
principal es la proteína triptófano, un aminoácido que es vital para la
producción de serotonina. Entre los alimentos que incluyen un alto contenido en
triptófano se encuentran el queso, la carne magra, el pescado, las legumbres y
las nueces.
Sin embargo,
comer gran cantidad de esta selección de alimentos no basta para hacernos
felices. El cerebro sólo puede absorber triptófano cuando se combina con
carbohidratos, que son convertidos en azúcar en el intestino.
Un nivel
incrementado de azúcar en sangre estimula la producción de insulina, y la
insulina a su vez hace que las neuronas del cerebro sean receptivas al
triptófano, a partir del cual el cerebro crea la serotonina, la hormona para
sentirse bien.
Cuando nos
sentimos frustrados, es nuestro cuerpo el que impulsa las ganas de tomar como “estimulante”
una pizza rica en carbohidratos o un pastel de chocolate, para satisfacer su
necesidad de despejar el torrente sanguíneo y hacer que nuestro cerebro sea
receptivo a la absorción del triptófano que crea la serotonina.
En la realidad, a
corto plazo, nuestro estado de ánimo lo puede determinar una comida. A largo
plazo, organizar de forma sistemática nuestra ingesta nutricional es la mejor
forma de mantener constante el nivel de azúcar en sangre, mantenernos de buen
humor y no ganar peso en el proceso.
La mejor forma de
conseguirlo es seguir una dieta que sea lo más equilibrada posible: una mezcla
variada y colorida de alimentos que contengan una amplia gama de distintos
componentes.
Esto debería permitirnos
evitar los picos y caídas de fluctuaciones en el nivel de azúcar en sangre, y
las variaciones anímicas que causan. Y la palabra “colorida” debería
tomarse muy en serio: los colores específicos de los alimentos tienen un efecto
beneficioso sobre nuestra mente; así, los alimentos naranjas y rojos estimulan,
los azules calman, los amarillos animan, y los verdes ayudan a la
concentración.
Si adoptamos una
dieta equilibrada, hay algunos potenciadores naturales de la felicidad que
podemos permitirnos para darle a nuestro estado de ánimo un impulso extra.
Los cuatro “alimentosfelices” naturales más efectivos son el chocolate, los plátanos, la piña
y el chile o el pimiento.
El placer del
chocolate
Con sus cinco
acciones diferentes, el chocolate es perfecto para brindar un pequeño estímulo
entre las comidas. El azúcar y la manteca de cacao hacen que el cuerpo sea
receptivo a absorber triptófano, aumentando así el nivel de serotonina en el
cerebro. El contenido de cacao en el chocolate también proporciona estimulante
cafeína. Otro ingrediente en el cóctel de felicidad del chocolate es la
feniletilamina, un derivado de la fermentación de los granos de cacao, que
también eleva el nivel de azúcar en sangre y tiene un efecto excitante,
estimulante.
Al chocolate se
le considera una “droga del amor” natural, porque el organismo humano
puede fabricar por sí mismo esta hormona, que libera en mayores cantidades en
estados de excitación. Otra ventaja es que la proteína de la leche en el
chocolate proporciona exorfina, un analgésico natural, y teobromina, una
sustancia similar a la cafeína, que potencia aún más el rendimiento y estimula
la circulación.
La energía del
plátano
Más proclive a
preservar la silueta que el chocolate, aunque no menos eficaz para la activa “gestión
emocional” natural; veamos: los plátanos están llenos de nutrientes y
fibras y contienen muy poca grasa en comparación con el chocolate; también son
ricos en vitaminas, minerales y oligoelementos, y proporcionan al organismo un
rápido aporte de energía.
Además, los
plátanos son fácilmente digeribles y pueden reequilibrar los niveles de ácido
en el organismo. Y el triptófano que contienen ayuda a producir serotonina, la
hormona de la felicidad, que tiene un efecto calmante sobre el sistema nervioso
y fomenta el pensamiento positivo y un estado de ánimo optimista.
Estimulante
piña
La piña es otro
estimulante del bienestar físico, y un aliado contra la frustración. Esta
delicia llena de energía es rica en minerales y vitaminas y contiene compuestos
activos que estimulan la producción de serotonina, generando una optimista
vitalidad. Al mismo tiempo, otros componentes calman la ansiedad y alivian la
agitación nerviosa.
La vitamina C que
contienen las piñas también estimula la circulación y el metabolismo; la combinación
de componentes activos fomenta la capacidad que tiene el cuerpo de
autocuración, calma los nervios y ayuda en problemas de concentración y
motivación.
Y si tomas piña
por la noche, te estarás administrando una pastilla natural para dormir: por la
noche, el cerebro convierte el triptófano en melatonina, la hormona del sueño.
El gran efecto
del pimiento
Capsaicina es el
nombre de la sustancia milagrosa que combate la frustración, la ira y la
depresión. Se encuentra en el chile (pimiento picante) y produce una ligera
sensación de quemazón en la lengua.
El cerebro
percibe este calor picante como si fuera dolor y para contrarrestarlo responde
liberando endorfinas que potencian las sensaciones de bienestar. Este efecto se
conoce en biología como el “gran efecto del pimiento”.
Como puedes ver,
quien no se consuela es porque no quiere. Está claro que nunca antes los
fabricantes de alimentación habían mostrado tanto interés por los alimentos que
influyen en el estado de ánimo de las personas.
Tras los productos
y alimentos de belleza orientados fundamentalmente a mejorar la forma física,
los alimentos que influyen en el estado de ánimo podrían ocupar otro nicho en
el campo de productos de valor añadido.
Y ya es evidente
que los fabricantes ligan el mensaje “bueno para el ánimo…,bueno para
nosotros”.