Docta en los secretos de la abracadabra,
dispersó en el aire, tus letras, mi mano,
y al caer, formóse aquella palabra,
cifra de tu enigma y luz de tu arcano.
¿Por qué ley se juntan en nueva escritura
los signos dispersos? ¿Qué azar hizo el juego?
¿Qué ciencia de magos alzó la figura
y leyó el enigma? Sierpe, Rosa, Fuego.
¡Sierpe! ¡Rosa! ¡Fuego! Tal es tu armonía:
gracia de tres formas es tu gracia inquieta,
tu esencia de monstruo en la alegoría
se descubre. Antonio el anacoreta
huyó de tu sombra por Alejandría.
¡Antonio era Santo! ¿Si fuese poeta?...
(Ramón M. del Vallé Inclán)
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