martes, 5 de noviembre de 2013

¿Quién Eres Tú? ... De Verdad







Cualquier pensamiento que hayas tenido sobre ti mismo, ya sea humillante o ampuloso, no es quien tú eres, es simplemente un pensamiento. La verdad de quien tú eres no puede ser un pensamiento, porque es la fuente de todos los pensamientos. La verdad de quien tú eres no puede ser nombrada o definida. Palabras como alma, luz, dios, verdad, ser, consciencia, inteligencia universal o divinidad, aunque son capaces de evocar la dicha de la verdad, son extremadamente inadecuadas como descripción de la inmensidad de quien de verdad tú eres. Como quiera que te identifiques a ti mismo: como un niño, un adolescente, una madre, un padre, una persona mayor, una persona sana, una persona enferma, una persona que sufre o una persona iluminada, siempre detrás de todo eso, se encuentra la verdad sobre ti mismo. No es ajeno a ti. Se encuentra tan cerca de ti que no puedes creer que seas tú. La verdad de quien tú eres se encuentra intacta por cualquier concepto de quien eres tú, ya sea ignorante o iluminado, sin ningún valor o espléndido. La verdad sobre quien eres tú se encuentra libre de todo eso. Tú ya eres libre y todo lo que bloquea la comprensión de esa libertad es tu propio apego a algún pensamiento de quien eres. Este pensamiento no evita que seas la verdad de quien tú eres. Tú ya eres eso. Te distancia de la comprensión de quien tú eres.
 
Te invito a que dejes que tu atención se sumerja en lo que siempre ha estado aquí, esperando abiertamente a su propia auto-comprensión. ¿Quién eres tú, de verdad? ¿Eres alguna imagen que aparece en tu mente? ¿Eres alguna sensación que aparece en tu cuerpo? ¿Eres alguna emoción que pasa por tu mente y tu cuerpo? ¿Eres algo que alguien ha dicho que tú eres? o ¿eres el rechazo contra algo que alguien te ha dicho que tú eres? Estos son algunos de los muchos caminos de la identificación errónea. Todas estas definiciones vienen y van, nacen y luego mueren. La verdad de quien tú eres no viene y va. Se encuentra presente antes de nacer, a lo largo de la vida y tras la muerte. Descubrir la verdad de quien eres tú no sólo es posible, es tu derecho de nacimiento. Cualquier pensamiento que tengas de que este descubrimiento no es para ti, que ahora no es el momento, que no te lo mereces, que no estás preparado, que ya sabes quién eres tú, son sólo trucos de la mente. Es el momento de investigar este pensamiento del yo y ver que validez tiene de verdad.
 
En este examen, existe una oportunidad para que la inteligencia consciente que tú eres finalmente se reconozca a sí misma. La pregunta más importante que nuca te podrás hacer es: ¿quién soy yo? en cierto modo, ésta ha sido la pregunta implícita que te has hecho a lo largo de cada fase de tu vida. Cualquier actividad, ya sea individual o colectiva, está motivada en su origen por la búsqueda de auto-definición. Como de costumbre, buscas una respuesta positiva a esta pregunta y huyes de una respuesta negativa. Una vez que esta pregunta se hace explícita, el impulso y el poder de la pregunta dirigen la búsqueda de la respuesta verdadera, que es abierta, viva y llena, con una perspicacia cada vez más profunda. Has experimentado tanto el éxito como el fracaso. Tras una cierta fase, pronto o tarde, te das cuenta de que, quien tú eres, como quiera que eso se defina, no es satisfactorio. A no ser que esta pregunta se responda de verdad, no respondida de manera convencional, aún tendrás hambre de saber. Porque, no importa cómo te hayan definido los demás, con buena o con mala intención, y no importa cómo te hayas definido tú mismo, ninguna definición puede traer una certeza duradera. El momento de reconocer que ninguna respuesta ha satisfecho esta pregunta es decisivo. Con frecuencia es denominado como el momento de maduración espiritual, el momento de madurez espiritual. En este punto, puedes investigar conscientemente quién eres tú de verdad. En su poder y su simplicidad, la pregunta “¿quién soy yo?” lleva a la mente de vuelta a  la raíz de la identificación personal, la suposición básica: yo soy alguien.
 
En lugar de automáticamente tomar esta suposición como la verdad, puedes investigar más profundamente. No es difícil ver que el pensamiento inicial de, “yo soy alguien”, conduce a todo tipo de estrategias: para ser un mejor alguien, un alguien más protegido, un alguien con más placer, más comodidad, más logro. Pero cuando este pensamiento tan básico se cuestiona, la mente encuentra el yo que se supone que se encontraba separado de lo que estaba buscando. A esto se le llama auto-indagación. Esta pregunta tan básica: ¿quién soy yo?, es la que más se pasa por alto. Pasamos la mayoría de nuestros días diciéndonos a nosotros mismo o a los demás que somos alguien importante, alguien sin importancia, alguien grande, alguien pequeño, alguien joven, alguien viejo, sin cuestionar verdaderamente la suposición más básica: ¿Quién eres tú, de verdad? ¿Cómo sabes: eso es quien tú eres? ¿Es esto cierto? ¿De verdad? Cuando vuelves tu atención hacia la pregunta: ¿quién soy yo? quizás veas a una entidad que tiene tu cara y tu cuerpo. Pero ¿quién es consciente de esa entidad? ¿Eres tú el objeto, o eres la consciencia del objeto? el objeto viene y va. El padre, el hijo, el amante, el abandonado, el iluminado, el victorioso, el derrotado. Todas estas identificaciones vienen y van. La consciencia de estas identificaciones siempre está presente. La identificación errónea de ti mismo como un objeto en la consciencia te conduce al placer extremo o al dolor extremo y a ciclos eternos de sufrimiento. Cuando deseas detener la identificación errónea y descubrir directa y completamente que tú eres la propia consciencia y no estas definiciones impermanentes, la búsqueda de ti mismo en el pensamiento finaliza. Cuando la pregunta ¿quién? se sigue de manera inocente, pura, hasta su origen, se produce una comprensión enorme, increíble: ¡no hay ninguna entidad en absoluto! existe sólo el indefinible, ilimitado reconocimiento de ti mismo como inseparable de cualquier otra cosa. Eres libre. Eres completo. Eres infinito. No existe un fondo de ti, ni un límite de ti. Cualquier idea sobre ti mismo aparece en ti y desaparecerá de nuevo en ti. Tú eres conciencia, y conciencia es consciencia. Deja que todas las auto-definiciones mueran en este momento. Deja que se vayan y mira lo que queda. Mira lo que nunca nace y nunca muere. Siente el alivio de la liberación de la carga de definirte a ti mismo. Experimenta la real no-realidad de la carga. Experimenta la alegría que se encuentra aquí. Descansa en la paz sin fin de tu verdadera naturaleza antes de que aparezca ningún pensamiento de yo.
 
Traducción: Eduardo Zarzosa (Colaborador del blog)
Extraido de: "El Diamante en tu Bolsillo. Descubre tu Verdadero Resplandor" (Garganji)


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